Editorial semanal de Tesis 11. LAS ELECCIONES EN CHILE. ¿DE LA CRISIS SE SALE POR DERECHA?

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El resultado de la primera vuelta electoral en Chile, con ventaja para José Antonio Kast, el candidato de la ultraderecha, sobre Gabriel Boric, representante de un frente nacional y popular, implica una sorpresa de gran magnitud.

Si bien, la diferencia de dos puntos amerita una segunda vuelta en la que habrá una polarización absoluta, no deja de preocupar, en grado extremo, el triunfo de un candidato que representa los más abominable y terrorífico de la derecha.

Este resultado parcial y la importante cantidad de ausentismo, refleja un estado de ánimo de una parte importante de la población chilena, más allá de la fuerza electoral propia que pueden tener los “momios” (derecha chilena).

No deja de asombrar la comparación con las jornadas vividas hace no mucho tiempo en Chile, donde millones de personas manifestaron en sus calles y plazas, arriesgando sus vidas y pagando un precio muy alto ante la represión salvaje de los “pacos”.

Trabajadorxs, estudiantes, mujeres, organizaciones sociales y partidos de izquierda, reclamaron y exigieron al gobierno de Piñera, cambios drásticos en la política económica y más derechos sociales, gratuidad en la enseñanza, abolición de la constitución pinochetista, en síntesis, manifestaron contra el neoliberalismo del gobierno de derecha actual.

Como resultado de esas luchas, el gobierno convocó a un plebiscito nacional, y el pueblo chileno votó a favor del cambio de constitución en un 80%.

El candidato Kast, y su entorno manifestaron su rechazo a esta decisión popular y además y en particular, contra los movimientos feministas. Además explicitaron su intención de “encerrar a los inmigrantes, y su posición xenofóbica contra la Argentina y su gobierno, levantando consignas de confrontación territorial entre los dos países.

Indudablemente, los millones de manifestantes, que cubrieron las calles, sus muertos y heridos cegados por los disparos de los carabineros, representaron un hecho trascendental en la historia actual de Chile. Pero esta parte de la población, consciente y luchadora, no implicó la totalidad de la población sometida, y empobrecida por la política neoliberal.  El fascismo infunde y difunde el terror. Las paredes pintadas, calles bloqueadas, las escenas de represión salvaje, son un escenario que para mucha gente pobre también representa peligro y miedo.  Hay un pueblo sometido y silencioso.  “…Ante el orden o el cambio, prefirieron lo primero.”

Pero el orden y la paz que la derecha y su versión fascista promete, es la pax de los cementerios. Chile, ha sido el “alumno ejemplar” de las ideas neoliberales de la escuela de Chicago en la década del “70, hoy representadas por Kast. Admirador de Pinochet que masacró a miles y miles de luchadores políticos y sociales en 1973, e implantó una dictadura fascista que sometió al país, inmediatamente a la política, del imperialismo norteamericano en la región. Sus efectos, han sido consolidar un país productor de minerales y alimentos e importador de industria, y todo lo demás, con sueldos bajísimos, flexibilización laboral, grado superlativo de explotación del trabajo asalariado, restricción de derechos sociales, y apoderamiento de los fondos de jubilación por parte de los bancos. En síntesis, niveles altísimos de desigualdad social. Es decir, el mejor escenario para las inversiones que buscan máxima rentabilidad, sin movimientos ni reclamos sociales.

Sin embargo, quizás haya un hilo conductor entre ambos polos de la contradicción mencionada (los movimientos sociales que lucharon y lograron cambios, y el triunfo de Kast).

Detrás de la derecha y la ultraderecha, están los mismos intereses. Los grupos dominantes fusionados con el capital internacional. Cuando estos grupos perciben que los gobiernos de derecha ya no son garantía de contención de los reclamos populares, pasan a generar nuevas estrategias. Aparecen partidos y personajes de tipo fascista que, al mismo tiempo que enarbolan sus consignas de privilegio, buscan captar la voluntad de sectores populares, sometidos precisamente por ellos, bajo un ropaje de orden, de libertad y de paz social. Es decir, dicen representar los intereses del pueblo trabajador, frente a políticos corruptos. Son la política de la antipolítica. Son el verdugo seduciendo a su víctima.

