Una mirada sobre el futuro de la Argentina

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Revista Nº 150 (06/2022)

(nacional/política/economía)

Alberto Wiñazky*

Por la difícil situación económica y social que atraviesa la Argentina, es probable que la lucha de clases tienda a polarizarse. La clase trabajadora y los demás sectores subalternos deberán ampliar el desarrollo de una nueva subjetividad que se haga crítica y se encamine a la construcción de un nuevo proyecto civilizatorio.

Dada la difícil situación económica y social que atraviesa la Argentina, ya de difícil resolución, es probable que la lucha de clases tienda a polarizarse según se profundice la crisis. Sin embargo, la crisis todavía se expresa más en el plano económico y social que en el plano político. Pero, en definitiva, este proceso histórico se revelará como una crisis económica, social, política y ambiental, es decir civilizatoria, que se agudizará por las condiciones que impone el declinante patrón de acumulación capitalista.

Las fracciones que en la Argentina integran los grupos dominantes no han podido consolidar una fuerza estable y orgánica encaminada a la construcción de un proyecto burgués hegemónico y coherente, que hubiese permitido implementar una forma propia de consolidación del sistema. Por el contrario, la democracia burguesa se ha convertido en una dictadura jurídico – mediática que le impide zanjar hasta los más estrechos problemas que surgen entre los distintos sectores enfrentados. En la reunión de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), las declaraciones de Federico Braun, Héctor Magnetto o Marcos Grobocopatel, pusieron de manifiesto los pensamientos de los garantes de la política más concentrada del capitalismo argentino, en una economía librada totalmente al arbitrio de los mercados.

Por otro lado, las distintas fracciones de la burguesía no oligopólica reflejan, a través de sus falsos dilemas, la laxitud ideológica que compone su ropaje y que les impide encarar un proyecto audaz que podría atenuar las ruinosas políticas del capitalismo concentrado. Estos sectores han continuado actuando con la secuencia económica tradicional basada en la producción y exportación de commodities de bajo valor agregado, sin cuestionar en momento alguno la dominación de los oligopolios. Con la exportación de commodities, (trigo, maíz, soja, girasol, litio, etc.) y la importación de insumos esenciales para el funcionamiento del sector más dinámico de la economía, la acumulación de capital se traslada inexorablemente hacia los países centrales. La participación de algunos sectores de los trabajadores apoyando la nueva experiencia neo reformista, tampoco permite alterar y modificar su accionar regresivo.  

LOS PARTIDOS “NACIONALES Y POPULARES”

En estos momentos, existen importantes escisiones internas en los vacilantes partidos “nacionales y populares”, e intensas limitaciones ideológicas, que los ha conducido a confirmar la inequitativa distribución del ingreso y la precariedad laboral. Hoy, estos partidos políticos (peronismo y radicalismo) no pueden articular las demandas sociales ni canalizar positivamente las aspiraciones de los trabajadores y de los sectores medios. En realidad, por su débil capacidad programática y por sus actitudes timoratas, se encuentran imposibilitados de gestionar políticas que concurran a favor de las clases populares. No pueden generar ni implementar ningún tipo de soluciones progresivas que atenúen la grave crisis que enfrentan los sectores subalternos. De esta forma, se ha desdibujado entre los líderes de los partidos burgueses del progresismo, el pensamiento subjetivo que fue utilizado en el pasado como matriz epistemológica. Se construyó en su lugar una concepción dialéctica anti materialista, que deriva el análisis en la abstracción, que tiende a ser conservadora y acrítica.

LOS TRABAJADORES

En consecuencia, como único camino posible, los trabajadores y los demás sectores subalternos deberán continuar actuando mancomunadamente en la lucha indeclinable en defensa de sus derechos que permitiría alcanzar las reivindicaciones que la burguesía neo reformista ya no pueden desenvolver ni establecer. La recuperación de sus derechos a través de las luchas y por otro lado el mantenimiento de la táctica electoral como denuncia, conformará el bagaje necesario que permitirá obtener todas las mejoras posibles, incorporando la mayor parte de las demandas insatisfechas al acervo social. Será necesario desmitificar que el camino del bienestar es simplemente el camino del desarrollo productivista, que incluye para algunos sectores sociales hábitos de consumo ostentosos y compulsivos que destruyen las relaciones humanas y quedan sometidas a una absoluta comercialización. (Byung-Chul Han, 2022)

