INFLACION: TARA DEL CAPITALISMO MONOPOLISTA

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Carlos Mendoza*

Una radiografía de la endemia inflacionaria del sistema capitalista, agudizada por la hegemonía de los monopolios a nivel global y la defraudación que implica la colosal emisión monetaria, sin contravalor, de los EE. UU. Los rasgos de este fenómeno en la Argentina desmistifican el papel inflacionario que se le endilga al aumento de la demanda, el gasto público y los salarios.

Empezaremos por definir la inflación como la pérdida de valor representativo de los signos monetarios que denominamos dinero (disminución del poder de compra de la unidad de signo monetario).

 

Enfocando el problema desde el ángulo de la economía política marxista, la inflación es un problema estructural y congénito del sistema capitalista en su actual etapa monopolista a nivel mundial. Luego se suman problemas específicos a cada país y a cada circunstancia y momento concreto.

 

A nivel general del capitalismo, el mecanismo inflacionario se produce por la necesidad y la posibilidad objetivas del aumento de precios por los monopolios y de aumentar la masa y/o velocidad de circulación del dinero en el mercado, sin que haya un límite objetivo que lo impida, como veremos a continuación:

 

–          Aumento de precios monopolistas: El capitalismo contiene una fundamental contradicción interna, consistente en que, con el desarrollo tecnológico, aumenta más rápidamente el capital invertido en medios materiales de producción (capital constante) que en fuerza de trabajo (capital variable). Sin embargo, la valorización del capital invertido, o tasa de ganancia, se consigue gracias al trabajo excedente (valor excedente o plusavalía) producido por la fuerza de trabajo, durante la jornada de trabajo, por sobre el trabajo necesario para reproducir los medios de vida que consumen los trabajadores y sus familias para vivir. Así entonces, el capital constante aumenta más rápidamente que el capital variable, pero como la valorización del capital total invertido depende de la plusvalía producida por el capital variable (fuerza de trabajo), al disminuir este en términos relativos, se produce una tendencia a la baja en la valorización del capital invertido (ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia). En la época premonopolista, esta tendencia provocó principalmente la ruina de las empresas más pequeñas y menos productivas y la concentración, centralización y monopolización del capital. Pero en la actual etapa del capitalismo hegemonizado por los monopolios y globalizado, la intrínseca tendencia decreciente de la tasa de ganancia jaquea también a los propios monopolios, quienes, entre muchos otros recursos para contrarrestarla, tienden permanentemente a imponer aumentos de sus precios.

 

–          Emisión monetaria: Originalmente el dinero mundial era el oro y su valor representativo coincidía con la cantidad de trabajo social necesario para producirlo, por lo que los otros bienes y servicios no podían incrementar artificialmente sus precios (cantidad equivalente en oro). Pero con el desarrollo capitalista, se impuso el papel moneda como dinero de curso forzoso, aunque representando una cierta cantidad de oro, lo que imponía un límite objetivo a su emisión. Sin embargo, luego de la segunda guerra mundial, EE.UU., como potencia dominante emergente, logró imponer el dólar como dinero mundial (los acuerdos internacionales de Bretton Woods, USA), con el formal compromiso de tener tanta cantidad de oro, como reserva, como valor representativo de la masa de dólares que circularan a nivel internacional y de suministrar la cantidad de oro equivalente a quien quisiera cambiar sus dólares por oro. Era la época de la convertibilidad del dólar en oro. Pero, con la formidable ventaja de haber impuesto su propia moneda como dinero mundial, EE.UU. emitió inmensas cantidades de dólares para financiar su política expansionista, económica, política y militar, cuando resultó evidente para sus aliados que no tenía las reservas de contravalor en oro, EE.UU. declaró unilateralmente la inconvertibilidad del dólar con oro, durante el gobierno Nixon, imponiendo así al mundo la más grande estafa financiera de la historia. Los EE.UU. continúan emitiendo signos monetarios sin contravalor (dólares, bonos estatales, etc.), con lo que financian sus pavorosos déficits fiscal y comercial (500.000 millones de dólares anuales cada uno actualmente), y siguen así inundando el mundo con signos monetarios sin contravalor. Es una colosal estafa que le permite a EE.UU. recibir inmensos montos de bienes y servicios, de todo el mundo, sin contravalor. Por otro lado, la utilización que los monopolios privados hacen del Estado, para compensar las dificultades crecientes para sostener la tasa de ganancia en actividades productivas, genera déficit fiscal y tendencia a la emisión de dinero, para financiarlo. Todo esto, combinado con la objetiva necesidad monopolista de aumentar precios, ya de por sí impulsa una tendencia mundial a la inflación (además de las causas específicas que suma cada país ).

 

En cuanto al caso particular de la Argentina, además de pertenecer a un capitalismo globalizado y participar, en consecuencia,  de una inflación internacional causada por las razones explicadas, tiene sus propios problemas estructurales que se suman a lo anterior. También aquí se ha dado el proceso de monopolización económica, particularmente incentivado por las políticas neoliberales del los 90, con la particularidad de que se han monopolizado las principales ramas formadoras de precios, pues sus bienes y servicios entran como costos en los precios de los demás (acero, aluminio, cemento, vidrio, plástico, químicos, combustibles, papel y otros productos industriales, además de materias primas agropecuarias y productos agroindustriales). Por otro lado, la mayoría de esos productos son exportables y los sectores monopólicos tienden a trasladar al mercado interno los precios internacionales expresados en pesos y al actual tipo de cambio alto. Lo que no logran vender en el mercado interno, por insuficiencia de la demanda debido al aumento de precios que ellos imponen, simplemente lo exportan. Inclusive tienden a privilegiar el mercado externo, desabasteciendo el mercado interno, lo cual en sí ya crea tendencia a la suba de precios.