Quizás los sucesos victoriosos de las alamedas chilenas, alarmaron e implicaron un reposicionamiento de los grupos dominantes hacia nuevas versiones políticas de dominio, presentando una versión tipo Bolsonaro en Brasil.

Existen vasocomunicantes entre la realidad chilena y la de la mayoría de los países latinoamericanos. Las crisis profundas y estructurales que viven los pueblos de América Latina, tienen sus raíces en la crisis general del capitalismo, en la dependencia de los países centrales del capitalismo, el avance de los grupos dominantes y sus instituciones financieras.

En los países periféricos el Trabajo es sometido y explotado por el Capital, en dimensiones tales que la desocupación, la marginalidad, la pobreza y hasta la indigencia en el pueblo, se han agravado sideralmente.

Pero los grupos dominantes en el capitalismo, al mismo tiempo que aumentaron la explotación de todo el pueblo, han perfeccionado al máximo sus estrategias comunicacionales generadoras de “sentido común”.

La primera vuelta en Chile, así como las elecciones legislativas en Argentina, también dejan otras enseñanzas. Es evidente que no alcanza con exponer y denunciar los objetivos del neoliberalismo y su esencia depredadora, también es necesario ser contundente en la explicitación de nuestro proyecto alternativo de país. Es probable que la necesidad de sumar voluntades de sectores medios, haya sido interpretado por otros, influenciados por una izquierda, para quien todos son iguales, como una señal de pasividad y no cambio. De ahí un aumento del caudal ultraizquierdista pero también, de ahí, el elevado abstencionismo.

 La libertad que proclama el neofascista Kast, como en Argentina los Milei o Espert, es la libertad de explotación de los trabajadores. Es la legalización de mayor explotación a través de la flexibilización laboral y a la eliminación de las indemnizaciones por despido. En realidad, pregonan la libertad de apropiarse del producto nacional, la libertad de fugar sus capitales a guaridas fiscales. La libertad de condicionar los sistemas judiciales que avalen y bendigan sus acciones.

De las crisis que provoca el sistema capitalista hegemonizado por políticas neoliberales y de derecha, no se sale con el voto a la derecha, dándoles más poder.

Los militantes que lucharon y marcharon contra el sistema neoliberal en Chile, imperante hace 50 años, no son la totalidad del pueblo trabajador y explotado, pero representa sus verdaderos intereses.

En Chile, como en Argentina, el pueblo trabajador paga las crisis económicas y sólo la conjunción de las fuerzas populares manifestándose por sus derechos puede “pararle la mano a la derecha”.

Es imperioso alertar contra “los cantos de sirena” de la derecha, cuyo objetivo es captar, confundir y someter económica y políticamente a los pueblos, pero además ganar su sentido común. Es quizás hora de parangonar lo que fueron las alianzas nacionales y populares contra el fascismo, lo que permitió derrotar a la bestia nazifascista en la 2ª Guerra Mundial. Pero, además, explicitando claramente un modelo alternativo de sociedad en la que los objetivos de justicia social, mejoramiento económico y felicidad para el pueblo, sean una realidad.

Una respuesta a “Editorial semanal de Tesis 11. LAS ELECCIONES EN CHILE. ¿DE LA CRISIS SE SALE POR DERECHA?”

  1. Respecto de la frase “Sólo la conjunción de las fuerzas populares manifestándose por sus derechos puede “pararle la mano a la derecha”, opino que es totalmente insuficiente como quedó demostrado en Chile. Hace falta que haya muchos dirigentes que interpreten la realidad con categorías de análisis oportunas y las traduzcan a los trabajadores con claridad, sobre todo que lleven a la práctica esas convicciones. Tal como expresé anteriormente, no se debería sustentar teóricamente un entusiasmo prematuro sobre las impresionantes (eso sí) manifestaciones populares de Chile como presagio o anticipo de un cambio hacia una elección por una fórmula progresista.
    Saludos
    Ana María

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