Gestionando lo Común en la Economía Basada en el Conocimiento (1)

Compartir:

Revista Tesis 11 (nº 118)

(Teoría)

Ignacio Paz*

Traducción y resumen realizados por Ignacio Paz del trabajo de Carlo Vercellone** y equipo (docentes Paris 1 Panthéon-Sorbonne) realizado en el marco del proyecto europeo D-Cent (Decentralised Citizens Engagement Technologies for direct democracy and economic empowerment), Abril 2015.

Los grupos  concentrados del sistema capitalista usufructúan la actual Revolución Científico Técnica para acrecentar su dominio económico y  político mundial. Al mismo tiempo la difusión global de los avances en las nuevas tecnologías de producción, distribución e información en las comunicaciones, generan un proceso de “socialización” del conocimiento.

Introducción de Ignacio Paz

El trabajo que trataremos de sintetizar, es la continuidad de una nutrida bibliografía que Vercellone y su equipo vienen desarrollando en torno a la investigación acerca de la etapa actual del capitalismo en el mundo.

Los pilares básicos de esta corriente marxista de pensamiento, dada en llamar del Capitalismo Cognitivo, consisten en la caracterización de las transformaciones sustanciales habidas en el proceso histórico de desarrollo del sistema capitalista mundial.

Sistema que, refuerza su esencia contradictoria basal entre el carácter social de la producción y la forma privada y cada vez más monopolizada de la propiedad de los medios y de los resultados de dicha producción.

Pero la producción de mercancías, proceso distintivo y genético del capitalismo, ha sufrido un proceso histórico de metamorfosis por el cual infinita multiplicación de bienes y servicios inundan los mercados, y se convierten en torrentes de valores de uso que satisfacen necesidades y a su vez generan otras nuevas y más sofisticadas.

El sujeto histórico productor de mercancías, los trabajadores, investidos por los fundadores del marxismo como portadores y vanguardia de la revolución socialista, transformando la materia fueron transformando aceleradamente la ciencia y la tecnología.

Los grupos  concentrados del sistema capitalista usufructuan  dominantemente esta creciente Revolución Científico Técnica para acrecentar sideralmente su dominio económico político mundial.

Se utiliza  la globalización de la economía mundial como nueva forma de expansión de los mercados mundiales en beneficio de los grupos dominantes del sistema, produciéndose una concentración creciente de la riqueza en un polo dominantes cada vez más reducido.

Pero al mismo tiempo  esta difusión global de los avances en las nuevas tecnologías de producción, distribución, información, de comunicaciones, etc, generaron un proceso vertiginoso de “socialización” del conocimiento.

Cada vez más, millones y millones de personas se incorporan al lenguaje, a la difusión y al entrenamiento bajo las nuevas tecnologías y empujadas por el torrente de las redes cibernéticas de información y comunicación que esparce el conocimiento.

Los cercamientos que el capital impuso históricamente a la propiedad y con ello al derecho de utilizar el desarrollo de las fuerzas productivas en su beneficio, cada vez más en forma monopolista, comienzan a tropezar con nuevas contradicciones y nuevos impedimentos.

El capitalismo ha devenido en Capitalismo Cognitivo. El conocimiento basado en y fundamento de la revolución tecno científica, se ha convertido cada vez más en fuerza productiva directa.

Los Derechos de Propiedad Intelectual protegen para la propiedad privada los nuevos descubrimientos y avances tecnológicos, pero no logran impedir totalmente que nuevas formas de comunicación y acceso al conocimiento produzcan fisuras importantes en los diques de contención que el sistema levanta para su protección.

Pero así como en la sociedad humana  existieron siempre bienes y servicios  que responderían a una lógica diferente a la de lo público o privado, aunque haya habido apropiación privada de ellos ( El agua, la tierra, la atmósfera, el espacio, los ríos, los mares otros recursos naturales, son bienes “comunes” cuya esencia y existencia obedecerían a otros paradigmas.) hoy, nuevos bienes se incorporan crecientemente al conjunto de “comunes” fruto de la cooperación internacional creciente de nuevos productores.

