El olvido como ocultamiento

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Claudio Ponce *

A partir de cumplirse un nuevo aniversario del asesinato del padre Carlos Mugica el autor nos propone reflexionar sobre el silencio reinante en gran parte del universo católico, tanto en torno a su figura como cura que asumió la “opción por los pobres”, como al MSTM (Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo) del que formó parte actívamente.

El pasado 11 de mayo se cumplieron 32 años del asesinato del padre Carlos Mugica. Salvo en algunas recónditas comunidades eclesiales, para la institución católica oficial, pareció haber sido un hecho que no mereció tener presencia en la memoria colectiva de los católicos en particular ni del pueblo en general. Un salvaje crimen todavía impune que “aparentemente” no pudo reunir los requisitos requeridos por los que deciden quién es loable de ascender al altar de los mártires cristianos, y quién no tiene el mérito para ello. Evidentemente, recordar a este cura del Tercer Mundo, como al movimiento homónimo que él integraba, resultó siempre una aguda molestia para las autoridades religiosas de un clero que siempre optó por tender un manto de olvido sobre el cristianismo revolucionario del pasado reciente.

El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, (MSTM), fue un colectivo sacerdotal que actuó desde el interior de la Iglesia Católica con el objetivo de llevar a la práctica las nuevas interpretaciones teológicas planteadas en la década del cincuenta, junto a las propuestas del Concilio Vaticano II.[i] Estos lineamientos doctrinales que surgieron en el seno de la Iglesia Romana acompañaron los replanteos filosóficos e ideológicos del mundo de posguerra. Las derivaciones del existencialismo y las propuestas del personalismo, compartieron criterios con el desarrollo de una teología vinculada a las “realidades terrenas”.[ii] Estas revisiones del pensamiento occidental contribuyeron al acercamiento entre el existencialismo y el marxismo,[iii] y posteriormente, al encuentro entre estas dos corrientes con el cristianismo renovador.[iv]

La confluencia de estos senderos del pensamiento se plasmó en el camino de una praxis revolucionaria. En América Latina en general y en Argentina en particular, tanto el revisionismo de la nueva izquierda latinoamericana como el catolicismo progresista, tradujeron sus interpretaciones ideológicas en una tarea social y política con análogos fines tácticos y estratégicos.[v] El MSTM de Argentina fue la primera iniciativa presbiterial que conformó una organización paralela al Episcopado local haciendo de sus prácticas pastorales un instrumento de lucha política. Carlos Mugica integró el grupo fundador de este movimiento. Él, junto a otros religiosos del Arzobispado de Buenos Aires se sumó a las adhesiones de los clérigos del interior del país firmando su conformidad con el Manifiesto de los 18 Obispos del Tercer Mundo.[vi] Sus trabajos como docente en la Universidad del Salvador y sus visitas al Colegio Nacional de Buenos Aires lo ligaron a los grupos originarios de la lucha armada. Junto al padre Alberto Carbone coordinaba diversos grupos estudiantiles nucleados en la J.E.C. (Juventud de Estudiantes Católicos), y su tarea consistía en promover en los jóvenes una toma de conciencia respecto del verdadero significado del compromiso cristiano. A través de campamentos misionales o trabajos de promoción social en los ámbitos humildes y periféricos de la ciudad de Buenos Aires, estos muchachos fueron formando el compromiso militante que caracterizó a la generación de los años setenta. El MSTM, más allá de agrupar a un conjunto parcializado del curato local,[vii] tuvo una importante repercusión pública en el plano nacional. Sus declaraciones, sus activas participaciones en las acciones de protesta social,[viii] marcaron el camino hacia la fusión de la fe y la política.

¿Todos los militantes de la época partieron de las mismas premisas? Responder afirmativamente sería sostener una arbitrariedad. Pero negar la clara analogía entre los contenidos teleológicos del socialismo revolucionario, la izquierda peronista y el cristianismo radicalizado en el contexto sociohistórico de la Argentina del Onganiato, es desconocer inconsciente o concientemente el marco sociocultural de este período.

El escándalo que representaba para el catolicismo tradicional la similitud ideológica entre las propuestas del MSTM y el marxismo, se agudizaba a partir de los trabajos sociales cuidadosamente organizados por los religiosos del movimiento con el objeto de movilizar a los sectores subalternos de la sociedad. Carlos Mugica fue el artífice de muchos de estos escándalos, él fue uno de los miembros de este grupo con mayor exposición mediática y sus palabras se escuchaban en radio y televisión como un concreto llamado a la acción política fundada en un imperativo moral cristiano.[ix] Esta obligación pasaba por insertarse en la lucha por la liberación y la construcción del socialismo.[x] Más allá de las discusiones internas por cuestiones intraeclesiales o por temáticas políticas, el MSTM concordaba con estos fines. A pesar de la diversidad de sus integrantes, unos con el peronismo como era el caso de Mugica, y otros más identificados con el socialismo, todos coincidían en hacer viable la liberación nacional y continental luchando contra el capitalismo imperialista.

