RESISTIR Y TRANSFORMAR: MANDATO DEL PRESENTE. PROPUESTA PARA UN DEBATE IMPOSTERGABLE

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Revista Nº 155 (01/2024)

(nacional/economía/política)

Isaac Grober*

Alcance y significado de la crisis nacional. Marco del triunfo electoral de la extrema derecha. Necesidad de la acción unida y coordinada de la resistencia impulsada desde las bases de las organizaciones populares como preámbulo de un proceso transformador, sumado a un debate amplio e impostergable. Propuesta temática. Fundamentos y contenido

El triunfo electoral de una extrema derecha con tintes fascistoides, en noviembre último, provocó un remezón que propaló un estado de pesadumbre, miedos y de confusión en una amplia porción de la sociedad argentina.

Clima que se potenció tras los discursos de presentación del mega DNU, el proyecto de ley “Ómnibus” y el protocolo represivo contra la protesta, los que en conjunto constituyen un verdadero intento de contrarreforma integral de la sociedad argentina al amparo de un régimen autoritario y antidemocrático orientado al saqueo de los ingresos de las mayorías y del patrimonio de la Nación.

Viola inescrupulosamente preceptos constitucionales y en lo fundamental, respaldándose en los votos obtenidos en el balotage, pretende instalar un Poder Ejecutivo que, equiparado casi con una monarquía absolutista, retenga la suma del poder público despreciando de hecho la legitimidad y atribuciones de los legisladores votados por la ciudadanía.

Un verdadero plan de guerra contra la institucionalidad pública, contra el pueblo, sus derechos y las normas en que las relaciones sociales se han consolidado hasta el presente. Todo comandado por el capital concentrado, el de los grandes grupos financieros entrelazados con el capital internacional y en su beneficio, del que está excluida la “casta”.

Es imperioso resistir y superar este estado de degradación general. Para ello se hace necesario la apertura de un amplio debate con miras a la transformación de las bases culturales, de organización y funcionamiento de nuestra sociedad, de sus organizaciones y dirigentes sociales, sindicales y políticos y en particular de todo aquello que intente expresar los intereses y aspiraciones de los sectores subalternos, todo con vista a transitar un sendero que conduzca a una sociedad asentada en un proyecto alternativo de sociedad y de país.

A tales efectos, consideramos conducente encarar tal debate ajustado en principio a tres ejes conceptuales: 1.- carácter de la crisis y en su contexto, el significado del resultado electoral; 2.- razones que condujeron a este resultado y 3.- marco que contribuya a construir un rumbo transformador hacia una meta anclada en una democracia participativa, asociada a relaciones de producción que vayan erradicando la explotación de unos seres humanos por otros y de unos países por otros.

Carácter de la crisis

Un hecho básico a destacar es que la crisis que padece la Argentina, que es económica, política, cultural y de representatividad, se da en el marco de la crisis general del capitalismo, hecho que, con las especificidades propias de cada país, se manifiesta en forma global: estancamiento relativo, profundización de la diferenciación social con mayores grados de concentración de los ingresos y de la riqueza y una pobreza cada vez más extensa y profunda.

El escenario en el área de la economía muestra en nuestro caso que casi todas las ramas y sectores relevantes están dominadas por oligopolios, con predominancia multinacional, subordinados al capital financiero mundial. Esto se traduce en la primacía por la valorización del capital financiero, razón que explica las limitaciones y el desinterés por la inversión productiva, el estancamiento, el desempleo y el empleo precario, la caída de la participación de los salarios en el ingreso nacional, el deterioro del mercado interno y la fuga al exterior de los excedentes. Por eso la fábrica de pobres e indigentes en la cual nuestro país se ha convertido no se toma descanso.

Ilustrando con datos: En el año 2012 las 1000 empresas más grandes facturaban el equivalente al 76 % del PBI y considerando las 500 de mayor dimensión, 321 tenían participación de capital extranjero. Más del 80 % de las utilidades de las firmas más grandes eran apropiadas por las multinacionales aquí radicadas.

