La gestión de Kirchner: un desafío para la ciudadanía progresista.

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Dossier: El Gobierno Kirchner y la etapa actual (artículo 1 de 2)

 

JACOB GORANSKY*

 

Es necesario encarar el presente recordando el pasado, es la única forma válida para indagar con rigurosidad la actual gestión del Presidente Kirchner considerando la Argentina que encontró.

 

 

Es necesario encarar el presente recordando el pasado,

es la única forma válida para indagar con rigurosidad

la actual gestión del Presidente Kirchner considerando

la Argentina que encontró.

Nuestro país vive la crisis más grave de su historia.

Su desenlace puede significar un futuro venturoso

o hundirnos en un período posiblemente cruento

de convulsiones reiteradas. La magnitud de la crisis

es consecuencia de décadas de «decadencia» expresadas

en la diferencia entre lo qué pudo ser el

país, y considero su historia a lo largo del siglo XX, y

lo qué es. En nuestro país se aplicó la más abyecta de

las políticas de entrega de nuestros recursos nacionales

al capital transnacional productivo y de servicio.

¿Cómo conjugar una acumulación de posibilidades

que raramente se han dado en otro país, con

una manera de crecer que las desaprovechó al punto

de llegar a una crisis, prácticamente única y que fácilmente

se puede señalar como inexplicable?.

Las estrategias seguidas privilegiaron, en cada

contexto, los objetivos de una clase dirigente conformada

por los grandes grupos locales y los CTN cuyos

intereses nunca se identificaron con los de la Nación.

Fueron políticas deliberadas que nada tiene que ver

con un supuesto juego de las leyes de mercado y de

ello resultó una crisis que es económica, política, social

y esencialmente cultural y ética.

Las circunstancias, hechos, personas con poder

político, conductas empresarias, evasión o

ilícitos, debilidades, traiciones, formas de búsqueda

de beneficios de los sectores agrarios, industriales,

comerciales, financieros, las leyes que ampararon las

privatizaciones de empresas productivas, de servicios

y de previsión social, la ineficiencia de la administración

pública, la falta de integración geográfica, la crisis

de las economías regionales, la inestabilidad económica

y política, las políticas desestabilizadoras, la

deformación ideológica de militares, políticos y economistas,

la deuda externa, todo conforma nuestra

crisis.

Desde el Estado se facilitó la entrega del patrimonio

público a la voracidad de nuestros más grandes

empresarios locales y extranjeros. Hubo una línea

conductora, ideológica y mediática que convenció a

nuestro pueblo de la imposibilidad que argentinos,

imbuidos de patriotismo, sean capaces de generar,

tanto en las empresas como en la administración pública,

una gestión eficiente y eficaz; y con ello desarmaron

la resistencia a la privatización de sectores

que fueron señeros en la construcción de nuestra

identidad nacional, como las empresas de energía, la

siderurgia, de comunicaciones, así como las obras y

servicios sociales.

Durante décadas los sectores oligopolizados,

locales y extranjeros, orientaron el desenvolvimiento

sistémico; la apertura económica empujó a la quiebra

a industrias y agroindustrias, se rompió el tejido

industrial, se incrementó la desocupación y exclusión

y se perdieron logros en la legislación y seguridad social

profundamente arraigados en nuestra sociedad.

Atrás quedó la distribución del ingreso con un

índice de Gini similar a los de Europa y el Estado que

supo satisfacer bienes públicos como ningún otro

país de Latinoamérica. Y, en un entorno de despojos,

renace una esperanza.

Por primera vez en 50 años el país tiene una

posibilidad cierta de superar la Argentina de la «decadencia

» y emprender un camino de salvación nacional.

Sin embargo esa posibilidad puede frustrarse

por arriba y desde abajo. ¿Es posible pensar que al

 

p

aís se lo puede cambiar desde arriba y sin el apoyo

activo del pueblo? Son los rasgos de la crisis los que

impondrán el rumbo y de las respuestas que le dé el

Gobierno podremos apreciar sus principios y objetivos;

lo hecho en lo institucional es lo que me permite

confiar en su visión de futuro.

Debemos diferenciarnos de quienes se detienen

en lo económico, político o social, como áreas

separadas, proponiendo medidas desde un análisis

abstracto sin considerar el carácter de la crisis que

vivimos y a qué punto están afectadas las instituciones

propias de la democracia y mismo las del capitalismo.

Kirchner abrió la caja de Pandora y somos los

que tenemos principios y queremos tener

protagonismo quienes debemos, como obligación

ciudadana, ayudar a que la esperanza se haga realidad.

Desde la derecha se quiere desestabilizar con

problemas como la seguridad ampliados a todas las

áreas del gobierno o con la incertidumbre generada

por la «falta» falaz del gas. Desde la izquierda haciendo

prognosis en la que el gobierno termina cediendo

a las exigencias de empresas, del FMI y del G7

y a partir de la misma fijar posiciones políticas que

en definitiva hacen juego a la derecha.

Kirchner tomó, o apoyó, medidas impensables

poco tiempo atrás: en el Ejército, en la Policía Federal

y en la bonaerense que conformaron el apoyo para

que el poder corporativo gestione nuestra economía

y sociedad. Cada oficial desplazado es más nocivo

que un terrorista suicida. En la Justicia: comenzó el

cambio de la Corte largamente reclamado. Dejó de

privilegiar a la burocracia sindical; comenzó a limpiar

al PAMI.