 

Lo anterior puede verse si se considera los aumentos de precios mayorista y minorista desde el colapso del modelo de la convertibilidad en adelante: En efecto, la suba de precios mayoristas desde Diciembre del 2001 hasta Mayo del 2005, ha sido del 148% (solo en el 2002 ya subieron 118%), contra 63% del sector minorista. Dentro de los precios mayoristas, los productos primarios (muy vinculados a la exportación) crecieron la friolera de 227% en ese período (mientras el tipo de cambio del dólar creció 188%). Hay entonces una presión de los precios mayoristas (sector más monopolizado) sobre los minoristas (donde la competencia es mayor y más se hace sentir la limitación de la demanda ante el aumento de precios). Actualmente hay en efecto sectores del comercio, el minorista por ejemplo y de los servicios personales y de mantenimiento del hogar que, ante una mayor demanda, tratan de recuperar terreno.

 

Estas son las razones estructurales, internacionales y locales, que provocan el fenómeno inflacionario, que expresa una de las taras y limitaciones del capitalismo monopolista actual y, por supuesto, también en Argentina.

 

Sin embargo, los ideólogos neoliberales y los portavoces de los monopolios, pretenden que la inflación es producto del aumento de la demanda, debido a aumentos de gastos sociales, obra pública y sobre todo de salarios. Veamos a continuación la evolución de los salarios versus los precios:

 

 

Variación entre 31/12/01 y 31/05/05

(Desde salida de la convertibilidad)

Variación entre 31/05/03 y 31/05/05

(Gobierno Kirchner)

Precios mayoristas

+ 148%

+ 17%

Precios minoristas

+ 63%

+ 13%

Salarios nivel general

+ 44%

+ 25%

Salarios sector privado registrado

+ 69%

+ 30%

Salarios sector privado no registrado

+ 24%*

+ 30%*

Salarios sector público

+ 18%

+12%

  • * Entre el 31/12/01 y el 31/05/03, los salarios del sector no registrado cayeron 5% y entre el 31/05/03 y el 31/05/05 subieron 30%.
  • Fuente: INDEC y elaboración propia

 

Si bien, respecto de los precios minoristas, se observa una recomposición salarial durante el gobierno Kirchner para el sector privado (registrado y no registrado), si se considera el período desde la salida de la convertibilidad, se observa un leve aumento para el sector privado registrado y un profundo atraso para el sector privado no registrado (que representa más del 40% de los asalariados del sector privado). A ello se agrega un gran atraso de los salarios del sector público. A su vez, se observa que, desde la salida de la convertibilidad, los precios mayoristas crecieron 148% contra 44% del salario nivel general. Está claro que esto muestra un gran incremento de la denominada “productividad del trabajo”, sobre todo en el sector mayorista, lo que se suma, y a la vez es causa, del gran crecimiento de la ganancia empresaria durante dicho período. Mal puede sostenerse entonces que los aumentos de salarios sean la causa de la inflación actual. Muy por el contrario, los empresarios, sobre todo del sector mayorista, tienen un importante colchón para aumentar salarios y distribuir así parte del gran aumento de sus ganancias.

 

En cuanto a la posibilidad de que haya emisión monetaria que esté estimulando la demanda y con ello el aumento de precios, hay que recordar que desde el colapso de la convertibilidad, el Estado tiene un importante superavit fiscal y no necesita emitir. Si bien el Banco Central interviene diariamente en el mercado cambiario, comprando importantes sumas de dólares para sostener el tipo de cambio, luego retira las sumas equivalentes de pesos colocando letras del Banco Central y de Tesorería (aunque esto aumenta la deuda del Estado, pues tiene que pagar intereses). Mantener un tipo de cambio alto es asunto de principal importancia, en la política del gobierno, para impulsar sustitución de importaciones y aumento de exportaciones y recaudar retenciones a las exportaciones.

 

La actual inflación no se debe entonces ni a los aumentos de salarios ni a excesiva emisión monetaria, sino a los  aumentos que imponen los sectores formadores de precios, monopoizados y oligopolizados.

 

El actual gobierno ha cambiado el rumbo de los años 90 y, entre otras cosas positivas, ha restablecido un cierto rol regulador del estado, lo cual se expresa en varias medidas: Aplicación de retenciones a las exportaciones de combustibles y agropecuarias, con lo cual limita el precio interno de esos productos y recauda parte de las ventajas económicas comparativas que producen el tipo de cambio alto y las ventajas comparativas naturales de nuestro país, lo que a su vez le permite emplear esos recursos para gasto social. Congelamiento de tarifas de los servicios públicos al sector domiciliario desde la devaluación. Presión sobre las cámaras empresarias  para lograr acuerdos de precios. Cooperación con organizaciones no gubernamentales, como ser de defensa del consumidor y otras, para controlar precios y movilizarlas en tal sentido. Denuncias y llamado al boicot contra empresas que aumentan precios sin justificación. Multas contra empresas que hacen acuerdos oligopólicos para aumentar precios. Son acciones plausibles pero que no pueden cambiar los problemas estructurales de fondo, fundamentalmente la monopolización de las ramas formadoras de precios. Para cambiar en su esencia la situación se requeriría revertir la monopolización de la economía y para ello sería indispensable un cambio sustancial en la relación de fuerzas sociopolítica, lo cual implica un grado de organización y de conciencia cualitativamente mucho más elevado de los sectores populares, asunto que no es tarea de este gobierno sino de los propios sectores populares y progresistas.

 

La inflación, expresión de los problemas estructurales del capitalismo, es asimismo, un mecanismo de transferencia de renta extraordinaria desde los asalariados y sectores populares hacia los monopolios. 

*Carlos Mendoza: Ingeniero, especializado en temas de economía política, escritor, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.

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