El desarrollo del capitalismo contemporáneo expande las fronteras de lo común.  La ciencia y la tecnología enriquecidas por el trabajo de millones de personas en el mundo difunden sus contenidas en forma global y sistémica. Su apropiación monopolista choca crecientemente contra la multiplicación infinita de actores que participan en su creación y difusión. El concepto de lo común, se enriquece.

Lo Común es, entonces, producto de una construcción social e instituciones no referidas a su esencia constitutiva, sino a formas de gobierno y de cooperación en el trabajo, que aseguren su producción, reproducción y distribución.

Aparece la cuestión sobre la posibilidad de una gestión diferente de lo “común”.

Aparece la cuestión acerca de si el capitalismo en su etapa actual de Capitalismo Cognitivo (dado el carácter creciente y dominante del conocimiento como fuerza productiva directa), puede dejar paso a una sociedad diferente con una Economía Basada en el Conocimiento.

Sociedad postcapitalista  que se edificaría sobre nuevas bases y parámetros sociales, y en la que la producción del hombre, por y para el hombre, sea dominante.

Sociedad en la que los ideales de justicia y bienestar social se encuentren sólidamente basados en la utilización democrática y extendida del conocimiento.

El resumen que sigue intenta sintetizar un nuevo trabajo del equipo de Carlo Vercellone, en esta dirección, con las limitaciones que tiene todo intento de síntesis y traducción pero que apunta a la difusión de estas ideas

Ignacio Paz

Gestionando lo Común en la Economía Basada en el Conocimiento

Traducción y resumen realizados por Ignacio Paz del trabajo de Carlo Vercellone** y equipo (docentes Paris 1 Panthéon-Sorbonne) realizado en el marco del proyecto europeo D-Cent (Decentralised Citizens Engagement Technologies for direct democracy and economic empowerment), Abril 2015.

