El impacto de la crisis en el sistema de representación: ¿Nace una nueva central de trabajadores?

Compartir:

Revista Nº 126 (07/2018)

(situación nacional/política)

Gerardo Codina*

La potente crisis instalada por el accionar del macrismo no sólo tiene impacto en las finanzas o la economía real, sino que afecta profundamente el tejido social y opera sobre todo el sistema político. Esto es efecto de la experiencia de luchas de nuestro pueblo, de la apropiación de un nuevo horizonte de derechos y de la decisión de no resignarse que tienen las mayorías. En este marco no resulta sorprendente que también se esté reconfigurando la representación del movimiento de los trabajadores. Cuál sea el resultado, será decisivo para el tiempo histórico de la Argentina por venir. 

  1. El momento político que atravesamos
  2. Como un adicto después de una crisis de abstinencia, superada con la inyección de una nueva dosis de droga, Macrilandia comenzó a serenarse disfrutando de un renovado horizonte ilusorio de riqueza, gracias a la potente combinación de créditos del Fondo Monetario, fantasías de mercados emergentes y cháchara mundialista, propagadas hasta el hartazgo por la cadena nacional de medios de las grandes corporaciones. El resultado duró apenas una semana. Hasta que Argentina logró el pase a octavos de final en el Mundial de fútbol. Después volvió la incertidumbre. Ocurre que, como con toda droga, el efecto es cada vez más corto y, para repetirlo, sean siempre necesarias dosis mayores.Entre tanto, el divorcio de Macrilandia con la realidad cotidiana de la mayoría se acentúa. Esta es la verdadera grieta instalada por el experimento de la derecha duranbarbista, que ejerce con desenfado la hipocresía y miente todo el tiempo. La gente padece el empeoramiento progresivo de sus condiciones de vida, hasta el punto de que cada vez más se actualizan los fantasmas del 2001, trueque y ollas populares incluidos, mientras que un puñado de financistas engordan sus cuentas en el exterior a costa del saqueo sistemático de millones de argentinos.Sin embargo, engañan cada vez menos. Hace un par de meses, en una operación destinada a distraer al pueblo de sus preocupaciones diarias por el incesante incremento del costo de vida, la falta de trabajo y el acoso represivo, los principales operadores políticos del gobierno sacaron de la galera el conejo de la despenalización del aborto, mientras esperaban que llegase el mundial. Pensaron que rápidamente podrían contenerlo en los debates parlamentarios que, habitualmente, trascurren sin mayor repercusión pública. Se equivocaron. Esos debates no hicieron más que potenciar lo que trascurría en la sociedad.El movimiento de mujeres tomó su bandera y se multiplicó en cada espacio social, ejerciendo una insistente presión que logró dar vuelta en semanas la opinión pública y el voto de la mayoría de los diputados. En este momento llegó el turno del Senado, donde las cuentas son parejas y pueden sancionar un nuevo nivel de derechos laicos que reafirme nuestra democracia retaceada y malversada. En el camino, sufrieron daños colaterales. Al oficialismo le ha costado su fractura y el repudio de la derecha clerical que lo había acompañado en todo su recorrido desde los comienzos porteños del macrismo.

    Ahora el acuerdo con el Fondo viene con la exigencia de un acompañamiento mayoritario de las fuerzas políticas, incluyendo porciones considerables del variopinto tinglado opositor. Mala época para firmar ajustes y sociedades de hecho con un gobierno que se cae en picada en las encuestas, al que los “mercados” ya no le creen y que el año que viene puede ser derrotado en las urnas. Pocos en Macrilandia lo perciben públicamente. Pero aparentan creer que alcanza con algún poroteo, promesas y gestos del “círculo rojo”.

