Covid 19 y las pymes

Compartir:

Revista Tesis 11 (05/2020)

Edición especial de la Comisión de Economía

Alfredo A. Aguilera*

En el actual contexto de pandemia y en el futuro, tendrá importancia medular la política económica que aplique el gobierno respecto a la defensa y apoyo a las PYMES. Su aplicación como política de estado generará un horizonte que transciende lo meramente coyuntural. Algunas propuestas para un plan pyme.

En solo noventa días, el advenimiento de un virus ha conmovió todas las estructuras económicas y sociales a nivel mundial y ha puesto bajo cuestionamiento su validez y eficacia al momento de dar respuesta a las necesidades que la hora impone, dejando al descubierto profundas desigualdades sociales que hoy se convierten en la diferencia entre la vida y la muerte.

Sin abundar demasiado en el tema ya que forma parte tangible de nuestro diario quehacer, el mundo PYME también ha recibido el cimbronazo no anunciado y sufrido sus consecuencias.

Si bien aún reina el desconcierto dentro de las instituciones nacionales e internacionales que están más abocadas a salvar lo más inmediato y urgente que es la salud de la ciudadanía y la respuesta de los sistemas sanitarios, el freno a la economía global comienza a tener visos dramáticos por su extensión y profundidad.

Si tenemos en cuenta que cada punto de caída en el PBI significa la pérdida de miles de empleos y esto lo proyectamos a nivel global, nos encontramos ante una situación inédita en la que no es un problema localizado en un grupo de naciones sino que dado su generalización tendrá como consecuencia que  vastos sectores de la población mundial pierdan empleos.

En mayor o menor grado el mundo se dedica hoy en día a satisfacer las necesidades básicas de energía, transporte, comunicaciones salud y alimentación, quedando muchas otras actividades relegadas por no ser esenciales.

La reconfiguración de muchas actividades oscila entre una dificultosa reconversión de su esquema de servicios o su desaparición. En particular bares o locales gastronómicos, espectáculos, locales comerciales, turismo, transporte aéreo, cines teatros, etc.

La lista es demasiado extensa y ante la grave emergencia los “mercados” cuya único objetivo es el lucro, a nivel mundial no solo no tuvieron respuestas ante el nuevo escenario, sino que, como ya es habitual recurrieron al auxilio del Estado. Ese Estado tan denostado por el neoliberalismo debe salir en auxilio de los ciudadanos haciéndose cargo de sus ingresos, garantizando alimentación, salud y el mantenimiento de los servicios básicos que hacen a la vida en sociedad.

El estadio de emergencia sanitaria nos encuentra en un mundo en que la globalización y la lógica neoliberal han generado brechas insalvables entre el sector más rico (0.7%) que posee el 45% de la riqueza y el 71% que solo posee el 3%. La inequidad no solo generó descontento, los dejó desprotegidos ante la realidad de sistemas de salud desmantelados para ser entregados como negocio a grandes corporaciones. Pensemos un segundo, la salud y la educación tratados como mercancía. De primera para quien puede pagarla, pero siempre con el límite de no afectar la rentabilidad. Empresas que después de años de jugosas ganancias generalmente fugadas a paraísos fiscales, no “pueden” hacerse cargo de los salarios de sus empleados durante sesenta días y corren presurosos a despedir, suspender o recortar salarios a sus empleados, siendo el Estado el que termina haciéndose cargo de mantener económicamente a sus ciudadanos. Conste que me refiero exclusivamente a las importantes empresas multinacionales de enorme poder económico y no a las PYME que hacen ingentes esfuerzos por subsistir y sí realmente necesitan esa asistencia.

Volviendo al mundo previo a la pandemia, en lo global encontramos en el pasado numerosos alertas respecto a la posibilidad de una recesión a nivel mundial y que según se pronosticaba podría ser más profunda que la del 2008. En lo local nos encontrábamos con un panorama para nada alentador, aumento de la desocupación, cuatro años de retroceso en los índices de ocupación fabril, miles de PYMES quebradas, sectores productivos al borde de su desaparición y para completar lo complejo de la situación una enorme deuda externa con vencimientos imposibles de cumplir que ahogan todo intento de desarrollo y una dura renegociación de la deuda que traba todo tipo de proyección económica hasta tanto no esté resuelta.

El advenimiento del COVID 19 dejo al desnudo las falencias del “mercado” para resolver los problemas sociales y ha potenciado su inoperancia sobre todo en sectores como la salud privada diseñada para que sea un negocio rentable y no un servicio comunitario.

En el nuevo mundo planteado convergen múltiples desafíos. Estados más fuertes y eficientes en un contexto social con eje en la persona y su bienestar, con mayor equidad en la  distribución del producto del trabajo. Un nuevo pacto del mundo con el planeta cuidando la  única casa que nos cobija.

Dentro de esos desafíos fundacionales que nos depara el futuro, las PYMES cobran vital importancia pues ocupan mano de obra en su más amplio abanico, tanto de baja calificación como aquella que requiere preparación científica.

Vemos hoy el desempeño de laboratorios locales resolviendo en pocas semanas provisión de insumos necesarios en la actual emergencia sanitaria difíciles de adquirir a nivel mundial. Basta recordar los logros en áreas como energía atómica o satelital para mencionar algunas.

Muchas PYMES están en condiciones de asumir el desafío de sustituir importaciones y quizás generar exportaciones. Esto aún lo encontramos pese al abandono y el poco o nulo incentivo que la anterior administración tuvo para el sector PYME.

