La deuda externa argentina – Su crecimiento – El pago de los servicios y la situación social

Compartir:

Revista Tesis 11 (nº 120)

Alberto Wiñazky*

La deuda externa volvió a ocupar un lugar destacado en diversos círculos políticos del país y en algunas publicaciones sobre temas económicos. Teniendo en cuenta que el endeudamiento implicó  en el pasado el desarrollo de graves situaciones  económicas, sociales y políticas que provocaron la destrucción del tejido social y el empobrecimiento de amplias franjas de la población, es necesario analizar la situación actual y ver sus posibles consecuencias futuras.

El endeudamiento externo de la Argentina volvió a ocupar un lugar importante en diverso círculos y publicaciones del país. ¿Pero es este el único problema económico, social y político que afronta la Argentina en esta etapa donde gobiernan los ceos? O debemos también analizar qué pasa con la construcción que está en caída libre (17.7% interanual). O la producción de lácteos que bajó 7.3% en septiembre. O el sector automotor donde tuvo un descenso interanual en la producción del 22.5% y las industrias metálicas básicas que bajaron un 23,1%, en forma interanual. Los textiles no quieren perder esta carrera descendente, ya que es uno de los rubros más castigados por la apertura importadora, con un rojo de 12,1% interanual. La inversión también se contrajo en septiembre un 10,4% interanual (ATE Capital). Las ventas minoristas cayeron un 8,2% en octubre según CAME. Asimismo la recaudación impositiva refleja la caída de la actividad económica, ya que acumula en los primeros diez meses del año un incremento de 27,6% contra una inflación interanual del 43%. Tampoco puede dejar de señalarse que hasta los primeros diez meses de este año ya fueron despedidos alrededor de 250.000 trabajadores formales y se espera que esta situación continúe. Estos son solamente unos pocos datos acerca de la marcha de la economía y las consecuencias sociales que se observan, según las publicaciones del INDEC y otros estudios en noviembre de 2016.

Pero pasemos a nuestro tema, la deuda externa.

El endeudamiento que lleva adelante el gobierno macrista no nació de la nada. Cuando las cajas del Estado tocaron fondo, el sector dominante de la economía argentina, reclamó un viraje que permitiera obtener financiamiento internacionalmente. Al mismo tiempo, el gobierno realizó todo tipo de concesiones a las grandes corporaciones multinacionales, a los capitales locales y a los acreedores internacionales como los fondos buitre, para favorecer este nuevo ciclo de endeudamiento. Ha incidido también en la necesidad del endeudamiento la quita o la baja de retenciones al sector agropecuario y minero, que produjo un incremento del déficit fiscal, que en el gobierno anterior se cubría con emisión monetaria, mientras que el macrismo lo hace con endeudamiento externo. Mientras tanto, Macri va llevando adelante un plan de ajuste y de ataque a las conquistas de los trabajadores, exigidas por el sector concentrado de la economía, como el tarifazo en los servicios públicos, el desempleo que llega casi al 10% y el aumento sobre los 11 millones de pobres que dejó el kirchnerismo al que el macrismo le agregó en estos meses 1,5 millones, con una caída del salario real, en los primeros 10 meses de 2016, del 12%.

En los once meses el gobierno, las provincias y los bancos se han endeudado en u$s 50.352 millones en préstamos, con lo que la deuda pública queda en una cifra cercana  los u$s 200.000 millones, que representa casi el 40% del PBI. Pero, para el año próximo el gobierno de Macri piensa, según el presupuesto, endeudarse en u$s 40.000 millones más. Los números son realmente alarmantes ya que no existen datos que consignen este enorme nivel de endeudamiento en tan poco tiempo. Esta política acentúa la bicicleta financiera de los “inversores” que traen dólares para obtener enormes ganancias, en un mercado con tasas de interés positivas y un tipo de cambio “planchado”, acentuando también el atraso cambiario. Por otro lado es importante consignar el endeudamiento en pesos, por las licitaciones de los bonos Lebac del BCRA. El stock de Lebac suma 690.590 millones de pesos, el doble que a fines del año pasado. Estas letras rinden hoy un 26,75% anual y son el gran incentivo para el ingreso de los dólares golondrina.

Pero, la “lluvia de dólares productivos” todavía está en lista de espera (“esa te la debo”), ya que solamente han ingresado los dólares de los “inversores golondrina”, que ante el menor atisbo de inconvenientes sociales o económicos, partirán hacia sus lugares de origen, con los enormes beneficios acumulados, dando lugar a la fuga de capitales (que en realidad ya se ha iniciado), situación que se repite históricamente en la Argentina. Esta situación la hemos vivido en 2001 cuando el esquema de financiamiento internacional se frenó en medio de una profunda crisis política y económica que terminó en el famoso “corralito” (la restricción al retiro de los depósitos bancarios) y en una explosión social que dejó 39 muertos. Pero también en 1989, cuando varios planes gubernamentales para tratar de contener la inflación, usando préstamos del exterior, fracasaron y los sectores concentrados aplicaron el “golpe de mercado” que aceleró la caída del gobierno del entonces presidente Raúl Alfonsín. Y pasó durante la dictadura militar en 1979, cuando las minidevaluaciones del “orejudo” no pudieron contener la pérdida de reservas, lo que llevó a una gran devaluación y a un gran incremento de la inflación. En definitiva, para que se haga realidad la lluvia de dólares de los inversores, va a ser necesario acentuar un profundo retroceso histórico en las conquistas y condiciones de vida de los trabajadores. ¿Pero, a pesar de concretarse esta posibilidad, llegarán esos fondos?