  • Lo Común es el producto de una estructura social e institucional que demuestra formas de gobierno y cooperación social que garantizan su producción, reproducción y distribución.
  • Las nuevas instituciones de lo Común que emergen (de estas nuevas formas sociales) constituyen un principio general de auto gobierno de la sociedad y auto organización de la producción social, proponiendo una nueva división entre lo Común, lo Público y lo Privado.
  • El tema de lo Común y de los bienes comunes es una vieja historia que precede cruza y suplanta el desarrollo del capitalismo y la modernidad.
  • En una primera forma se expresó en las tierras comunes, ligado a la sacralidad de la naturaleza y al manejo de la tierra y los recursos naturales.
  • En Roma existió una ley pública con la noción de “res comunes omnium”. Se refería a cosas que pertenecían a todos por la simple razón que ninguno tenía interés en ellas o  no podía ser establecida relación de pertenencia o apropiación exclusiva (el mar, el aire, la atmósfera, lugares sagrados)
  • En cambio “res nullius” eran cosas sin dueños pero que podían ser apropiadas.
  • En sistemas precapitalistas pueden verse organizaciones sociales basadas en lo Común (tierras y otros recursos naturales).
  • En China (dinastía Han) con significativo desarrollo de economía de mercado, al lado de la propiedad pública sobre los principales medios de producción, el acceso a la tierra y otros recursos  estaban ampliamente regulados por derechos de propiedad basados en el uso a nivel comunitario.
  • En Rusia, la expresión MIR que significa “hecho en Rusia”, se origina en el vocablo “Común”
  • En el siglo XIV en Inglaterra se da una importante participación de la copropiedad de tierras en la organización social y económica de la agricultura. Bienes comunes como bosques, pasturas y tierras de caza y pesca. Esta es una fase considerada Edad de Oro de los Comunes.
  • La reacción a esto fue la aparición del movimiento de “cercamientos” (enclosures) y expulsión de campesinos de las tierras comunes.  Se inicia el proceso de apropiación privada haciendo de la tierra un bien más a comprar y vender en el mercado.  Este proceso en conjunto con el nacimiento de los modernos Estados-Nación, las dicotomías estado-mercado, público-privado fueron convirtiéndose en principios excluyentes del orden social y económico,  relegando a lo Común al margen de la sociedad.
  • La expansión de la Revolución Industrial y el nacimiento de movimientos obreros pareciera revivir formas de solidaridad y autogobiernos y aún formas de propiedad basadas en lo Común. Es la “Edad Heroica” de los sindicatos, cooperativas de trabajo y asociaciones mutuales de ayuda recíproca. No obstante, estas formas no se desarrollaron con igual fuerzo y decayeron.
  • Con el Fordismo y el Estado Keynesiano, la dialéctica entre lo público y lo privado deviene excluyente en tal grado que la organización de la solidaridad será vista como tarea de las organizaciones burocráticas del Estado de Bienestar.
  • No obstante, la historia no es un proceso lineal y actúa con fracturas e hibridizaciones y el tema vuelve a la discusión.
  • La primera transformación se expresa a través de las crisis ecológicas, la depredación de los recursos naturales y la conciencia de la debilidad del planeta y los recursos naturales, trae con fuerza la actualidad de lo común.  Ha tenido fuerza institucional como proyecto de modificación constitucional en Islandia en 2012 y una nueva constitución en Ecuador en 2008.
  • La segunda transformación está centrada en el desarrollo de una economía basada en el rol conductor del conocimiento (Knowdlege Based Economy) y su difusión.  La dinámica de la formación de inteligencia generalizada y la revolución informática.
  • Se forman comunidades de conocimientos intensivos. Wikipedia como ejemplo de software gratuito y otras formas gratuitas de copiado de información, representan apenas la punta del iceberg de nuevos y complejos Comunes.
  • La discusión binaria entre viejos y nuevos bienes comunes, se salda viendo como lo viejo se funde en lo nuevo. El descubrimiento de nuevas semillas, plaguicidas, etc, enriquece las viejas formas de tratamiento del suelo. Lo que a su vez, atrae más y más la atención de los monopolios farmacéuticos y agroindustriales.
  • Del otro lado, los “conocimientos comunes” son aquellos no sólo vinculados con los bienes inmateriales (software, data banking o conocimientos codificados de producción). La organización de estos principios puede relacionarse con cualquier tipo de actividades materiales o inmateriales producidas por el hombre para el hombre (salud, educación) o cualquier otro tipo de bienes, servicios o recursos.

Los Comunes y la superexplotación de tierras

Hardin plantea que la sobreexplotación de pasturas, la introducción de las ovejas en los campos y la reducción de tierras fueron la causa de la necesidad de privatización de los bienes comunes.

En realidad fue a la inversa.

La lógica basada en M-D-M (mercancías, se cambian por dinero para a su vez adquirir otras mercancías) en la que el Dinero oficiaba de facilitador de la circulación y en donde producción y consumo se igualaban (porque el objetivo de la producción sería satisfacer el consumo NT), cedió paso a  D-M-D’ en donde el proceso se inicia con Dinero, para, a través de una Mercancía, obtener Dinero incrementado.  Aquí la finalidad es la ganancia y no el consumo.

Mas allá del “homo economicus”

Ostrom se opone al concepto de egoísmo individual, continuamente en competencia para apropiarse de recursos. Ella refuta los aspectos dogmáticos y absolutos del “homo economicus” y del individualismo propietario. Dice que el ser humano tiene una estructura de motivaciones más compleja y una mayor capacidad para solucionar dilemas sociales que aquellas postuladas en la teoría de la elección racional.

Dice que el individuo también tiene motivaciones altruistas y una conducta cooperativa, lo que le permite acciones colectivas y el establecimiento de reglas garantizando la perpetuidad de los comunes.

