CRISIS MUNDIAL.

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Alberto Wiñazky* 

Desde comienzos de la década de los 70, se desarrolla en los países centrales una crisis estructural que afectó el régimen de acumulación de capital iniciado en la posguerra, llegando a su fin los años de crecimiento que transcurrieron entre 1945 y 1975.

Desde 2008, se asiste a una situación financiera explosiva, que ha incidido en  el conjunto de los países centrales y cuya solución no resulta previsible en el corto plazo.

Desde comienzos de la década del los 70, se desarrolla en los países centrales una  crisis estructural que afectó el régimen de acumulación de capital iniciado en la posguerra, poniendo fin al sistema monetario creado en Bretton Woods, cuyos pilares fundamentales fueron el establecimiento de tasas de cambio fijas, la creación de instituciones monetarias mundiales y ciertos límites a la movilidad de los capitales.

Comenzó esta crisis, con una caída en la tasa de ganancia derivada del elevado stock de capital, la sobreproducción de mercancías, el restringido consumo de los asalariados y el insuficiente flujo de las inversiones, motivado por las dificultades que tuvieron los capitales para encontrar oportunidades de inversión suficientemente rentables.en el sector real de la economía Los rasgos principales de este proceso tuvieron como eje el deterioro ocurrido en el ritmo de progreso técnico, ante el agotamiento del impacto de las innovaciones desarrolladas en los años veinte y treinta del Siglo XX, cuya aplicación signó la gran expansión capitalista de la posguerra.

De esta forma, llegaron a su fin los exitosos “treinta gloriosos”, que transcurrieron entre 1945 y 1975, cuando el proceso de acumulación en los países centrales, se centró en la reconstrucción y ampliación de los mercados internos. Dio comienzo así a un proceso en el que el traslado de los capitales hacia el sector financiero, tuvo como objetivo la búsqueda de inversiones más rentables, produciendo una acumulación de capital ficticio sin precedentes. Estos capitales fueron depositados en instituciones tales como grandes bancos, compañías de seguros y fondos de pensión que se encargaron de su valorización financiera, en un todo de acuerdo a lo que Marx llamó el fetichismo del dinero.

 Utilizando todas las posibilidades que ofrecen el transporte, las comunicaciones y el procesamiento de datos, se inició también la deslocalización de las empresas en los países centrales y el traslado hacia la periferia de gran parte de la producción real, desplazando permanentemente sus capitales entre las diferentes empresas y entre las distintas ramas en la búsqueda de menores costos salariales, con una importante fragmentación del mercado de trabajo. Símultáneamente, comenzó un modo de acumulación de capital a nivel mundial, signado por el predominio del capital financiero que se vio facilitado en los EE.UU. por la política de la Reserva Federal que avaló la falta de regulación y supervisión sobre el sistema financiero norteamericano, con la ley que anuló en 1988 la Glass-Stegall Act, de 1933, eliminando numerosas reglas a las que estaba sometido el sistema monetario desde el New Deal.

Como consecuencia de las escasas posibilidades de inversión en los sectores productivos, el capital financiero fue ejerciendo a nivel mundial una firme hegemonía sobre el conjunto del bloque de clases dominante, pero la crisis no fue el resultado de los excesos cometidos por el capital financiero, sino que estos excesos fueron una forma de superar las contradicciones derivadas de la tendencia a la caída de la tasa de ganancia que según Robert Brenner (2009) disminuyó entre 1965 y 1973, en el sector manufacturero de los EE.UU., un 43.5% y tomando el Grupo de los siete países mas desarrollados la caída fue del 25%. (Enrique Arceo-2011)

Es por eso, que el capital ha derivado enormes masas de dinero a la especulación financiera que fue tomando el centro de la escena y actualmente las transacciones diarias alcanzan a casi 4 billones de dólares, equivalentes a 25 veces el P.B.I. mundial y a más de 70 veces el valor de las acciones de todas las plazas bursátiles del mundo.

Asimismo, a partir de los años ochenta aumentó la desocupación en el centro y se reconstruyó el ejército industrial de reserva, se incrementó el proceso de des-sindicalización, la precarización del trabajo y el recorte de los beneficios sociales, ocasionando un fuerte cambio en las relaciones existentes entre las fuerzas sociales. A pesar de lo cual y como consecuencia de las recientes medidas de ajuste, los trabajadores españoles se han movilizado y han recuperado la confianza en el accionar colectivo, que contiene un salto cualitativo en su contenido político, porque se ha pasado de la demanda hacia los bancos y al sistema político, a la crítica al sistema capitalista como tal.

Esta política ha llevado desde los comienzos de los  años noventa, a un elevado desequilibrio externo, especialmente en los EE.UU., quien inició el proceso de endeudamiento a nivel mundial y que no solo se centró a nivel del estado sino que la deuda en los hogares de los EE:UU., llegó en el 2008 al 140% de sus ingresos, situación que se propagó a la mayoría de los países europeos.

