Editorial semanal de Tesis 11. La dialéctica del poder

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El gobierno no podrá avanzar en resolver la pugna entre los intereses de las corporaciones que monopolizan la actividad económica del país y los de la mayoría trabajadora, si por lo menos no consolida una mayoría propia suficiente en ambas cámaras del poder legislativo. Por eso son cruciales las elecciones parlamentarias de este año.

Las necesita sobre todo para proceder a remover los operadores que sembró el macrismo en el Poder Judicial con el fin de usarlo para criminalizar a los dirigentes del campo popular. Pero asimismo necesita de esas mayorías propias para legislar a favor de democratizar la comunicación social y promover el acceso a los medios de los sectores postergados de la sociedad.

De igual forma requiere de un sólido respaldo político de la ciudadanía, expresado en más legisladores propios, para desmantelar la oligopolización de la economía e impulsar la posibilidad de que miles de pequeñas y medianas empresas compitan en mejores condiciones para favorecer el desarrollo productivo y social del país, lo mismo que para poner al sistema financiero al servicio de la producción y el progreso de las mayorías.

Hasta aquí, con los recursos de poder con los que cuenta, pudo impulsar exitosamente un proceso de renegociación de la deuda externa pública que se va resolviendo de a poco, sin comprometer el bienestar de las mayorías ni obturar la posibilidad de retornar a un sendero de crecimiento con equidad. También pudo lidiar con una inédita pandemia que paralizó al mundo y salvar miles de vidas, pese a la feroz militancia de la anarquía y la muerte desplegada por una fuerza de oposición salvaje e irresponsable.

Entre tanto ha desarrollado una inserción internacional inteligente y virtuosa que continúa las mejores tradiciones del país y que sirve para potenciar tanto la lucha contra la pandemia como la renegociación de la deuda, al tiempo que abre senderos para el desarrollo nacional soberano y con más trabajo y justicia social para los argentinos de a pie.

Pero abrumado por las exigencias del presente, que son inmensas, el gobierno ha tenido poco espacio para mostrar el camino por el que avanzar, paso a paso, hacia un futuro mejor para las mayorías. Se trata ahora de recuperar y potenciar esa esperanza que alumbró esta nueva etapa de nuestra vida institucional, para poder capitalizarla en forma de mayores respaldos políticos democráticos.

Porque el poder concentrado no se detiene y prosigue su labor de sabotaje insolidario de los esfuerzos colectivos para superar la crisis. Lo único que pretenden es beneficiarse sólo ellos de las mejores condiciones internacionales para nuestras exportaciones y no dudan en encarecer la mesa del pueblo, aunque eso empuje a millones a la miseria y la desesperación.

Las políticas sociales compensatorias resultan un paliativo necesario, pero siempre corren de atrás a la carestía que realimenta la pobreza. Pobreza que ciertos voceros de la derecha consideran un obstáculo para una democracia “verdadera”, por lo que proponen con desparpajo un “reformateo” autoritario de la sociedad. Pobreza que algunos de sus economistas señalan con razón que se ha multiplicado por veinte desde la finalización de la dictadura, escondiendo que esa es la contracara de la brutal concentración del ingreso ocurrida en el mismo tiempo.

Esa desigualdad estructural que se acentuó crisis tras crisis en estos años, debe ser revertida. Pero para ello es necesario más poder político y mayor articulación y movilización de los sectores populares. El gobierno necesita convocarlos y respaldarse en ellos en mayor medida de lo que ya lo hace, tanto para la disputa política cotidiana, como para la crucial batalla electoral que tenemos por delante.

Se debe salir al encuentro de los desanimados y de los cansados, de los que no logran resolver satisfactoriamente su vida cotidiana, no sólo con un plato fraterno de comida como se hace en cada rincón de la patria, sino con la decisión de avanzar en las reformas estructurales que la hora demanda. Entre otras cosas, para alinear al poder económico concentrado con los objetivos definidos democráticamente por la sociedad y hacer prevalecer el poder político popular que emergió de las urnas.

Ya bastante nos contagió el covid. Contagiemos ahora esperanza, seguridad en un futuro mejor para todos, la alegría de los pueblos que avanzan, mostrando que no defraudamos su confianza.

Una respuesta a “Editorial semanal de Tesis 11. La dialéctica del poder”

  1. Muy sensato, prudente y equilibrado el contenido del Editorial

    Adriana

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