OPINION DE CLAUDIO LOZANO, CANDIDATO A JEFE DE GOBIERNO POR “BUENOS AIRES PARA TODOS”.

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Claudio Lozano*

En el marco de las elecciones para Jefe de Gobierno que se plantean para el próximo 3 de junio, la propuesta electoral de las compañeras y compañeros de “Buenos Aires para todos” se inscribe como escala necesaria dentro del objetivo de conformar y promover el “Movimiento por Buenos Aires”.  Intentamos brindar una opción distinta a las tres propuestas que hoy se presentan como dominantes y que, desde nuestro punto de vista, expresan el “cogobierno” que ha tenido Buenos Aires en la última década.

Esta noción, “cogobierno”, remite al dispositivo de poder real que define, desde hace tiempo, el funcionamiento de nuestra Ciudad.  Este cogobierno está conformado por:

a) quienes formaron parte del Gobierno: Olivera – Ibarra – Filmus – Telerman.
b) Quienes dominaron la legislatura: Ibarra – Macri.
c) Quienes controlaron la estructura institucional del Estado: la burocracia del gremio municipal.
d) Aquellos actores que han sido determinantes en el rumbo económico de la Ciudad: los contratistas y los jugadores del negocio inmobiliario.  A nadie puede escapársele el papel relevante que en este aspecto ha ocupado el Grupo Macri.  No solo por su presencia o relación con los contratistas del Estado de la Ciudad, sino como actor de relieve en el mercado inmobiliario.  Es conocida su sociedad con Fernández Prieto, artífice de Puerto Madero I y sabida su ambición por las tierras del Puerto para desarrollar Puerto Madero II.  Objetivo que comparte tanto con el Gobierno Nacional como con Jorge Telerman.

El dispositivo de poder expuesto, ha dado como resultado que más allá de enunciados o discursos pseudos progresistas que han primado en las últimas dos gestiones, la Ciudad exhibe con claridad las marcas de treinta años de neoliberalismo y de la pérdida de todo papel del Estado en la definición del rumbo de la Ciudad.  De manera expresa, se le cedió al capital inmobiliario y financiero la posibilidad de definir el ocupamiento del territorio.  En ese marco se resignó el desarrollo de la autonomía de la Ciudad, hubo ausencia expresa de planeamiento urbano (por lo menos en nombre del interés público) y se postergó la reforma y democratización del Estado.  Lo expuesto se expresa en una ciudad rica pero profundamente desigual, con grandes desequilibrios territoriales y con un importante deterioro en la calidad de vida.  Situación esta que es la contrapartida necesaria de una ciudad cuyo perfil dominante es el despliegue de torres edilicias (verdaderos countries verticales) acompañadas de una creciente  especialización en el desarrollo de servicios y centros de consumo para los sectores medios-altos y de altos ingresos.

No obstante lo hasta aquí expuesto no da cuenta del problema que para nosotros se transforma en crucial para poder resolver los problemas que tenemos.  Desde nuestro punto de vista el “fracaso del progresismo” en razón de su subordinación al dispositivo de poder vigente en la Ciudad ha dado lugar a un proceso donde lo que se observa es una verdadera desintegración de las fuerzas políticas.  Cuando hablamos de fuerzas políticas nos referimos a la existencia de un instrumento que le permita a la ciudadanía debatir concepciones e influir a la hora de decidir sobre la organización de la sociedad.  Esto es lo que no existe y en la práctica la presente elección muestra la vigencia de proyectos incluso individuales como pueden ser: la decisión de Telerman de quedarse, la de Filmus de ser el mejor alumno de Kirchner o de Aníbal Ibarra de retornar.  Proyectos individuales que incluso dan lugar a refriegas políticas de baja estofa donde se cuestionan unos con otros acusándose de traidor, corrupto, inepto, etc.  Es más, terminan demostrando en más de una ocasión que son parte de la misma familia, que tienen prácticas semejantes, y que incluso utilizan las mismas empresas fantasmas para desviar recursos públicos en base a sus objetivos (Ej.: Skanska, Infinity).  Lo expuesto, de por sí grave, tiene dos efectos.

Por un lado, señala la ausencia de un proyecto colectivo preocupado por consolidar una sociedad mejor en nuestra Ciudad, y le abre el camino al proyecto de una derecha que si bien controla e influye desde su influencia económica y parlamentaria, pretende tomar el Poder Ejecutivo.

Es en el intento de dar respuesta a este problema, la ausencia de una fuerza política, que nace la propuesta de construir el Movimiento por Buenos Aires.  Estamos convencidos de que sólo si somos capaces de forjar un instrumento de acción colectiva podremos arribar a situaciones de mayor justicia.  Es por eso que en dirección a este objetivo nos hemos propuesto lo siguiente:

a) construir la Carta Popular de los Ciudadanos de Buenos Aires.  Invitando a votar las prioridades por barrio y para toda la Ciudad.
b) Participar en las elecciones con Buenos Aires para todos, con el objeto de recuperar una presencia institucional que apuntale una nueva práctica política consistente en aportar mayor eficacia y legalidad a las demandas populares.
c) Construir durante el primer semestre del 2008, un Congreso de las experiencias ciudadanas para que pueda actuar como interlocutor del futuro Gobierno de la Ciudad.

En línea con lo que expongo, quiero enfatizar que nuestra tarea ni empieza ahora, ni termina el 3 de junio.  Es el intento de vertebrar una fuerza que desde la Ciudad pueda articularse con lo que está ocurriendo en otras localidades apuntalando así una nueva propuesta nacional.  Tenemos que ser capaces de romper ese dispositivo conservador que pretenden afirmar diciéndonos que hay que bancarse el presente actual porque de lo contrario retornamos al pasado.  Necesitamos discutir nuestro futuro y eso exige una mirada profunda sobre este presente.  Decididos a ir a fondo en la construcción de una nueva experiencia política de la que valga la pena sentirse parte, esta experiencia electoral de Buenos Aires para Todos se siente tributaria de estos objetivos.  Ojalá podamos desplazar los proyectos de carácter personal que han quedado como resultado del fracaso del progresismo y podamos abrirle la puerta a una propuesta de acción colectiva.  Centralmente porque si no hay acción colectiva, el dispositivo de poder que enunciamos al comienzo de esta nota seguirá funcionando inexorablemente.

*Claudio Lozano, economista, director del Instituto de Estudios y Formación de la CTA, diputado nacional.

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