El neoliberalismo, el subempleo y la tercerización laboral.

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Revista Tesis 11 (nº 112)

(Internacional)

Alberto Wiñazky*

El proceso neoliberal transformó los patrones globales de la distribución de la renta, afectando severamente la participación de los asalariados, concentrando los ingresos en los segmentos con altos salarios, que componen los sectores gerenciales, cuyos ingresos se incrementaron más rápidamente que la renta del capital.

LA SITUACIÓN MUNDIAL

El neoliberalismo es un conjunto multifacético de tendencias económicas, políticas y sociales que surge como consecuencia de la crisis estructural que tiene su inicio en los años setenta. Retoma la doctrina del liberalismo clásico y la replantea dentro del esquema capitalista actual. Se convierte así en una nueva fase del devenir capitalista, estableciendo un nuevo orden que alteró profundamente la distribución del ingreso y modificó las relaciones económicas internacionales, imponiendo lo que se conoce como la “globalización neoliberal”.

Este proceso hegemónico de clase, liderado por los principales países centrales, dio lugar a lo que Marx había llamado “capitalistas de dinero”, donde incluía a los especuladores y también a los accionistas. La estrategia desarrollada por los grupos más concentrados de la burguesía prevaleció inicialmente en los países centrales, obrando siempre en beneficio de los sectores monopólicos.

El proceso neoliberal transformó los patrones globales de la distribución de la renta, afectando severamente la participación de los asalariados, concentrando los ingresos en los segmentos con altos salarios, que componen los sectores gerenciales, cuyos ingresos se incrementaron más rápidamente que la renta del capital.

La desigual recuperación económica del capitalismo, luego de la eclosión de 2008, y las sucesivas revisiones a la baja de las previsiones de crecimiento, han incidido negativamente en la situación del empleo en el mundo. La Organización Internacional del Trabajo calcula que en 2013 el número de trabajadores desempleados se situó cerca de los 202 millones, con un aumento de casi cinco millones respecto del año anterior, lo que significa que el empleo crece a un ritmo más lento que la fuerza de trabajo.

En conjunto, el déficit mundial de empleo generado por la crisis de 2008, (empleo no creado) siguió aumentando sin pausa. En 2013, según la OIT el déficit ascendió a 62 millones de empleos, incluidos 32  millones de trabajadores más que buscaban trabajo, 23 millones que se desalentaron y habían dejado de buscar y 7 millones de trabajadores económicamente inactivos que optaron por no participar en el mercado de trabajo. Si esa tendencia se mantiene, el desempleo mundial se seguirá incrementando para situarse en más de 215 millones de trabajadores en 2018.

Desde 1980, la productividad laboral por hora en el sector empresarial, no agrícola, de EE.UU. aumentó en torno del 85%, mientras que la remuneración salarial por hora, aumentó solamente en un 35%. La formación de cadenas globales comercializadoras de comodities y la deslocalización de las empresas industriales, en un contexto de menor sindicalización, acentuó la caída en la participación de los salarios en el ingreso y marcó el lento crecimiento de los salarios industriales.

En los países centrales, la duración media de los períodos de desempleo ha aumentado considerablemente, multiplicándose por dos desde el inicio de la crisis. En países con crisis más profundas en la zona del euro, como Grecia o España, la duración media del desempleo es de 9 y 8 meses respectivamente, e incluso en los EE.UU., el desempleo de larga duración afecta a más del 40% de todos los trabajadores que buscan empleo. Los trabajadores que llevan largos períodos de tiempo buscando trabajo comienzan a perder sus competencias a un ritmo acelerado, haciendo más difícil encontrar un empleo en una ocupación similar o que requiera competencias parecidas, desembocando en una degradación del nivel laboral. De esta forma, muchos trabajadores que habían perdido sus empleos formales y que se encontraban inactivos, se han reincorporado al mercado de trabajo en empleos informales, tratando de compensar la pérdida de ingresos familiares.

