Argentina: lazos sociales y desafíos

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Adrián Berardi· 

Un agudo análisis sociológico sobre el cambio cualitativo que el advenimiento del gobierno iniciado en el 2003 produjo en la construcción de lazos sociales y los desafíos que se abren para construir desde abajo hacia arriba, por un país más libre e igualitario.

 

A diferencia de lo que pueda pensar el lector, no voy a dar aquí una explicación sobre lazos sociales, tampoco voy a dar respuestas de manual a sus preguntas, en estas líneas intentaré pensar con ustedes la sociedad que tenemos, con sus cosas buenas y malas, pretendiendo madurar nuestra propia historia, pero no linealmente, no como un todo construido sino como un cúmulo de incertidumbres que nos permitan pensarnos a nosotros mismo.
No habrá respuestas, sino desafíos para comprender por qué en nuestro país volvemos a hablar de lazos sociales.
Acercándonos al desafío: de colonialismo, modernidad y neoliberalismo

Según la Dra. Florencia Luci, “la modernidad conllevaría al debilitamiento de los lazos sociales coaligantes como consecuencia de producir en los hombres una individuación creciente preponderando los fines propios por sobre los colectivos” . Sin duda la Argentina fue un fiel reflejo de esa modernidad, desde las invasiones españolas, el genocidio indígena, la franja de Alsina, los Roca, los Sarmientos y compañía; las dictaduras militares y los gobiernos corruptos y excluyentes, se fueron marcando los quiebres que terminaron por destruir los lazos sociales. Solo bastaba una rebeldía, una idea de subversión al status quo, para que la represión funcione como un corrector que borra y encamina las cosas por las líneas de lo correcto dentro de la modernidad.
Esta nueva forma de gobernar el mundo –moderno-  consolidó la idea de  invisibilizar a las distintas comunidades construyendo un pensamiento único y universal desde el inicio, Grosfoguel lo sintetiza: “Los criollos blancos tomaron el poder y mantuvieron a los no europeos en posiciones de subordinación”  y, como bien afirma Lander, “con el inicio del colonialismo en América comienza no solo la organización colonial del mundo sino simultáneamente la constitución de saberes, lenguajes, memoria y del imaginario. […] se organiza la totalidad del espacio y del tiempo – todas las culturas, pueblos y territorios del planeta, presentes y pasados – en una gran narrativa universal”. Pero también desde este inicio nació la resistencia contra la idea de un mundo único, universal, moderno y eurocéntrico; hubo luchas; triunfos y fracasos; América Latina tuvo la Revolución Boliviana, Sandinista, Mexicana, Cubana, Salvadoreña; tuvo sus pequeños mayo francés, como el Cordobazo, pero toda emergencia de actores políticos colectivos capaces de construir una sociedad igualitaria, de conformar un pensamiento colectivo, de reafirmar los lazos sociales solidarios tuvo enfrente las más brutales represiones; y a pesar de las resistencias la modernidad logró sintetizar su esfuerzo, y esta síntesis es el neoliberalismo.
Este proyecto político, social y económico denominado neoliberalismo asumió el rol como portador de desarrollo y era el correlato de lo que significaba la modernidad. El modelo político emergente impuesto por la fuerza – con ayuda de las dictaduras desde la década del ´70 – tuvo la capacidad de lograr que la economía se constituya en el elemento debilitador de las relaciones sociales más endógenas, y la lucha pasó de ser un medio para el cambio social a un medio para sostener la posibilidad de vivir, constituyéndose en un resistencia.
Claro que para lograr este giro social, el neoliberalismo – como buen hijo de la modernidad – tendió a ejercer el control sobre el territorio , un territorio que se dirá hegemónico que, como bien advierte Montenegro “no es más que el viejo territorio/nación, decimonónico, perdurable, esencial, homogéneo y coherente” , un territorio que volvió –si alguna vez dejó de estarlo – a disputarse con uñas y dientes. 
Esta nueva cara de la modernidad tuvo también su resistencia, nacieron los movimientos sociales, los Zapatistas, la APPO, las marchas por el gas, por el Agua, los Gral Mosconi, los Cutral Co; los pueblos de América Latina comenzaron a resistir un modelo que tenía como materia prima la exclusión.
Pero a pesar de estas resistencias la modernidad y desarrollo confluyeron en la idea del neoliberalismo “y se unieron con la Colonialidad, entendida como la continuidad de las formas de dominación y explotación producidas por las estructuras y culturas hegemónicas del sistema-mundo, capitalista-patriarcal, moderno-colonial, que comienza a gestarse desde el siglo XV, e incluso como la relación de dominación entre los estados” .
Pero como dice Dussel en su excelente libro “Filosofía de la liberación”, toda formación social tiene un primer momento de liberación caracterizado por la opresión, la represión y la lucha que ha librado el opresor , esta realidad tuvo un giro absoluto y los pueblos lograron pasar de resistir a construir.

