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SOBRE EL ACTO POLITICO EN LA RURAL

Para esta época de resurgimiento de la política y del debate, la ceremonia de apertura de la Exposición Rural  constituyó un aporte significativo: ayuda a ubicar el lugar de cada cual.

Fue un aporte tanto por lo que expuso en su  discurso el titular de la SRA, Hugo Biolcati, como por el  significado que tuvo la asistencia de los políticos que completaron la escenografía, que  aplaudieron complacientes la pieza oratoria y con ello, de hecho, se adhirieron a  la negra historia de la clase social cobijada en la entidad convocante:   “forjadora de la patria” merced a la Campaña del Desierto, al genocidio al que fueron sometidos los pueblos originarios y a la apropiación de sus tierras.

“Patria” que la oligarquía terrateniente consolidó desde su dominio sobre los resortes del estado, que cuando temporariamente lo perdió, o lo vio   amenazado, impulsó y participó en todos los golpes de estado, en toda dictadura.  Un Martinez de Hoz fue su fundador en 1866 y otro, su nieto, presidente de la SRA y también el ministro de economía en el Proceso, desde  1976, el mismo que ahora  está  procesado y preso, inculpado por delitos de lesa humanidad.

Ahora, Biolcati, proclamando la abolición sin vueltas de las retenciones a las exportaciones y postulando fuerzas del mercado liberadas de todo control, reivindica ese “momento colosal” del primer  Centenario de 1910, esa etapa de  “esplendor” poblada de miserables y hambrientos, casi sin mercado interno, una industria débil, la riqueza concentrada y un pueblo sin derechos políticos ni sociales. Reivindicación de un pasado, pero que esta derecha representada en el escenario proyecta como país y organización política para el futuro, aunque adaptada a los nuevos tiempos.

Es la derecha que, como Duhalde y Macri, asistentes al acto,  clama porque se termine con los procesos  a los genocidas;  que como estos dos , más Francisco De Narváez   y otra como Lilita Carrio,  que – viéndosela venir y para no exponerse tan crudamente, no asistió a la “fiesta” pero mandó a sus segundas líneas, –  también  están empujando hacia el desfinanciamiento estatal;  que quieren poner límites a los subsidios al consumo popular y a la redistribución del ingreso; que buscan  obstruir los acuerdos comerciales con Venezuela y la política de integración regional;  que creen que es perjudicial la política exterior independiente y que, como país,  nos aisla  ponerle límites al capital financiero especulativo y así de seguido.  En pocas palabras, se oponen al  estado activo,  impulsor del consumo,  de la obra pública, del mercado interno, de la inclusión.

Resulta por eso cínica la recién nacida  preocupación de Biolcati por la pobreza  y la indigencia y peor todavía el complaciente silencio  y hasta el aplauso y el posterior  elogio de los capitostes de esos partidos políticos,  muchos aspirantes a presidente del país, que la posaban como honorables estadistas convocados a iluminar con su presencia  un histórico escenario.

Pero a no equivocarse. Aquí no se trató tan sólo de un acto para exponer reivindicaciones sectoriales o diferencias sobre unas u otras medidas. Fue un pronunciamiento, una movilización que trasciende el reclamo por las retenciones y trasciende también el ámbito de la patronal campestre.  No es casual que hace pocas semanas se reunieran los caciques  de esos mismos partidos y de  nucleamientos  empresarios,  los de capital  más concentrado, que bajo el impulso del Cardenal Jorge Bergoglio y coordinados por Monseñor Jorge Casaretto,  acordaran un pronunciamiento con implicancias políticas redactado por el menemista Roberto Dromi. Si fracasó fue porque sectores del empresariado industrial, –  más afines con la política que impulsa el mercado interno – ,  se negaron con su inasistencia a ser utilizados.

No es casual que después de la inauguración de la Rural, el Grupo de los seis titulares de las principales cámaras de la industria, los bancos, el comercio, la construcción, la Bolsa y el campo coincidieran en el reclamo –  en realidad un pretexto  – en contra del ajuste al salario  Mínimo, Vital y Móvil.

No es casual que el precoloquio de IDEA,  celebrado días pasados en Rosario, se haya dedicado a batir el parche sobre la “seguridad jurídica, la incertidumbre política y dudas sobre el panorama energético”  y que, con diferencia de horas, impulsada y coordinada por Héctor Magnetto, mandamás del Grupo Clarín , se continuara con la reunión de las cúpulas de la Asociación Empresaria Argentina y la de la Unión Industrial Argentina,  preocupadas según su proclama  por la “seguridad jurídica , reglas de juego estables y pleno respeto por la actividad privada … condiciones indispensables para un desarrollo sostenido y continuado” . En otras palabras y recurriendo a un muy conocido sello (cuando de presiones y de creación de ambiente propicio se trata): “falta de un clima de negocios adecuado para invertir”.  Y lo dicen cuando en el marco de la peor crisis del capitalismo mundial de los últimos 80 años, en Argentina se espera que en  este 2010,  el crecimiento interno sea de más del  7 % , un  índice de inversión  no menor al 23 % del PBI y que el Informe  de Actualidad Industrial  que elabora la UIA  acaba de reconocer  un aumento del 12.4 % en el nivel de actividad del primer semestre de este año respecto de igual período de  2009.

¿ Es casual el cónclave de los caciques de la derecha peronista del autodenominado Peronismo Federal, cena mediante, en la residencia de Héctor Magnetto, ofrecida por el dueño de casa ?¿Qué es lo que tienen que hacer allí Duhalde, Reuteman, Solá, Macri  y De Narváez ? ¿ Qué debatieron, qué acordaron?

Luego de estas nada casuales y coincidentes  proclamas y encuentros  empresariales, incluidas obviamente la de la Rural y el  eco que sus  pronunciamientos tienen en los políticos de derecha  y  en  sus medios adictos,  es evidente el propósito de constituirse y funcionar como maquinaria operadora de la contraofensiva conservadora  y consagrar con ella la restauración plena de su dominio sobre el estado, la política y la cultura ciudadana en pos de  una meta final :   volver la historia hacia atrás, restablecer  en pleno la política neoliberal de  los ´90.

A pesar del buen momento económico por el que atraviesan los grupos de capital más concentrado;  a pesar de  las promisorias expectativas; a pesar de las diferencias y contradicciones económicas que existe entre ellos, lo  que en realidad los aterra – y de allí sus coincidencias – es el temor a la posibilidad de la profundización de los cambios en la dirección progresista en lo social, económico, político y cultural. Y los políticos de derecha, aunque comparten los mismos temores,  compiten entre sí para demostrarle al poder real – al cuál se subordinan – quién de ellos tiene la mayor aptitud y aceptación entre los votantes para llevar a cabo el mandato de aquellos,  quien opera como más seguro mediador entre el poder real y la sociedad.

Ante estos riegos nada fantasiosos es imperioso que  los sectores democráticos y populares  dejen a  un lado sus diferencias.  A esta altura, ante el peligro del retroceso y de darse,  los dolores  que van a acarrear a la inmensa mayoría de los sectores populares,  esas diferencias – por legítimas que fueran – se tornan completamente secundarias. Lo primordial en el enfrentamiento es no perder de vista  quien es el enemigo principal, evitando ser empaquetado en la confusión  amplificada por  las anécdotas y diferencias  circunstanciales.  El llamado de la hora es consolidar lo conquistado, base para  avanzar por todo lo mucho que falta.

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