En Alemania, el mercado laboral ha sufrido una notable transformación desde el proceso de reunificación que tuvo lugar en 1990. Estuvo caracterizado por la introducción de una mayor flexibilidad que se aprecia, sobre todo, en  el aumento del porcentaje de trabajadores a tiempo parcial. Entre siete y nueve millones de trabajadores se desempeñan en regimenes de mini empleos y cerca de tres millones con trabajo, perciben sueldos que los sitúan al borde de la pobreza.

Asimismo, la productividad laboral por hora se incrementó 22.6% en los últimos veinte años. Los salarios mensuales reales se han manifestado estables durante el mismo período e incluso entre 2003 y 2011 cayeron por debajo del nivel registrado a mediados de la década del noventa. (1)

Otra forma de desempleo encubierto, es el empleo por cuenta propia y el desempeñado por trabajadores familiares auxiliares. Según la OIT representa cerca del 48% del total del empleo. Los trabajadores con empleos vulnerables están más expuestos que los trabajadores asalariados formales al no contar con acceso a la seguridad social, o a un ingreso seguro y continuado. En 2013, el número de trabajadores con empleos vulnerables representó cinco veces más que en los años previos a la crisis.

De esta forma, se puede observar que el empleo informal sigue muy generalizado en la mayoría de los países, si bien existen diferencias considerables de una región a otra. En Europa Oriental, el empleo informal, según la OIT, representa más del 20% del empleo total. En América Latina, el promedio de la informalidad es muy dispar. En Sudamérica el empleo informal se encuentra por debajo del 50%, pero en los países de América Central se siguen registrando tasas del 70% o superiores. En algunos países de Asia Meridional y Sudoriental, la informalidad se sitúa en un 90%, con un nivel sostenido de pobreza y miseria.

En esta estrategia llevada adelante por el neoliberalismo a saber: la informalidad, la inestabilidad y la precarización, que tienden a la flexibilidad de la fuerza de trabajo, forma parte de un proceso de precarización estructural del trabajo a escala global.

En resumen, la precarización del trabajo es una realidad a escala creciente, con carácter global, donde la tercerización se extiende a diversas actividades económicas como las industriales, agrarias y de servicios. “Esta tendencia global  queda expuesta no solo por los movimientos de capitales, la fragmentación y la relocalización de los procesos productivos, sino también por los movimientos migratorios masivos y continuos que dan cuenta de las condiciones de trabajo degradantes en que se encuentran grandes poblaciones de trabajadores y trabajadoras, tanto en sus países de origen como en los países receptores. Por tanto sería erróneo analizar este fenómeno solo desde el punto de vista nacional, ya que corresponde a un proceso histórico mundial integrado, como lo fueron el comercio y la especialización productiva en la etapa colonial; la búsqueda de nuevos mercados a partir del siglo XIX y el desarrollo de industrias en países distintos al del lugar de origen del capital a fin de aprovechar mano de obra nativa (o migrante) para el abastecimiento de las casas matrices; o la descentralización y la expansión de la inversión extranjera dirigida a países en vías de industrialización durante la segunda posguerra” (2).

Finalmente, con el marco de la expansión de las políticas neoliberales a  nivel mundial, entre fines de los setenta y comienzo de los ochenta, la tercerización pasó de ser una forma de relación subordinada y marginal, a ocupar un papel central en las nuevas formas de contratación y regulación de las relaciones entre el capital y el trabajo.

LA SITUACIÓN DE LOS JÓVENES

Los jóvenes siguen siendo el sector más afectado por esta recuperación débil y desigual. Según la OIT en 2013 alrededor de 74.5 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años han estado desempleados, casi un millón más que en el año anterior. La tasa mundial de desempleo juvenil ha aumentado hasta el 13.1%, un valor tres veces superior al de la tasa de desempleo de los adultos. Cabe destacar que en los países, sobre los que se cuentan con datos, la proporción de jóvenes que ni trabajan ni estudian, han seguido aumentando fuertemente desde que se inició la crisis. En algunos países, se calcula que cerca de una cuarta parte de los jóvenes de entre 15 y 29 años se encuentra en esta situación.

