La crisis política actual en Israel

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La crisis política actual en Israel no es una sorpresa. Se ha venido gestando ya tiempo atrás por motivos de diversa índole.

Para enunciarlos someramente, podríamos poner el acento, en primer lugar, en los problemas causados por la falta de paz con los palestinos, una de cuyas causas principales, del lado israelí, es la ocupación de lo territorios conquistados después de la guerra de 1967.

A partir de sucesivos acuerdos frustrados, se han creado centros de reacciones palestinas dentro de la llamada línea verde, que marca la frontera de Israel previa a esa guerra; y en forma concomitante, manifestaciones nacionalistas de parte de israelíes, tanto en la población en general como en los centros de poder.

Desde dichos centros de poder se han cultivado dos temas que son la inseguridad y el temor, lo que de alguna manera legitimaría la continuidad de la ocupación y la legislación de Israel como Estado Nación del Pueblo judío. Estos dos elementos han provocado repercusiones en el área de las relaciones internacionales que en un efecto dominó, influyeron en el reconocimiento del Estado Palestino en ciernes por parte de varios países europeos; y junto con esto se acrecentaron las amenazas de boicot a las producciones de los territorios ocupados, el aislamiento de Israel en las relaciones internacionales y su posible repercusión sobre la economía israelí.

En el orden interno esta situación determinó un endurecimiento de las posiciones políticas de los partidos de la derecha israelí, lo que es uno de los elementos que condujeron a la crisis actual.

En el planno económico, la política del actual gobierno llevó a una acentuación de la desigualdad y a un empeoramiento de las condiciones de vida de las capas pobres y medias.

A estos conflictos tenemos que sumarle problemas ligados a la idiosincracia de los principales protagonistas de esta crisis

Trataré de describir algunas características de este gobierno para hacer más comprensibles las consecuencias que acabo de describir.

El gobierno actual fue desde el comienzo un gobierno muy heterogéneo. Su líder Netanyahu, dirigente del partido Likud, de derecha nacionalista, ha puesto todo su empeño en dilatar, hasta el infinito, las conversaciones de paz con los palestinos, para agotarlos por cansancio inventando cada vez nuevos obstáculos, además de los que ya existen en una negociación de esta naturaleza. Netanyahu participa de la ideología del Gran Israel , vale decir de la idea de que Israel debe dominar de una manera u otra la totalidad de la Palestina Histórica por razones de seguridad.

Esta ideología es dominante en su partido, que ha sufrido un proceso de derechización y de desplazamiento de elementos legalistas, como resultado de un infiltración de políticos provenientes de los asentamientos en los territorios ocupados en su comité central. Este proceso ha llegado a tal punto que hay dirigentes tradicionales del Likud que han renunciado a la vida política porque su partido ha cambiado y ya no los representa.

Otro aspecto muy importante en el pensamiento politico de Netanyahu es la necesidad de impedir, a toda costa, el desarrollo atómico de Irán, al que considera una amenaza vital contra Israel. En ese entido ha tratado de movilizar a líderes políticos de los Estados Unidos y de Europa, pero estos han optado por la búsqueda de un solución negociada, apoyada en presiones económicas.

En su gabinete había otros dos partidos de derecha, el partido La Casa Judía, religioso mesiánico que representa a elementos imbuídos de la idea de la ocupación de toda la tierra para acelerar la llegada del Mesías; y que postula la ocupación del llamado Monte del Templo, donde estuvo en la antigüedad el templo de Salomon y donde están en la actualidad la mezquita del Aksah, lugar santo del Islam, y el santuario, también musulmán, de la Cúpula de la Roca.

Su idea es que Jerusalém no será realmente liberada hasta que se reconstruya el templo, con todos sus rituales, en lo que llaman La Jerusalem Edificada. Tienen una gran similitud de miras con los representantes del ala de ultraderecha del partido Likud. Es fácil comprender que los intentos de ocupar la zona que abarcaba el templo de Salomón o de orar en ella, podría llevar, al margen de cualquier consideración histórica, a una guerra desastrosa entre Israel y el mundo islámico, y que fácilmente podría llegar a transformarse en una tercera guerra mundial.