Dilemas como “competición en usos”, “libre circulación” y “sobreexplotación de recursos” pueden ser resueltos teóricamente si, contrariamente a los modelos usuales en teoría de los juegos, se integran con las posibilidades de conductas altruistas y de cooperación.

Ejemplifica con ocho reglas que harían posible una gestión colectiva de los “comunes”, incluso más eficiente que la gestión privada.

Temas inconclusos sobre la “Nueva Economía Política de los Comunes”

Ostrom (Nobel de Economía 2009) y su equipo, han provisto decisivo impulso para demostrar, comenzando con una crítica sobre el paradigma neoclásico, que es necesario hoy, superar las simplificaciones tales como dicotomías entre: Estado-Mercado o Público-Privado.

No obstante sus méritos, las teorías de Ostrom pueden ser criticadas desde la economía y desde las ciencias sociales.

Finalmente, Omstrom pone énfasis en la dimensión de la estructura social de los “comunes”. Desde este punto de vista, es la administración y no la naturaleza de las cosas, lo que representa el principal factor para calificar un recurso como “común” (comunitario).

La crítica de Ostrom se basa en que ella separa los “comunes” basada en la rareza o no renovabilidad de los recursos de los comunes o comunitarios del conocimiento.

En cambio, se subraya en este trabajo, que la labor cognitiva y los conocimientos comunes son los elementos “en común” que hacen posible la estructura social de todo tipo de bien comunitario, independientemente de la naturaleza de las cosas, sean éstas materiales o inmateriales, escasas o abundantes.

Además, se olvida de la importancia de la relación con el dinero.

La relación entre el dinero y la organización social de la producción, en el centro de la cual se puede encontrar al salario, es de hecho uno de los factores centrales condicionantes a nivel macroeconómico y social, de la jerarquía y organización de las esferas pública, privada y comunitaria.

Capitalismo Cognitivo y lo Común en un análisis especial

Una primera aproximación considera que, un nuevo principio ontológico de los nuevos comunes del conocimiento (bienes comunes basados en el conocimiento) debe estar basado en las nuevas características históricas del trabajo cognitivo y NO en su materialidad o intangibilidad, sean tierras o relaciones sociales.

Una segunda aproximación al desarrollo de los bienes comunes está estrechamente ligada al desarrollo de nuevas fuerzas productivas materiales y humanas, sobre la base de una Economía basada en el Conocimiento y su contradictoria relación con las formas de regulación del Capitalismo Cognitivo.

Las garantías y servicios del Estado de Bienestar, influyeron en el desarrollo de la visión de una KBE (Knowledge based Economy) Economía basada en el Conocimiento.

Además de permitir la instauración del concepto de instituciones del “common” o “commonfare”. Proceso político capaz de introducir los principios de inapropiabilidad  y de democracia directa de lo común hacia el interior del Welfare State o Estado del Bienestar.

Es decir, el concepto de “lo comunitario” cruzando todas las conjunciones de la producción social y no reducido a un enclave situado en los límites de una economía de mercado o estatal.

En síntesis, se harán distintas proposiciones relacionadas con formas de regulación susceptibles de favorecer la sustentabilidad de lo común y de una KBE social y abierta, emancipada de la tragedia de lo anticomunitario del capitalismo en su etapa cognitiva.

El punto de partida de lo común, en una singular aproximación, se encuentra en el análisis de las transformaciones históricas de la cooperación en el trabajo y consecuentemente en la naturaleza de los productos.

En este marco, lo “común”, no es un objeto, una sustancia que precede y trasciende la existencia humana (Negri 2009). Lo “común” es la actividad social e históricamente determinada que produce incesantemente nuevas instituciones. Instituciones que son, al mismo tiempo, las condiciones y el resultado de lo común en sí mismo.

Esto sería lo contrario de las teorías sobre los bienes comunes desde lo teórico y lo metodológico.

