Reportaje a Carlos Heller, candidato a vice jefe de gobierno de la ciudad de Bs As por Diálogo por Bs As y el Frente para la Victoria. Presidente del Banco Cooperativo Credicoop

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¿Cuáles son las principales razones que te llevaron a acordar con los sectores con quienes integras el espacio que los lleva a Filmus y a vos como candidatos?

Mencionar Encuentro Nacional por la Soberanía (NR: conocido como “encuentro de Rosario”) me parece un buen punto de referencia para poder explicar con amplitud dónde estamos y por qué. El Encuentro es ya una expresión avanzada de esto que nosotros venimos sosteniendo desde siempre, de nuestra vocación de formar parte de las construcciones de alternativas. Y  como tales  hemos estado participando activamente en otras experiencias  que se fueron implementando pero que no tenían aspiración de constituirse en herramientas de construcción políticas, sino que más bien eran construcciones de carácter reivindicativo como pudo haber sido el FRENAPO o el Congreso de la Cultura, el Trabajo y la Producción.

El Encuentro expresa en su Documento Fundacional una clara decisión y una vocación de constituirse en un camino para la construcción de una alternativa política, podemos citar textualmente esta idea cuando en noviembre del 2004 decíamos: “Es evidente que a la par de una crisis política, social y cultural que vivimos, también existe una crisis de alternativa. La potencia en la movilización popular y la ausencia de una experiencia política y capacidad de canalizarla definen la contradicción
básica del momento político que transitamos”.

Y allí explicamos, justamente, nuestra visión de un Gobierno que tiene contradicciones y marcamos muchas de esas contradicciones, cosas con las que estamos de acuerdo y otras en las que somos críticos. “Desde este posicionamiento irrenunciable es que sostenemos que la resolución del problema concreto que nos plantea la coyuntura exige desplazar del debate de las Organizaciones Populares la estéril contradicción entre oficialismo y oposición, paradigma de la vieja política” y, más adelante agregamos: “Por lo tanto, resolver la contradicción que exhibe la Argentina actual no remite a poner en el centro de nuestras acciones las políticas gubernamentales. Hablamos de construir una nueva coalición política y social representativa de las mayorías populares que trascienda los acuerdos electorales aunque los incluya”.

Nuestra vocación de construir una alternativa política nacional encontró dificultades de diverso tipo, no inherentes a nuestra amplitud, ni a nuestro compromiso, ni a nuestra insistencia, pero tenemos que decir con franqueza que tuvimos debates y dilaciones y teníamos visiones distintas sobre sí era o no la oportunidad de construir esa fuerza y esa alternativa.
Avanzamos en un debate, y cuando digo debate hablo de debate entre gente que tiene historias comunes, que se aprecian, que han tenido los niveles de respeto mutuo y que reflejaban diferentes visiones sobre la realidad política o sobre el mejor camino a seguir. Y llegamos en ese punto a una decisión de que no íbamos a avanzar en ese momento en la construcción a nivel nacional, pero que en aquellos territorios en los que existieran posibilidades de construir fuerzas que pudieran avanzar en esta idea, debíamos intentarlo.
Así pusimos en marcha el Centro de Estudios y Participación Comunal – CEPAC, luego aparece de Diálogo por Buenos  Aires, distintos espacios donde también nuevamente nosotros trabajamos con esa cultura que siempre nos ha caracterizado,  tratando de unir y tratando de generar las formas y los puentes para superar diferencias que a veces no alcanzamos a comprender, que tienen que ver con historias de las que nosotros no hemos formado parte, pero que evidentemente han sucedido o que tienen que ver – a veces – con especulaciones o cálculos de conveniencias de posibles escenarios futuros.
Pero lo cierto es que no tuvimos éxito en el  intento de unir esos dos Espacios que nosotros habíamos ayudado a construir, en uno compartiendo con Claudio Lozano y en el otro compartiendo con Bonasso e Ibarra.
Las dificultades de unir esos espacios estaban en los dos lados, no eran patrimonio de ninguno de los dos. Llegó un punto en el que los cambios que se van produciendo en el escenario político nos fueron obligando a avanzar en el terreno de definiciones.
Los cambios a los que me refiero tienen que ver por un lado con el adelantamiento de la fecha de las elecciones, que apresura todo un proceso que con más tiempo pudo haber madurado más, pudo haber recorrido otros caminos pero no elegimos nosotros la fecha, no la pusimos nosotros y no tenemos más remedio que adaptarnos.
El otro gran factor que ha incidido en nuestra posición es el cambio de actores que no son un hecho menor, sobre todo – para señalar dos, porque ha habido tal vez otro – el Candidato del oficialismo que en el origen y cuando nosotros arrancamos era, según todos los comentarios públicos, Daniel Scioli y luego cambia por Daniel  Filmus, y la aparición en el escenario porteño de Mauricio Macri que había dicho hasta dos semanas antes, por donde se lo quisiera escuchar, que estaba preparado para disputar la Presidencia de la Nación, y que su escenario era ya el de la Nación y no el de la Ciudad.

