Las cambiantes aristas de la realidad.

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Dossier: “CARACTERIZACIÓN DEL GOBIERNO Y CONSTRUCCIÓN DE UNA ALTERNATIVA DESDE EL CAMPO POPULAR.” (artículo 3 de 4)

Horacio Ramos*

“La realidad no está emparentada con la magia, 

sino con la astucia de la razón.” 

HEGEL

Migajas de la historia
Los días de otoño en Buenos Aires y su periferia, suelen convertirse, generalmente, en un refugio periódico no sólo para muchas lloviznas irritantes, sino, también, para una suerte de melancolía que va creciendo, de a poco, desde la entraña gris con que se nutre el asfalto; por lo menos, este concepto imaginativo se nos revela al explorar las letras de los antiguos tangos. Pero aquel abril de 2003, dinámico y angustiante a la vez, instaló, por obra y gracia de la ciudadanía, un escenario distinto en nuestra vida política. En efecto, Néstor Kirchner, un emergente de la casi olvidada Patagonia, perteneciente a una generación que apostó fuerte a la creación de una sociedad mejor en los años ’70, llegó a la Casa Rosada en los tímidos brazos de la perplejidad. ¿Cómo había ocurrido esto?, se preguntaban los “gúrues” del establishment. ¿Quién era este advenedizo?, murmuraban en la Bolsa, en los aguantaderos de la City y en los alfombrados pasillos de “la embajada”. Estos interrogantes los acosaban porque todos ellos se habían confabulado para lograr que, las candilejas, iluminaran solamente a los dos actores que habían elegido para “competir” en el ballotage: por un lado, Carlos Menem, ladino personaje del pasado y viejo amanuense de EE.UU.; por el otro, Ricardo López Murphy, el economista-jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas(FIEL), ministro de Fernando de la Rúa, y a quien arrojara de ese gobierno de los “sushis”, la ira popular. Es decir, era un contrapunto armónico entre dos representantes de la derecha vernácula: uno, cínico rey de la frivolidad y la corrupción más descarada; el otro, vocero gruñón del pensamiento reaccionario y de quien podemos señalar, parafraseando al teórico marxista italiano Antonio Gramsci, que es un “intelectual orgánico” de los intereses vitales de Washington. Con el objetivo de evitar este proscenio de unívocas características, nuestro pueblo movilizó entonces su inteligencia y, determinando con su impronta la huida del símbolo más ramplón del neoliberalismo, permitió que el dirigente santacruceño accediera, resueltamente, al sillón presidencial.

La Argentina necesaria

En la etapa que transitamos, el diseño de un Proyecto de Nación, se torna impostergable. Y es urgente el carácter de su construcción, cuando nos apura el propósito de terminar con el hambre y la exclusión, consolidar el mercado interno, desarrollar la pequeña y mediana empresa y luchar, sin tapujos, contra la venalidad en los negocios públicos. Asimismo, para reafirmar la exigencia de una nueva forma de hacer política, transformar a ésta en una herramienta eficaz para el cambio y no para aumentar el patrimonio familiar de sus protagonistas. Además, es menester acrecentar la alianza regional en el Mercosur, así como nuestra solidaridad con los hermanos latinoamericanos; de ese modo, podremos implantar un rumbo independiente a los asuntos exteriores. Si estos requisitos, insoslayables, se demoran en abordarse, el cielo del porvenir puede cubrirse de oscuros nubarrones. La ultraderecha republicana de la Casa Blanca, militante de un brutal fundamentalismo de raíz peligrosa y sus testaferros  nativos de “Recrear”, Menem, el macrismo y sectores importantes del aparato “pejotista”, se hallan en acecho aguardando su hora. Esta coalición informal, unida por un hilo conductor retardatario, nunca perdonará la posición realista frente a la guerra de Irak, el voto de abstención en el problema cubano, las visitas destacadas de Fidel Castro y Hugo Chávez, la firme actitud  con la heredada cúpula del ejército, la resolución sobre la ESMA y el criterio adoptado en la Corte Suprema, así como en todas las restantes acciones de autonomía asumidas hasta este momento, incluidas aquellas que se relacionan con el FMI y los posibles acuerdos con los bonistas para salir del default.
Una Confluencia Nacional de Mayorías

Los argentinos recorremos un período contemporáneo que ha puesto en tela de juicio a todos los paradigmas que formaron a generaciones enteras. Pero el deseo de tener una Patria donde no imperen el individualismo posesivo y la lógica de los mercaderes, es también un medio de socavar a la posmodernidad sin ideales. Por ello, es fundamental establecer un diálogo libertario, como gusta expresar el sociólogo Horacio González; es decir, alcanzar un encuentro maduro, plural y abierto, que desbroce malezas y se obstine en compartir, con audacia, la búsqueda de un horizonte inédito, virgen de todo dogmatismo y libre de la sospechosa aparición, ya inaceptable, de algún profeta “inmaculado”. En consecuencia, para vencer definitivamente al fantasma del neoliberalismo, consideramos primordial el surgimiento de una Confluencia Nacional de Mayorías que integre a las fuerzas  de la Producción, el Trabajo y la Cultura, las que en el marco natural de la superestructura suelen manifestarse desde el Centro lúcido hasta la Izquierda transformadora. Si esto aconteciera, el cerrojo neoliberal, estará en condiciones de ser quebrado por la disposición de millones de mujeres y hombres dispuestos a soñar otro país. En caso de que la dirigencia de este espacio que mencionamos proceda con la debida grandeza, es muy factible que la espesa bruma que pretende envolvernos, se diluya con la prisa de lo inevitable. Cuando esto ocurre, casi siempre, comienzan         a entreabrirse los portones del amanecer.
*Horacio Ramos, escritor y periodista, integra el Consejo de Redacción de “Tesis 11”.

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