La primera diferencia consiste en no considerar lo común a partir de la naturaleza específica de ciertos bienes (sean públicos o privados).

En realidad, ningún bien “está destinado” a ser manejado en forma pública, privada o comunitaria en función de sus cualidades intrínsecas (como lo hace la teoría neoclásica, siguiendo los principios de rivalidad/no rivalidad, exclusión/no exclusión).

Por ejemplo, la salud o la educación son teóricamente destinados a consumidores. En consecuencia, susceptibles de ser manejados por precios, como bienes privados. No obstante, a menudo son producidos por el Estado, o a través de un “tercer sector” bajo la forma de servicios colectivos no comerciales (cooperativas).

También es cierto que ningún valor de uso escapa de la esfera de la producción comercial y rentable. Esto es corroborado por la creciente presión que el sector privado ejerce sobre una gran serie de bienes públicos y comunes.

Es el caso del agua. Considerado un bien común, es objeto de numerosos conflictos sociales e incluso políticos, en Europa.  En Italia, por ejemplo, un referéndum popular expresó el rechazo a proyectos privatizadores inspirados en la Unión Europea.

Aún servicios considerados puramente públicos, como Defensa, Justicia o Seguridad interior, pueden ser producidos por el sector privado en una lógica de privatizaciones y ganancias. (Por ejemplo en EEUU parte del servicio de penitenciaría o en Italia el negocio de las mafias que brindan “protección”).

El conocimiento, lejos de ser monopolio público y sujeto a lógicas no comerciales, es objeto creciente de privatizaciones a través de los “derechos de propiedad intelectual” y los “cercamientos” privados de conocimientos que caracteriza al capitalismo cognitivo.

Por el contrario, comunidades de intensivos conocimientos, como en el caso de softwares libres o wikipedia, pueden producir conocimientos, como un bien común, haciéndolo disponible en forma gratuita, de una manera alternativa a la lógica de lo privado o público.

Es decir que no hay criterios objetivos que dividen lo público, lo privado y lo común, según las características intrínsecas de los bienes.

Estas alternativas son producto de elecciones políticas que expresan relaciones de fuerza y compromisos en un momento histórico dado.

Lo Común es, entonces, producto de una construcción social e instituciones no referidas a su esencia constitutiva, sino a formas de gobierno y de cooperación en el trabajo, que aseguren su producción, reproducción y distribución.

Hoy, el aumento de la capacidad de la autogestión del trabajo, depende, en las sociedades postfordistas, del desarrollo de una intelectualidad colectiva y de formas de organización cognitiva del trabajo, rompiendo con la lógica de la división del trabajo correspondiente al capitalismo industrial.

La diseminación social del conocimiento y el planeamiento e implementación del trabajo, constituye el necesario prerrequisito para el retorno de una fuerte y ontológica fundación de “lo común” en el capitalismo contemporáneo.

Desde bienes comunes a “lo común” en lo singular: una nueva perspectiva teórica

La segunda diferencia consiste en hablar de lo común en singular (con el capital constante) y ya no simplemente de “bienes comunes”. Esta innovación teórica es de vital importancia.

Lo común no debe ser pensado como un simple enclave comparado con las normas de lo público y lo privado. O mejor, como un “tercer sector” que armoniza entre el Estado y el mercado en orden a corregir las más flagrantes deficiencias.

No. Lo común constituye un principio general sobre autogobierno de una sociedad, de autoorganización de la producción, que puede, potencialmente, competir por la supremacía con la histórica antinomia Estado-Mercado y convertirse en un principio rector de una nueva estructura jerárquica entre comunes, público y privado.

Formalmente, bajo este concepto, entendemos un modo de cooperación, reintroduciendo democracia durante la producción, en oposición al principio de la jerarquía que caracteriza a las firmas capitalistas, así como a la lógica burocrática en la administración pública.

