LA ALIANZA EXTRA OTAN DE LA ARGENTINA: GESTACION, FUNCIONAMIENTO Y ACTUALIDAD

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Investigación efectuada por el Coronel  (R) José Luis García y la Profesora Elsa Bruzzone

Consultando el  ejemplar Número 759 de   la   ”REVISTA MILITAR” editada por el Círculo Militar Argentino y en un artículo firmado por el Coronel Raúl Gallo titulado “La Transformación de la OTAN” puede apreciarse en él la inserción de un acápite denominado “LA ARGENTINA EN LA OTAN,  en  el que  –  entre otros contenidos –  se expresa:  “La Argentina es el único país no OTAN No Diálogo Mediterráneo que actualmente tiene tropas desplegadas operando   bajo el control operacional de la Alianza.   Esta participación nace a partir de 1998   cuando se enviaron tropas de Gendarmería Nacional a Bosnia y Herzegovina. Actualmente (diciembre de 2003) opera  en los Balcanes con la OTAN con dos elementos: la  Compañía de Ingenieros Kosovo desplegada en forma permanente, y la  Compañía de Paracaidistas  Argentina, como parte de la reserva estratégica.  Esta última alistada en su asiento de paz (Córdoba) e integrada a un Batallón italiano. Cuenta asimismo con un oficial de enlace en el SHAPE (el futuro Comando Estratégico para las Operaciones de la OTAN) y oficiales en los Estados Mayores de Bosnia y de Kosovo.   Además, los  oficiales argentinos tienen acceso a los cursos que se desarrollan en los institutos de la OTAN; la Escuela de esa organización en Alemania y la Escuela de Defensa en Roma.”


Continuaba el artículo:   ”… el hecho de que actualmente estemos participando junto con la Alianza en alguna de sus operaciones es de gran importancia para nuestro país y en particular para nuestras FF  AA, porque nos permitirá estar conectados con esos grandes cambios que se prevén para el futuro, más teniendo en cuenta que la OTAN se especializará en el aspecto militar de los conflictos que se sucedan ante las nuevas amenazas a la seguridad internacional”

El tema de la Alianza daba para seguir averiguando y para ello se analizó un trabajo realizado por el Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador titulado:    “ARGENTINA COMO ALIADO EXTRA OTAN”, así como algunos artículos del  diario “La Nación” que,  en su oportunidad,   abordaron el tema.

Estas son las primeras conclusiones de la investigación en desarrollo.    Al caer el Muro de Berlín la Argentina decidió  replantear su inserción internacional.  Para el gobierno de Menem era claro lo que se debía hacer: conectarse a Occidente, ser creíbles y previsibles, no confrontar inútilmente con la potencia hegemónica, y alinearse con ella en sus objetivos políticos y estratégicos. En consecuencia se elaboraron y se aplicaron políticas acordes con estas ideas y objetivos y se fijó, como  meta, Integrar la Alianza de la OTAN  como miembro pleno.   Para  ello  el  5  de  diciembre  de  1996,  y  en  un  primer  paso,  el  gobierno  argentino  le  propuso   al    Presidente norteamericano  Clinton   en  Washington  establecer  una alianza militar  entre  ambos  países   por medio de la OTAN, similar a las que EE  UU   tenía con Israel, Japón, Nueva Zelanda  y Jordania.   La  respuesta  se  demoró  casi  un  año;   pero  cuando     CLINTON  visitó  a la Argentina,  entre el 15 y el 18 de octubre de 1997,   anunció el envío de la solicitud del reconocimiento del status de la Argentina como GRAN ALIADO EXTRA OTAN al Congreso norteamericano.  Un  mes  más  tarde,  en  noviembre,  la  misma  fue  aprobada.

