Reflexiones de un lector: ¡Hasta siempre Diego!

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Hoy te vas y me duele incomprensiblemente, más de lo que pensé que me podía doler; parece que te hubiese conocido, como un amigo. Algunas lágrimas desarman la tinta de estas palabras que apenas puedo escribir.
Sé que alguien como vos no muere nunca, trasciende al infinito; pero es difícil imaginarse en este plano sin que estés.
Tus facetas más humanas me apegan más a vos: tu rebeldía, tu carisma y tu coraje, tu vida entera llenas de controversias y confusiones; lo hiciste como pudiste, y ¿quién acá puede juzgarte? Quizás te alejaste del lugar que tenías que estar, quizás se puede estar solo aunque siempre estés rodeado de personas.
La hipocresía moralista que siempre te pego desde la comodidad de su contexto me llena de rabia, nadie puede si quiera imaginar el peso que cargaste casi toda tu vida desde que eras sólo un niño.
Vos te equivocaste y pagaste (lo dijiste vos y esa la entendí), es mucho más profundo que la pelota verdad?…
Hasta siempre Diego.

Por Esteban Eloy Ponce.

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