En el 2008, la situación económica que se encontraba dentro de un largo período de estancamiento, desembocó en una profunda crisis financiera al implosionar la burbuja inmobiliaria norteamericana, provocando en ese año la desaparición de los cinco grandes bancos de inversión de los EE.UU. Pero ya en 2007 había ocurrido la virtual quiebra de las cajas hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, mientras que grandes instituciones bancarias como Merrill Lynch o Bear Stearns fueron protegidas gracias a un plan de salvataje por us$ 300.000 millones. Ante este panorama, es conveniente insistir que esta crisis está lejos de ser una crisis solo financiera, dado que la financierización de la economía es la consecuencia de la crisis productiva y no su causa y ello explica la profundidad y complejidad de sus efectos en el mediano y largo plazo.

Del mismo modo, hizo su aparición un nuevo fenómeno por el cual los países que impulsan la expansión de la economía mundial se sitúan en la periferia del sistema, pero sin dejar de tener en cuenta que el centro representa aún el 70% del producto mundial y China solamente el 10%, a pesar de ser el país que más ha crecido en los últimos años. Esto confirma que ante el potencial económico y militar de los EE.UU., que representa el 25% del PBI del sistema no es posible todavía, disputarle a este país la hegemonía mundial. (Enrique Arceo-2011). 

Otro dato que resulta interesante destacar ante esta crisis del capitalismo, es que desde la década de los noventa, la tasa de ganancia ha tenido un franco crecimiento en los países centrales. Una de las explicaciones posibles, es que por la enorme productividad capitalista más el control oligopólico del mercado, la fuerte limitación en la suba de los salarios, y un cierto restablecimiento del proceso técnico en algunos sectores productivos, se fue desvalorizando el capital constante, creando de este modo las condiciones para un ascenso de la tasa de ganancia.

En consecuencia, la crítica situación europea y la del Japón, (cuya deuda soberana es de us$ 2.5 billones y llega al 218,6% de su PBI), mas el bajo crecimiento de  EE.UU., todavía a salvo del contagio, indican ya un bajo crecimiento de la economía global. Según las previsiones de la FED la economía de los EE.UU. crecerá en 2012 solamente el 1,9%, con una deuda que llega al 102% de su P.B.I., con muy bajo crecimiento del empleo y caída de los salarios reales. Por lo tanto, todo hace prever que esta  crisis estructural del capitalismo prolongará este largo período depresivo, dado que los salvatajes se han dirigido exclusivamente hacia los bancos, mientras que los sectores más concentrados pretenden solucionar la crisis, restaurando la solvencia soberana con la aplicación de severos planes de ajuste. Pero la crisis del capitalismo no es una crisis de liquidez sino estructural y en ella se articulan la baja en la productividad del capital, la disminución del ritmo de crecimiento del progreso técnico, la caída de los salarios y la creciente inestabilidad macroeconómica.

 De forma tal que mientras continúe el discurso neoliberal, con el rechazo a la intervención del estado, la ineficiencia en la lucha contra las desigualdades, la defensa de la iniciativa privada como la única metodología que podría resolver la crisis, mas la hegemonía del capital financiero, no es posible prever una rápida solución, que en el sistema capitalista deberá pasar inexorablemente por la reinstalación de la inversión productiva.

Precisamente, todos los esfuerzos del sistema  están encaminados a tratar de evitar un colapso bancario, y el derrumbe de la zona euro, como lo demuestran los  desembolsos efectuados por la Unión Europea, con el fin de recapitalizar el sistema bancario que en conjunto totaliza en sus libros us$ 230.000 millones de deudas incobrables, mas una cantidad sideral de activos tóxicos. De esta forma, dentro de este plan de rescate se entregaron a Irlanda us$ 85.000 millones, a Portugal us$ 97.000 millones, a Grecia us$ 300.000.

En la reunión realizada a fines de junio en Bruselas, Ángela Merkel cedió en parte su rigurosa posición y así se logró facilitar la financiación de los países mediterráneos, con la recompra de los bonos en el mercado secundario más el rescate directo de la banca, permitiendo que no pasen por los estados los préstamos de capitalización, a cambio de la aprobación del pacto de crecimiento. Asimismo, se aprobó la creación de un cuasi Estado Federal con una unión bancaria, fiscal y presupuestaria y con un superministro al frente de las finanzas de los países endeudados, que supervisará la emisión de deuda. Tendrá el poder de inspeccionar los presupuestos y contará además con un estricto control por parte del BCE.  Pero todo parece insuficiente, ya que no será fácil comprar o rescatar la deuda que deberán emitir España e Italia en los próximos dos años, disminuir los niveles de los intereses y bajar el déficit fiscal en los períodos convenidos.