La  periodista  María   O’Donnell,  en   una  nota  firmada  por ella y  publicada  por  el diario “La Nación” el 14 de octubre de 199,  expresó  el verdadero significado del   vínculo  con  los  EE UU   describiéndolo como un premio consuelo al esfuerzo del gobierno argentino por congraciarse con su par del norte.  Manifestó  además que  una  fuente  gubernamental  norteamericana  le  había  confiado  que  en  los  despachos  oficiales     se  sostenía  que   “Algo le debemos dar a los argies”. Esta designación de “GRAN ALIADO EXTRA OTAN”, ofrecida por el gobierno  estadounidense   a un grupo de países aliados a sus políticas militares en el orden mundial para mantener una estrategia de trabajo común con los efectivos militares norteamericanos desplegados por el mundo  sin que sean miembros plenos de la OTAN (que tienen un estatus diferente) y  sin constituir un pacto de defensa colectivo con ellos,  brindaba  a quienes fueran elegidos,   una variedad de ventajas militares de carácter logístico;  pero también obligaciones operacionales  que se han mantenidas secretas.

Esta categoría de alianzas fue creada por el Congreso de norteamericano  en 1969 y a través del tiempo adhirieron, por orden alfabético: AFGHANISTAN  (2012),   ARGENTINA  (1997),   AUSTRALIA   (1989),  BAHREIN (2002),   COREA DEL  SUR   (1989),  EGIPTO  (1989), FILIPINAS   (2003),  ISRAEL  (1989),  JAPON  (1989),  JORDANIA  (1996),  NUEVA  ZELANDA  (1997),  KUWAIT (2004),  MARRUECOS   (2004),   PAKISTAN  (2004)   Y  TAILANDIA  (2003).

Pero Menem no abandonó la esperanza  de asociarse plenamente con la propia Alianza del Atlántico Norte. Para ello, el  8 de julio de 1999, en sendos mensajes dirigidos al Presidente  Bill Clinton  y al Consejo Atlántico,   máximo órgano de decisión de la OTAN,   formalizó un nuevo pedido para que la Argentina fuese “miembro asociado” de ella  indicando que compartía la necesidad de apuntar a un nuevo sistema de seguridad internacional   y manifestando el deseo argentino de profundizar e intensificar su compromiso con “la preservación de la paz y de la seguridad internacional”.   En este contexto se entendía que era posible que desde el gobierno norteamericano se promoviera la incorporación argentina a la OTAN en calidad de miembro asociado  o    en   una categoría similar por establecerse.   Como fórmula de transición para acelerar ese ingreso, Menem también pidió al presidente estadounidense que “considere la ampliación de la propuesta Asociación para la Paz”.

El 26 de julio de 1999 el Secretario General de la OTAN, Javier Solana  fundamentó  la  negativa  al  pedido  argentino   fundamentándola en las exigencias geográficas  del  Estatuto de la Alianza  que  prohíbe  aceptar   como miembros plenos   a países ubicados   “fuera del Hemisferio Norte”.

La ALIANZA  EXTRA  OTAN, presentada como un éxito por el   gobierno argentino,  trajo algunos  beneficios de orden militar (acceso a material militar descartable, a licitaciones en temas de seguridad, a la  profundización y ampliación de los contactos militares y a intercambios de tipo logístico),  y  fue exhibida como un triunfo de la diplomacia argentina.    La participación militar de  nuestro  país  en la  Guerra   de los Balcanes, como “precio a pagar”, con  el  envío  de  “contingentes  de  paz”  a  Kosovo,     y los  acercamientos iniciados por el Canciller Di Tella  cuando por primera vez un latinoamericano habló en la OTAN, pueden ser considerados consecuencias de esa designación.     Finalmente, el 6 de octubre de 1999  y   condicionado por la campaña electoral y obligado a no  profundizar una incipiente crisis diplomática con el Brasil, Menen decidió abandonar la idea de incorporar  a nuestro  país   a la OTAN como miembro asociado o en “una nueva categoría por crear”.

