La guerra en Ucrania. ¿Un cambio de ciclo histórico?

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Revista Nº 153 (03/2023)

(internacional)

Oscar Expósito*

La invasión rusa a Ucrania plantea grandes transformaciones en el panorama político internacional y particularmente de Europa.

La invasión rusa a Ucrania determina grandes transformaciones en el panorama político internacional y particularmente de Europa. El conflicto es el resultado de un conjunto de acontecimientos que abarcan la posguerra, con etapas fundamentales como la disolución de la URSS y la guerra de los Balcanes.

Sin embargo, ninguno de estos hechos alcanzó la misma significación política y geoestratégica.

Nunca, como hasta esta guerra, se había cuestionado la hegemonía de EEUU. La gravedad del conflicto implica reacciones múltiples.

La cohesión de la derecha con su versión europea: el Atlantismo, socio de EEUU desde la posguerra, da como resultado su adhesión al conflicto, proclamando una nueva carrera armamentista con pronóstico incierto.

La derecha europea y la ultraderecha dominan el parlamento europeo y sus instituciones. De los más de 700 diputados, la derecha mantiene la mayoría, (incluyendo a la ultra derecha que cuenta más de 130 parlamentarios). Las decisiones de la política económica, el Banco Central Europeo, etc., están bajo su dominio.

El conflicto pone en juego, nada menos, que la hegemonía de EEUU. Su presencia en Ucrania (que no es miembro de la OTAN) data de hace años: especialistas de las FFAA yankis están entrenando fuerzas especiales por lo menos desde el Maidan (2014). El conflicto en el este de Ucrania, la zona ruso parlante del Donbas, viene agravándose desde esa fecha. Para Rusia es una zona estratégica: además de tratarse de una zona industrializada incluye la península de Crimea y el puerto militar de Sebastopol.

Algunos analistas consideran que la superioridad bélica de EEUU respecto a Rusia es 14 a 1, no solo por armamento, también por tecnología, comunicaciones, etc. Pero Rusia es una gran potencia atómica y sus armas nucleares también navegan en submarinos que pueden estar, si no están ya, en zonas clave.

EEUU tiene poblado el cielo de Rusia de satélites que suministran información detallada al milímetro. Si Rusia no le baja alguno es porque sería internacionalizar el conflicto; en ese supuesto sería impredecible el resultado.

Biden, anulando su promesa, ha renunciado a no ser el primero en lanzar la bomba. En realidad, suena más a bravuconada de cowboy que a resultado positivo: ¿Cuánto piensa que tardaría en llegarles la respuesta?

EEUU incita a la compra de sus armamentos, es el único país que gana dinero con esta guerra. Japón, que luego de Hiroshima fue su perrito faldero, ahora decidió invertir 340.000 millones de dólares en armamentos de alta tecnología. Será con su incorporación la tercera fuerza mundial luego de EEUU y China.

El plan estratégico del imperialismo es a escala planetaria, por eso la diseminación de bases y el AUKUS (pacto de seguridad trilateral entre Australia, el Reino Unido y los Estados Unidos). La estrategia tiene como objetivo hostigar a China, provocándola para que se decida a invadir Taiwán. Los chinos consideran a Taiwan parte de su territorio y difícilmente se presten a la provocación.

El intento de frenar el proyecto chino de la “ruta de la seda”, otro de los objetivos de EEUU, parece infructuoso. El plan chino es una expansión pacífica que va en busca de materias primas, pero con obras y emprendimientos.

Es importante señalar que China e India ya alcanzan en conjunto casi la mitad de la población mundial. Rusia es el país más extenso del planeta sobrado de recursos naturales, etc. Es decir que, si bien EEUU sigue siendo en diversos aspectos la primera potencia mundial, su hegemonía a futuro no está garantizada.

Rusia mantiene ocupados 100.000 km2 de Ucrania, es el 20% de su territorio, no lo abandonará sin condiciones. Por su parte los fondos de inversión de EEUU están analizando la posibilidad de apropiarse de 17 millones de hectáreas del fértil territorio ucraniano.

Mientras tanto, miles de rusos y ucranianos emigran o huyen para evitar ser convocados.

En Europa, la obediencia de conservadores y “socialdemócratas” al imperio yanki es lamentable: los Josep Borrell (alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea), Úrsula von der Leyen (presidenta de la Comisión Europea), etc. llamando a la guerra son patéticos; los verdes alemanes, otrora ecologistas y de “izquierda”, ahora se engancharon en el armamentismo, ¡pero se oponen al uso del glifosato! Dan vergüenza ajena.

Actualmente en España y Francia las movilizaciones más numerosas son por los temas de pensiones (jubilaciones) y por la sanidad pública, que es lo que queda del estado de bienestar. Las movilizaciones contra la guerra convocan a grupos minoritarios. Los gremios mantienen fundamentalmente una actitud negociadora respectos a salarios y condiciones de trabajo. Sin embargo, va creciendo la movilización social en España. Reino Unido, Francia, etc. Crece el rechazo al aumento de los presupuestos militares y la inflación. el aumento de precios.  Están programadas protestas y huelgas para los próximos días.

En tanto la deuda pública de los países no deja de aumentar. Es sustancialmente mayor la financiación presupuestaria incrementando el endeudamiento: aumento de la materia prima para la especulación financiera: fondos de inversión, mercados de futuros, etc., en beneficio principalmente del complejo financiero de EEUU.

El tema de la deuda también afecta a EEUU que tiene un crecimiento exponencial, generando fuertes tensiones con los sectores que deben aprobar su crecimiento. También debieron apelar a medidas extraordinarias, quebrando la “biblioteca del saber neoliberal”, poniendo en marcha la “Ley de reducción de la inflación” que otorga subvenciones por 369.000 millones de dólares. El objetivo es desplazar hacia su territorio producción industrial y tecnológica, en particular europea. Sobre llovido, mojado…

Uno de los grandes perjudicados del conflicto es Alemania, no solo por esta medida, el sabotaje al gasoducto Nord Stream, cuya autoría está más que probada, privandola de su principal fuente energética y obligándola a recurrir a importaciones más caras y también más agresivas respecto al clima (reactivación de minas de carbón, etc). Este panorama se va extendiendo por Europa y seguramente crecerán las reacciones durante los próximos meses.

Al desastre global que genera esta guerra debe añadirse la exigencia de la OTAN, a sus estados miembros, del incremento de los presupuestos militares hasta el 2% del PIB. El principal beneficiario es la industria armamentística de EEUU.

Al respecto conviene recordar que los investigadores del Centre Delàs de Barcelona han determinado que lo realmente gastado, sumando todas las partidas vinculadas al gasto militar, por lo menos en España, superan ya, largamente, el reclamo de la OTAN.

En España la “Plataforma por la Paz, contra las guerras: OTAN No” reclama: desvincular a España de la guerra, renuncia de España a la OTAN, reducción drástica del gasto militar, defensa de la neutralidad y la necesidad urgente de encarar una solución negociada para alcanzar la paz.

*Oscar Expósito, economista, colaborador de Tesis 11. Actualmente reside en Barcelona, España.

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