América Latina: Entre la nostalgia revolucionaria y la globalización neoliberal

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(américa latina)

Claudio Ponce*

“La cultura neoliberal no es más que una construcción discursiva que enmascara al viejo capitalismo imperialista. Se expresa cual si fuera un pensamiento profundo y revelador de una nueva forma de vida que supone el fin de los conflictos ideológicos, cuando en esencia, solo es una versión lavada del “Darwinismo Social Spenceriano” del siglo XIX. En sí, es una expresión del mismo régimen capitalista con renovadas formas de dominación. Los fundamentos de este sistema, el individualismo, el autoritarismo y el imperialismo, intentan ser ocultados en el presente por medio de una difusión publicitaria de palabras huecas que solo buscan persuadir a un público cegado por el egoísmo y el temor a la libertad. ¿Qué influencia tuvo, y tiene aún en el presente, el sistema neoliberal en América Latina? ¿Se ha logrado imponer el neoliberalismo en todos los países del mundo? ¿Está en crisis el capitalismo neoliberal? ¿Es posible liberarse de la dominación de este sistema?

El neoliberalismo es la construcción ideológica del capitalismo tardío. Es la consecuencia del devenir de este mismo sistema que desde el siglo XIX se mostró en su fase superior imperialista como el promotor de las dos guerras mundiales del siglo XX. Estos conflictos, fruto de la crisis interimperialista, tuvieron su nacimiento a partir de la segunda fase de la revolución industrial y la disputa por los dominios coloniales. Sin ánimo de incurrir en una visión reduccionista o simplista de la historia, los grandes problemas del siglo XX fueron el resultado del devenir dialéctico de estas confrontaciones. La competencia capitalista, la “necesidad” de la expansión colonial buscando la materia prima para el industrialismo en pleno crecimiento, originaron los conflictos internacionales desde la “paz armada” hasta la revolución rusa, desde la primera guerra mundial hasta la segunda gran conflagración donde se disputó la potestad del orbe contra el fascismo y el nazismo. Luego de las dos trifulcas planetarias, la dominación europea dejó paso al imperialismo estadounidense que lidió por la hegemonía mundial con la Unión Soviética durante la segunda mitad del siglo XX. En ambas potencias, aún con marcadas diferencias, se mostraron algunas analogías en la política exterior con una fuerte intervención en Estados extranjeros.

En medio de esta tensión conocida como “guerra fría”, se desarrollaron las luchas de los países del Tercer Mundo. Los procesos de descolonización en las naciones africanas y asiáticas, la Revolución China como fruto de la misma lucha, y los movimientos nacionales y populares en América Latina, marcaron el grito de los pueblos que pregonaban la liberación frente a los intereses de las nuevas potencias rectoras del contexto mundial. Respecto de la situación particular de la coyuntura latinoamericana, se observó en la mayoría de sus países constantes luchas contra las intromisiones de EEUU que, tanto de forma directa como indirecta,  irrumpió en la política interna de dichas naciones. La gran potencia del norte acordaba con las oligarquías vernáculas de los Estados de América Central y del Sur, la violación de todo tipo de institucionalidad, independencia económica o soberanía política. Con ésos sectores minoritarios de la sociedad, negociaba un mayor beneficio para sus intereses sectoriales a cambio de mayor dominio estadounidense. Solo en los gobiernos nacionales y populares se les pudo poner un freno al avasallamiento del imperialismo norteamericano.