Corroborado pues  el status de ALIADO  EXTRA  OTAN en el nivel  otorgado, esa circunstancia pasó a constituir un dato central para el trazado la  futura política internacional menemista.  Se apreció que se estaba ante  una muy positiva evolución en cuanto a la inserción del país en el panorama mundial ya que la nueva situación  significaba   ”no sólo un reconocimiento al comportamiento exterior argentino, sino, también, una estimable muestra de confianza en la permanencia de las actitudes que lo han caracterizado y de la meditada voluntad de traducir esa conducta en un concreto factor de colaboración en el manejo de las cuestiones atinentes a la política internacional.” (SIC)

Se definió la existencia de esta ALIANZA   como   ”una peculiar ubicación en el mundo, que encuentra a la Argentina –  en consonancia con su mejor tradición  –  alineada entre los países que lideran la defensa de la democracia como sistema de vida, con respeto por los compromisos y garantías que regulan sus relaciones, y junto a los poderes mundiales interesados en que ese orden se perfeccione y profundice”.   Toda una declaración de sus vanas intenciones.

El nombramiento de ALIADO EXTRA  OTAN   curiosamente no implicó una crisis en el Mercosur, ni la ruptura de la Alianza estratégica entre la Argentina y Brasil.   Además, a pesar del malestar ocasionado  y    mientras nuestro país negociaba o pedía al  que se le otorgara   dicho status,     firmaba  con  Brasil,  el 27  de  abril  de  1997,     la “Declaración de Río” y su “Memorando de Entendimiento”. La  misma   confirmaba la irreversibilidad del proyecto de integración y además añadía  en el Tratado Regional, un capítulo dedicado a la seguridad.

Aunque difícil de entender,  el nombramiento de nuestro  país   como ALIADO  EXTRA  OTAN,   podía interpretarse como un  reflejo de una estrategia  por parte de Argentina  con dos operaciones de equilibrio de poder desde su política exterior: una, resultante de la unidad Argentina  – Brasil  frente a EE  UU   a través del Mercosur,  pensado  en  realidad  como  integración  de  las  corporaciones  transnacionales  presentes  en ambas  naciones; y la otra entre   nuestro país y   EE  UU   a través de LA ALIANZA  EXTRA  OTAN.    En Brasil se apreció como una concesión a cambio de un presunto apoyo argentino a su aspiración de integrar el Consejo de Seguridad de la ONU.    Cabe  recordar  que en  aquellas épocas la unidad continental contra el enemigo común era una fantasía de algunas mentes soñadoras.   La  tónica fue un torneo para congraciarse con el Imperio.

La realidad mostró que toda esa movida fue una nueva versión,   corregida y aumentada, del cipayismo   colonialista.   Hasta mediados de 1980 había prevalecido en la Argentina una especie de antinorteamericanismo y una demanda popular de intervención gubernamental en la vida social y económica. Luego de las elecciones presidenciales de 1989   la crítica a los sistemas financieros internacionales  disminuyó    y    la necesidad de una buena relación con los EE  UU dejó de ser puesta en tela de juicio.    La política encarnada por el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL),  fue dejada de lado.

Los respaldos a la política de seguridad de EE UU   se  manifestaron  en  las   participaciones  militares de nuestro país,  narradas  por  el   Coronel Raúl Gallo en la Revista Militar mencionada  al  inicio  de  este  trabajo,  en   la Guerra del Golfo,   en   las llamadas Áreas  de  Protección  de  Naciones  Unidas  en   Eslavonia, Eslavonia Este y Krajina que  fueron  divididas en cuatro sectores   como resultado del plan Vance  y las “pink zones”,   y donde se  obtuvo  el   alto al fuego entre serbios y croatas y la desmilitarización de las  mismas.   A ello debe agregarse la presencia de nuestros efectivos militares en Haití  luego del golpe de estado contra su presidente Aristide, realizado  por “marines” norteamericanos que secuestraron  al  Presidente en  el  Palacio  Presidencial,  lo  embarcaron  en  un  avión  de  guerra  y  lo  depositaron  en  la  República  Centroafricana  cumpliendo  órdenes  del  gobierno  estadounidense. Luego del golpe de estado el gobierno estadounidense  logró, después de su agresión,  que   contingentes militares  de países latinoamericanos   fueran a cumplir simulacros de “Misiones de Paz” de la ONU,  ya que en la realidad operaron como verdaderas  fuerzas  de  ocupación…  claro  que  bajo  el eufemístico  mando  de las  ¡Naciones  Unidas!.