Estos cambios locales dentro de lo nacional no podemos separarlos del contexto mas amplio y general como lo es el plano regional y mundial, es decir una visión profunda del contexto que tiene que ver con una visión nuestra amplia del marco internacional del Estado Nacional,  de las características que adquiere la coyuntura y cómo ellas tienen que ver con las alianzas en gestación. ¿Qué estoy queriendo decir por si no es suficientemente claro? Que para nosotros no pueden ser indiferentes algunos de los grandes temas que están en el escenario, en el tablero y que tienen que ver con la política grande, con la política medida en términos – incluso – de política internacional.

En el  Documento fundacional del Encuentro ya señalábamos que teníamos en cuenta   la posición argentina en el marco de lo que se empezaba a gestar, y  anunciábamos lo que significaba en nuestra América la presencia de Cuba y de Venezuela, y los procesos en gestación en Bolivia y en Ecuador, nos marcaban un nuevo escenario que teníamos que tener en cuenta en el momento de pensar hacia dónde ir y cómo ir. Estamos en el marco de una confrontación global de gran trascendencia que nosotros no podemos ignorar.
Si ordenamos secuencialmente algunos hechos vemos un perfil de nuevo escenario internacional, con grandes contradicciones pero que le empieza a preocupar a los globalistas neoliberales y a las estructuras de la derecha local.
Inicialmente Mar del Plata, que no fue un simple acto de masas sino que fue un momento en el que los países de la Región le dijeron No al ALCA, y fue un No rotundo al ALCA a partir de ese acto, y luego vino Córdoba y, finalmente, el acto en Ferro que tiene un enorme significado en primer lugar porque sale al cruce de una contraofensiva que el Imperio pone en marcha, porque coincide con esa contraofensiva y porque en Sudamérica simultáneamente observamos dos giras: la que encabeza Bush y la que encabeza Chávez que intentan marcar la intención de ir en dos caminos distintos, en dos caminos diferentes.
Y no nos puede pasar desapercibido que Chávez, en los primeros 15 ó 20 minutos de su discurso, se dedique a señalar la importancia que tiene la actitud argentina y la valentía de la actitud asumida por el Gobierno argentino. No nos pasa desapercibido en el análisis que cuando enumera los países que conforman esa alianza de resistencia al Imperio pone en primer lugar a Cuba, Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua.
Entonces algo está pasando y eso no quiere decir que nosotros estemos dando ahí una aprobación o una conformidad hacia políticas a las que hemos criticado, seguimos criticando y seguiremos criticando pero tampoco podemos no ver fenómenos que están pasando, que indican e implican contradicciones. Contradicciones que se pueden, como siempre, resolver en dos sentidos: avanzando o retrocediendo. Yo no estoy seguro, y me animaría a garantizar cuál será el pulso, pero no puedo y no podemos dejar de visualizar que tenemos un escenario y un fenómeno al que hay que prestarle atención y que debemos – si podemos – ayudar a profundizar el avance en una dirección o, en todo caso, ayudar a profundizar la contradicción que pueda existir en el debate sobre el rumbo a seguir.
En ese marco de complejidad nos planteamos cuáles son las alianzas posibles, cómo hacer y qué decisión tomar.
Asumimos el riesgo de participar de una coalición con no iguales sobre la base de un acuerdo programático, sobre la base  de una asignación de roles y – desde allí – intentar demostrar, como hemos hecho en otras oportunidades, que nosotros no negociamos, no tranzamos, tenemos puntos de vista y los sostenemos en cualquier circunstancia y en cualquier escenario en el que nos toca actuar.
– ¿Cuáles son los puntos programáticos nodales que intentarían desarrollar desde el gobierno de la ciudad y cuales requerirían de una cooperación con el gobierno nacional y/o con el gobierno de la provincia de Buenos Aires?