Al pie del volcán: desafiando la modernidad neoliberal
Hace casi diez años, la sociedad argentina decía basta a esta modernidad vestida de neoliberalismo y como el mundo cultural de la modernidad no logró contener la explosión espontánea de todo el país, la represión se encargó de vaciar todas las plazas y de encausar nuevamente el rumbo del “orden moderno”, pero no alcanzó y el status quo se vio en la necesidad de cambiar las figuritas. La violencia contra el pueblo no pudo detener la erupción popular y el asesinato de Maximiliano Kosteky y Darío Santillán en el Puente Pueyrredón en la ciudad de Avellaneda, puso fin a la imposición de una nueva carta de la modernidad Eduardo Duhalde: era momento de usar la democracia, entonces una elección dará un resultado inesperado, dentro de un clima de incertidumbre por el que pasaba la sociedad.
De esa mezcla de rebeldía popular, ejercicio de los derechos civiles y necesidades de la modernidad, apareció Néstor Kirchner, un presidente con poca popularidad y casi sin respaldo electoral, que pretendía remontar el rumbo después de la crisis que desató el modelo neoliberal, de aquellas jornadas del 19 y 20 de diciembre, donde la modernidad con su aparato represivo decidió vaciar las plazas. ¿Qué pensaba hacer ahora la modernidad?, ¿Qué sentía ahora el pueblo? ¿Cuál sería el destino que nos esperaba?
El pueblo siguió movilizado, mientras el gobierno construía las bases de un nuevo proyecto, las ideas de cambio se filtraban entre las grietas de la historia, frente a una Latinoamérica prometedora; en las plazas parecía renacer el espíritu de una nueva sociedad, de una nueva construcción, de un nuevo desafío; y después de ver plazas llenas por guerras absurdas, y represiones violentas por derechos incumplidos; después de oír el llanto de Las madres y sentir el silencio de nuestros desaparecidos, el 25 de mayo de 2010 – en los festejos del Bicentenario – las plazas y las calles se llenaron de entusiasmo, se vaciaron de violencia, se colmaron de esperanza.
¿Qué pasó?, ¿Qué cambió? ¿Desapareció la modernidad? ¿No hay más neoliberalismo?