La actual tendencia mundial de no depender de terceros países respecto a la provisión de insumos básicos abre nuevas posibilidades para la generación de nuevas fuentes laborales de alta tecnología.

Si bien el panorama futuro es mucho más complejo por todo lo mencionado anteriormente, es momento para aplicar nuevas fórmulas de asociación entre estado, capital y trabajo. Generar nuevos vínculos entre la producción, las universidades y centros de investigación con escala zonal o nacional.

Ante la escasez de recursos por parte del Estado que muy probablemente sobrevenga producto del esfuerzo de mantener económicamente y brindarle cobertura alimenticia y de salud a vastos sectores de nuestro pueblo, se convertirá en esencial la precisión en el destino de las ayudas que pueda destinar al apoyo de las PYMES, en función de las necesidades de incentivar la mano de obra y el desarrollo de nuevas tecnologías y su aplicación dentro de un proyecto nacional que pueda trascender la duración de varios períodos presidenciales.

Dentro de los grandes cambios que probablemente se avecinen, en un mundo que clama y reclama por sociedades más equitativas; el cuidado del medio ambiente con la generación de nuevas tecnologías amigables con la naturaleza; el acceso a la vivienda digna e igualdad de acceso a la educación y la salud. Todo ello hace indispensable una planificación cuidadosa dentro de un proyecto de desarrollo para PYMES, reforzando las existentes o generando nuevas en función de las necesidades de un proyecto más grande y abarcador

Con esto último quiero significar que el tema de las PYME no es independiente ni autónomo, sino que está incluido dentro de un significante mucho más amplio, en el que los grandes lineamientos políticos sobre la clase de sociedad en que estarán insertos marcará los márgenes y características de su gestión y desarrollo.

Un tratamiento más detallado de esos lineamientos posibles, respecto a otros sectores de la economía lo encontramos en los trabajos que acompañan al presente en esta Edición Especial de nuestra revista.

Consideraciones generales para un plan pyme

Si tratamos de delinear un panorama futuro tendremos que considerar la situación mundial. Vemos que la caída del PBI de las principales economías superan los pronósticos más pesimistas. La duración de las restricciones impuestas por la pandemia tendrán incidencia directa sobre la caída del PBI mundial y en correlación el aumento de la desocupación y el descenso del comercio internacional. Las naciones ya dan señales de comenzar a cerrar sus economías priorizando su producción interna. Se agudizarán las disputas comerciales y las peleas por conservar o captar zonas de influencia en un mundo que pasado lo más crítico de la pandemia, encontrará ganadores y perdedores.

En función del devenir de esas variables las PYMES encontrarán un freno a su desarrollo o un terreno fértil para crecer.

En este contexto tendrá importancia medular la política económica que aplique el gobierno, en particular respecto a la defensa y apoyo a las PYMES. Su aplicación como política de estado trascendiendo el corto plazo genera un horizonte que transciende lo meramente coyuntural.

Algunas propuestas para un plan pyme

A continuación se tratará de formular algunas propuestas que pueden ser de interés y formar parte de un plan para PYME más abarcativo.

  • En la emergencia la implementación de planes que demanden mano de obra intensiva es prioritaria, muestra de ello es el plan de viviendas lanzado por el gobierno nacional.
  • Como las PYMES se encuentran en múltiples actividades de la más variada índole, otra de las medidas prioritarias es frenar  su deterioro  mediante políticas crediticias que las apuntale en esta situación tan crítica
  • Una vez superada la etapa crítica serán necesarias políticas económicas específicas para cada actividad, fomentando nuevas formas de colaboración o asociación entre Estado, sector privado, trabajadores. Además es necesario buscar vías de trabajo conjunto para transferencia de conocimientos que puedan brindar centros de investigación  y universidades, o contar con su asesoramiento técnico en temas específicos.
  • Intervención del Estado con el objeto de generar redes de PYMES o clusters que permitan la escala necesaria e indispensable para la incorporación de tecnología para reemplazar importaciones en una primera etapa y exportar en una segunda.
  • Será importante aprovechar experiencias en otros países adaptándolas a las necesidades y peculiaridades de nuestro país. Definir actividades que se consideren estratégicas ya sea por ventajas comparativas respecto a otros competidores extranjeros o por interés en lograr una independencia respecto a su abastecimiento. Potenciar aquellas que actualmente poseen un conocimiento y experiencia acumulada que las hace competitivas y con posibilidad de generar nuevas tecnologías aprovechando el conocimiento generado por nuestros científicos e investigadores.
  • Otra medida importante es generar polos productivos zonales como forma de potenciar las producciones locales, reduciendo los costos de producción y fomentando la radicación de industrias alejadas de los grandes centros urbanos.

Como se expresó anteriormente en el futuro inmediato la escasez de recursos y los altos niveles de desocupación y pobreza serán los problemas más acuciantes. Esa situación inevitablemente llevará a la necesidad de implementar con mayor precisión las prioridades de ayuda y fomento a las PYMES con el objetivo de lograr una respuesta más efectiva y rápida a las necesidades del pueblo. El fin de una política económica, en trazos gruesos, debe ser actuar sobre la desocupación y la pobreza, generar trabajos dignos con salarios acordes, distribuyendo en forma equitativa en la sociedad, la riqueza generada por el trabajo de ella misma.

*Alfredo A. Aguilera, miembro de la Comisión de Economía y del Consejo Editorial de Tesis 11.

Deja una respuesta