LA OFENSIVA DE LA DERECHA

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Alberto “Cacho” Rodríguez

Han pasado solo 33 días de la asunción de Mauricio Macri a la Presidencia de la República y a semejanza de la caballería de Atila, el conquistador, el gobierno de la derecha conservadora y neoliberal va dejando tras de sí, en su ofensiva contra los avances y conquistas logradas en los últimos años en materia económica, política y democrática, aún con sus insuficiencias y debilidades, la tierra arrasada.

Devaluación de la moneda, inflación brutal sin recomposición salarial alguna, transferencia de ingresos a los sectores dominantes del poder económico, pérdida del poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores y los ingresos de monotributistas y jubilados, instalación en el gobierno de directivos de las empresas monopólicas, la oligarquía agraria, empleados de la banca internacional al frente de las finanzas y la economía del país.

En paralelo a esta ofensiva en el plano económico, medidas y presión para alinear sin fisuras a un poder judicial nombrando jueces macristas a la Corte Suprema, recortando atribuciones a la Procuraduría General de la Nación, dejando libres de culpa y cargo a funcionarios acusados o procesados como el caso del propio Presidente.

En la misma dirección, van armando, a paso veloz, una enorme mordaza, a la información y la opinión pública que involucra a diarios, radios y TV, liquidando programas, extorsionando económicamente con las pautas que aportan el Estado y los avisos de las empresas privadas.

La ofensiva se desarrolla también en el plano ideológico acusando a todo empleado público de “ñoqui”, o aún peor, de “militante” como si esta última fuera  una caracterización denigrante o estigmatizante. Es el retorno del “yo no me meto en política” como virtud o el de “algo habrán hecho para que los despidan” en reemplazo del “algo habrán hecho” que justificaba el genocidio dictatorial.

Esta acción sobre el lenguaje para incidir en las conciencias ya se venía desarrollando cuando la palabra “vecino” reemplazó al término ciudadano, o el “voluntario” suplantó al militante y cuando ya no hay pueblo sino “gente”.

Ahora bien, esto era, en mayor o menor medida, a corto o más largo plazo previsible. Sin embargo la respuesta de las fuerzas políticas y sociales del campo popular todavía no está a tono con el grado de ofensiva de la derecha.

Hay que valorar, en cualquier análisis por crítico que sea, la respuesta en las calles de un sector importante de la militancia kirchnerista y otros sectores de izquierda, que coparon masivamente plazas (Rivadavia-Centenario-Plaza de Mayo-etc.) a pesar de ser convocatorias realizadas, casi exclusivamente, por las llamadas redes sociales. Es valorable también la posición adoptada inmediatamente por la CTA de los Trabajadores y su actividad para abrir caminos y acuerdos para enfrentar la ofensiva reaccionaria. Madres, Abuelas y otros organismos de D.H. también se han movilizado.

Sin embargo hay ausencias notorias y preocupantes que profundizan la debilidad de que esta movilización popular no cuente con una estrategia clara y común, un verdadero plan de acción y movilización, que impida el desgaste y ponga en movimiento todas las fuerzas y capacidades del movimiento popular.

El PJ y sus dirigentes principales oscilan entre el silencio o la declaración light y se preparan para la interna con vistas a las lejanas elecciones del 2017. Algunos silenciosos, o no tanto, adhieren a la constitución de un nuevo bipartidismo aspirando a ser la centro-derecha de la derecha, otros, particularmente en el movimiento sindical, plantean que hay que esperar a que el macrismo entre en crisis por sus políticas, sin entender o quizás entendiendo, que ese proceso, si se diera así, será a costa del sufrimiento de millones de argentinos y que lo que dejaran es un país similar o peor al del 2001 al que Néstor Kirchner calificó como el “infierno”.

Muchos de ellos encubren su pasividad en aquella máxima que Perón ideara para asegurar la unidad partidaria de que “el que gana gobierna y el pierde acompaña”.

Están los massistas, herederos del menemismo, que directamente se plantean cogobernar, aprovechando sus coincidencias programáticas y la debilidad de cuadros y aparato del macrismo.

El kirchnerismo aparece sin conducción, Cristina Fernández no habla, no hay una conducción colectiva actuando, deficiencia y debilidad que se arrastra desde siempre, lo que quizás pueda explicarse por el efecto de la derrota electoral de diciembre o por una equivocada táctica de no ser centro de la critica o victimización del macrismo por la “herencia recibida”, táctica que igual está llevando a la práctica sin prurito alguno.

En este espacio están los que se subieron de manera oportunista al oficialismo, cuando era tal,  muchos de ellos súper-cristinistas, aprovechando la ola popular de apoyo que construyera la política del kirchnerismo y que ahora desembarcan sin que se les mueva un pelo cuando las mieles del poder ya no los alcanzan.

Cuanto más tiempo dure esta situación sin unidad, aunque fuese solo táctica, sin acuerdos contra el enemigo principal del país y de su pueblo, o inclinándose por la pasividad, más difícil se pondrá la situación en todos los planos porque la ofensiva derechista no se detendrá hasta asegurar todos su objetivos.

Alberto “Cacho” Rodríguez

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