Contar con una dirección política unificada de los trabajadores autoconvocados que lleve a construir alianzas sociales, incluso con los sectores subalternos de otros países de América del Sur, permitirá generar significativos ascendientes sobre el resto de las fracciones dominadas, como las clases medias urbanas y rurales pobres. Conformarán de este modo, la fase política decisiva que permitirá encarar alternativas socialistas a la realidad económica y social que impone el capitalismo. Levantar las principales demandas económicas que se encuentran enlazadas de forma inseparable de las luchas políticas, se constituirán en los hechos apodícticos en la gestión de los trabajadores, si bien la racionalidad de las masas requerirá del transcurso de un cierto tiempo para lograr que incorporen comportamientos revolucionarios al accionar reivindicativo. Por eso, cuando se analiza la subjetividad de la clase trabajadora, que es un término vago y muy manipulable, resulta dificultoso, sobre todo en momentos de crisis, resolver con prontitud la dialéctica entre el sujeto y su subjetividad.

Las luchas de los trabajadores hacia la obtención de un mundo más justo y más humano revolucionarán también la moral, la imaginación y la vida cotidiana. Llevarán a la abolición de las desigualdades poniendo fin, en el largo plazo, a la explotación y a la alienación del trabajo. El poder popular deberá desarrollarse desde los sujetos reales y desde los espacios económicos y políticos (lugares de trabajo, centros de estudios, barrios populares, etc.) y por esto, el poder popular adquirirá fuerza revolucionaria cuando surja desde los asalariados, ya que, con sus propuestas, resistencias y luchas, amenazarán directamente la reproducción y acumulación del capital.

En consecuencia, será necesario que los trabajadores y los demás sectores subalternos continúen con la lucha indeclinable que permitirá dar respuesta a los temas que el sistema tiene pendientes, como el trabajo precarizado[1], los bajos salarios, las magras jubilaciones, la deficiencia alimentaria, el bajo nivel de la educación pública, los núcleos duros de la desocupación, etc. Con las luchas, siempre se podrán obtener determinadas reivindicaciones y lograr la recuperación de sus derechos, por pequeños que estos resulten, para integrarlos definitivamente a la vida cotidiana.

NUEVAS ALTERNATIVAS ANTICAPITALISTAS       

Resultará al mismo tiempo esencial, proseguir con la construcción de un sólido polo anticapitalista encaminado a lograr los objetivos generales del socialismo, para que la suma de las frustraciones de los trabajadores no sea capitalizada por la derecha, ni continúen direccionados por el perimido neo reformismo, más allá del peso que este sector aún mantiene entre los pobres urbanos. Sobre todo, teniendo en cuenta que la humanidad no ha elaborado ninguna “tercera” ideología que permita la liberación económica, política y cultural de los trabajadores. Asimismo, será muy importante ampliar el desarrollo de una nueva subjetividad que se haga crítica, se transforme en una conciencia “para sí” y subvierta el concepto neo liberal de participación, representación y organización en la sociedad. En este sentido, diversos sectores de la clase trabajadora han ido forjando, a nivel nacional, nuevas alternativas anticapitalistas cuya presencia ya es insoslayable. De este modo, se afirmará hacia adelante una acción política cada vez más consistente en la construcción de un nuevo proyecto civilizatorio, teniendo en cuenta que las condiciones objetivas de explotación no se reflejan mecánicamente en la conciencia de clase de los sectores subalternos.

“…el futuro de la humanidad dependerá de las luchas que lleven adelante los sectores subalternos para lograr su liberación, situación que se producirá y resolverá más allá del capitalismo que está atravesando una de las más grandes crisis de su historia. Sin ninguna duda que la tares es gigantesca y ardua, pero es el único camino que llevará a la emancipación definitiva del ser humano”[2]

*Alberto Wiñazky, economista, escritor, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11


[1] Trabajos como cartonear (más allá de la existencia de algunas cooperativas para pobres), corte de pasto, ferias, limpieza, cuidado de niños y ancianos, en definitiva, la vida sin salario.

[2] Alberto Wiñazky – La Crisis Mundial Capitalista y el Capital Ficticio – Pág. 152

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