América latina y el caribe una región en plena lucha

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Revista Tesis 11 Nº 133 (04/2020)

(américa latina)

Roberto Papadopulos*

América latina y el Caribe se caracterizan hoy, por ser una región en plena disputa, con movilizaciones enormes. Diversos sectores populares, que en la lucha por sus reivindicaciones, ganan las calles construyendo conciencia y organización. Una región donde la pandemia que la afecta muestra, más crudamente, la crisis del proyecto neoliberal. El deterioro geopolítico de los EEUU y su idea de un mundo unipolar bajo su hegemonía. Una disputa abierta donde las luchas populares serán decisivas.

Un poco de historia

Todas las experiencias del neoliberalismo en la región, que habían comenzado en los años 70 con el golpe de estado de Pinochet contra el gobierno de Salvador Allende, agravaron significativamente la crisis. Las medidas y acciones de los gobiernos de derecha impulsados por el imperialismo, en particular por los Estados Unidos, de promesas de bienestar y desarrollo económico y social, terminaron en un fracaso total.

Las cifras registradas a fin del siglo muestran las consecuencias de las recetas neoliberales. La pobreza trepó al 43,8% y la indigencia cerca  del 19%. Proceso que, según el Banco Mundial de Desarrollo, es producto de la mala distribución del ingreso. En la última década del siglo pasado el Coeficiente Gini en la mayoría de los países de América latina estaba entre 0.639 Brasil, 0,578 Argentina, y 0,500 en Venezuela. Bajo la consigna de “achicar los estados para agrandar el país”, se privatizaron importantes recursos naturales, se abandonaron áreas esenciales como, la salud y la educación.

Se aceleró la financiarización de la economía y las medidas para garantizar la recuperación de la cuota de ganancia de los grandes grupos económicos transnacionales. Se fortaleció la globalización y el mundo unipolar. Años, donde el objetivo fue modificar el sentido común para construir  “consumidores”. Desplegar y naturalizar el individualismo. Para ello instalaron dictaduras cívico-militares que, argumentando la necesidad de luchar contra “grupos subversivos y el comunismo”, produjeron genocidios contra quienes, de una u otra manera, luchaban contra estas políticas. Liquidaron las democracias y la soberanía popular. Lograron- doctrina Monroe, Consenso de Washington, los aparatos represivos, y la mayoría de los medios de comunicación-disciplinar a una parte de los pueblos y conseguir gobiernos que aceptaran las recetas neoliberales.

Pero las mayorías populares no se doblegaron y las luchas que se desataron contra la grave crisis económica, política y social, el crecimiento de múltiples y nuevas organizaciones sociales y políticas, crearon las condiciones para que en el inicio del siglo XXI se instalaran gobiernos democráticos y populares en varios países de la región.

Una década de grandes cambios

Los gobiernos,  de Chávez y Maduro, Lugo,  Lula y Dilma, Néstor y Cristina,  Correa, Tabaré Vázquez y Pepe Mujica, Evo Morales, algunas experiencias de Michelle Bachelet y la Cuba de Fidel,  reconfiguraron el mapa de América del Sur y el Caribe. Surgió un nuevo momento, tal vez histórico, en el “patio trasero” de la principal potencia del imperialismo.

 Por acción de estos gobiernos populares, se logró la restitución de muchos derechos económicos, políticos y sociales para vastos sectores de trabajadoras, trabajadores y capas medias de la ciudad y el campo. El sentido general de las medidas fue enfrentar las consecuencias que los planes del neoliberalismo habían instalado en la región. Se disminuyó la pobreza del 43,8% al 28% y la indigencia del 18% al 12%. La cantidad de pobres pasó de 225 millones a 167 y los indigentes de 99 millones a 71. Se crearon planes como la Bolsa de Comida, la AUH de ayuda a los sectores más humildes. Se reestatizó y amplió el sistema jubilatorio que permitió incrementar las asignaciones. Se mejoró los sistemas salud pública, se elevó los presupuestos educativos y amplió la infraestructura en los niveles preescolar, primaria, secundaria y universitaria. Creció la inversión en ciencia y técnica. En Venezuela se nacionalizó la renta petrolera, las riquezas naturales y varias empresas importantes y en Bolivia se avanzó en el control de los recursos naturales. Se impulsó la unidad de la Patria Grande, como objetivo estratégico. Se reforzó el MERCOSUR, impulsó la construcción de la UNASUR, la CELAC, se delineó la formación del Banco del Sur, él ALBA y se logró derrotar, en Mar del Plata, el proyecto del imperialismo norteamericano de la construcción del ALCA, que tenía el objetivo atar  y subordinar América latina a su política. 