Desafiando al viento en la cima del volcán: de lo inesperado y los sueños realizados
Los gobiernos de Cristina Fernández y Néstor Kirchner establecieron ciertos criterios políticos que abrieron un camino que después la sociedad se encargo de esparcir. Las medidas más importantes se basaron en el reestablecimiento de ciertos derechos sociales, como la reconstrucción de la memoria colectiva, basado en la idea de justicia sobre las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura militar de 1976; también la revalorización de los derechos sobre la comunicación a través de la ley de medios, y los derechos sobre la identidad como la ley del matrimonio igualitario.
La importancia del cumplimiento de estas reivindicaciones sociales constituyó la síntesis, el principio de un nuevo ordenamiento social, de una nueva cultura social que permitió comprender los logros obtenidos como triunfos colectivos. A partir de esto comenzó a emerger una forma de pensar colectivamente que configuró un nuevo tipo de solidaridad, que en un primer momento se constituyó por el reagrupamiento de las fuerzas sociales y políticas luego de un cimbronazo político – institucional que dio por muerto un modelo económico y social neoliberal -que se caracterizó principalmente por la exclusión-. Esto no significa que el nuevo modelo no tenga características excluyentes, sino que las fuerzas reorganizadas encontraron un margen de acción más amplio donde la capacidad agencial  de los sujetos se comenzó a mostrar en público  de una manera más explícita.
Por otro lado, encontramos que el kirchnerismo; junto con sus figuras más sobresalientes y una política de integración latinoamericana, reconstrucción del mercado interno y una tendiente redistribución de la riqueza hacia los sectores más marginales; logró reconstruir lo que se conoció como el movimiento nacional y popular (MNP), que en décadas pasadas fue la bandera de personajes como Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jaureche, John William Cooke y por supuesto Eva Duarte y Juan Domingo Perón; este renacimiento sintetiza su ideario a partir de tres conceptos impulsados por Perón: Justicia social, soberanía política e independencia económica. Y en este mismo sentido, como todo proyecto político, el kirchnerismo encabezó la reconstrucción de los lazos políticos que permitieron una expansión en toda la sociedad, abriendo sendero a la reconstitución de los lasos sociales.
Ahora bien, el principal efecto de este modelo político-social y económico esté en su efecto no deseado de la acción ; en el sentido que si bien el movimiento nacional y popular, embanderado por el kirchnerismo conformó un principio de organización social que tendió a reconstruir los lazos sociales, también lo hicieron un sin numero de organizaciones sindicales, políticas y por supuesto movimientos sociales, que no necesariamente se encuentran bajo el ala de esta corriente.
Para la reconstrucción de los lazos sociales fue de vital importancia la apertura de ciertas discusiones negadas por la modernidad, como la distribución de la riqueza, el matrimonio igualitario, la ley de quiebras, la ley de medios, los proyectos de aborto legal, de despenalización de la marihuana, la ley de educación. Pero también tuvieron sus efectos otras situaciones como la cuestión minera, las discusiones sobre la ley de asociaciones profesionales, el modelo extractivo – exportador, la lucha de las comunidades por sus tierras, el medio ambiente, las privatizaciones de las tierras, el desmonte, el gatillo fácil, la criminalización de la protesta y otras, que abrieron un margen a la conformación de nuevas organizaciones y formaciones sociales basadas en nuevos esquemas de solidaridad y de unidad dentro de la diferencia; en conclusión establecieron los lazos sociales en general, a partir de la discusión sobre un país que necesitaba discutir sobre su propia forma de ser.
Es decir, lo que hizo o no el gobierno permitió que igualmente se discuta y se conformen nuevas formas de organizaciones que restablezcan esos lazos destruidos por las elites, las dictaduras y los representantes de la modernidad colonial.