Con el paso del tiempo se estableció un significativo silencio sobre el mantenimiento de esta “Alianza”.  Parecía que este estatus de   GRAN ALIADO EXTRA OTAN de nuestro país había sido sólo una rémora menemista en extinción hasta que de pronto y ante un episodio difundido por el CEMIDA en el documento “EL COMANDO SUR EN EL CHACO”,  disponible  en  la  Sección  Documentos  de   nuestro  sitio  web  www.cemida.com.ar ,  todo volvió a la primera plana.     Ese documento denunció el intento del llamado COMANDO SUR de los EE  UU para establecer una base militar encubierta en el Aeropuerto de la ciudad de Resistencia  (Chaco).   Este  hecho   fue  también directamente relacionado con la detención de un avión militar norteamericano  en   el  Aeropuerto  Internacional  de  Ezeiza    cargado con material  no declarado, cuyo destino final presunto era el de equipar esa futura instalación militar clandestina. El delegado militar del mencionado Comando en nuestro país,  Coronel EDWIN PASSMORE, fue protagonista principal de ambas situaciones.

Como consecuencia de estos actos se desató un incipiente conflicto diplomático que evolucionó con estas secuencias relatadas por el diario “La Nación” al difundir un informe del Departamento de Estado norteamericano  que expresaba:   “La situación creada parece reflejar el enfriamiento de la relación con la Argentina después del llamado incidente del avión, por el que nuestro país decidió incautar material militar norteamericano llegado al aeropuerto de Ezeiza en febrero último. Una de las áreas en las que se expresó ese enfriamiento es en la referida a Defensa. Allí, a diferencia de lo que era norma, la Argentina no figura más con su condición especial de ALIADO ESTRATËGICO fuera de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN), vínculo diferencial obtenido, hace más de diez años, durante la gestión del ex presidente Carlos Menem.”

En diálogo con ese diario el ex Secretario  Adjunto para la región  Arturo Valenzuela  se abstuvo de precisar el impacto que el incidente  del avión tuvo sobre la condición de la Argentina como ALIADO EXTRA   OTAN.   “La verdad, no me acuerdo, no podría precisarlo”, dijo Valenzuela   cuando se le preguntó si ese estatus especial había corrido riesgo o si se había considerado suprimirlo.   La nueva descripción que la diplomacia norteamericana hacía del vínculo con la Argentina se expresó en un “Background note“,  informe  que el   Departamento de Estado norteamericano   elabora periódicamente sobre los distintos países con los que tiene relación.      “Hay unas cuantas sutilezas de lenguaje en la forma de describir el vínculo”, dijo  LA NACION, “por caso, en el informe anterior de hace sólo diez meses, se hablaba de la positiva relación bilateral, mientras que ahora ese adjetivo ha sido eliminado. Lo mismo ha ocurrido con el que describía el sustento del vínculo bilateral en intereses “comunes y estratégicos”. Ahora sólo habla de intereses “comunes”, con omisión de la anterior consideración de “estratégicos””.

El Informe abarcó el período comprendido a partir de septiembre del año 2010.     A lo largo de esos meses se produjo no sólo el “inexplicable” –  según el Departamento de Estado  – incidente del avión, sino también la denuncia, como “clases de tortura“,     de los cursos de capacitación que EE   UU   venía brindando  a  integrantes  de las  FF  AA,   Policía Federal y Gendarmería Nacional en sus escuelas militares y policiales dirigidas por su Comando Sur.

Pero súbitamente y sin explicaciones previas el Departamento de Estado norteamericano desmintió las versiones sobre un distanciamiento en la relación con el país. “No ha cambiado su estatus”, aclaró el vocero William Ostick  quien aseguró que la Argentina “es un ALIADO IMPORTANTE EXTRA OTAN como siempre” y afirmó que por lo tanto su estatus “no ha cambiado” desmintiendo así las versiones surgidas que señalaban lo contrario.