El carácter programático de nuestra unidad es el alma de la coalición. Nos decidimos a generar un proceso donde la pluralidad y la diversidad son componentes que trascienden el acto electoral, son afluentes también de una nueva y necesaria cultura política en nuestro país. Es parte de una pluralidad que se presenta no solo para apelar al voto de los ciudadanos para llegar al gobierno, sino que se propone también superar viejas antinomias del campo popular y ejercitar desde el gobierno una cultura en la que lo diferente no sea el rasgo fundamental. Por el contrario, queremos que lo que prevalezca sea la unidad en  la  diversidad que representamos, que se fortalezca lo común por lo que luchamos y  por lo que construiremos juntos, y que juntos celebremos el éxito de cada uno y de todos.
Esta es la pluralidad que anhelamos para ganar y gobernar, una pluralidad amplia y profunda, para ser dignos y legítimos mandatarios de nuestros mandantes.
Sabemos que Buenos Aires no tiene plena autonomía y ésto es una aspiración legítima de los porteños. Por ello nos comprometemos a lograr una ciudad plenamente autónoma, integrada al conjunto de la Nación y que trabaje estrechamente con su Área Metropolitana. Esto lo concebimos como un proceso de relaciones maduras y constructivas con el Gobierno Nacional y con el de la Provincia de Buenos Aires.
Los temas de Salud, Tránsito, Seguridad y tantos otros no reconocen como límite real a la General Paz y el contorno del  Riachuelo.
Queremos  poner a Buenos Aires de pie, queremos que los porteños sientan el orgullo de ser parte de una Ciudad que se ocupe de garantizar la inclusión y la igualdad, donde la buena calidad de vida sea accesible para todos.
Para terminar con la pobreza y la exclusión estarán las políticas sociales locales, integradas a su vez a una amplia red de contención social, dirigida a resolver aquellos problemas que no se pueden postergar.
Vamos a hacer que  Buenos Aires sea una Ciudad con un definido perfil productivo y de servicios, vamos a implementar políticas que generen empleo y oportunidades para todos. Vamos a jugarnos por las PyMEs, por las Cooperativas y las Entidades de la Economía Social,  no las vamos a dejar libradas a la lógica del mercado.
A la par de nuestro compromiso de trabajar para que el crecimiento sea simultáneamente un proceso de mejor distribución de la riqueza, sabemos de la necesidad de planificar el crecimiento dentro de un plan maestro en el que estén incluidos el desarrollo urbano y productivo, la realización de las obras de infraestructura pendientes y el cuidado del ambiente.
También somos partidarios de que todo ello debe realizarse con la participación y el acuerdo de los vecinos de Buenos Aires.
El mercado no puede liderar el crecimiento, lo deben hacer los porteños a través de su participación y de su gobierno y nosotros seremos fieles a sus mandatos.

– Te sabemos partidario de la democracia participativa. ¿Qué formas de participación popular se propondrían impulsar desde el gobierno para desarrollar este tipo de democracia?

