Editorial semanal de Tesis 11. El pueblo del Perú no se rinde. Una experiencia de lucha

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El 28 de julio de 2021 Pedro Castillo (Perú Libre), asume como Presidente del Perú. Había logrado el triunfo en segunda vuelta con él 50,13% contra el 49,87% de los votos, de Keiko Fujimori. Triunfo logrado por el voto de los sectores de izquierda, de los más humildes, en especial de las zonas sur del país.

Como resultado de la primera vuelta, la conformación del Congreso quedó dominado por los sectores fujimoristas (Fuerza Popular), de Rafael López Aliaga (Renovación Popular) y Hernando de Soto (Alianza País). Fuerzas que de principio se opusieron y sabotearon cualquiera de las propuestas, en especial las que contenían la plataforma electoral del gobierno de Castillo. A pesar de varios cambios en su gabinete, en algunos casos cediendo a las presiones de la derecha.

Lo habían precedido una serie de presidentes que representaron a los sectores neoliberales y a distintos intereses de la oligarquía limeña en pugna. Un período de profunda inestabilidad institucional y de medidas que agudizaron la pobreza y, como consecuencia, el descontento, el rechazo y el desprestigio de los sectores políticos y las luchas.

Aparecía claro, manifestado a poco de la confirmación del resultado electoral, que esta derecha no solo tenía intención de cuestionar el resultado electoral, sino un plan de destituir al presidente Castillo. El desconocimiento del resultado electoral por parte de Fujimori, mostraba la primera fase del plan. Luego aparecieron las fake news contra el Presidente y todo su equipo. Las acusaciones y pedido de renuncia contra los distintos ministros, los pedidos, en el parlamento, de vacancia por tercera vez. Acciones a las cuales Castillo respondió con la disolución del Congreso y el plan de llamar a elecciones generales, acción que fracasa y da lugar a que sea destituido y detenido, nombrando a la vice presidenta Dina Boluarte al frente del Poder Ejecutivo y al ex ministro de Defensa Alberto Otárola, Jefe de Gabinete.

Otra vez se comprueba que el comportamiento de los sectores facticos; el poder económico concentrado, los medios hegemónicos de información, parte de la justicia y las fuerzas políticas de derecha de cada país, con sus propios intereses, algunas que orillan actitudes fascistas, muestra similitudes, en su accionar, en todos los países de América latina y el Caribe. Son una demostración las experiencias recientes de Bolivia y Brasil.

En los distintos golpes de estado y acciones de desestabilización, aparece los vínculos de las derechas de cada país con las embajadas de los Estados Unidos, sus servicios de inteligencia, la OEA con Almagro al frente, que están poniendo en marcha una nueva etapa del Plan Cóndor.

Necesitan en la región gobiernos que acepten políticas de entrega de los recursos naturales y la soberanía para ponerlos al servicio de la disputa hegemónica que se plantea los EEUU de debilitar a Rusia, impulsando la guerra Ruso-Ucraniana comprometiendo a los países de Europa y presionando a los de América latina a que envíen armas. El objetivo principal es intentar impedir el desarrollo de China y su posicionamiento mundial.

Como ejemplo de estos objetivos está la declaración de la Comandanta de Comando Sur Laura Richardson, que considera los recursos naturales de los países del continente americano como propios y necesarios. Es, precisamente, entre los años 2023 y 2026 que vecen los principales contratos petroleros entre el Estado de Perú y las empresas extranjeras y que deben ser renovados para los próximos años.

Pero la respuesta del pueblo peruano frente a esta nueva acción de la derecha no se hizo esperar. Hace ya más de un mes el pueblo de Perú, con sus movilizaciones ocupó pueblos, rutas y calles. Obreros, campesinos y pueblos originarios. El Perú profundo, de mujeres, hombres, grandes y chicos, convocados por sus organizaciones sindicales, sociales, movilizados por años de injusticia, la pobreza, el racismo, el desprecio de siglos de los grupos concentrados del poder económico, sus medios de comunicación y su justicia, gritan basta y hacen sentir con fuerza la necesidad de un cambio.  En esta oportunidad habían destituido un presidente que era uno de ellos, de su clase. Un maestro rural pobre venido del sur. Es la rebeldía, la indignación, que desbordaron las compuertas del “sentido común” inculcado por años, que hay que aceptar y no luchar contra la acción de los poderosos.

Y la represión fue inmediata, no se aceptó el diálogo. Sangrienta, inhumana, con balas de plomo para matar, mostrando la verdadera razón y rostro de ésta derecha, cada vez más volcada a las ideas y métodos fascistas. No era para corregir un error o una actitud equivocada de Castillo. Era para volver a instalar un gobierno que siguiera manteniendo los privilegios e intereses de las elites limeñas y de los EEUU.

Cuales son hoy las consignas y reivindicaciones del pueblo que más se oyen en la calle. Renuncia de Boluarte, el cierre del Congreso actual, elecciones para este año, un referéndum para una Asamblea Constituyente y sanción a los culpables por las muertes. Se agrega libertad a Castillo y demás presos políticos.

Será importante para la batalla que tiene planteado el pueblo peruano y para experiencia de todo el continente, cómo logra la coordinación de todas las fuerzas democráticas y populares y la elaboración de un proyecto de país, contrahegemónico, de profundos cambios sociales. Que resuelva la pobreza, el subdesarrollo, con soberanía y una democracia participativa.

Este se presenta como uno de los desafíos principales que tenemos planteados todas las fuerzas democráticas y populares y requiere ser pensado con todos los actores del continente. Porque se necesita que triunfe esta abnegada y conmovedora lucha del pueblo peruano. Como hicieron algunos presidentes en la reciente reunión de la CELAC, Chile, Colombia, Cuba, Honduras, debemos alzar miles de voces de los trabajadores y el pueblo del continente; manifestando nuestra solidaridad y pidiendo: ¡Basta de represión!; ¡respeto a las exigencias populares, que sin duda expresan los valores más profundos de la democracia!

Tesis 11.

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