    El debate se dará ante todo durante la sanción del próximo presupuesto, aunque ya se notan las tensiones. La liga de los gobernadores peronistas, que ensaya una alternativa exitosa que pueda prescindir del kirchnerismo para 2019, señaló con picardía que el gobierno nacional era el que mayor déficit padecía y que mucho del mismo se debía a que financiaba servicios públicos, como el agua y las cloacas, que se suministraban sólo en la ciudad y la provincia de Buenos Aires. Le proponen una “solución” al macrismo que llenaría de incertidumbre la gestión de sus dos alfiles, Vidal y Larreta; transferirlos sin traspasar los recursos.

    No hay que esperar demasiado de los preocupados por la gobernabilidad del macrismo. El límite a su osadía parlamentaria será que para el oficialismo es preferible tener las manos libres para hacer a su antojo con el gasto público. Una prórroga del presupuesto actual serviría para eso. Quitarle al Jefe de Gabinete la potestad de asignar a su criterio las partidas sería, por el contrario, un recorte efectivo de los poderes discrecionales del Ejecutivo.

    1. El impacto de la crisis en el movimiento sindical

    La renovada crisis política, económica y social a la que nos ha conducido el “mejor equipo de los últimos 50 años”, también se ha hecho sentir en el movimiento sindical. Los tradicionales aguateros de la CGT se dieron cuenta que la marea se los podía llevar puestos o diluido la representación del conjunto del movimiento obrero que, a duras penas, todavía conservan. El tercer paro nacional que se realizó el lunes 25 de junio mostró una contundencia inédita, incluyendo a muchas pymes, expresiva del enorme descontento que existe en las calles y que Macrilandia no registra, o trata de negar.

    El doble juego de presiones, externas, por medio de la activa movilización de las dos CTA e internas, por el posicionamiento de los sindicatos industriales, las regionales cegetistas y de las seccionales del interior de las grandes uniones y federaciones nacionales, puso en el brete a la conducción del triunvirato y preanuncia una profunda renovación en agosto, cuando deba consolidarse un nuevo liderazgo. Por eso, el día después del paro fue de realineamientos internos, que ya se venían insinuando, y evaluaciones compartidas acerca de qué pasos dar hacia adelante, en un semestre que solo promete peores noticias.

    Desde el gobierno apostarán a fragmentar el frente unificado que estuvo en la base del éxito del paro. Éxito que no pudieron negar, pese a los dichos de Macri de que “no iba a cambiar nada”. De inmediato, rompió el dique que, infructuosamente habían intentado poner desde la Rosada a la paritarias. Primero, con una oferta extraña para supuestas negociaciones “libres”, de convalidar por decreto acuerdos en el sector privado por un 5% adicional al 15 inicialmente fijado como meta. Luego, negociando el mismo día del paro con la UTA y los ferroviarios subas del 26% para este año. Luego, con la aceptación resignada del incremento pactado por camioneros.

    Ahora vendrá una reapertura generalizada de las paritarias, que ya se empezó a producir, incluyendo al sector público. El reconocimiento de que todos los números previstos en la política económica para el año habían saltado por los aires y la fuerza del paro, terminaron por resignar el objetivo macrista de una quita real del salario convalidada mansamente por los gremios. No sucederá, aunque siempre la inflación sea más rápida que la suba de los salarios.

    El programa de ajuste en el estado, entre tanto, se intensificará, mostrando su rostro más violento en la represión a los docentes de Chubut, los despidos de Telam, el ahogo del Hospital El Cruce, el abandono vergonzoso del Plan Nuclear Argentino y un largo etcétera, con un gobierno intentando aislar esos conflictos que involucran a empleados públicos, de la solidaridad del conjunto de las organizaciones sindicales.

    Este accionar perverso tendrá complicidades eventuales entre los referentes de algunas de las grandes organizaciones sindicales de la CGT, los “gordos” e “independientes”, interesados en proponerse ante el oficialismo como valla de contención de la protesta social, a cambio de algunas monedas para sus bolsillos o sus organizaciones. Pero ese juego también estará condicionado a la evolución del malestar colectivo y la movilización que se genere desde las bases.