Es decir, siguiendo a Benkler, “cuando nadie usa, ni reclama derechos exclusivos para organizar esfuerzos o capturar valores, cuando la cooperación es lograda a través de mecanismos sociales diferentes, tanto a las señales de precios como a la dirección o management”.

Este concepto indica un principio general de autogobierno en la sociedad que idealmente hace descender la democracia a la estructura.A la esfera de las decisiones estratégicas y económicas, resolviendo las cuestiones: ¿ Qué, Cómo, Para quien producir y para satisfacer qué necesidad ?

Esto es un quiebre fundamental, comparado con el sistema basado en la controversia estado-mercado, donde el concepto de democracia está relegado a la superestructura política de la democracia representativa y completamente separado de la esfera económica, en donde las decisiones dependen de la propiedad privada o pública y en donde ambas comparten el principio de la propiedad absoluta.

El concepto de lo común incluye todos los bienes o recursos comunes independientemente de su característica específica.

Propiedad común indica relaciones sociales de propiedad basadas en el uso y mutualización de los recursos y no apropiabilidad.

Lo común y los bienes comunes en la dinámica contradictoria entre KBE (economía basada en el conocimiento) y el Capitalismo Cognitivo

El desarrollo y expansión de lo común está caracterizado por dos impulsos.

Por un lado, su crecimiento se basa en la dinámica endógena de la economía basada en la difusión del conocimiento que conduce a formas de participación y producción basados en cooperación y libre acceso a los recursos.

Por otro lado, este desarrollo se presenta como una reacción al movimiento que, en dirección opuesta, conduce a nuevos “cercamientos” del conocimiento bajo dos formas:

  • El reforzamiento de los derechos de propiedad intelectual aceleradamente desde los ‘80, conducentes a la actual tragedia del conocimiento como lo “anticomún”.
  • La subsunción de la condición colectiva de una KBE, especialmente la producción del hombre por y para el hombre en un Estado de Bienestar, a la lógica del Capitalismo Cognitivo que tiende a someter a las instituciones del Welfare a los principios de la gestión privada.

En este contexto, la reapropiación democrática de las instituciones del welfare y el reclamo del conocimiento como bien común, son los principales terrenos donde la dinámica de lo común está expresada.

Recordemos que el Capitalismo Cognitivo no es una simple variante de lo que ha sido comúnmente llamado “economía del conocimiento” (o economía basada en el conocimiento)

Estos dos conceptos deben ser rigurosamente diferenciados para entender como interactúan y las tensiones que generan.

La noción de KBE (economía basada en el conocimiento) se refiere a un nuevo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas materiales e intelectuales.

Esto a su vez, es el resultado de:

  • crecimiento y ampliación del nivel intelectual medio producto del nuevo nivel y democratización de la enseñanza
  • el descenso de los costos y la descentralización de los mecanismos de circulación del conocimiento que permiten agrupar a la innovación (desde la PC a la Web) ligado a las nuevas tecnologías de informática y comunicaciones (NTIC)

Prolongando el razonamiento se podría afirmar que la noción de capital intangible (ligado a los avances del conocimiento y convertidos en conocimientos vivos) se incorpora y moviliza hoy de manera fulminante en comparación con el “conocimiento muerto” expresado por el capital fijo y la vieja estructura de organización de los negocios.

Además, el aumento de la parte de capital llamada intangible está estrechamente ligada al desarrollo de las instituciones y servicios colectivos del Estado de Bienestar.

También debe mencionarse la importancia de formas de salario social (pensiones, subsidios, seguro de desempleo, etc) que permite utilizar el tiempo libre para la generación de nuevos conocimientos.

Desde el ángulo del desarrollo de una economía basada en el conocimiento, este tiempo libre usado de esa manera, se convierte, usando los términos de las tesis sobre el intelectual colectivo, en una fuerza productiva directa.