LA SITUACIÓN EN LA REPUBLICA ARGENTINA

La llegada del neoliberalismo a la Argentina, como consecuencia de la crisis estructural del capitalismo a nivel mundial, más el activismo revolucionario de los sesenta y comienzos de los setenta, produjo una reacción conservadora que se manifestó en el golpe de estado de 1976. Tuvo como objetivo aniquilar una fuerza social indócil que pugnaba, con distintas orientaciones políticas, por lograr una transformación de la sociedad. En esta etapa, la prioridad de los sectores más concentrados se centró en la tarea de desmembrar a las fracciones de la clase trabajadora contestatarias, eliminando a sus cuadros más combativos, reestructurando las  relaciones sociales, respondiendo en un todo a los mandatos del mercado mundial.

El golpe terrorista contó con el apoyo total de la burguesía, que el 16 de febrero de ese año, días antes de la toma del poder por los militares, convocó a través de la APEGE, (asociación que congregaba a los grandes grupos capitalistas) a un “lock-out” contra el gobierno constitucional. Se trató de una ofensiva de conjunto de la burguesía, que incluyó a los sectores organizados en la CGE y logró la paralización total del país. Fue el hecho más importante y contundente, que demostró a los militares que contaban con el apoyo de la totalidad de la burguesía.

Frente a esta situación, la CGT se negó a movilizar a la clase obrera rechazando cualquier medida de lucha e invitando a la patronal a “reflexionar” sobre la situación. Solamente en las fábricas dirigidas por los sectores combativos se realizaron asambleas y se reclamó la ocupación de las fábricas. El 24 de marzo, los militares dieron finalmente el golpe de estado más anunciado y sangriento de la historia argentina.

La estrategia de las políticas económicas del gobierno de facto, consistió en priorizar la redistribución regresiva del ingreso y la reestructuración de la industria, dando lugar al cierre de más de veinte mil establecimientos fabriles pequeños y medianos. (D.Azpiazu y M. Schor – 2010)

Esta situación se vio reflejada en materia laboral, ya que las clases dominantes emprendieron una ofensiva contra los trabajadores, mediante la cual profundizaron el control empresarial sobre su proceso organizativo. Con este fin, fueron delineando diferentes estrategias que modificaron las condiciones de trabajo y dividieron las organizaciones obreras. La flexibilización laboral, que atentó contra la estabilidad del empleo y la tercerización de las actividades que anteriormente realizaban los trabajadores en la empresa principal, fueron las herramientas que buscaron descomponer la unidad de los trabajadores, intentando terminar con las condiciones de trabajo de la etapa anterior.

Las reformas macroeconómicas llevadas adelante por Martínez de Hoz tendientes a liberalizar la economía y estimular la especulación financiera, tuvieron como uno de sus principales objetivos la desarticulación de las organizaciones sindicales. Esta línea fue

profundizada por los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rua, que legalizaron la flexibilidad y la tercerización laboral, consolidando de este modo, el embate del capital al trabajo, que intentó en todo momento disciplinar a los trabajadores, aumentando por otro lado la tasa de ganancia.

La flexibilidad laboral y la tercerización tuvieron un efecto disciplinador sobre la fuerza de trabajo al dejar fuera de la Negociación Colectiva, recuperada a partir de 2003, a los trabajadores marginados, que convivieron en el mismo espacio de trabajo con condiciones muy diferentes unas de otras, dificultando las posibilidades de generar una identidad colectiva.

Un ejemplo decisivo de esta situación se concretó el 20 de octubre de 2010, cuando un grupo que respondía a la cúpula de la Unión Ferroviaria, con la complicidad de miembros de la Policía Federal Argentina atacó con armas de fuego a los trabajadores tercerizados de la ex línea ferroviaria Gral. Roca. Estos, junto a militantes del Partido Obrero y el Movimiento Teresa Rodríguez participaban de una manifestación en reclamo del pase a planta permanente y la reincorporación de trabajadores despedidos de las empresas que prestaban servicios de personal tercerizado, para la unión Ferroviaria y para su Unidad de Gestión Operativa. Como consecuencia de los disparos efectuados desde la patota ferroviaria, murió el militante de 23 años del Partido Obrero, Mariano Ferreyra.