La superficie dedicada a la producción de los 1000 productores agropecuarios más grandes es en promedio de 8000 has., contra las 40 Has en promedio de los 1000 productores más chicos, computando además que el 70 % de la producción agropecuaria en Argentina se hace sobre la base de arrendamientos, cada vez más costosos. Por eso no extraña que el 30 % de los productores se quede con el 88 % de la renta y que los 1000 grandes propietarios terminen acaparando anualmente una renta de u$s 8.000 millones

Ocho grandes empresas, cinco de ellas multinacionales, concentran el 70 % de los volúmenes exportados, principalmente soja, trigo y maíz. Y tienen bajo su mando a los puertos a la vera del Río Paraná, canal por el que fluye lo principal del contrabando. En 2022, el 74 % de la facturación de productos de las góndolas de los supermercados le correspondió a tan sólo 20 empresas.

He aquí la base explicativa de la concentración creciente de los ingresos y de la expansión de la pobreza. Para la UCA el registro de pobres en el último trimestre de 2023 trepó al 44.7 % (17.5 millones de personas), de los cuales 9.6% (4.2 millones) eran indigentes. Guarismos que todos los consultores estiman serán ampliamente superados en el próximo trimestre, producto de la devaluación y la inflación inducidas por el programa de ajuste del gobierno de Milei.

El 60 % de la población tiene empleos precarios, al menos 3 de cada 10 empleados formales es pobre y 4.2 millones de niños y adolescentes (UCA mayo 2023) no llegaban a completar una alimentación saludable. Antes de Milei, se estimaba en 55% de niños y adolescentes en situación de pobreza.

Si se mantuviera esta estructura de propiedad, de dominio creciente de monopolios y del negocio financiero sobre la economía nacional ¿qué es lo que de sustancial puede cambiar en materia de distribución de ingresos y qué duración puede tener el efecto benéfico de las medidas correctivas? La reiteración de fracasos y frustraciones que hemos padecido es la respuesta.

Crisis general que se da en paralelo con el agotamiento histórico del modelo neoliberal, con un EE.UU. perdiendo la carrera por la disputa por la hegemonía mundial: cada vez su producto y su comercio pesan menos a nivel global, al igual que el dólar como moneda de referencia y valor e instrumento de cambio. Lo que sí conserva por ahora es la primacía de su poderío militar, el del presupuesto que lo alimenta y la degradada imagen derivada de las atrocidades que esparció por el mundo.

Hay que valorar el significado de este contexto y su perspectiva a futuro en el marco de la interdependencia entre países dentro de una economía globalizada y hegemonizada por el capital financiero. ¿Cómo afecta y afectará este estado de cosas en el grado de independencia económica que puede o podrá disfrutar la Argentina y nuestra región, en tanto parte del mundo emergente? ¿Y en el acceso al desarrollo científico y tecnológico? ¿Continuará la Argentina dando preeminencia a la producción de materias primas y exportación de recursos naturales con poca o nula industrialización? Y si estas explotaciones eventualmente se transformaran y le agregaran valor ¿en manos de quién quedarán y a qué destinarán los excedentes?

No extraña por eso que las clases que detentan el poder real y usufructúan este modo de organización social, enfrentan en el actual estado de crisis crecientes manifestaciones de rechazo, protestas y deseos de cambio por parte de las clases afectadas. Por eso el poder real multiplica sus campañas mediáticas y políticas – sin desechar la violencia – con vistas a una subjetividad social propicia al mantenimiento del status quo, generando incluso el miedo a los cambios, vendiéndose a veces como “lo nuevo” y con ello facilitando el triunfo de las derechas. La Libertad Avanza es un ejemplo.

