El accionar destituyente del macrismo

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A la inversa de lo que prometió antes de terminar su mandato, cuando ya sabía que sería el primer presidente latinoamericano derrotado en su intento de reelegir y del mismo modo mentiroso que viene actuando desde siempre en política, Macri encabeza en estos días una oposición salvaje, que no oculta su vocación destituyente. 

Mientras inventan logros de su accionar en el gobierno y se adjudican los eventuales buenos resultados de la gestión de Alberto Fernández, no pierden oportunidad para poner palos en la rueda, acusando al peronismo y sus aliados de ser fuerzas anti republicanas y anti democráticas, cada vez que se anuncia una medida del nuevo gobierno.

Entre tanto se dedican a soliviantar a sectores del mundo agrario y, con la complicidad del sistema de medios hegemónico, desvirtúan las acciones del actual oficialismo y le imputan la realización de congelamientos de jubilaciones que no ha realizado, de impuestazos que no aplicado, de alineamientos internacionales que no tiene, de supuestas implicancias con crímenes que sólo existen en la imaginación febril de los que nada más saben odiar y se consideran los únicos autorizados para opinar.

Como patotas de jóvenes rugbiers, creídos de un supuesto derecho a matar a los que no se pliegan a su voluntad de modo servil, se atreven a teñir de rojo las fuentes de Plaza de Mayo anunciando de modo mafioso sus propósitos últimos. No son desbordes intrascendentes de desquiciados. Sus ideólogos baten parches para estimular el frenesí del revanchismo clasista que preparan.

No soportan una democracia donde ellos no sean los que manden. Cualquier otra cosa es comunismo y debe ser destruido en nombre de la libertad. Las derechas locales, al igual que el resto de las latinoamericanas, se ha alineado firmemente con el ala más agresiva del imperio, allí donde militan los halcones sionistas y el trumpismo, que todo indica que se dirige a una victoria en su reelección.

La ferocidad que demuestra Estados Unidos es indicativa de que se sabe amenazado en su hegemonía global y está dispuesto a hacer uso de todos los recursos de poder a su alcance para evitar todo el tiempo que pueda su propia debacle. No se rendirá mansamente ante el ascenso chino.

A diferencia de los primeros años del nuevo siglo, ahora la batalla se da en el que ellos consideraron su patio trasero por más de siglo y medio. Perdieron su apuesta estratégica en Siria e Irak, y no pudieron avanzar hacia la disolución territorial de Rusia ni a precipitar la caída de la Revolución Islámica iraní, el fin último del derrocamiento de Saddan Hussein. Peor, fueron derrotados en el campo de batalla y sólo están en condiciones de hacer actos terroristas como demostración de su poder menguante.

Claro que siguen siendo la mayor potencia del planeta. El 4 por ciento de los habitantes del mundo produce la cuarta parte de la riqueza global. Hay mucha tecnología de avanzada allí. Pero, sobre todo, una posición dominante en el sistema financiero mundial, el mismo que rediseñaron en su provecho después de la Segunda Guerra Mundial. Todavía hoy el 60 por ciento de las transacciones del mundo se realizan en dólares. Una moneda sin otro respaldo que la pujanza de la economía yanqui y que la Reserva Federal imprime de acuerdo con las necesidades del financiamiento de su despliegue militar en el mundo.

Serán por eso la mayor potencia del mundo por mucho tiempo más. Pero cada día que pasa, retroceden un paso y lo saben. Por eso para ellos cualquier proceso que manifieste márgenes de autonomía en nuestros países, aunque sea restringida, de nuestra región y en otras partes del mundo, adquiere carácter de amenaza estratégica y moviliza todos sus recursos para disciplinar y derrotar las disidencias. La deuda externa dejada por Macri es por ello una oportunidad que no habrán de desaprovechar.

Un aliado invalorable del Imperio son los sectores sociales locales que se perciben privilegiados y que observan como amenazante cualquier proceso de cambio social democrático. Son los aliados naturales del poder neocolonial, como al principio de nuestras historias independientes lo fueron de las potencias coloniales de aquella época, incluso España.

En este tiempo juega a su favor la enorme concentración de los recursos comunicacionales en un reducido vértice del poder mundial, que construye agenda y prefigura realidades con un discurso que apela al miedo y el odio como herramientas de movilización emocional irracional de los que se sienten amenazados. Lanata, Bullrich, Clarín y el supuesto asesinato de Nisman condensan el dañino coctel que para la convivencia democrática representan estas fuerzas destituyentes.

Con todo ese poder concentrado, de todos modos, no pudieron alcanzar el objetivo de lograr la reelección de Macri y Vidal. La percepción social del progresivo deterioro de las condiciones de vida de las mayorías y la sumatoria de las luchas en defensa de los derechos amenazados, hicieron retroceder a la derecha en el plano electoral. Pero, claro, no terminó la disputa y sobre todo se libra respecto de la interpretación de la compleja realidad social.

Por caso, dejaron al país arrasado y repleto de bombas a punto de estallar en la cara del nuevo gobierno. Pero no se hacen cargo de nada y arremeten furiosos contra cada paso que intenta dar Alberto Fernández, al que algunos propios consideran tibio. Ayer quisieron que se cayera la sesión para tratar la emergencia económica o sabotearon la posibilidad de nueva ley impositiva en la provincia de Buenos Aires. Mañana habrán de hacer lo posible para que no sea designado Rafecas como nuevo procurador de la Nación. Entre tanto gritan desaforados por el ajuste a las jubilaciones y siguen remarcando precios.

¿Podrá el gobierno popular atravesar este desfiladero de presiones locales, regionales y mundiales? ¿Podrá hacerlo sin violentar las reglas democráticas que le exigen sus adversarios, pero que no están dispuestos a respetar? ¿Podrá hacerlo sin la movilización unitaria, persistente y multitudinaria de quienes se benefician con el proceso de cambios y deben asumir su defensa activa?

Bolivia mostró que no alcanza con ganar elecciones frente a la desmesura de los que se sienten dueños del poder y además están asustados porque temen perderlo para siempre. ¿Cuáles son las alternativas? Creyeron haber remodelado para siempre a Chile según su credo neoliberal y ahora mismo está en llamas. Tampoco para ellos la historia ofrece senderos certeros.

Lic. Gerardo Codina

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