El caso Ferreyra tuvo una gran incidencia en la agenda política y social y una gran importancia en la visibilización de la tercerización en la posconvertibilidad, donde mostró por un lado los enormes desafíos que encuentran las organizaciones de los trabajadores ante las políticas patronales, sindicales, policiales y judiciales, que se articulan para frenar cualquier proceso de lucha y reivindicación de los derechos de los trabajadores y por otro las líneas importantes de organización  y de lucha que diversos sectores de trabajadores sostienen y construyen, pese a la represión y a la presencia de la burocracia sindical.

En la actualidad, el empleo eventual y la contratación de trabajadores independientes y la tercerización en si misma, adoptan un carácter precarizante que no ha disminuido  en intensidad desde el inicio de la posconvertibilidad.

Entre 2002 y 2012, el empleo asalariado total creció a una tasa promedio del 2.2%.  En el mismo período, la tasa de crecimiento del empleo asalariado  registrado, más que duplicó la tasa del empleo asalariado total, mientras que los asalariado no registrados, un tercio del total en el cuarto trimestre de 2012, continuaban marginados de sus derechos laborales básicos.(3)

El trabajo “en negro” tiene mayor peso relativo en sectores como la construcción (65%), textil (60%) o el trabajo rural (77%) con más de 300.000 trabajadores golondrinas. Pero este mecanismo de trabajo precarizado se extiende por las más diversas ramas de la industria manufacturera, 13,7%, comercio 15%, trabajo doméstico 22.8%, transporte 8.8% siendo una de las formas que contribuye a disminuir el conjunto de los salarios.

A diferencia del empleo “en negro”, que se concentra en los pequeños y medianos establecimientos, la tercerización laboral es una forma de flexibilización legal que ha sido adoptada por las grandes empresas y por el estado, donde la precarización laboral llega al 12% de trabajo informal, 10% de contratación y un extendido plantel de empleados monotributistas. Esta modalidad implica también la escasa representación gremial a nivel de fábrica y mayores dificultades para la organización independiente de los trabajadores.

El porcentaje total indica que unos 4,2 millones de trabajadores de las áreas urbanas del país trabajan sin acceso a los derechos de seguridad social, sobre una población económicamente activa de 11.889.000 de trabajadores. La  falta de aportes afecta al 33% de los trabajadores, no contándose con información acerca de cuantos cuentapropistas no hacen contribuciones a la seguridad social, pero calculándose que el 82.3% de los cuentapropistas trabaja sin protección social.

Si bien el INDEC no suministra los datos sobre la pobreza en la Argentina, el jefe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, Agustín Salvia, manifestó que en el segundo semestre de 2013 “la pobreza ha seguido aumentando debido al proceso recesivo e inflacionario que se vive en la Argentina” (La Nación – 26-04-14). Sostuvo que la pobreza se ubicó en el último trimestre de 2013 en el 27.5%, con un aumento de casi un punto respecto al año precedente. De este modo, según este análisis, existen más de 11 millones de pobres en el país, constituyendo lo que se conoce como “la pobreza estructural”. El informe del Observatorio muestra que en el conurbano bonaerense la pobreza llegó al 30.7% y en las mayores áreas metropolitanas del interior (Córdoba, Rosario Mendoza y Tucumán) el índice se ubicó en el 30.8% y en las ciudades medianas en el 30.9%.

Otro tema grave y sin solución a la vista es el trabajo infantil. Las cifras de la Comisión Nacional de Erradicación del Trabajo Infantil, estima que en la Argentina trabajan el 22% de los menores de entre 6 y 14 años, esto es 1.500.000 chicos. La mayor parte, 1.232.800 son menores que viven en áreas urbanizadas. El 75% tiene entre 6 y 12 años y el 70% se dedica a la recolección de basuras, otros limpian coches o venden lo que pueden. Por tener que trabajar, un 40% de ellos abandonan la escuela.