Pero veamos el tema de los servicios de la deuda. La incidencia de los servicios de la deuda sobre los gastos totales ascendía a 21,56% en el presupuesto del año 2001, se redujo a 13.23% en 2002, para volver a incrementarse en 2003 a 22,63%. Ya en el presupuesto de 2004, primero elaborado por Néstor Kirchner, los servicios de la deuda representaron 11,55% de los Gastos Totales presupuestados. De allí en adelante, la curva es descendente. En efecto, el promedio del peso de los Servicios de Deuda en el Gasto Total de los presupuestos de 2004 a 2016 fue de 10,09%.

En los tres casos se marca un contraste importante  con el proyecto de presupuesto para el 2017, elevado recientemente por el Poder Ejecutivo al Congreso Nacional. Para 2017 los Servicios de la Deuda se incrementan, según el proyecto, un 137% respecto del presupuesto 2016, que sin embargo tuvo ampliaciones y modificaciones dispuestas por el actual Jefe de Gabinete de Ministros, aumentando los servicios a lo largo de este año en 21,61%. Hasta el momento de escribir estas líneas esto significa unos 203.000 millones de pesos, es decir un aumento del 95% de lo presupuestado por el gobierno anterior. En el presupuesto 2017, los Gastos Totales aumentan en 50,5%, Recursos Totales 27,9% e Ingresos Tributarios 22,7%.

La incidencia de los servicios de la deuda sobre el Gasto Total presupuestado para 2017 alcanzará el 10,48% (incrementándose 58% respecto de lo presupuestado para 2016). En efecto, un total de 143.000 millones de pesos es el monto en términos absolutos de aumento de los Servicios de la Deuda en 2017, que representa 3,84 puntos porcentuales adicionales del Gasto. No puede dejar de señalarse que 83.000 millones de pesos de los casi 248.000 millones que se pretenden destinar a Servicios de Deuda en 2017, obedecen a las emisiones de deuda realizadas a partir del 10 de diciembre de 2015 y representan un incremento del 50% sobre los servicios de deuda que hubiesen correspondido abonar de no verse incrementado el endeudamiento. De no ser por las nuevas emisiones de los títulos, los Servicios de Deuda hubieran representado en 2017 un 6,95% de los Gastos Totales, considerando el nivel de Gasto Total presupuestado por el Poder Ejecutivo para 2017.

El rumbo político y económico del macrismo llevará posiblemente a una nueva crisis nacional. Pero el gobierno trata de postergar las contradicciones de su política a costa de acelerar al máximo el endeudamiento externo e interno, que financia el déficit fiscal. Tampoco es imposible, que para poder continuar con su política de entrega llegue a revertir algunas de las nacionalizaciones realizadas anteriormente, si las tarifas se volvieran rentables.

No es difícil pensar que por algún corto período de tiempo, el macrismo tenga algún grado de éxito político, ya que la burguesía implementó esta política de recambio, basada en el voto popular, expresando las relaciones de fuerza entre clases y fracciones de clases. Hay que tener en cuenta, que los sectores concentrados que lo sostienen y apoyan no vislumbran, por el momento, ninguna alternativa similar que pueda reemplazar a este gobierno liberal. En consecuencia contará con su apoyo, más allá de las diferencias, hasta el momento que la situación se vuelva extremadamente crítica.

Pero existen crecientes disputas entre los sectores dominantes vinculados a tres aspectos. Primero, cual es el rumbo que se tomará con los dólares del endeudamiento; segundo cuál es el nivel de tasa de interés, una tasa para la timba financiera o una tasa baja para apuntalar el crecimiento o la actividad productiva; y finalmente otro eje es el nivel del tipo de cambio. Alrededor de estas tres cuestiones existen los conflictos en el interior de los sectores dominantes, dado que el macrismo no logró todavía articular todos los intereses de los sectores concentrados.

Los sectores populares deberían, en estos momentos, reconstruir un proyecto intelectual revolucionario. Abrir el tiempo histórico y proyectar hacia el futuro nuevas alternativas, reconociendo los fracasos anteriores, pero manteniendo siempre vivo el deseo eterno de la emancipación. La dominación burguesa y la complejidad del mundo no pueden abarcarse ni abordarse con las armas precarias del empirismo.  No son una alternativa válida a la barbarie neoliberal en el gobierno, ni los sectores de centro izquierda, ni los socialismos amarillos, ni ningún otro grupo o partido que no proponga cambios estructurales en la economía y en la política. Revertir el endeudamiento creciente, la decadencia social y política, el hambre y la falta de trabajo que están sufriendo vastos sectores de la población trabajadora, requiere rediscutir las condiciones de legitimidad de los Estados periféricos, el rol que le cabe al Estado a partir de la crisis del sistema capitalista mundial y finalmente fusionar la cultura y la conciencia popular con la política revolucionaria.

*Alberto Wiñazky, economista, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11

FUENTE DE LOS DATOS: ELABORACIÓN PROPIA EN BASE A LA INFORMACIÓN DEL CENTRO DE ECONOMÍA POLÍTICA ARGENTINA

Deja una respuesta