El carácter estructural e intensidad de la crisis y sus connotaciones de clase imponen por eso limitaciones a los cambios instrumentales y a la durabilidad de eventuales efectos benéficos de tales cambios, si es que se los aplica. Al poco tiempo evidencian sus limitaciones y su fracaso (ej. control de precios, variaciones de la tasa de interés, devaluaciones, etc). Vuelta atrás y reinicio del ciclo.

Razones que condujeron a estos cambios

El triunfo de LLA y los cambios que se avecinan en nuestro país no son por eso otra cosa que la eclosión de un proceso que se vino gestando y madurando a lo largo de un ciclo iniciado con el Rodrigazo (1975) y más precisamente con la dictadura cívico- militar, la que fruto del programa neoliberal impuesto por Martínez de Hoz, se mantuvo en lo esencial  desde entonces, tal como lo prueban  la subsistencia –  con leves cambios – de la ley de entidades  financieras y el régimen de inversiones extranjeras. 

Desde entonces los sucesivos gobiernos, ora orientados en corrientes del pensamiento expansionista y popular, ora en corrientes apoyadas en la ortodoxia o el liberalismo económico, no hicieron más que administrar, cada una a su modo, la estructura heredada, sin alterar esa matriz, generando en su recorrido una mayor y natural concentración de capitales, mayor pobreza, mayor subordinación al capital financiero, potenciando por tanto dentro de esa estructura los factores de crisis (desguace estatal, extranjerización, endeudamiento, liberación y desregulaciones comerciales y del movimiento de capitales, mayor grado de monopolización, etc.), aunque con especial intensidad durante los gobiernos abiertamente neoliberales de Carlos Menem, De La Rúa y Mauricio Macri.

Con todo, hay una diferenciación que atañe a los gobiernos Kirchneristas. Si bien no adscribieron a la partitura neoliberal y además ampliaron y reconocieron derechos de interés popular y recuperaron para el sector público algunas empresas antes privatizadas, en determinado momento – segundo gobierno de CFK – frenaron su impulso transformador y con ello la potencialidad de cambios económicos y sociales. No avanzaron en transformaciones del sistema productivo y de propiedad que respaldaran una más intensa distribución y perspectivas de desarrollo. He aquí su limitación política y el agotamiento de sus efectos.

Es la misma limitación, aunque más aguda, la que impregnó al gobierno de Alberto Fernández, paralizado ante el poder real, renuente a enfrentarlo aun cuando a todas luces era el promotor y artífice de la desbocada suba de precios, de la falta de divisas, de  desestabilizadoras corridas financieras y cambiarias  y sus consecuencias: el veloz deterioro de las condiciones de vida de amplias masas, que sumadas a las penurias vividas tras la gestión Macri, terminó por generar hartazgo en vastos sectores del pueblo y la decepción por un futuro sin horizonte ni de perspectivas a las cuales aferrarse para construir en su imaginario un proyecto de vida.

Crisis estructural y potenciada que abarca incluso a los mismos componentes del Estado, como lo prueba el comportamiento mafioso de parte del Poder Judicial, que supura podredumbre cada vez que tiene que expedirse, al colmo de transformar a veces a altos funcionarios y líderes populares en simples mascotas del poder.

Fue un gobierno, el de Alberto Fernández, que discursivamente y a modo de disculpa, se escudó, al igual que muchos sectores que se atribuyen una visión progresista, en las vicisitudes de la pandemia, la guerra europea y la sequía, sin mencionar, ni mucho menos explicar cómo esos cataclismos no tenían un efecto similar en los resultados del capital concentrado, cuyos balances reconocen ganancias récord en los mismos años y también en los posteriores.

Suponiendo un futuro inmediato sin pandemias ni estremecedoras sequías, pero manteniendo la misma matriz productiva y de propiedad ¿cambiará la distribución del ingreso y se revertirán las causas determinantes del crecimiento de la precariedad y la pobreza?