El continente latinoamericano padeció la violencia del imperialismo capitalista durante todo el siglo XX. Desde el fin de la segunda guerra mundial el gobierno de EEUU se encargó de sabotear toda posible democratización en los países de América Latina, impidiendo cualquier proceso de transformación sociopolítica y utilizando para ello la metodología de los golpes de Estado cívico-militares que garantizaran los intereses angloamericanos. Bajo el pretexto de la doctrina de Seguridad Nacional y la defensa de las “fronteras ideológicas”, destrozaron todo Estado de Derecho paralizando el desarrollo democrático en la región. Frente a esta complicada coyuntura surgieron nuevas ideas que proponían como objetivo estratégico la liberación en el plano político, económico, social y cultural en todo el continente. La Nueva Izquierda Latinoamericana, la influencia de la Revolución Cubana junto a otros intentos transformadores, como así también la preponderancia de las creencias de origen cristiano vinculadas a la praxis revolucionaria, fueron un modo de afrenta y resistencia al imperialismo extranjero. El clima de una época de cuestionamientos al capitalismo mundial durante las décadas de los años sesenta y setenta, favoreció el desarrollo de los movimientos revolucionarios en América Latina. En este marco internacional donde se puso en tela de juicio al propio régimen liberal y plutocrático dominante, se generó como mecanismo de preservación del sistema lo que se dio a conocer como el neoliberalismo, una propuesta de la clase dominante que representaba el capital concentrado. Estas ideas, nacidas en las entrañas de los países imperialistas, fueron acompañadas por supuestos “fundamentos filosóficos” que se presentaban como el único pensamiento válido para comprender el progreso ilimitado del capitalismo. Para ello era necesario también un cambio en las relaciones y los modos de producción del capitalismo tradicional. Los supuestos del “fordismo” fueron suplidos por la experiencia del “toyotismo”, y la idea de la producción para el consumo masivo quedó obsoleta y anti-económica. El modelo del Estado de bienestar keynesiano, aquel que se apoyaba en un Estado fuerte y había preservado el sistema en la crisis de 1929, debía ser  reemplazado casi en su totalidad por una forma de organización política donde la injerencia estatal sería mínima y su obligación para con los ciudadanos quedara librada a las “responsabilidades individuales”. A su vez, esta propuesta fue acompañada por un sustento teórico que intentaba argumentar que la Historia había llegado a su fin, y que toda forma de pensamiento totalizador debía ser reemplazada por el extremo relativismo de la corriente posmoderna que se proponía aniquilar todo compromiso colectivo. ¿Dónde probar la factibilidad de semejantes ideas?

El modelo neoliberal se experimentó violentamente en los países del Tercer Mundo. A partir de la “crisis del petróleo” entre los años 1973 y 1976 se encontró el momento oportuno para implementar estas políticas mediante la represión brutal de todos los movimientos revolucionarios. En América Latina, la política exterior estadounidense logró imponer y avalar dictaduras en todos los países del continente. Esos gobiernos autoritarios que quebraron el orden institucional en toda la región, se instalaron aplicando como método el Terrorismo de Estado y la violación sistemática de los derechos humanos. El gobierno estadounidense diseñó un plan operativo para destruir todo intento de lucha política y aplicar por medio del terror estatal las prácticas neoliberales. El “plan cóndor” no solo fue la coordinación de tácticas militares para perseguir a los “subversivos” de origen marxista, sino que fue la imposición por medio de una violencia salvaje de políticas experimentales fundadas en las ideas neoliberales. Para lograr ese objetivo se utilizaron las metodologías más crueles y sanguinarias nunca vistas en los pasados gobiernos de facto. Las torturas, los asesinatos y las desapariciones de los cuerpos para infundir el miedo en toda la sociedad tuvieron además un objetivo estratégico a cumplir por los intereses extranjeros. El neoliberalismo fue impuesto a través de una violencia que provocó la desaparición física de la mayoría de los miembros de una generación que se había mostrado combativa y revolucionaria. Esta “ideología” en América Latina  estuvo ligada en su origen al terror y al genocidio implementado por la derecha tradicional.