Otra característica de este grupo es que tiende a profundizar la influencia del judaísmo ortodoxo en todas las esferas de la vida del país. Tienden a anular el equilibrio de un estado con dos componentes de igual peso: un Estado Judío y Democrático que ha sido la norma ideal hasta hoy, aunque con muchas imperfecciones, en detrimento del componente Democrático; y el incremento del aspecto religioso ortodoxo. En el gobierno había también un tercer partido de derecha, Israel Nuestra Casa, formado principalmente por inmigrantes provenientes de la ex Unión Soviética, que es nacionalista laico; y propone, por una parte, una limpieza étnica de buena parte de la población árabe israelí mediante el traspaso del área poblada por ellos al futuro Estado Palestino a crearse, y por otra, un modelo de país laico, liberado de buena parte de la legislación religiosa que hoy en día traba su funcionamiento.

Junto a estos partidos de derecha, había dos partidos de centro, Hatnua y Yes Atid. El primero preocupado sobre todo por los problemas de la paz con los palestinos y por la imagen internacional de Israel, y el segundo preocupado por los problemas de las capas medias de la población, empobrecidas por la política capitalista extrema de Netanyahu. En la oposición estaban el Partido Laborista, de centro izquierda; el partido Meretz, de izquierda; el partido Comunista binacional, y los partidos árabes de Israel, que van desde corrientes islamistas hasta posturas de coexistencia más moderadas.

Al margen, sin ser parte de este gobieno ni aliarse a los otros partidos de la oposición, estaban dos partidos ultrareligiosos, uno sefaradí, más nacionalista, y otro asquenazi. Vale decir, europeos, americanos, y sus descendientes, más prescindentes en política y centrados en la conservación del statu quo religioso.

Las contradicciones dentro de esa coalición se manifestaron especialmente en el eje guerra – paz con los palestinos y en la política económica. En el primer eje, mientras Livni, dirigente del partido Hatnua y encargada oficialmente de la negociación con los palestinos trataba de adelantarlas, Netanyahu las dificultó creando problemas innecesarios, como su insistencia en que Israel fuera declarado como el Estado Nación del Pueblo Judío, posición inaceptable para los negociadores palestinos.

Y en el plano económico en la discusión acerca del presupuesto, en la cual Lapid, dirigente del partido Yes Atis, insistió en dedicar más fondos a mejorar la situación de las capas pobres y medias del país, afectadas por el costo creciente de los alimentos y de la vivienda.

Era inevitable que el cúmulo de contradicciones que se iban creando estallara y esto ocurrió en la forma del despido, por parte de Netanyahu, de los ministros de los dos partidos centristas, Hatnua y Yesh Atid. Como consecuencia de esa actitud, la coalición quedó sin mayoría parlamentaria y se tuvo que disolver al parlamento, hecho que ocurrió el 8 de Diciembre del 2014; y convocar a elecciones para el día 17 de Marzo del año próximo, quedando en el poder un gobierno interino, presidido por Netanyahu

Se abre así un período de expectativa y de gran actividad política. Como ningún partido solo tiene la fuerza suficiente para formar gobierno, se trata de formar coaliciones: primero alianzas de grupos de partidos, luego la unión estratégica de estos grupos en dos bloques, uno de centro derecha, derecha, derecha extrema y otro de centro izquierda que podría formar una alianza electoral con partidos árabes.

En este momento parecería que el bloque de centro izquierda tendría mayores posibilidades de ganar, pero en un lugar del mundo tan inestable como es éste, en un período de tres meses puede haber acontecimientos regionales que aumenten la tensión, lo que es siempre favorable a la derecha; o deserciones personales de un bloque a otro que modifiquen la situación.

Es necesario tomar en cuenta que esta no es otra elección más, sino una encrucijada en el camino de Israel que puede determinar su futuro y el de países vecinos.

José Alberto Itzigsohn

Jerusalem

Diciembre del 2014

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