Editorial semanal de Tesis 11. LA TRAMPA

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Provocar el endeudamiento gigantesco con el FMI fue uno de los objetivos del macrismo para poder condicionar las acciones de las futuras administraciones argentinas. Ese ha sido el rol tradicional que cumplió con nuestro país desde 1956, cuando una dictadura gorila cívico militar hizo ingresar a Argentina en esa entidad internacional.

Que ahora el FMI ponga como condición a un posible acuerdo de repago que no cercene las posibilidades de desarrollo del país, el respaldo del macrismo, principal fuerza de oposición, completa la trampa de la derecha continental.

En el plano local y en lo inmediato, para dañar lo más que puedan la acción de gobierno, apuntan a voltear o condicionar el próximo Presupuesto en el Parlamento, uniendo todas sus expresiones en un voto opositor.

En el plano regional, quieren impedir que se consolide un renovado eje progresista popular, como se vislumbró el pasado 10 de diciembre en la Plaza de Mayo. La presencia conjunta de Lula, Pepe Mujica, Cristina Kirchner y Alberto Fernández es una señal muy fuerte a la que todos los actores prestaron la debida atención.

Esa derecha libertaria y pro fascista, hoy principalmente encarnada en el macrismo, pretende arrasar  con los derechos laborales consagrados en nuestro país después de muchísimas y duras luchas. Por lo mismo, que Mujica y Lula fueran invitados a un encuentro con el pleno de la dirigencia sindical nacional, no fue un evento protocolar.

Destacados como el “primer presidente obrero” y el “primer presidente campesino” de nuestra América, rememoraron ambos otro momento de la región, en que la convergencia de gobiernos populares pudo decirle a Bush en Mar del Plata “ALCA, ¡al carajo!”, mostrando lo mejor de nosotros.

El multitudinario festejo del 38 aniversario de la recuperación democrática se sumó en pocos días a la vibrante conmemoración del Día de la Militancia, mostrando la enorme potencia política de la organización popular cuando se moviliza.

Una potencia que marcó el momento de quiebre de la pretensión macrista de nueva hegemonía, cuando pocos días después de haber alcanzado mayoría electoral en las elecciones de 2017, enfrentaron el fuerte repudio popular a la iniciativa de modificar el régimen previsional. Allí comenzó a gestarse la futura derrota de Macri en las presidenciales de 2019. Conviene recordarlo en estas horas.

Lo mismo que recordar el vigésimo aniversario de las jornadas del 19 y 20 de 2001. Fueron días que marcaron el derrumbe del proyecto neoliberal impuesto por el tándem Menem-Cavallo y luego continuado por De la Rúa. Muchos de los responsables de aquellas horas aciagas hoy vuelven a la escena, como si fuésemos desmemoriados. Un par, responsables políticos de los muertos por la represión policial, recién acaban de ser condenados a prisión.

La caída del régimen de la convertibilidad, bien lo recordó Cristina, fue propiciado porque el FMI decidió no continuar su respaldo financiero. Pero era un colapso anunciado por la irrealidad de sus premisas y su incapacidad de resolver los problemas que afectaban a la mayoría, debido a la creciente recesión y la fortísima desocupación que produjo.

Ese colapso fue luego refrendado por la movilización espontánea de todo un pueblo que ya no toleraba más la confiscación de sus ahorros para salvar a los especuladores y reclamaba “¡que se vayan todos!”, culpando a toda la dirigencia política de ese fracaso previsible y dramático.

Ese enojo legítimo con la política democrática, se había expresado antes en un enorme ausentismo electoral en las elecciones parlamentarias de ese año. Su razón ayer y hoy hay que buscarla en el incumplimiento de la promesa fundacional del pacto democrático argentino, aquella formulada por Alfonsín: con la democracia se come, se cura, se educa.

Cuando nada de eso se hace real en la vida cotidiana de millones, debido a la avaricia de los poderosos de siempre, que hoy y ayer sólo piensan en incrementar sus riquezas a costa del país y del sufrimiento popular, la democracia se vuelve una cáscara vacía. Es otratrampa que el gobierno popular tiene que evitar. Pero para hacerlo, tiene que ponerle el cascabel al gato.Los ricos no sufren las crisis y por eso, no les importa provocarlas.

La imagen de Lula, Pepe, Alberto y Cristina en la Plaza trajo recuerdos de otras horas, felices para nuestros pueblos. Ya no están Chávez ni Néstor, claro. Pero quedan los pueblos y sus luchas. Y los pueblos siempre vuelven.De una u otra forma. Este retorno de los mejores momentos latinoamericanos que parece estar sucediendo de a poco, fruto de muchas luchas, sucede en un tiempo histórico en el que habrá que enfrentar una actitud agresiva e intransigente de quienes no quieren ceder ninguno de sus privilegios.

El activismo fascista de la derecha continental es una señal de su comprensión de lo que está en juego en la región. La misma comprensión debe sostener la audacia transformadora de las fuerzas populares. Ahora es cuando debemos alumbrar la patria liberada.

TESIS 11

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