Día de la Patria, Tedeum,tristeza y marginación social

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En el marco de un nuevo recordatorio del 25 de mayo de 1810, el blindaje de la Plaza, el aislamiento del gobierno y la carencia de festejos populares, fueron las características de una gestión que unifica medidas económicas neoliberales a políticas neoconservadoras y tradicionales. El retorno a los desfiles militares y la ausencia de participación ciudadana así lo demostraron. Recordando la tristeza de De la Rúa, hay poco para festejar de parte de una administración que hace de la entrega soberana y la dependencia económica su práctica cotidiana.

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El feriado del 25 de mayo trae a la memoria popular de la Argentina el recuerdo de un tiempo de ruptura con lo anterior, de un quiebre que significó la instalación del primer gobierno criollo frente a trescientos años de dominación española. Junto al 9 de julio, fecha de la declaración de la independencia, reseñan los hechos históricos cargados de una simbología cuya esencia encarnó la lucha por la libertad política de la nación. Si se hace una revisión del pasado, el recuerdo y la celebración de las acciones realizados por nuestros padres fundadores nos interroga siempre sobre el concepto de “Patria”. ¿Qué es la Patria? Una interpretación “errónea o interesada” difundió la falacia de relacionar o identificar la “Patria” con el territorio, lo cual hacía pensar, o hizo creer, que los dueños de la tierra eran los “propietarios de la Patria”. Si se seguía este proceso de deducción, la oligarquía terrateniente que consolidó su dominación a partir del genocidio de los pueblos originarios, era la “Patria”, el resto del pueblo solo una “chusma” complementaria. La idea de escribir una “Historia Oficial” al servicio de la mencionada clase dominante perduró desde la generación del ochenta hasta la irrupción de los movimientos nacionales y populares. Estas particularidades de los gobiernos tradicionales marcaron la exclusividad de los festejos patrios a un sector de la sociedad poniendo distancia de toda posible participación popular. Las luchas del movimiento obrero, los partidos políticos que comenzaron a demandar mayor participación ciudadana y la ruptura de la “deferencia” que llegó con la irrupción de las masas el 17 de octubre de 1945, pusieron fin a la vieja idea de una “Patria de pocos”. Los gobiernos nacionales y populares convirtieron los recordatorios del 25 de mayo y del 9 de julio en fiestas populares.

El reciente acto conmemorativo de la Revolución de Mayo reflejó un retroceso a la marginalidad de todo lo que proponía la participación del pueblo en estas celebraciones. El gobierno de Mauricio Macri no solo amuralló la Plaza de Mayo sino que, recordando los tiempos más tristes del Terrorismo de Estado, se limitó a realizar un desfile militar como si la fecha solo ameritara el accionar de las Fuerzas Armadas. Con estos actos formales y acartonados, la gestión macrista mostró su desinterés por la Historia. Ahora bien, mientras el presidente y su gabinete habían tomado extremas precauciones para evitar protestas callejeras o críticas y quejas sobre su gestión poniendo distancia de la “gente común”, el cuestionamiento a sus prácticas políticas vino de los actores menos esperados. La conducción jerárquica del clero católico, aliada de hecho con gobierno desde el principio, pronunció una prédica expresada en el tradicional Tedeum que sonó como una “cachetazo” en el rostro de todos los presentes. Las palabras del cardenal Mario Poli no solo incomodaron a los miembros del gobierno sino que le hicieron saber que la jerarquía eclesiástica tiene ciertos reparos en respetar los acuerdos con el macrismo y si se hace necesario pueden romper esa alianza. Evidentemente la administración Macri también comenzó a padecer las presiones corporativas, y el clero católico en Argentina no es una corporación que refleje un poder menor.

¿Qué fue lo que hizo posible el cambio de actitud del curato? La realidad siempre parcializada que puede indagarse, muestra que este gobierno se sostuvo mediante la compra de “voluntades y silencios”. La complicidad del Frente Renovador que le votó las peores leyes en el Congreso, de la burocracia sindical que funcionó como tapa de olla a presión para contener el conflicto social, y la de los representantes religiosos que con su “pecado de omisión” fueron corresponsables de los hechos que ellos mismos denunciaron, fue lo que hizo factible la impresentable y corrupta política de “Cambiemos”. Tal vez el 25 de mayo de este “año electoral” fue lo que motivó el cambio de actitud de la conducción clerical. Tal vez fueron razones más oscuras y desconocidas ya que, dejando en claro el permanente compromiso de lo “Curas de Opción por los Pobres” y su siempre coherente actitud evangélica, el resto de la jerarquía clerical junto a sus “tibios” sacerdotes coadyuvaron en la realización del daño a los más desprotegidos. Si los senadores y diputados traicionan a sus votantes, si los sindicalistas traicionan a sus trabajadores, y si a todo esto se suma el comportamiento análogo al de Judas Iscariote de parte del clero, ¿Dónde podrá depositar su confianza el Pueblo, o sea, la “Patria”?

El 25 de mayo como acto de recuperación de la propia Historia interpela siempre a la actualidad. El voluntarismo de muchos políticos de 1810, sus convicciones referidas a la libertad y la independencia del imperialismo, deben ser tomadas hoy como ejemplo para renovar el compromiso social y político en pos de frenar a quienes pretendieron eternamente volver a la “dependencia” en beneficio de sus intereses particulares. Solo la organización y el empoderamiento del Pueblo por el mismo Pueblo, liberará a este Pueblo de la opresión que sufre en la actualidad. Cuando los representantes elegidos por las mayorías defraudan el mandato popular, solo el “colectivo ciudadano” puede reconstruir la representatividad. Las elecciones de octubre pueden representar un medio más para recuperar la “Patria” que no es nada más ni nada menos que el conjunto de personas que la integran y con ella se identifican. “La Patria es el prójimo, la comunidad, el Pueblo”.

Claudio Esteban Ponce.

Historiador. Miembro dee la Comisión de América Latina de Tesis11

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