En el entorno internacional: los EE.UU., los

países de la UE, los CTN y los acreedores pretenden

decidir nuestro rumbo, la respuesta del gobierno fue

la defensa de los intereses de nuestro país, consideremos

la posición con Venezuela y con Cuba, privilegiar

el MERCOSUR antes que ALCA, designar embajador

ante Colombia al General Balza, impedir el ejercicio

tradicional de tropas extranjeras en el territorio

nacional y negarse a aceptar la impunidad para las

de los EE.UU. como exigía Bush.

En ese contexto debemos opinar sobre el actual

gobierno. A pesar de lo hecho hay mucho para

hacer y también para corregir, detenerse en ello sin

apreciar las implicancias económicas, políticas, sociales,

culturales y éticas de lo emprendido es ayudar a

una oposición que quiere volver al pasado.

Kirchner con medidas concretas afronta el desafío

de volver a empezar o hacer lo que nuestros

próceres comenzaron y que la contrarrevolución en

sus variadas formas y con rostros diversos impidió a

lo largo de nuestra historia. Tan lejos porque la oligarquía

latifundista y las grandes empresas fueron

conformando un poder corporativo con políticos, intelectuales,

burócratas sindicales, militares y, antiguamente,

la Iglesia que vencieron en cada intento

por consolidar una Nación digna, independiente y

soberana.

No es un camino de reconstrucción, tampoco

de refundación, se trata de sentar los cimientos de

un nuevo país, de plasmar una nueva sociedad. Ello

implica transformaciones trascendentes que alcancen

a cambios en la propiedad de ciertos medios de producción

y, en otros, a cambios en las formas de gestión.

Es imprescindible comprender y actuar en

consonancia que si no hay un cambio en la distribución

del ingreso (por ejemplo la propuesta

plebiscitada del Frenapo actualizada), no podrán

afianzarse las medidas encaradas, tanto por motivos

éticos como económicos.

Los motivos éticos son los que generan consenso,

hacen a los principios que defendemos y amparan

nuestras acciones; los económicos son los que

resuelven la contradicción entre una producción

orientada a los sectores más pudientes (que es la que

crece) y una capacidad de consumo siempre insuficiente

a la que hay que satisfacer con urgencia porque

se acaba el tiempo político y socioeconómico.

Hay que desbaratar los rasgos de la crisis

apuntados; promover en todos los ámbitos la participación

y el control popular; democratizar, desburocratizar

y descentralizar el Estado.

Recuperar capacidad de gestión de infraestructuras

y servicios: explotación y exploración de petróleo

y gas, y transporte y distribución de energía,

FFCC., AFJP, Correo, Aguas Argentinas y el resto de

las privatizaciones cuyos precios constituyen el costo

argentino y afectan la productividad y competitividad

del país.

Encarar una política de control de precios que

fracasó en otras oportunidades porque nunca se recurrió

al pueblo en su defensa; el Banco Central debe

fijar el tipo de cambio y apropiarse de cada dólar que

entre y obligar a solicitar autorización por cada importación;

revisar el Presupuesto. El Sr. Jefe de Gabinete

está capacitado para reasignar partidas; actuar

sobre sectores sensibles para la población como

los laboratorios medicinales.

Tanto el acuerdo con el FMI como la deuda

son procesos abiertos; en el acuerdo se señala por

primera vez que todo se supedita a la situación social

generada con los pagos comprometidos y el Presidente

se reitera con que no ha de comprometer nada

que no pueda cumplir, que primero está la deuda interna

y que no se puede pedir nada a los muertos.

Nada es posible encarar sin confrontar con el

poder económico que vistiendo diferentes ropajes intenta

desestabilizar la gestión del Gobierno.

Infundir miedo es el arma más eficaz del poder. Nos

estamos jugando la existencia de nuestra Nación y no

hay otra opción que plantarse y frenar a los enemigos

de adentro y afuera del país. De no hacerlo el intento

se convierte en hecho consumado, otro arma

eficaz del poder.

Como obligación ciudadana debemos presionar

para efectivizar las tendencias que el Gobierno

ha evidenciado. Hay que tener un protagonismo activo,

no se trata de apoyar lo positivo y criticar lo negativo

como se afirmaba antes, es mucho más que eso,

se trata de apoyar la confrontación con el poder económico

y político y con los intelectuales que aún creen

que se puede resolver nuestra crisis sin confrontar.

 

 

Dossier El Gobierno Kirchner y la etapa actual

Hay que desbaratar los rasgos de la crisis

apuntados; encarar urgente un nuevo sistema tributario;

promover, en todos los ámbitos, la participación

y el control popular; democratizar,

desburocratizar y descentralizar el Estado.

Con la globalización financiera y mundialización

económica para los CTN no existen las fronteras

y confrontan con los Estados-Naciones; en tal escenario

defender la Nación es ser revolucionario y entendemos

que ello es un objetivo prioritario del presente

gobierno. Ser consecuente con ese objetivo lo

conducirá cotidianamente a enfrentar a quienes

quieren subordinar nuestro país a sus intereses y volver

al pasado.

 

*Ingeniero, economista.

 

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