Son falencias cuyas manifestaciones demuestran además la falta de contacto entre la dirigencia política y social con sus bases sociales, al punto que éstas no los reconocen ya como sus dirigentes, como sus representantes. No se ven reflejados en ellos. En muchos casos ya ni les creen ni les interesa lo que esa dirigencia diga. Ni el menor asomo de llamado a la movilización ante el intento de magnicidio de una líder como CFK. Por eso los altos índices de abstención en las elecciones.  Por eso la crisis es también de representatividad. Realidad que se prueba con lo atractivo que resultó para sectores despolitizados el malicioso slogan de que la “casta política” es responsable de todos los males, que el cambio no es viable con “un gobierno con los mismos de siempre”. Ingeniosa manera de mantener con vida pero ocultando a los verdaderos responsables. Parte significativa del 55% – casi 14.5 millones de personas – del padrón electoral asumió como propia esa bandera, aun desconociendo el contenido de la propuesta electoral.  Un testimonio inapelable de la derrota cultural.

Como lo es también la afirmación contraria al rechazo del acuerdo con el FMI con el argumento de los supuestas trastornos económicos y sociales que derivarían de la implementación de tal rechazo, a pesar de la catástrofe que la subordinación a tal acuerdo conlleva. Postura a la que también se adscribieron sectores del progresismo ¿Dónde quedaron las banderas de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política?

O la que hoy justifica la necesidad del abismal ajuste y shock recesivo ordenado por la gestión Milei como vía ineludible para una prosperidad futura …. para dentro de 35 años ¡Hoy vale sufrir! La aceptación de la teoría del derrame sigue vigente y a muchos convence.

Todavía convence a pesar de la monumental transferencia de ingresos en favor del capital concentrado que significó la inflación de 25.5% de diciembre, impulsada deliberadamente por la brutal devaluación del 118 % y la desregulación y liberalización de todos los mercados, mientras permanecen inalterados los salarios y las jubilaciones. Variación de precios que se estima permanecerá en estos niveles en los próximos meses. Que se proyecta una reducción del 0.5 % del PBI – una verdadera fortuna – de las jubilaciones y la supresión de la fórmula de su actualización. Que ya está en marcha la reducción y hasta la eliminación a los subsidios elevando a niveles desorbitados las tarifas de los servicios públicos y el transporte. Que se suspenden las transferencias del Tesoro Nacional a las provincias y se asegura que el Estado desaparecerá como actor de la obra pública. Y esto recién empieza. ¡Preludio de una catástrofe económica y social!

Hacia un proyecto alternativo

Por eso ahora con el triunfo de la LLA se abre una nueva etapa y previsiblemente un nuevo ciclo. El capital concentrado y el Departamento de Estado de EE.UU. apuntan sus dardos a la definitiva consolidación de una estructura económica y productiva subordinada al gran capital y a la intensificación de la dependencia. En particular considerando la abundante disponibilidad de valiosos recursos naturales y los anticipos de Laura Richardson, jefa del Comando Sur de las FF.AA. de EE.UU.  Y el gobierno de Milei se presta ¿Qué otro significado tiene el anuncio de la no incorporación a los BRICS? ¿A título de qué enfriar las relaciones con Brasil, China y los gobiernos que no exaltan “la libertad”? ¿Con que finalidad la cancillería acuerda provocativamente el acercamiento con Taiwan?

Estrategicamente además el ojo está puesto en la derrota que piensan infringir a las ansias de liberación del movimiento popular, esto es doblegar su voluntad de lucha, que definitivamente acepte su sometimiento. Quieren asegurarse el no tener que enfrentar nuevamente cuestionamientos a su poder. ¿O se darán por satisfechos con eventuales gobiernos sumisos en el futuro?

Por eso también la práctica de denostar y degradar con gestos y palabras a los partidos y a los dirigentes que expresan el sentir y las necesidades populares. Desacreditar la lucha popular. Desvalorizarlos a los ojos de las masas.