Esas flores en el otoño: de los hechos y la solidaridad sembrada.
Sin duda la sociedad argentina está sembrando una nueva cultura que necesita ver mas allá de los gobiernos y los políticos, es fundamental comprender que cualquier proyecto político y social solo marca un curso que la sociedad debe seguir o alterar. Sin embargo, los hechos buenos o malos que se desarrollaron en los últimos años, dieron la posibilidad de volver a pensar sobre nosotros mismos, de volver a ver las plazas como un lugar de lucha, rebeldía y resistencia, pero también como un lugar de festejo y alegría.
Hoy, nuestra juventud enarbolada en los ideales políticos y sociales que sueñan con una sociedad mas justa e igualitaria serán determinantes en nuestro futuro, por eso debemos ver como un hecho fundamental, la organización de los estudiantes de las escuelas secundarias en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que a partir de las políticas excluyentes del gobierno porteño decidieron tomar en sus manos el futuro y dar discusión, dentro de la sociedad, sobre el sistema de educación. Debemos asumir que la muerte de Néstor Kirchner marcó el hito de un líder político que sembró la semilla de los desafíos en una política que hasta ahora era excluyente, y donde los jóvenes eran los primeros en quedar afuera. Pero también debemos considerar otros factores como la muerte de Mariano Ferreyra (militante del Partido Obrero) que en su lucha por el cambio social, la libertad sindical y la descolonización de pensamiento; fue víctima de las balas de la corrupción y la violencia. Parafraseando al músico uruguayo Jaime Ross, los jóvenes se constituyen hoy como los desafiantes al futuro, los grandes denunciadores del presente e incansables iluminadores del pasado, siendo ellos mismos el ejemplo de la lucha por un país justo.
Este nuevo emerger pone en evidencia la necesidad de todos los que de a poco sostenemos la idea de que la historia puede cambiar. Y como esos jóvenes que ponen el cuerpo a la historia frustrada, también lo hacen las comunidades originarias en sus constantes luchas por reconocimiento, valoración y respeto por su vida, sus costumbres y sus territorios, pero también por el cuidado de la tierra y la soberanía alimentaria (acompañados por campesinos y asambleas locales en todo el país, que luchan por un país sin extracción, ni contaminación). También lo hacen los docentes en su defensa de la educación pública, los médicos con su lucha por la revalorización de una salud que sea gratuita y pública y no una mercancía. Los educadores populares, los alimentadores escondidos en comedores para los chicos de bajos recursos, que desde su marginalidad crean y recrean cultura e identidad; pero nadie lo hace solo, lo hacen juntos, sin saberlo y sin pensarlo pero sintiendo que cada uno desde su lugar crea y recrea cadenas de unidad y solidaridad, y sabemos que cuanto más entretejida es un red más difícil será romperla, sabemos que cuanto más unida es un comunidad, más difícil será destruirla.

De lazos sociales y nuevas solidaridades: una posible conclusión.
Entender los lazos sociales como la conformación de cierto estatus de solidaridad colectiva, tolerancia y emergencia de una comunidad con un interés común, es la mejor manera de comprender lo que pasa en la Argentina actual.
La articulación de la sociedad en distintas organizaciones –ya sea sociales, políticas, económicas, o culturales y artísticas- nos permite ver cómo las nuevas ideas se expanden por los barrios y ciudades; la nueva realidad nos lleva a la necesidad de pensar, discutir y finalmente confluir en una sociedad que se está dando la oportunidad de volver a nacer, nos pone en los nudos de esos lazos sociales que tantas veces quisieron romper. No hablamos de oficialismo u oposición, no hablamos de dirigentes buenos o malos; estamos pensando en ideas, en ideologías que inevitablemente se van desafiando una contra otra, estamos pregonando la idea de debatir, discutir y pelear por una sociedad distinta, donde aceptemos ganar o perder, pero siempre enarbolados bajo la intención de un país mas justo e igualitario, donde los derechos sean de todos y para todos, y por sobre todas las cosas un país donde no dejemos hojas por escribir en nuestra historia.
Claramente no podremos decir que todo es perfecto, hoy la modernidad en forma de pos- neoliberalismo sigue estando presente y constituyendo un pensamiento hegemónico que intentará bajo cualquier medio volver reconstruir el individualismo bajo la sociedad de mercado (y de consumo) vigente; pero la comunidad parece haber aprendido algo y estará expectante para dar batalla, una vez más.
El próximo gobierno – sea o no la continuidad del actual – se verá en la necesidad de comprender que la pirámide se dio vuelta y hoy la construcción política nace del suelo y no viene del cielo como mandato divino; tendrá que saber que el cuerpo de los argentinos estará frente a las políticas excluyentes y conservadoras, pero también estará sosteniendo las espaldas de los políticos que se animen a desafiar seriamente al mundo neoliberal-moderno-colonial y hegemónico, para intentar transformar la realidad hacia un país más justo e igualitario.
-Papá ¿Qué son los lazos sociales?- preguntó su hijo, y el silencio no le permitió responder
Los desafíos son grandes y solo se ha dado un paso; la historia escrita por sus protagonistas será la que conteste las preguntas que aún no sabemos responder y será lo que llene de palabras los silencios que otros nos quisieron imponer.

*Adrián Berardi, estudiante de Sociología, miembro del Consejo de Redacción de Tesis 11, ensayista, docente universitario (CBC –UBA)

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