Latinoamérica en debate

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Revista Nº 148 (02/2022)

(américa latina)

Angel Negri*

Existe un agotamiento del horizonte que prevé el neoliberalismo y la ultraderecha. Cada vez  más la  democracia se presenta como un estorbo  para las  fuerzas conservadoras. Los ultraderechistas lo que hacen es simplemente tomar lo viejo con represión, le incorporan racismo, odio y violencia. El complejo militar estadounidense, regenteando la OTAN, desarrolla hoy una activa campaña de provocación y agresión sobre la Federación Rusa, en una nueva clásica “guerra fría” del siglo XXI. Se nos plantea un nuevo desafío histórico, en lo ideológico-político y de acción emancipadora.

La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino. Simón Bolívar

CONQUISTAR  UNA  CULTURA  POPULAR  DE  IZQUIERDA

América Latina se ha posicionado al frente de la construcción de sociedades posneoliberales, en un escenario de conquistas y derrotas; hoy de un reagrupamiento progresista-democrático, que coloca otro horizonte, contradictorio, con avances y retrocesos; en Argentina, México, Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Perú; en Chile la conquista presidencial de BORIC,  de Apruebo Dignidad ; con movilizaciones masivas combativas en Brasil; la victoria de Xiomara Castro, Presidenta, en las elecciones de Honduras, del  Partido Libertad y Refundación, etc, constituyen una nueva situación política en nuestro continente. Con la CELAC fortalecida, y adquiere relevancia política la reciente Cumbre del “Grupo de Puebla”, que reunió a los líderes del progresismo de América Latina, quienes emitieron un documento: “Modelo de desarrollo Solidario”, titulado: ”El mundo pospandemia necesita una reconstrucción más generosa, con menos desigualdad, menos hambre“.

Las relaciones comerciales beneficiosas, en lo político entre estados, con la Federación Rusa y la RPChina, es el nuevo escenario de la multipolaridad. Este mundo que dibuja la pospandemia es como un tiempo de ocaso, repleto de paradojas, los gobiernos progresistas de la región están obligados a asumir retos más audaces. El tiempo que estamos viviendo es un momento singular. Por una parte, se han manifestado un conjunto de límites, de contradicciones, de desgarramientos del orden mundial planetario vigente. Pero a la vez no se han abierto, con ímpetu radiante, opciones, alternativas, a esto que viene ya agotándose. Este nuevo progresismo ha resuelto más su victoria en conquista electoral acompañado de la movilización callejera. Es la característica de esta nueva oleada, que coloca nuevas alternativas y desafíos. No vino con líderes carismáticos, sino con líderes políticos moderados que están respondiendo a los nuevos escenarios. Desde estos moderados que cumplen este mínimo común denominador y se quedan ahí, hasta progresismos más radicalizados, que se plantean transformaciones más profundas. Y la movilización, como modo de gestión de la administración del Estado.

LA ULTRADERECHA  con sus variados componentes, tiene un proyecto; en lo fundamental, que es proteger sus intereses. El proyecto que llegó a tenerlo en los años 80, fue cuando el neoliberalismo a nivel mundial se presentó como la respuesta a la crisis del Estado de Bienestar. Hoy NO: Es regresemos a privatizar, a desregular el trabajo, a aperturas de mercados y concentremos la riqueza en los ricos que lo van a derramar a los pobres. Es una alternativa que viene a imponer, ya no a convencer. Opera desde el comando conservador, sito en Estados Unidos. Es muy potente. Lo hace a través del Departamento de Estado y de las instituciones de fomento de los derechos humanos, ahora también utilizando parte del aparato judicial, no abandonando el golpismo cívico-militar; y de apoyo al emprendedurismo. Ahí sigue la fuerza de esta alternativa. Coordinandocon VOX (Partido político español de ultraderecha conservadora) que intenta armar una especie de coordinación iberoamericana, de internacional-continental. Llevando en el plano político el autoritarismo y el discurso racializado, que es su bandera en el debate ideológico.

El neoliberalismo es un ejemplo de corrupción institucionalizada, pues monopolizó los recursos públicos acumulados por dos generaciones convirtiéndolos en recursos privados. La privatización fue el ejemplo más escandaloso, inmoral, indecente y obsceno de corrupción generalizada. Por lo cual  significa que antes de las victorias políticas de todo proceso de cambios profundos, debemos lograr primero, una victoria cultural, una victoria de significados y esquemas interpretativos- orientadores del futuro inmediato-, una victoria moral sobre el adversario, que convierte la carencia social, la frustración colectiva y la necesidad diaria, en una voluntad general que apunte a un horizonte que se apodere de las pasiones del pueblo. El mundo cultural, el sentido común y el orden lógico y moral conservador de la derecha, labrado y sedimentado a lo largo de décadas y siglos, no solo tiene la ventaja por su larga historia inscripta en los cuerpos de cada persona, sino que ahora también está tomando la iniciativa, a través de los medios de comunicación, de las universidades, fundaciones, editoriales, redes sociales, publicaciones, en fin, a través del conjunto de formas de constitución de sentido común contemporáneas. Hay que entrar, nuevamente, en las batallas minúsculas y gigantescas de las ideas, en los grandes medios de comunicación, en los periódicos, en los pequeños volantes, en la universidad, en los colegios, en los centros fabriles y rurales luchando por reconstruir el nuevo sentido común de la esperanza, del posneoliberalismo. Ideas, organización y movilización.

Debemos ser conscientes que una de las grandes debilidades del progresismo latinoamericano y  que explica – en gran parte-  sus derrotas parciales, es la carencia de una cultura popular de izquierda, alternativa y radiante, con nuevos ejes de organización de la vida cotidiana. No existe revolución verdadera sin momento gramsciano de triunfo político, cultural y moral. Urge un momento de pleno debate, junto al accionar directo;  en las fuerzas emancipadoras, que supere las dificultades de la experiencia previa, que vaya más allá de lo que se hizo en la última etapa y también de lo que se pensó en el siglo XIX; fuera de todo dogmatismo y de cualquier “previsión automática” del devenir histórico. Es un escenario de construcción de hegemonía político-cultural que erige el poder político de las clases insurgentes de la revolución –y una vez conquistado el gobierno, por la vía democrática– sobreviene una batalla desnuda de fuerzas, el momento jacobino-leninista, que dirime de manera duradera la unicidad del poder de Estado.

Lo que los gobiernos progresistas y revolucionarios han hecho, en América Latina; en las últimas décadas, por ampliar derechos sociales y construir la soberanía de los países es más de lo que se ha hecho en los cien años anteriores. La derecha restauradora tiene eso en contra: es el pasado, es el retroceso. En cambio, el tiempo histórico está a favor de la EMANCIPACIÓN socio-cultural y política.

*Angel Negri, químico industrial, escritor, participó en la dirección de semanarios políticos, director de “Tiempo Joven”, publicación Política-Juvenil, y en medios de la FM Comunitaria, colaborador de Tesis 11.   

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