 Los dos proyectos

Ese período transcurrido desde los años 70 del siglo XX y la primera década del XXI, muestran con claridad cuál es el contenido de los proyectos en pugna. Uno el proyecto neoliberal que sostiene el gran capital financiero, las transnacionales, gran burguesía de la ciudad y del campo, con un estado al servicio de sus intereses. Cuya nave insignia, es el imperialismo de los EEUU y su actual presidente Donald Trump. El otro nacional y popular, impulsado por la mayoría organizaciones políticas y sociales del campo popular. Con la participación activa del estado, la defensa de los recursos naturales y la soberanía nacional, la distribución más equitativa de la riqueza, la ampliación de los derechos y la profundización de la democracia. La unidad de la Patria Grande. Proyecto, que con la participación activa y directa de las trabajadoras y trabajadores y él pueblo, deberá avanzar en construir una sociedad, justa, equitativa, democrática y de paz.

 Hoy, a la luz de la terrible pandemia de la Coronavirus (COVID-19), apareció más claro, las dos concepciones con la que se encara la lucha contra la misma. La mirada neoliberal que dice que la economía y los negocios son más importantes que la salud de los pueblos. Que no se debe parar la economía, que la ayuda y medidas económicas deben ser para salvar a los bancos y las empresas. Que si es necesario despedir a los trabajadores sin atenerse a las leyes y preocuparse por su futuro. Que muestra la falta de políticas para asegurar la salud de los sectores de más bajo nivel. Ejemplos; la acción de los gobiernos de EEUU, Chile y Brasil.

 Frente a esta concepción, la que despliegan los gobiernos nacionales y populares que priorizan salud pública y todos los instrumentos económicos al servicio de los pueblos.  Ejemplos, Cuba, con su capacidad sanitaria y su inmensa actitud solidaria. Venezuela y Argentina, con gobiernos que ponen su capacidad en el cuidado del pueblo.   

   Una reflexión

La década de gobiernos populares, las importantes conquistas de derechos y los avances en los niveles de distribución de la riqueza no significaron la derrota de las fuerzas del neoliberalismo. Estas se reagruparon, crearon nuevas organizaciones políticas, incorporaron otras estrategias y mejoraron su discurso. Sus armas principales no son, solo los golpes de estado y la diplomacia del garrote.  Sus tanques son también los llamados golpes blandos, los medios de comunicación, con las fake news y la posverdad. La difamación de los gobiernos populares y sus dirigentes, a quienes persiguen, desprestigian y con la complicidad de una parte de la justicia encarcelan. Ejemplo de estas estrategias son la destitución Lugo en Paraguay, Zelaya en Honduras. La difamación y encarcelamiento de Lula en Brasil, Correa en Ecuador y la persecución de Cristina Fernández en la Argentina.

Por nuestra parte, no pudimos construir una fuerza con hegemonía popular, y un relato para enfrentar la contraofensiva neoliberal y sostener al bloque popular para darle continuidad y profundizar los cambios económicos y políticos necesarios. Los dueños del poder fueron golpeados pero no derrotados.

Estas insuficiencias y dificultades, que la propia acción del neoliberalismo puso de relieve, son las que aparecen en esta etapa que se caracteriza por la existencia en la mayoría de los países de la región de gobiernos neoliberales, salvo Argentina, México, Cuba y Nicaragua y el despliegue de importantes movilizaciones de vastos sectores, juveniles y de mujeres en particular, que resisten las políticas y abre las perspectivas de una nueva ola de gobiernos de signo democrático y popular.

Innumerables y masivas luchas recorren la región. Las de Argentina que forzaron una unidad táctica, y derrotaron, en las urnas, al proyecto neoliberal de la alianza cambiemos, En México, la unidad alrededor del dirigente Andrés M. López Obrador, que corto el ciclo de gobiernos neoliberales. En Chile las inmensas movilizaciones mantiene en jaque desde el 18 de Octubre al gobierno de Sebastián Piñera y su proyecto neoliberal y represivo. Los paros generales y las inmensas movilizaciones en Colombia. La resistencia, de las trabajadoras, trabajadores y pueblos originarios, al sangriento y reaccionario golpe de estado en Bolivia. La multitudinaria y ejemplar movilización de las mujeres, que extiende de formas por todos los países de América Central y del Sur por ampliación de todos los derechos, demandas que atacan las bases del neoliberalismo. (Ver artículo de Manuela Expósito). En Venezuela donde las mayorías popular se movilizan contra los planes del imperialismo de invasión, su criminal bloqueo y en defensa de derecho a elegir el gobierno que decidan las mayorías. En Ecuador la decisión de los sindicatos y la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) de movilizaciones para enfrentar el paquetazo de ajuste de Lenin Moreno. En Costa Rica movilizaciones contra la Ley que limita la huelga. Hondura las movilizaciones por los Derechos Humanos y Panamá las acciones de estudiantes y docentes contra las reformas, que llevan cinco semanas.

La disputa está planteada. Por un lado el capitalismo en su momento neoliberal, en medio del fracaso y la crisis del 2008, la última de la que  aún no se puede reponer y las fuerzas populares en creciente despliegue y lucha, gestando sus organizaciones y sus dirigentes. Ampliar el debate ideológico, político y la unidad de acción, para profundizar los cambios, se presenta como una exigencia de la hora actual. 

*Roberto Papadopulos, periodista, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.

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