La relación Trabajo-Capital

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Revista Nº 146 (10/2021)

(teoría económica/internacional/argentina)

Ignacio Paz*

El autor hace una explicación didáctica, teórica e histórica, de la relación entre el Trabajo y el Capital hasta nuestros días en que se inscribe en el marco de la revolución informacional, caracterizada por el denominado “Capitalismo Cognitivo”. Analiza cómo se manifiesta actualmente en Argentina y, consecuentemente, cuál es la contradicción principal en el contexto del actual proceso electoral.

En vísperas de las elecciones legislativas de noviembre 2021, las fuerzas reaccionarias y antipopulares, manifiestan desembozadamente su esencia. Estos sectores dominantes, integrados por los grupos económicos, los medios de comunicación hegemónicos y la cúpula judicial del país, se han lanzado abierta y provocativamente a la captura del poder político.  Envalentonados por la deserción y abstención, de amplios sectores populares históricamente favorables al Frente de Todos, en las Primarias (PASO), la derecha manifiesta abierta y desvergonzadamente su plan de gobierno.

Sus discursos y proyectos se encolumnan en una arremetida antipopular, que tiene como objetivo atentar contra los derechos de los trabajadores y jubilados. Pregonan desde la modificación del régimen laboral argentino, hasta la eliminación de la indemnización por despido. Para ellos, el salario es un costo que, como tal, debe ser reducido.

Como representantes del capital concentrado en Argentina, repiten los objetivos del capital internacional y su enemigo es, también aquí, el pueblo trabajador.

Esta situación producto de la configuración cada vez más reaccionaria del sistema capitalista, de su concentración fenomenal, de su carácter rentístico y postindustrial, conlleva a una confrontación cada vez más abierta con los sectores subalternos.

Argentina está inserta en la confrontación Trabajo-Capital, que ha sido, desde su origen, el núcleo del sistema capitalista.

Esta confrontación ha pasado por distintas etapas, fases y modalidades, dependiendo del carácter de las crisis, de la correlación de fuerzas políticas y del nivel de conciencia social. Pero siempre ha sido una confrontación violenta por el reparto del producto social. Por eso, Marx dijo que “la historia de la sociedad humana es la historia de la lucha de clases”.

La evolución histórica de esta confrontación está apoyada, además, en cambios sucesivos en el régimen de producción y distribución, así como en el modelo de acumulación capitalista. Pero al mismo tiempo, en el cambio de calidad de las fuerzas productivas. Básicamente en la evolución cualitativa y cuantitativa de la fuerza de trabajo y en los cambios profundos y veloces, manifestados en las fuerzas productivas, por obra de la revolución científico técnica, sobre todo en las tecnologías informáticas y de las comunicaciones (TIC).

La relación Capital-Trabajo, ha atravesado distintos momentos, con un común denominador, la subordinación del Trabajo al Capital. A esa subordinación los economistas y filósofos han llamado “subsunción” (paradójicamente subsunción significa “subordinación” pero también “inclusión”). Es decir, subordinar a la fuerza de trabajo e incluirla como mercancía en el mundo de las mercancías del capitalismo.

El pasaje del capitalismo mercantil, previo a la manufactura, al capitalismo industrial como proceso dominante, significó pasar de la subordinación “formal” a la subordinación “real” del trabajo hacia el capital. “Formal” en el primer caso, porque el artesano, dueño de su capacidad de hacer, dependía del dueño de las herramientas, que proveía los insumos y demás elementos para concretar el trabajo y, además, financiaba su compra. Pero esa subordinación o subsunción era “formal”, ya que era el artesano el que fijaba las características de su trabajo, los tiempos, su diseño. El artesano realizaba su trabajo produciendo la totalidad del producto. Su relación con el producto era “intima” y la iniciativa le pertenecía, pero ya no el resultado de la venta de su obra en el mercado.