La desigualdad, la pobreza y su creciente marginalidad son consecuencias de políticas económicas neo-liberales que, a la vez, han promovido valores individualistas, indolencia e indiferencia social, fragmentación y ausencia de solidaridad,  falta de compromiso y participación por parte de los ciudadanos.
Nos proponemos bregar por un cambio profundo en la concepción de la gestión pública. Pretendemos una Gestión desde la gente y no solo hacia la gente, vamos a implementar prácticas participativas reales dentro de los cauces democráticos.
Lograr la participación no es un medio, es un verdadero fin congruente con nuestros valores. Con la participación real y genuina marcharemos hacia un cambio de valores, de los valores de la indiferencia y del individualismo,  hacia los valores del compromiso social activo, de las normas compartidas y respetadas por todos, y de la solidaridad como principal sostén de una ética de emancipación popular.
Nos proponemos recuperar en la Ciudad el sentido de lo público, superando la cultura de “que lo que es de todos no le pertenece a nadie”. 
Queremos y debemos demostrar que es posible hacer una gestión sin corrupción. El mejor antídoto contra la corrupción es la participación. Nos proponemos lograr una nueva convivencia, y esto en criollo significa la eliminación de las barreras que para ello existen.
Se trata de poner las bases reales, jurídicas y económicas que permitan el surgimiento de una nueva ciudadanía con acceso a todos los derechos, donde la alimentación, la educación, la cultura, la salud, la seguridad y la vivienda dejen de ser bienes limitados para algunos, y sea tan natural su goce como el hecho de respirar.
Este gran tema, el de la inclusión social, se nos presenta también en el debate acerca de qué hacer con las protestas sociales, y aquí hay dos concepciones en disputa. Nuestra visión, que concibe la protesta social como la consecuencia de la aplicación de las políticas neo-liberales y que por ende el camino de su superación es la inclusión, y una mejor distribución de la riqueza, y la otra perspectiva, criminalizante y represiva que plantea que hay que mantener el orden con mano dura.
En realidad no es el orden lo que quieren defender contra el desorden de las protestas.
El orden que defienden es el de sus privilegios y temen que la movilización de los sectores populares aliente un mayor proceso de distribución de la riqueza en nuestro país.
Los aumentos de sueldo no matan, los matadores y los autores intelectuales son los mismos de siempre. Durante los últimos 30 años nos han querido acostumbrar a que la protesta social es un crimen. Que el derecho a circular es más importante que el derecho a peticionar, a  tener condiciones de trabajo dignas, a tener derechos humanos.
Nosotros no pensamos, por ejemplo,  que a los cartoneros haya que “meterlos presos”.  Nosotros estamos convencidos que el fin de la exclusión Social es la solución de los problemas y es a la vez el verdadero principio del fin de la inseguridad.
Queremos una ciudad verdaderamente solidaria, donde la búsqueda de la solidaridad sea una herramienta para combatir la mentira que implica la manipulación, la dominación, el uso de la gente y la desigualdad de oportunidades.
 

– En los últimos años has trabajado con compañeros de CTA y otras organizaciones para construir un movimiento sociopolítico como alternativa de nuevo tipo desde el campo popular. ¿Qué perspectivas le ves a esa posible construcción y que relación tendría con el espacio electoral que hoy compartes con Filmus y otros sectores?

Creo firmemente que hay que continuar el proceso de maduración que el Encuentro Nacional por la Soberanía marcó como punto de inflexión, es decir el paso de las coincidencias declarativas y enunciativas al estadio de acciones propositivas en lo social y lo político. Seguimos teniendo con estos  compañeros una visión compartida del modelo de país que queremos, y del modelo de país que no queremos, las diferencias que han surgido están en el plano de lo político y específicamente en lo electoral. No pudimos,  y lo expreso claramente en la primera respuesta de esta entrevista, armar una estrategia compartida. Por mi parte y por parte del espacio social y político que represento seguiremos bregando por la unidad en la diversidad, y si logramos que la voluntad popular nos instale en posiciones de gobiernos, no vamos a escatimar esfuerzos para estimular las coincidencias en la construcción de lo nuevo.

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