Es indudable que lo manifestado hasta aquí tiene como contrapartida la forma que presenta la economía desde la posconvertibilidad. Esta está centrada en el poder de las fracciones empresarias más concentradas, cuya participación en el valor bruto de la producción pasó del 20.4% en 1993-2001 a 28% entre 2003 y 2010. Pero si solo se observa la industria, el grado de concentración pasó del 33.1% al 40.9%, en el mismo período. En cuanto a las exportaciones, la participación de las grandes corporaciones pasó del 56% en 1993 al 77% en el 2003 (INDEC), mientras que en el 2011 las veinticinco empresas que más facturaron en el ámbito internacional, representaron el 53% del total de las exportaciones. Asimismo en el sector bancario, la presencia de la banca extranjera extendió su participación entre 1990 y 2001 del 10% al 61% del total de entidades y obtuvo ganancias en 2012 entre 12.000 y 15.000 millones de pesos, con una rentabilidad superior al 30%.

ALGUNAS OBSERVACIONES FINALES

La no registración de las relaciones laborales afecta profundamente a los trabajadores precarizados, debido a que se encuentran desprotegidos frente a las contingencias del trabajo y además perciben salarios menores que los de sus pares registrados.

De cualquier forma, la falta de fuentes estadísticas confiables que permitan identificar con precisión al trabajador estable, que tipo de vínculos establecen las empresas con las organizaciones subcontratistas y datos oficiales sobre pobreza e indigencia, constituyen un obstáculo insalvable para evaluar y cuantificar más precisamente los efectos sobre el conjunto de los trabajadores.

Pero es evidente que en las últimas décadas, la tercerización y la subcontratación laboral se han transformado en las estrategias centrales utilizadas por el sector empresario para motorizar el proceso de flexibilización.

Si bien, desde 2003, el cambio de orientación en la política laboral, a través de la restauración de las paritarias, la nacionalización de las AFJP, la asignación universal por hijo, los planes procrear, dio inicio a un período de recuperación de las condiciones de las relaciones laborales, los sindicatos guiados por la burocracia, han seguido con su orientación conciliatoria con los intereses patronales.

Pero resulta muy interesante la experiencia de organización independiente que los trabajadores han emprendido en diversas empresas, (Metrovias, Metalúrgicos, Telefónicos, etc.) logrando poner exitosamente en el centro de la escena todas las demandas de los trabajadores, que merced a la subcontratación, quedaron excluidos del ámbito de la negociación colectiva.

Estas manifestaciones se inscriben en el resurgimiento gremial en la última década, en donde las organizaciones de base adquirieron un papel preponderante y donde esta acción sindical logró revertir la gran fragmentación que provoca la subcontratación en el terreno de la negociación colectiva del trabajo.

Asimismo, el enfrentamiento con la burocracia, que dirige los sindicatos desde hace cincuenta años, es un paso decisivo para lograr la democratización sindical y la independencia de los trabajadores de la dirigencia corrupta, siempre complaciente con los intereses patronales.

*Alberto Wiñazky, economista UBA, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.

(1)     CEFID AR – Documento Nº 57 – Mayo 2014

(2)     Victoria Basualdo – Diego Morales – La tercerización Laboral – SIGLO XXI – Pag. 34

(3)   Idem, Pag 204

BIBLIOGRAFÍA

Gerard Duménil – Dominique Levy – La Crisis del Neoliberalismo – Lengua de Trapo – Madrid 2014

O.I.T. Tendencias Mundiales del empleo 2014

Victoria Basualdo – Diego Morales – La Tercerización Laboral – SIGLO XXI . 2014

Revista Trabajo y Sociedad – Varios números

Diario La Nación

Observatorio de la Deuda Social de la UCA

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