El avance y desarrollo de la manufactura industrial culmina en la gran industria y la instalación de procesos de producción en serie y en líneas en las que cada trabajador realiza una parte del proceso. Además, se produce la cada vez más tajante separación del trabajo manual del intelectual. Los dueños del capital, a través de sus funcionarios, jerarquizan una élite de “pensadores” que trabajan exclusivamente en el diseño, proceso de producción, características específicas, planos, etc.  El departamento de investigación y desarrollo se constituye en el cerebro de la producción, los trabajadores en la “mano de obra”. A esta subordinación del trabajo manual al capital, se la llamó “subordinación real” porque ahora sí el trabajador es alejado del producto terminado, sólo ve “su parte” y no puede concretarse el producto, sino a través del proceso productivo y de las maquinarias y herramientas que sólo el capital puede proporcionar. El trabajador es despojado de su producto por el capital, pero necesita, para vivir, venderle su fuerza de trabajo, que es su única mercancía.

Pero el conocimiento se va generalizando. Los trabajadores se cualifican junto a la cualificación de los medios de producción, de distribución. La irrupción de las tecnologías informáticas, las computadoras, la robotización, la inteligencia artificial, revolucionan los procesos productivos. Ahora la producción requiere trabajadores que sepan manejar computadoras que comandan los procesos. Se arriba a un momento, en el desarrollo histórico de la relación Trabajo-Capital, en el que el conocimiento se generaliza. En el que la producción social es el resultado de un “encadenamiento” que incluye la producción material de bienes pero que no se limita sólo a ello. Un “momento” en el que la expansión de las técnicas de información y comunicación alcanza a millones y millones de personas.  Un momento como el actual, en el que el desarrollo de plataformas digitales para la información, las convierten en base de uso generalizado y donde el usuario es al mismo tiempo productor de información y conocimientos.

 Es un capitalismo en el que prima el conocimiento. Es un Capitalismo Cognitivo. Un capitalismo que ha generalizado forzosamente el conocimiento y su difusión, para lograr sus objetivos con mayor velocidad y rentabilidad. Carlos Marx, previó esto en su obra, cuando dijo el General Intellect (o intelectual colectivo), esto ha puesto nuevamente el conocimiento en manos de los productores (en realidad en sus cerebros) y dichos conocimientos han pasado a convertirse en una fuerza productiva directa. Nueva fuerza cuyos portadores se amplían cada vez más, para ser una fuerza social poseedora del saber (como era el caso histórico de los artesanos, pero dialécticamente, en un nivel superior).

Pero es el capital el que usufructúa estos avances. La propiedad concentrada de los grupos dominantes, permite la extracción de lo producido por la generalización del conocimiento y la tecnología. Se abren nuevos campos para la extracción de plusvalía a los pueblos.  El uso de las plataformas y medios digitales representa una situación paradojalmente nueva. Los usuarios pagan por su acceso, pero al mismo tiempo, aportan sus conocimientos incorporando información y valor.  El usuario deja sus datos que se convierten en “big data”, gran información para los dueños de las plataformas, a través de las cuales, las empresas suscriptas, llegan a millones de potenciales compradores, conociendo su perfil identitario, gustos y motivaciones, con lo cual les facilita la difusión y venta de nuevos productos.  Es decir, hay un aumento sideral en la producción de Valor bajo distintas formas, que es sistémicamente apropiado por los dueños del capital, a través de dichas plataformas, regalías, licencias, etc. Pero al mismo tiempo la concentración de la riqueza social en cada vez menos manos, produce un fenómeno de segregación social, nunca visto hasta hoy.

Si este es el panorama global del capitalismo hoy, en la periferia los procesos tienen características comunes al mundo pero también diferenciados.

Si bien incluso en los propios países ricos del capitalismo, se abren enormes zanjas que separan a los grupos cada vez más reducidos de millonarios del resto de la población que vive de sus propios recursos, estos procesos son cada vez más significativos y enormes en los países periféricos como el nuestro.