El retorno al Estado de Derecho no alcanzó para quitarse de encima esa herencia pestilente que se había impregnado en las sociedades americanas. Es más, hubo experiencias neoliberales en casi todos los países de la región aún en los tiempos pos dictatoriales.  La continuidad pinochetista en Chile, el menemismo en Argentina, Collor de Melo en Brasil fueron algunos ejemplos de esta política “genuflexa” al imperialismo. El costo fue elevadísimo, pero aún así se pudo llevar a cabo dicha continuidad por los logros culturales de las dictaduras precedentes, ya que la prédica despótica se había internalizado en amplios sectores de una sociedad contaminada de carácter autoritario. El neoliberalismo tuvo una elevada influencia en Latinoamérica y en el mundo en general después de la desintegración de la URSS. El fracaso del socialismo soviético rompió el equilibrio de la “guerra fría” y fortaleció al imperialismo de los EEUU que vio su oportunidad de convertirse en la única potencia hegemónica. La década de los años ochenta fue el auge del neoliberalismo en occidente aunque en los países centrales sus medidas económicas nunca se pusieron en práctica como se hicieron en el Tercer Mundo. En el Reino Unido y  en los EEUU hubo flexibilizaciones laborales y quita de derechos a los trabajadores pero jamás se llegó a la ausencia total del Estado como lo fue en América Latina. El neoliberalismo se difundió en todo el mundo pero no se puso en práctica de la misma forma ni se aceptó en todos los países por igual, fue el renovado argumento de la dominación.

En América Latina, durante los primeros años del siglo XXI, el resurgimiento de movimientos populares que se concretaron en gobiernos de características progresistas, resistieron la invasión del neoliberalismo en el continente. Durante más de una década parecía que los vientos de transformación eran imparables, pero el imperialismo no estaba debilitado ni mucho menos derrotado. La contraofensiva del poder económico concentrado fue feroz, esta vez dejando de lado a los militares que antes hicieran el trabajo sucio, y optando por nuevas formas de desestabilización democrática denominada “golpes blandos”. Estas heterogéneas formas de embestir contra los gobiernos democráticos mediante la intervención directa en los poderes judiciales en complicidad con los medios masivos de comunicación, hicieron estragos en Latinoamérica. Luego de la primera década del siglo XXI, años más años menos, la derecha oligárquica ligada al imperialismo volvió a irrumpir en los gobiernos de los principales países de América Latina. Otra vez las ideas neoliberales retornaron con el gastado discurso de la corrupción del populismo y las mentiras de la meritocracia, otra vez la regresión al ajuste naturalizado por medio del engaño, difundido en términos de Pierre Bourdieu, por el “Fast Food Cultural” de la televisión y el conglomerado de medios concentrados, otra vez la misma desgracia.

El neoliberalismo no pudo conquistar el mundo pero lo sigue intentando. Si bien el capitalismo neoliberal está en crisis, eso no significa la debilidad del imperialismo, por lo tanto, la forma de comenzar a socavar y destruir los cimientos de este sistema contrario a la vida humana y a la propia naturaleza, es a través del desarrollo de una consciencia revolucionaria que proponga los fundamentos ideológicos de un “neo-socialismo”. Es decir, una política donde prime lo colectivo por sobre lo individual, donde primero esté el semejante y luego el “yo”, donde iniciemos un proceso de construcción colectiva mediante la educación ligada a  una praxis social que supere la dialéctica que nos plantea el capitalismo. Mientras el camino para las nuevas experiencias está abierto, pareciera que México intenta tomar ese sendero, Bolivia sigue firme en el mismo con buenos resultados y la Argentina parecería retomar lo realizado antes de la maldición macrista. La Historia dirá si se logra un “Nunca Más” al imperialismo neoliberal, pero depende de nosotros. El imperialismo es el objetivo a eliminar, no es un concepto vacío, es el poder económico concentrado pero a la vez es el egoísmo internalizado en cada persona que intenta dominar a otra. No importa el tiempo que lleve una revolución cultural, solo importa saber que aunque parezca una quimera, la liberación del capitalismo imperialista y la construcción de un nuevo socialismo son posibles si los pueblos se lo proponen como meta.  

*Claudio Esteban Ponce, licenciado en historia, miembro de la Comisión de América Latina de Tesis 11.

Una respuesta a “América Latina: Entre la nostalgia revolucionaria y la globalización neoliberal”

  1. Susana Navarro dice:

    Excelente y doloroso recorrido del daño realizado por el capitalismo neoliberal, en nuestra Patria Grande!
    Mejor aún, la “receta”: lo colectivo por sobre lo individual / primero el semejante y luego el “yo” / construcción colectiva mediante la educación ligada a una praxis social que supere la dialéctica que nos plantea el capitalismo.
    Llevemos adelante esta idea, que sea, como propone el autor, la meta de nuestros pueblos!

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