El legado de Hugo Chávez: Sembrador de futuro

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Revista Tesis 11 Nº 141

Edición dedicada a América Latina

(Venezuela)

Marco Velázquez Cristo*

Mesa Redonda «El legado de Hugo Chávez», convocada por Ocean Sur México, embajadas latinoamericanas e instituciones académicas, y celebrada en la Universidad Nacional Autónoma de México

El pasado 22 de mayo fue un día soleado, más que soleado, caluroso, con ese calor que sólo se siente al abrazar la vida, la palabra, la convicción. Cerca de 300 personas nos reunimos para, en primera instancia, analizar el legado de Hugo Chávez, pero muy en el fondo los convocados sabíamos que asistíamos a hacerle un homenaje al comandante de la Revolución Bolivariana, al hombre que sembró «Patria y verdades» en toda América Latina, como lo comentaría el antropólogo Gilberto López y Rivas. Recordando a Julio Cortázar, «andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos»; el basamento de esta enorme empatía, de este gran cariño, de este amor patrio y verdadero fue Hugo Chávez.

A nuestra humilde manera quisimos rendirle un homenaje, porque así se les rinde homenaje a los hombres verdaderos, desde abajo y a la izquierda. Hablamos de revolución, de socialismo, de esperanza, de futuro, sin que nos escociera la lengua y sin escondernos ni avergonzarnos de nuestras convicciones, porque si algo le aprendimos al comandante los presentes, fue esa manera de hablar directo y sin ocultar nuestros objetivos; a ser honestos con nosotros mismos y en esa dimensión dialéctica ser honestos con todo lo demás.

Los convidados fuimos varios. Reunidos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, los embajadores de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo José García, de la República de Cuba, Dagoberto Rodríguez Barreda, de la República de Argentina, Patricia Vaca Narvaja y del Estado Plurinacional de Bolivia, Marcos Domic Ruíz, así como los reconocidos analistas y colaboradores del periódico La Jornada, Luis Hernández Navarro y Gilberto López y Rivas y la representante de la Coordinadora Mexicana de Solidaridad con Venezuela, Rosa María Hernández, recordamos a «este gigante, constructor de sueños» como muchos en Venezuela y en el mundo lo recuerdan.

Al iniciar la reflexión, algo nos quedó profundamente claro a los asistentes: si el pensamiento y la acción de Chávez son tan potentes y generaron tantas adhesiones y animadversiones, es porque se trata de un personaje capaz de cambiar la historia; ¡y vaya que lo hizo! Se trató y se trata de una acción articulada con un pensamiento liberador, un pensamiento antiimperialista que busca transformar y cuestionar de raíz las estructuras del capitalismo. No es un marxismo clásico, ni ortodoxo, sino se trata de una posición crítica que surge de la experiencia práctica, que respira desde Latinoamérica y se alimenta de la memoria y los anhelos más profundos de los pueblos, a quienes siempre tuvo presente en la articulación de su particular discursividad. Gilberto López y Rivas y la compañera Rosa María Hernández nos facilitaron la tarea para llegar a tales conclusiones.

El embajador del Estado Plurinacional de Bolivia, Marcos Domic Ruíz, invitó a los presentes a reflexionar acerca de las acciones que llevó a cabo Hugo Chávez, pero también a considerar qué será todo aquello que perdurará después de su muerte: «lo que quede vivo» y nos ayude a seguir encontrando el rumbo de la justicia en la región y en el mundo. Nos compartió el agradecimiento que siente el pueblo boliviano por el impulsor de la ALBA y la CELAC, pues sin «este hombre culto», que se sabía a dedillo la historia de América no tendríamos la misma libertad y la integración con la que contamos hoy en día en Latinoamérica; hombre culto, que conocía mejor que nadie la voz del pueblo.

La embajadora de la República de Argentina, Patricia Vaca Narvaja, comentó que era indiscutible el legado de Hugo Chávez, al tratarse de una personalidad histórica que había sido pionero en todo sentido y eso lo elevaba a un lugar trascendente en la historia universal. Nos hizo recordar la conmovedora frase que la presidenta argentina pronunció después de hacer los honores respectivos en su visita a Venezuela: «!Hombres como Chávez, no mueren, se siembran!» La frase es tan atinada y resulta tan profundamente esclarecedora, porque describe perfectamente la relación simbiótica que el dirigente se esmeró por esculpir con el pueblo al que representaba; un pueblo que siempre fue destinatario e interlocutor de sus acciones.

El Embajador de la República de Cuba, Dagoberto Rodríguez Barrera, fue pletórico en anécdotas y señalamientos, resaltando la estrecha relación que los dirigentes históricos de la Revolución Bolivariana y la Revolución Cubana mantuvieron, lo que ha permitido hermanar a los pueblos de sus respectivos países y fortalecer sus procesos sociales. El embajador comentó que junto a Hugo Chávez el pueblo cubano ve a José Martí, Benito Juárez, Simón Bolívar y a todos los próceres de América, pero sobre todo ve a un compañero, que permitió a «Cuba dejar de ser ese faro solitario en la lucha por la emancipación de los países de América Latina»; y mucha verdad hay en estas palabras, pues al día de hoy se dice Cuba y se entiende Dignidad, pero también esa Dignidad se traduce en Venezuela y en los pueblos de Latinoamérica, en la Patria Grande.

El embajador de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo José García, nos dio un recorrido por los antecedentes históricos de América Latina, itinerario necesario si se quiere tener una aproximación a la compleja personalidad del militar democrático, dirigente carismático, líder histórico y guía indiscutible de los procesos de integración latinoamericana en el siglo XXI; anatema devenida en ofrenda dónde se solidifica su legado, su más ambiciosa apuesta: la construcción de un socialismo de nuevo tipo, un socialismo de los pueblos de América, un Socialismo del Siglo XXI.

Asimismo, el coordinador de opinión del periódico La Jornada, Luis Hernández Navarro, convocó en una consigna clara y contundente a defender el legado de Hugo Chávez, al pueblo venezolano y al proceso bolivariano, de la misma manera cómo el comandante, con el diagnóstico a cuestas de una enfermedad terminal, salió a hacer campaña y derrotar a la derecha. Celebre es la fotografía en la que Chávez se dirige a un público que estoicamente, al igual que él, soportan el aguacero que les cae a raudales en ese evento de octubre de 2012, «Era el cierre de campaña, vestía una camisa azul y una camiseta roja. Era la imagen de un hombre fuerte, grande, que paradójicamente luchaba por su vida.»

En ese antes y después que significó la irrupción en la historia de Hugo Chávez, junto con los pueblos de América Latina que reclamaron «el gobierno de sus propios destinos», aún le alcanzó la osadía para, «como el Cid Campeador», volver a derrotar a la derecha después de muerto. La fotografía lo dice todo, pero obvia el sentido que dan las palabras y el lenguaje: posiblemente los interlocutores de Chávez soportaban el aguacero porque, contrario a la descripción de su segundo apellido, Frías, el calentaba con su voz la lluvia, era la voz del mañana, el preámbulo del ALBA… la disputa por hacer valer la historia de los pueblos de América.

*Marco Velázquez Cristo. Profesor Investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Fuente: Rebelión

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