En España, se acaban de aprobar préstamos para el sector bancario por us$ 125.000 millones, denominado “de apoyo financiero en condiciones favorables, pero con el estricto asesoramiento del FMI, que no ha puesto condiciones de ajuste”, según las declaraciones de Luis De Guindos, ministro de economía español. Pero, todo hace prever que el endeudamiento externo de este país, de acuerdo con la Agencia de Calificación de Riesgos FITCH, se incrementará y llegará a fines de 2012 al 84% de su P.B.I. con 45.000 millones de euros más de lo previsto por el gobierno, y llegaría al 95.8% en 2015. Pero la banca necesitará un segundo rescate, dado que en los primeros cuatro meses de 2012 se retiraron fondos de los bancos por us$ 121.900 millones y por lo tanto las presiones sobre la deuda y el déficit aumentarán. El gobierno conservador de Mariano Rajoy inició en julio su cuarto plan de ajuste, que intentará recortar 65.000 millones de euros en los presupuestos 2012 y 2013, con la suba del IVA, el aumento de la edad jubilatoria, la disminución de los salarios a los empleados estatales, la reducción del seguro de desempleo, etc. que no traerá efectos favorables para la economía española (la prima de riesgo se encuentra alrededor de los 600 puntos) y por el contrario incrementará el desempleo y producirá la baja generalizada en el nivel de vida de la población. Por otro lado, la desocupación es creciente (casi del 26%, pero el desempleo juvenil se sitúa en el 51.5%) mientras se ha acentuado el desmantelamiento de las conquistas sociales como en los restantes países europeos, donde se ha exacerbado la xenofobia  y la caída de los salarios.

En cuanto a Grecia, con una deuda que llega al 150% de su PBI, el triunfo de la derecha en las recientes elecciones, ayudado por la cuantiosa propaganda del establishment, que logró crear una situación de temor en la población, permitió aplicar las posiciones más ortodoxas según los duros planes de la Troika. Pero, la desocupación es creciente, la actividad económica es casi nula, la recaudación cayó un 20% y los ciudadanos griegos continúan retirando sus depósitos bancarios en forma permanente desde el mes de enero y febrero, cuando en esos dos meses se retiraron entre 10.000 y 12.000 millones de euros del sistema bancario. Desde que se desató la crisis soberana griega, más de 72.000 millones de euros han salido de los bancos, la cesación de pagos se está volviendo inevitable y la crisis final se encuentra cada vez más cerca.

Irlanda ratificó en su momento y mediante un plebiscito, las decisiones de sus gobernantes de seguir adelante con los planes ortodoxos, que incluyeron un importante plan de privatizaciones y la socialización de una deuda privada impagable, mientras el ingreso de la población ya está por debajo del 15% de su pico máximo.

La crisis parece estar llegando también a Italia, donde el gobierno del tecnócrata Mario Monti, impone el segundo plan de ajuste, con recortes presupuestarios en el sector público que significarán el despìdo de un empleado cada diez. El PBI descendió el 0.8% en el primer trimestre de este año con relación al trimestre anterior, estimándose que a fin de año Italia perdería un 1.4% del PBI, pero la caída podría superar el 2%. El diferencial de riesgo por las transacciones a 10 años llegó al 6.3%, complicando la financiación de la deuda (120% del PBI) a mediano plazo. Mientras que Italia pagó el 5.3% de interés por 4.500 millones de euros en títulos de la deuda, cuando en abril-mayo había pagado el 2.34%.

Por otra parte, el Reino Unido tiene problemas similares a los de España e Italia, (ya lleva tres trimestres de caida en el P.B.I.) pero al no integrar la zona euro, se está endeudando en su moneda para refinanciar sus propios vencimientos, con un estado de las cuentas públicas similar a la de los países de la Eurozona.  Asimismo, el primer ministro Cámeron anunció que los planes de ajuste durarían hasta el 2020 y que las presiones financieras no terminarán en el corto plazo. Por otra parte, el banco Barclay manipuló la tasa Libor que sirve como referencia para los contratos en todo el mundo, demostrando la decrepitud que existe en el sistema que otrora era el centro de las finanzas mundiales, pero que actualmente se ha transformado en un país afectado por los ajustes y con una población harta de la corrupción de su sistema financiero.

Es evidente que la crisis del euro arrastra a toda Europa, que sigue debatiéndose en un interminable escenario crítico como parte de la crisis que afecta también al resto del mundo. Para algunos economistas, Italia será el próximo objetivo de la especulación internacional, mientras el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, sostuvo que “descarta cualquier negociación de las condiciones de austeridad impuestas a los países deudores, a través de los planes de ajuste para el sector público”. Esto prueba que en Europa existe un centro compuesto fundamentalmente por Alemania, Holanda, Austria y Francia (quien actúa como aparente mediador en este conflicto) y una periferia constituida por España, Portugal, Grecia, Irlanda e Italia, sometida tanto en términos económicos como políticos a los designios de los sectores más concentrados del capital, pero sin olvidar que las luchas, que se suceden en Europa,  entre las clases dominantes y las clases dominadas, son las fuerzas motrices que funcionan como palanca de las grandes transformaciones económicas y políticas de la sociedad y que la dinámica de la historia no solo no las ha cambiado, sino que muestra que mantienen toda su vigencia.

*Alberto Wiñazky, economista, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Enrique Arceo
El Largo Camino a la Crisis
Centro Cultural de la Cooperación-2011

Gerard Duménil – Dominique Levy
Crisis y Salida de la Crisis
Fondo de Cultura Económica-2007

François Chesnais – Comp.
La Mundialización Financiera
Losada-2001

Diversas publicaciones periodísticas
El País de Madrid, La Nación, Página 12, El Clarín, Tiempo
Argentino

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