No obstante EE   UU   destacó el impacto y su frustración ante el fracaso de posicionar una base militar sobre la Triple Frontera.    Cada  30  de  abril,  a  más  tardar  los  primeros  días   de  mayo,   el Departamento de Estado norteamericano  presenta   al  Congreso  un Informe   Sobre la  Situación del  Terrorismo  en  el  Mundo.    El  Informe  2011,  dado  a  conocer  este  año,   menciona que la Argentina limitó su cooperación tras el incidente del avión militar en Ezeiza.   Cabe  recordar  que  ese avión militar, un C-17 Globemaster III, matrícula 77187, perteneciente a la fuerza aérea norteamericana, fue demorado el 10 de febrero de 2011 en Ezeiza.  Durante el control de rutina, personal de Aduana y de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) detectaron “anomalías” en el cargamento   objeto de la pesquisa que se abrió de oficio.    Como consecuencia fueron Incautados elementos de uso militar que incluían: una ametralladora cuyo número de serie no correspondía con el informado, partes de otras armas no declaradas, medicamentos vencidos y elementos químicos no declarados y una valija verde con equipos de comunicación y material informático caratulado como secreto.  El Departamento de Estado no ocultó su malestar y  pidió “explicaciones” al gobierno de Cristina Kirchner.  Como respuesta, la Cancillería instó a Washington a colaborar con la investigación. Algunos sectores apreciaron que ese material estaba destinado a equipar la que  se  transformó  en    fallida base militar encubierta que debía instalarse en la ciudad de Resistencia   (Chaco).   A mediados de junio, después de cuatro meses de roce diplomático, el gobierno argentino devolvió a EE  UU  el material incautado en febrero.   El  Informe  menciona  textualmente  cuando  se  refiere  a  la  Triple  Frontera   (uno de  los  puntos  más  importantes  de  carga  y  descarga  del  Acuífero  Guaraní,  el cuarto  reservorio  de  agua  subterránea  más grande  del mundo  que  comparten  Argentina,  Brasil,  Paraguay   y Uruguay)  que  “La Argentina y los Estados Unidos cooperaron en el análisis de posibles amenazas terroristas. La Argentina se enfocó en supervisar sus fronteras norte y noreste, incluyendo la Triple Frontera, donde Argentina, Brasil y Paraguay limitan, frente a amenazas como tráfico ilegal de drogas y personas, contrabando y otras formas de crimen trasnacional.   Sin embargo, la cooperación bilateral fue restringida después de la confiscación de equipamiento militar estadounidense por parte de  Argentina”.

En conclusión la situación de “GRAN  ALIADO   EXTRA     OTAN “de la Argentina  pese a algunas peripecias, no está perimida   por lo menos para los   EE UU.  Resulta entonces conveniente y aún imprescindible una aclaración a la opinión pública de las razones por las cuáles una alianza política –  militar establecida por un gobierno de las características del menemismo,  continúa,     como  lo expresa EE  UU,  con el gobierno actual, tan lejano en sus manifestaciones del sistema político militar dictado por el CONSENSO DE WASHINGTON  y si es posible  que efectivos militares o de seguridad argentinos aún integren, en calidad de ALIADOS EXTRA OTAN, agrupaciones que operan o estén aprestados para operar a nombre de esa organización.

En  las  actuales  circunstancias en las  que la OTAN desarrolla su estrategia en el Atlántico Sur reconociendo  y  sosteniendo  el  establecimiento  de  bases  militares de uno de  sus  miembros  integrantes,  Gran Bretaña,   en  territorios  insulares  usurpados  a nuestro  país  tal  como  se  describió   en el documento  MALVINAS:  APORTES POLÍTICOS Y ESTRATÉGICOS PARA SU ANÁLISIS,  que  puede  consultarse  en  la  Sección  Documentos  de  nuestra  página  web:  cemida.com.ar,   resulta imprescindible una aclaración de nuestras autoridades sobre el estado de este compromiso militar aceptado por el país en 1997 y que sigue siendo ostentado por su mentor imperial.

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