Primeros meses del Frente uruguayo.

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Aníbal Sicardi*

El hecho de que en la historia de Uruguay es la primera vez que se rompe  la hegemonía de los Partidos Colorado y Blanco, es una condición fundamental para observar los cuatro meses de gobierno del Frente Amplio.

El hecho de que en la historia de Uruguay es la primera vez que se rompe  la hegemonía de los Partidos Colorado y Blanco, es una condición fundamental para observar los cuatro meses de gobierno del Frente Amplio.

Las estructuras sobre las cuales funciona el Estado, con la deformación de las últimas décadas, no son ni cercanamente las adecuadas para el funcionamiento de un gobierno de izquierda. Incluidos los vicios de impunidad incorporados en todos los ámbitos, ellas fueron armadas con el sentido de favorecer a las clases sociales más pudientes en detrimento de las de menores recursos.

Desmontar o neutralizar esa orientación lleva al gobierno buena parte de su tiempo en tareas poco visibles para la población. Una de ellas es el cambio en el flujo económico, otrora dirigido hacia el salvataje de los bancos y ahora inclinado hacia el beneficio de los menos favorecidos económicamente, como es el Plan de Emergencia que encierra enormes dificultades para su implementación.

En otras áreas, como la de los Derechos Humanos, el gobierno se mantuvo firme en su promesa de la búsqueda de desaparecidos enterrados, presuntamente, en sitios del Ejército y en la aplicación plena de la Ley de Caducidad. Esa decisión le acarreó planteos de algunos militares, ampliados por los medios opositores, exigiéndole tiempo y habilidad para  mantener el planteo  en el estricto ámbito judicial, aplicando los mecanismos de conversación y acuerdo con las cúpulas de las Fuerzas Armadas.

Situación similar es la de la Economía. La posición del presidente Tabaré Vázquez fue expresamente presentada durante la campaña electoral, especialmente con el nombramiento de Danilo Astori como Ministro de Economía, meses antes de las elecciones del 31 de octubre de 2004. En ese punto puede haber disenso pero no falta de especificación de los propósitos del Gobierno, por lo que los acuerdos con los organismos internacionales, como el FMI, tuvo la oposición y protestas de algunos sectores del FA, pero no causaron demasiadas fricciones.

En ese ámbito es que el Gobierno   tiene por delante un hueso duro de roer. Se trata del acuerdo con EE.UU., lanzado por la anterior gestión. Su resolución, por el si o por el no, depende  del Parlamento, pero cualquiera sea la decisión  no evitará  el descontento de algunos de los sectores en pugna que no verán cumplimentadas sus aspiraciones.

Más aun, ese punto tiene fuerte incidencia sobre el Mercosur, por lo que en su fase final no puede estar ausente el juego la estrategia regional. Vale repetirlo, este es  un paquete armado, con moñito y tarjetita, en la anterior gestión  que deja lugar a la duda si el propósito no fue el de encarajinar el gobierno del Frente, cuyo  triunfo era cantado. 

Si se  elimina la carga negativa que la oposición coloca al proclamar  que el “FA esta aprendiendo a gobernar”, ese dicho encierra una gran verdad. Sin embargo, el aprendizaje no es porque sus funcionarios recién ahora se enfrentan con la realidad de lo que es gobernar, sino que deben aprender el funcionamiento de los mecanismos de cambio de orientación de una estructura estatal, dirigida hacia el vaciamiento del Estado y la impunidad, hacia un Estado donde los beneficios sean para la mayoría de la ciudadanía y la transparencia y la justicia una realidad. Ese paso es nuevo –y no sólo en la República Oriental- por lo que es inevitable el aprendizaje.

Al movimiento de las abejas que, dirigidas por su maestra, salen de una colmena para formar otra, se le llama “enjambre”. La población parece percibir este “enjambre”, el movimiento de decisiones gubernamentales hacia un proceso de relaciones humanas y conformación de un Estado  donde exista la solidaridad, la justicia y la verdad. Así es que las encuestas siguen arrojando datos de apoyo al gobierno que se acercan al 70%, con menos del 10% de rechazo y  el aditamento de que en ese porcentaje se encuentra  gente del Partido Colorado y  del Blanco, en favorables proporciones no esperadas. 

El respaldo de la ciudadanía al Gobierno de Tabaré Vázquez es real. El uso del  término “percibir” es intencional. La población no está informada de lo que pasa. Este es un déficit del Gobierno que Hoenir Sarthou, detalla con claridad  desde el título de su nota, “El silencio del gobierno”, publicada en el semanario “Voces del Frente” (30/06/05), 

Sin dejar de señalar que el FA “recibió un país en ruinas” y darle al debida importancia las realizaciones ya concretadas por el gobierno, Sarthou indica lúcidamente que “La falta de información oficial sobre los motivos por los que un gobierno quiere o se ve obligado a hacer tal o cual cosa dificulta la comprensión de esas políticas por parte de la ciudadanía” y que “No habrá democracia verdadera en nuestro país si en el debate de los asuntos comunes no ingresan los jóvenes y los marginados de la cultura y la riqueza”

Ahora bien, este importante tema, el de la información, es parte del capítulo a escribir de la participación popular en el ejercicio de la gestión gubernamental. Sólo hay atisbos como las reuniones del Consejo de Ministros en las carpas de Zapicán y Bella Unión, impactantes en ese mano a mano entre los funcionarios y los y las personas  directamente afectadas; la visita del Presidente a la central de trabajadores; algo en Educación, prácticamente ausentes áreas como las de los Ministerios de Bienestar Social (Plan de emergencia), el de Salud o del Interior (Plan de Humanización de los Presos), áreas donde la participación popular y de ONGs podrían tener activa e iluminada participación.

El tópico no es menor ya que es fundamental para la construcción de una democracia de avanzada, además de ser parte de las promesas del FA. Es posible que allí también la heredada estructura centrista del Estado obstaculice la concreción del propósito tan digno como es la participación activa de la ciudadanía, pero sería irreal ignorar los hábitos verticalistas que surgen, como necesidad mal entendida, de dirigentes populares con responsabilidades gubernamentales que no tuvieron el aprendizaje de un buen ejercicio de la democracia.

Entonces surge la pregunta de cual ha sido la prioridad del actual gobierno oriental que lleva ciento veinte días  y la yapa, esa poción mítica que nos regalaba el almacenero/panadero/verdulero/carnicero cuando gurises hacíamos los mandados. La única forma de acertar o errar es arriesgarse, así que puede lanzarse la hipótesis que la prioridad ha sido la aplicación de una estrategia que abra los senderos sobre los cuales transitar hacia la posibilidad de cumplir con los desafíos impostergables de crear trabajo, levantar los sectores postergados y derrotar la impunidad. 

Desde esta óptica Tabaré Vázquez está cumpliendo con el designio de la maestra abeja que, junto con sus ministeriales y otros y otras, va llevando la ciudadanía uruguaya desde la colonia que ya no se quiere vivir hacia la conformación de una sociedad que recupere el sentido de modelo que  tuvo, en otras épocas, la República Oriental del Uruguay. Si es así,  esto no es poco.-

*Aníbal Sicardi, pastor de la iglesia Metodista en Uruguay. Director del Departamento de Comunicaciones.
Montevideo 3 de julio de 2005.

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