La historia personal del padre Carlos Mugica como así también la reconstrucción del accionar del MSTM en el cual militó, sobrepasa los límites de un artículo periodístico. El presente escrito sólo pretende ser el reconocimiento que la superestructura clerical les niega a todos aquellos “hombres de buena voluntad” que fueron diezmados por creer en la posibilidad  de una sociedad fundada en la justicia y la caridad. El padre Mugica, los sacerdotes Carlos Dorniak, Gabriel Longueville, Carlos de Dios Murias, Mons. Angelelli, Mons. Ponce de León, los padres Palotinos y sus seminaristas, el sacerdote Pablo Gazzarri y todos los integrantes de la “fraternidad del evangelio”, las monjas francesas, los miles de cristianos comprometidos hoy muertos o desaparecidos, los otros tantos miles que sin ser cristianos lo fueron más que aquellos que dicen representar a Jesucristo, los exiliados Miguel Ramondetti, Arturo Paoli, Rubén Dri, los que vivieron el aislamiento, P. Alberto Carbone, José Meisegeier, y todos los que fueron víctimas de la “Teología de la Dominación” y de los fascismos de turno.

La vida de estas personalidades, su lucha, sus contradicciones y hasta su ejemplo, junto al de todos aquellos que jugaron su libertad y su vida por lo que creían “cristianismo”, fueron arrojadas al olvido en un constante proceso de ocultamiento por todos aquellos que, paradójicamente, debían haberse identificado con su praxis religiosa. Tarde o temprano, destellos de luz que iluminan el camino de la voluntad humana se filtran por las ranuras de la historia y descubren lo que se pretendía ocultar, ponen en evidencia a los pusilánimes, a los “paladines de la hipocresía” que reflejan la mediocridad de cuidar intereses egoístas frente al voluntarismo de los que creyeron en la construcción de una sociedad más justa. Carlos Mugica, junto a todos los mártires del egoísmo o los todavía sufrientes de la marginación y el aislamiento, fueron y son la expresión más honesta y coherente de una vida evangélica.

 

*Claudio Ponce, Profesor de Historia.

[i] Magne, Marcelo. Dios está con los pobres. El movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Prédica revolucionaria y protagonismo social, 1967-1976. Imago Mundi. Bs. As., 2004.

[ii] Ligneul, André. Teilhard y el Personalismo. Columba. Bs. As., 1968.

[iii] Terán, Oscar. Nuestros Años Sesentas. La formación de la nueva izquierda intelectual en la Argentina 1956-1966. Puntosur. Bs. As., 1991.

[iv] Martín, José Pablo. Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, un debate argentino. Ediciones Castañeda- Guadalupe. Bs. As,. 1992.

[v] Terán, Oscar. (Coord.) Ideas en el Siglo. Intelectuales y cultura en el SXX latinoamericano. Siglo XXI editores. Bs. As., 2004.

[vi] Este documento había sido traducido por el padre Miguel Ramondetti y expresaba una clara opción política que los cristianos debían hacer en pos de la construcción del socialismo. Este sistema, según el Manifiesto suscripto por Mons. Helder Cámara y sus colegas de los países subdesarrollados, afirmaba claramente los principios evangélicos. Véase, Domingo Bresci.(Comp.) Movimiento de Sacerdotes para el tercer Mundo. Documentos para la memoria histórica. Centro Salesiano de Estudios San Juan Bosco. Bs. As., 1994.

[vii] Los integrantes de MSTM alcanzaron al 9% del clero secular y regular. Véase José P. Martín, op. cit.

[viii] Brennan, James P. El Cordobazo. Las guerras obreras en Córdoba, 1955-1976. Sudamericana. Bs. As., 1996.

[ix]Jorge Vernazza. (Comp.) Padre Mugica. Una vida para el pueblo. Buenos Aires, Ediciones Lohlé-Lumen, 1996. Cfr. Gustavo Morello. Cristianismo y Revolución. Los orígenes intelectuales de la guerrilla argentina. Editorial de la Universidad Católica de Córdoba, 2003.

[x]Jorge Vernazza, op. cit. p. 129.

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