Democratizar el Trabajo es reconocer a la Fuerza de Trabajo como fuente del valor

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Revista Nº 140 (03/2021)

(teoría económica)

Ignacio Paz*

Las exigencias, hoy ya mundiales, de un Salario Básico Universal Garantizado, por parte de los estados, para todos sus habitantes, sólo por su existencia como seres humanos, tiene como basamento filosófico, justamente el reconocimiento del General Intellect. Es decir la potencialidad creadora a través del trabajo, que tienen las personas y que las crisis del sistema capitalista imposibilitan recurrentemente de materializar.

A propósito de las consideraciones sobre el papel del trabajo en el mundo contemporáneo y las interesantes reflexiones que Gerardo Codina introduce en su artículo “Democratizar y Desmercantilizar el Trabajo” (1), relacionado con el llamamiento internacional titulado “Trabajo, democratizar, desmercantilizar, descontaminar”, van algunos comentarios.

Me parece de suma importancia elevar a la opinión pública el debate sobre el tratamiento que se da a este tema por parte de los sectores dominantes en el plano económico, político y comunicacional.  En especial, a propósito de su visualización debido a la pandemia de Covid-19 en todo el planeta y a las opciones sobre el pago o no de los salarios a lxs trabajadorxs aislados socialmente por la cuarentena.

Para ello, reflexionemos sobre la calificación de “Recurso Humano” que la literatura mainstream da a la actividad de lxs trabajadorxs.  Actividad de los hombres y mujeres que crean, con su trabajo, los bienes y servicios esenciales para la vida.

¿Son los seres humanos que trabajan, recursos? ¿Es esto parte de la cosificación que hace el capitalismo reduciendo todo a mercancía? ¿Por qué se los llama “recursos”?

Los economistas ortodoxos, apologéticos del capitalismo, han considerado históricamente desde Adam Smith (1776) que la riqueza de las naciones es el resultado de la confluencia de distintos “Factores de la producción”. Posicionan en pie de igualdad jerárquica al capital (en sus formas industrial, comercial, y financiera), a los terratenientes y a los trabajadores.  Dicen que cada uno de ellos obtiene una “retribución” por su participación: así al capital le corresponde la ganancia o interés, a los terratenientes, la renta de la tierra y a los trabajadores, el salario.

Esta visión apunta a encubrir la verdadera fuente del Valor en el capitalismo. Es Carlos Marx quien en 1867 en su obra cumbre “El Capital” explica y desnuda la génesis del capitalismo, el nacimiento de la Mercancía y el mercado y a la Fuerza de Trabajo (y no al Trabajo) como creadora del valor de las mercancías. Apunta Marx que el trabajo como actividad creadora sobre la naturaleza existe desde siempre. Es en el modo de producción capitalista que el trabajador libre alquila su fuerza de trabajo al capitalista a cambio de un salario.

Marx devela el “secreto” de la ganancia de los capitalistas. Explica que el trabajador es capaz de producir, en su jornada de trabajo, más valores-mercancías que los que él recibe con su salario. Es decir produce un “plus valor”. Esa plusvalía es la base de la ganancia que luego se reparten los capitalistas industriales, comerciales, y los dueños de la tierra.

A esa propiedad del trabajo es la que Marx denomina Fuerza de Trabajo, y es esta Fuerza de Trabajo la que es tratada como mercancía en el capitalismo. Así, el salario representaría el precio de dicha mercancía y pareciera ser la compensación “justa” por el Trabajo. El trabajador produce una masa de valores en su tiempo de trabajo, pero el salario que recibe sólo cubre una parte de dichos valores. ¿Y el resto del valor producido?  Es apropiado por la clase capitalista.

 A esta apropiación que denominan “ganancia”, se la hace aparecer como una remuneración justa al capital, y no producto de una explotación del trabajador asalariado. Se encubre que la ganancia es ese valor adicional no pagado a lxs trabajadorxs, la plusvalía.

Ese excedente es apropiado por las clases dominantes y es la lucha de las clases antagónicas la que históricamente determina los avances y retrocesos de lxs trabajadorxs por hacer valer sus derechos en la distribución del producto social.

Encubrir la verdadera fuente del valor ha sido una constante en la historia de las doctrinas capitalistas. Su objetivo es frenar las luchas de lxs trabajadorxs por mejorar su situación, así como legitimar su posición dominante.

Marx decía que los economistas y sociólogos vulgares defensores del sistema capitalista de explotación, se encargan de presentar las cosas “exactamente como lo que no son”. Es decir buscan a través de la apariencia, velar el fondo de los procesos sociales.

Así, los ingresos disímiles y absolutamente injustos que reciben dichas clases sociales, aparecen como si cada uno de los “Factores” obtuviera su remuneración por derecho propio.

Se habla del Trabajo, pero no de la Fuerza de Trabajo como mercancía. De este modo, al mencionar la actividad Trabajo, se la compara con la actividad gestión empresaria, o gestión financiera, o la función del propietario del suelo.