    Por lo pronto, se multiplican los gremios que se encuentran en conflicto por despidos, por salarios o ambas cosas a la vez, y se queda corta la posibilidad de una respuesta individual. Por eso, en todos lados empieza a hacerse sentir con fuerza la demanda de unidad y de un accionar colectivo que cambie el rumbo. El debate político que está planteado al interior del peronismo y entre las fuerzas de izquierda, también penetra con potencia dentro de las grandes organizaciones sindicales, que se están quedando sin argumentos para sostener la pasividad que mostraron hasta ahora.

    Se abre una oportunidad histórica. Que es la reunificación del movimiento de trabajadores. Algo que hace mucho no existe y eso que el movimiento sindical argentino acumula 161 años de historia de luchas, muchas veces heroicas.

    Por lo pronto, las conducciones de las CTA Nacional y de los Trabajadores anticiparon su voluntad de reintegrarse a las filas de la CGT, para participar de su vida interna, un movimiento que tarde o temprano deberá acompañar la otra fracción que opera con el nombre de CTA Autónoma. De darse así, dos grandes organizaciones nacionales, como son ATE y CTERA, más un conjunto de gremios más pequeños, pasarían a revistar en las filas de la principal central sindical, potenciando al sector más claramente comprometido con la confrontación ante el violento proceso de restauración neoliberal en curso, entre otros, los que militan en la Corriente Federal de los Trabajadores y el espacio del moyanismo, que comparten una historia de compromiso ante las reformas neoliberales del menemismo, expresada en aquellos años en el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) . Pero ese paso debe ser aprobado por el próximo Congreso Confederal de la CGT en agosto.

    Otro paso más audaz, pero que tiene padrinos dentro del moyanismo, sería abrir las puertas de la central de trabajadores a los movimientos sociales, en especial a la Central de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), en la que convergen los esfuerzos de la militancia del Movimiento Evita con sectores inspirados en la prédica social del Papa Francisco.

    Si así ocurriera, lo que requiere de una modificación estatutaria, la CGT resultante agruparía por primera vez a todos los trabajadores, activos y pasivos, ocupados y desocupados, en un solo frente, potenciando enormemente su capacidad de acción directa, como pudo verse también en el paro del 25. No se trató sólo de una suspensión de actividades. En muchos puntos del país, se salió a la calle para producir concentraciones en los espacios públicos y generar cortes de ruta, pese a la decisión de la actual conducción cegetista de frenar la movilización.

    Claro que estos cambios, y sus tiempos, habrán de responder al pulso de los acontecimientos políticos, económicos y sociales que se sucedan de ahora en más. Circunstancias inéditas incuban respuestas que tampoco tienen antecedentes.

    1. Crisis con final abierto

    El crédito del Fondo no resuelve ninguno de los problemas argentinos, por el contrario, los empeora, y agrega una condicionalidad política que el gobierno de Macri no podrá solventar. Es sólo droga para postergar el verdadero desafío de la hora, que es el relanzamiento de la Argentina productiva, entre otras cosas, para generar trabajo y los dólares que ahora se necesitan para pagar la inútil deuda astronómica gestada perversamente por el macrismo y que heredará el próximo gobierno.

    La unificación del movimiento de los trabajadores es una oportunidad histórica que, de alcanzarse, potenciará a todo el movimiento popular y generará una nueva correlación de fuerzas, que no tardará en expresarse en el campo político. Pero también la política tiene que ser capaz de interpelar esa enorme voluntad colectiva que emerge, gestando las propuestas y las herramientas de representación que permitan una alternativa al rumbo actual. Si no está a la altura de las circunstancias, la dinámica de la crisis no hará más que potenciarse y generar mayores daños todavía a una sociedad ya maltrecha.

*Gerardo Codina, Secretario General de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA), miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.                                                                                           

 

Deja una respuesta