UN NUEVO CICLO DE LUCHA POPULAR SE REINICIA EN ECUADOR

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Por XAVIER  GARAICOA

El domingo 24 de mayo fue un día atípico  para el pueblo del Ecuador. La fiesta nacional conmemorativa del 198 aniversario de la Independencia del colonialismo hispano traía consigo la presencia del Presidente de la República Lenin Moreno en la Asamblea Nacional para rendir su informe anual de labores por mandato constitucional. El contenido de su intervención  no revelaba nada nuevo desde que, usando las atribuciones otorgadas por la Constitución para  adoptar medidas urgentes dentro del estado emergencia por la pandemia del coronavirus, enviase un proyecto de ley al organismo legislativo con un conjunto de medidas que se resumen en la desprotección legal a la relación de trabajo, tanto en el proceso contractual, como en el cumplimiento de la jornada de labores y en la liberalización de los despidos. A eso se suman la disminución de las remuneraciones en el sector público, y la liquidación de empresas como las de correo, aviación, ferrocarriles y la separación masiva de servidores contratados en las instituciones de servicios básicos, incluidos los hospitales públicos. Asimismo, el Estado retiro el subsidio a los combustibles para implementar una política de precios mediante bandas móviles propinando un duro golpe que se cernirá despiadadamente sobre los hombros del pueblo. 

Pero toda esa política de sometimiento a las exigencia del Fondo Monetario Internacional para acceder a sus líneas de crédito y a las presiones de los sectores empresariales de la gran banca, industria, comercio y agro, encontró el rechazo de las organizaciones sociales, independientemente de su orientación, filiación y composición, que anunciaron el inicio de movilizaciones concertadas para el 25 de mayo preparando un paro que se llevaría a cabo tras cumplirse el plazo para el veto presidencial a la Ley enviada por la Asamblea.

El día de hoy, en la mayoría de capitales de provincia y en muchas ciudades y poblados, las estrechas calles coloniales de la serranía las amplias avenidas fueron escenario de un espectáculo inusual en esta época de aislamiento social y distanciamiento físico impuesto por la prevención al contagio. Venciendo todo temor, de manera audaz, el pueblo ecuatoriano se volcó decididamente para manifestar su rechazo a la política gubernamental, su protesta por el desmantelamiento de la salud pública y su rabia por el descuido y la inoperancia para atender la emergencia.

Así queda evidenciado que el rumbo hacia una nueva forma de convivencia post coronavirus no solo que deberá respetar  las conquistas laborales y sociales, sino que requerirá un cambio de rumbo, renunciando a los dogmas neo liberales e instaurando un régimen que garantice cabalmente el buen vivir. 

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