Volvemos entonces, a la teoría de los Factores, igualando la función Trabajo con la función Capital.

Las labores humanas se han multiplicado, complejizado y diversificado históricamente. Miles de nuevas profesiones, servicios, y actividades han surgido en la permanente tarea del ser humano frente a la Naturaleza.

La robótica, la informática y las comunicaciones han introducido transformaciones revolucionarias, con una dinámica que implica la aceleración vertiginosa de los métodos, características y funcionalidades del Trabajo Humano.

Aparecen nuevos trabajos inmateriales, que producen bienes inmateriales (como la información y el conocimiento, la investigación científica, la medicina y sus actores médicos, enfermeras, el cuidado de los hogares, de los mayores)

Estas actividades son vitales en nuestra época como coadyuvantes fundamentales para la producción de Valor, es decir de riquezas materiales e inmateriales.

Son la inteligencia, destreza y laboriosidad de lxs trabajadorxs aquello que Marx (en su obra inédita “Grundisses”), llamó el General Intellect. Es decir las aptitudes genéricas del espíritu humano: lenguaje, disposición al aprendizaje, capacidad de abstracción y de conexión, acceso a la autorreflexión, o sea Intelecto en General.

En este nuevo contexto polifuncional y tecnológico, la fuente del valor de las mercancías sigue reposando en el ”General Intellect” materializado en la Fuerza de Trabajo de lxs trabajadorxs, que coadyuvan para la nueva producción de valor.

En la lucha de lxs trabajadorxs por mejorar su situación, distintas exigencias o reivindicaciones pueden ser válidas como formas novedosas de aumentos salariales o mejoras en las condiciones de trabajo (participación en los resultados empresarios, bonificaciones, reducción de la jornada laboral, etc.)

Es el capitalismo entonces el que produce la mercantilización del General Intellect. En el mercado todo se compra y se vende. Como decíamos, el capitalista compra la fuerza de trabajo que el trabajador “libre” jurídicamente se ve “coercionado” económicamente a vender

Nos sumamos al llamado a la desmercantilización, dado que luchamos por desmercantilizar a lxs Trabajadorxs, por enaltecer al Ser Humano, ya que su fuerza de trabajo es y será mercancía en el capitalismo.  

Las teorías sobre los “Factores de la Producción” así como la de “Recursos Humanos”, encierran el secreto del modo de producción capitalista: velar el verdadero origen del valor y las riquezas. Al igualar al trabajo con el capital, en sus diversas formas, se diluye la esencia explicativa del capitalismo.

Es muy importante la fundamentación de estos derechos de lxs trabajadorxs en la lucha por la democratización de la vida social y por el reconocimiento a las tareas esenciales que exige sobre todo la pandemia y la contaminación del planeta.

Pero estas luchas deben tener en claro que está en la génesis del sistema capitalista de producción, hoy capitalismo financiero y depredador, esconder la esencia del secreto del capitalismo. 

Las demandas sociales contra la cosificación capitalista de lxs trabajadorxs es parte de la lucha de clases, motor de la historia.

La exigencia de democratización del Estado y de su intervención en las áreas esenciales para una vida digna (salud, educación, viviendas, servicios públicos, comunicaciones), así como la exigencia de participación en la gestión de las empresas por parte de sus trabajadorxs, es parte de esa lucha de clases.

En la situación actual de pandemia mundial, y aún bajo las propias leyes del capitalismo, el salario, que es el precio que los capitalistas pagan por obtener la mercancía Fuerza de Trabajo, debe ser pagado aunque no pueda ser utilizada en virtud de una fuerza mayor, como es la pandemia infecciosa.

Las exigencias, hoy ya mundiales, de un Salario Básico Universal Garantizado, por parte de los estados, para todos sus habitantes, sólo por su existencia como seres humanos, tiene como basamento filosófico, justamente el reconocimiento del General Intellect. Es decir la potencialidad creadora a través del trabajo, que tienen las personas y que las crisis del sistema capitalista imposibilitan recurrentemente de materializar.

Pero todas estas luchas deberán ser escalones hacia la construcción de una sociedad superadora del capitalismo, en la que la democracia política, social y económica sea un atributo del sistema y en la que lxs trabajadorxs, intelectuales y el resto de las clases subordinadas hoy en el capitalismo, sean dueñxs de su destino.

Una nueva sociedad donde el General Intellect sea usado en beneficio del ser humano y no para ser usufructuado por una minoría constituida en bloque dominante.

*Ignacio Paz, economista, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.

(1) https://drive.google.com/file/d/1LYa7RCQRXUi5d1_uIIP4tv6JClXkvZ6R/view?fbclid=IwAR182EVtyPX0-fJoxX-o7ROj70GaGhwOc7w5CjC03KkVJxCb3Dbd8WY3xIQ

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