La confrontación entre Trabajo y Capital, incluye masas cada vez más grandes de “trabajadores sin trabajo”. Cada vez más sectores son “empujados” a la marginalidad. Marginalidad que su amplitud puede ser ya considerada escenario dominante de la vida social. El ataque contra las instituciones de legislación y protección de los derechos sociales se ha convertido en una constante en la prédica y política de las derechas neoliberales también en Argentina.

¿Cómo es que el capital no cuida a quienes le proporcionan su ganancia? Pareciera un oxímoron económico. Pero no lo es. El modelo de acumulación financiera ha rebajado fuertemente la importancia de la producción industrial. La maquinización y la robótica, por ejemplo, expulsan mano de obra. La fuerza de trabajo se ha fragmentado, en sectores de alta calificación y sectores desposeídos de dichos conocimientos y sin posibilidades de acceder a ellos. 

Pero, a su vez, el capital ha devenido en rentístico. La extracción de plusvalía social ya no lo es sólo en el sector industrial, sino que el capitalismo explota a la sociedad en su conjunto. Pero esta subordinación (subsunción) ya no es aquella en dónde el capitalista es el cerebro de la planificación de la producción y de su distribución

La pandemia mundial mostró la verdadera cara del sistema capitalista mundial. Los países ricos dominantes que acumularon vacunas para 3 veces su población y países pobres, periféricos, no han podido comprar vacunas.

Las contradicciones del sistema afloraron. Incluso en los países del centro del capitalismo, donde apareció la necesidad insustituible de los Estados, para hacer frente a la crisis sanitaria, y económico social. Millones de muertos en el mundo pagaron con su vida esa desigualdad social y la desprotección presupuestaria de los países capitalistas.

La paralización de las economías mundiales implicó su caída y, al mismo tiempo, el aumento de la desigualdad y la marginalidad social.

El pueblo argentino, mayoritariamente víctima de este sistema, sufre además las consecuencias de la crisis económica y social dejada por el gobierno neoliberal de Macri.

La confrontación entre Trabajo y Capital, es hoy expresada en nuestro país, por la confrontación entre el Frente en el gobierno y la oposición neoliberal que pugna por retomar el control político del país.

Los grupos dominantes en Argentina, bloquean toda iniciativa gubernamental que trate de mejorar la vida del pueblo. Boicotean leyes, no presentan propuestas, difunden noticias falsas y ataques groseros. No aceptan ninguna limitación a su política de formación de precios monopolistas que genera alta inflación y diluye los ingresos de la población.

Enfrentan agresivamente decisiones del gobierno para intentar frenar la escalada de precios de los comestibles que hacen insoportable la vida de millones de argentinos. La respuesta a toda conquista de mejora salarial es respondida con aumentos de precios por los grupos dominantes, que no están dispuestos a resignar fabulosas ganancias, ni aún ante la pandemia mundial que puso contra la pared a la población mundial con millones de muertos.

 En síntesis, ya no pueden convivir con la democracia, porque su afán de acumulación no concibe una distribución social que limite sus ganancias. Se resisten a una apropiación más justa del producto social. Haciendo gala de un cinismo sin igual, difunden mensajes pesimistas hacia los trabajadores, para que se acostumbren a la “incertidumbre” respecto del trabajo y la remuneración, y al mismo tiempo exigen a los gobiernos “certezas” para sus inversiones.

Por eso es imperioso el accionar del Estado y la movilización popular. Sólo una exhibición política y pública del descontento social podrá contener la ofensiva criminal de la derecha dominante. Y al mismo tiempo, el gobierno debe denunciar públicamente la obstrucción política de la oposición de derecha que impide gobernar y cuyo propósito político es la desestabilización institucional para retomar el poder político y profundizar la segregación social y todo intento de organización de un modelo más justo de sociedad.

Este es el cuadro nacional e internacional del sistema capitalista, en el que se inscribe la actual situación que nuestro pueblo enfrenta.

*Ignacio Paz, economista, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.

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