Es una etapa, la que viene, reconocido por los personeros del nuevo gobierno, económicamente muy dura para la mayoría de los sectores populares, incluida la clase media y una fracción no desdeñable del empresariado.

Está claro que lo que se avecina incluye un severísimo ajuste fiscal y la devaluación abrupta y reiterada del tipo de cambio, mayor inflación con efecto depresivo sobre las condiciones de vida de las mayorías, el deterioro del mercado interno y de la capacidad de subsistencia de una amplia franja de empresas. Desregulación y liberación del mercado interno y externo, del movimiento de capitales y de las relaciones laborales. Mayor desempleo, privatización y desnacionalización de los recursos naturales y del patrimonio público rentable. Mayor endeudamiento externo, siempre que los fondos buitres le otorguen el acceso. Condiciones todas que agravan las posibilidades futuras de recuperación del valor real de los salarios.

¿Cuál será el tenor de nuestra democracia?

Dadas sus tradiciones, es previsible el desarrollo de luchas reivindicativas de los afectados mientras, tal como se ha anticipado, habrá poca o nula disposición a la tolerancia ante los reclamos. Ya proyectan reformas legales que habiliten la participación de las FF.AA. en tareas de seguridad. Ya se ha anunciado que “el que las hace las paga” y Macri ha “invitado” a que la “juventud revolucionaria” se lance a las calles para contener y educar a las revoltosas “orcas”. Clara amenaza de contener la lucha popular con la peor violencia a cargo de grupos de tareas de signo ultraderechista. Otro nivel y forma de la lucha de clases. ¿Cómo debe enfrentarlo el movimiento popular? ¿Cuáles deben ser en ese caso las reivindicaciones y cómo expresarlas?

Es obvio que la degradación de las condiciones materiales de existencia no tiene prefigurado un límite y que sin lucha no existe posibilidad de cambio de tendencia. Pero sería ilusorio pretender que la conquista del éxito popular en esta disputa, se limite a la lucha que, aunque necesaria, quede en lo puramente reivindicativo. ¿Quiénes y cómo deben integrar la columna vertebral? ¿Cómo se conformará el sujeto histórico?  ¿A quiénes sumar como aliados? ¿Qué actitud tomar frente a la burguesía y como diferenciarla?

Una primera urgencia es detener y revertir en todo lo posible este aluvión degradante de la calidad de vida de las mayorías, esta inminente catástrofe social. Principio neurálgico para el éxito es la acción más amplia, unida y coordinada de todas las organizaciones populares, en toda su diversidad, impulsada desde las bases, en respaldo de un programa mínimo, conscientes de que el logro de cada reivindicación fortalecerá la autoconvicción de la potencialidad del pueblo organizado y la posibilidad de avanzar luego hacia otras conquistas

Pero además,  frente a un poder dispuesto a arrasar con todo lo que se le enfrente, es ineludible la construcción [IG1] de un contrapoder sostenido en una organización que se movilice teniendo como norte un programa alternativo, que luche por conquistar otra hegemonía resultante del cambio cultural y gracias al cual el pueblo perciba convencido de ser él el auténtico generador de la riqueza y por ello, de su inalienable derecho a ser partícipe de las decisiones relevantes de orden público y social, una democracia participativa.

¿Cómo generar, cómo irradiar una nueva cultura, otro sentido común, otro nivel de conciencia? ¿Cómo evitar el conformarse sólo con el acceso a lo reivindicativo? ¿Cómo avanzar más allá? ¿Qué hacer para superar la conciencia individualista incrustada en el ADN de los humanos y hacer carne en que la construcción y el acceso a lo nuevo es un producto colectivo? Este es el verdadero cambio cultural y base de una nueva y favorable correlación de fuerzas, garantía del auténtico cambio.

* Isaac Gober, Contador Público y Magister en Economía, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11


 [IG1]

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