Uno de los mayores teóricos franceses  sobre “seguridad social”, Bernard Friot, manifestó que considerando el papel activo de un gran número de pensionados comprometidos en tareas en el sector terciario de la economía y en el desarrollo de conocimientos comunes, puede afirmarse que es su trabajo gratuito y voluntario en el desarrollo del conocimiento el que termina pagando gran parte de sus pensiones.

El proceso de crecimiento de la importancia del conocimiento en la organización del trabajo ha desplazado a sistemas de producción tradicionales como  Producción Agilizada, u organización Taylorista. Su incorporación ha mejorado sensiblemente los niveles de competitividad de las economías de países centrales que lo han incorporado.

En conclusión, los factores principales para el crecimiento a largo plazo y la competitividad de un país, dependen  más y más de factores colectivos de productividad (nivel general de educación y entrenamiento de la fuerza de trabajo, su interacción recíproca, la calidad de la infraestructura y la investigación y así de seguido).

Parafraseando a Adam Smith, pero alcanzando distinta conclusión, el “origen de las riquezas de las naciones” se deposita cada vez más, hoy en día, en la cooperación productiva situada en la sociedad, fuera de las empresas. Es decir en los mecanismos sociales e institucionales, que permiten la circulación y el compartir conocimientos.

El desarrollo de conocimientos comunes promueve plataformas de innovación abiertas, para “capturar” conocimientos producidos afuera de la empresa y aprovecharlos (Vercellone 2011)

Estos conceptos  son ignorados por  académicos y políticos en Europa,  en un contexto en el que las políticas de austeridad y privatizaciones, producen inestabilidad permanente y niegan verdaderas condiciones para el desarrollo de una KBE y con ello un potencial de crecimiento a largo plazo y sostenido.

Aparte del peso teórico de los preceptos del neo-liberalismo, una de las explicaciones de la permanencia de estas políticas (estrategias de privatizaciones), puede ser encontrada en la colonización de las instituciones del estado de bienestar, debido a dos razones estructurales:

  • La primera razón es que la salud, la investigación pública, la educación, el entrenamiento y la cultura no sólo forman estilos de vida y subjetividad, sino que constituyen pilares de regulación y orientación de una KBE (economía basada en el conocimiento)
  • La segunda razón es que la producción del hombre por y para el hombre, representa una parte creciente de la producción y la demanda social, demanda que hasta ahora, al menos en Europa, debe ser satisfecha fuera de la lógica del mercado. En una fase de tendencias de estancamiento nacional, desde antes del desencadenamiento de la crisis,  la “comunización” de las instituciones del welfare constituye  una de las últimas fronteras para la expansión de la lógica del mercado y de la financierización de la economía (por ejemplo a través de la transformación hacia un esquema de fondos de pensión)

En este punto, y contrariamente al discurso ideológico dominante que censura los costos y la improductividad de las instituciones del welfare, el objetivo de las políticas neoliberales no es la reducción del monto absoluto de estos gastos, sino, más bien, su reintegración en el sector privado y la circulación comercial y financiera.

No obstante, salud, educación, investigación, etc, son actividades que no pueden ser subordinadas a la racionalidad económica del sector privado, salvo a costa de racionar los recursos, de profundas inigualdades sociales y, en definitiva, una drástica reducción de la eficiencia social de dichas producciones.

Estas razones explican las tensiones sociales y económicas provocadas por la continuación de políticas de transformación de la producción del hombre, por y para el hombre, en bienes privados.  Con esto se desmantelaría la estructura de las condiciones esenciales situadas en la base de reproducción de una KBE (economía basada en el conocimiento).

Experimentar un modelo de “bienestar común”, encuentra aquí una de sus principales justificaciones y podría constituir, en la época de la KBE, una forma fresca de resocialización de la economía, a la manera de Polanyi (1944)

CONCLUSIONES

La dinámica de los “comunes” expresa la fuerza vital de una economía de conocimientos, originada por la conjunción de la inteligencia colectiva, del desarrollo de las instituciones del estado de bienestar y por la revolución informática, comunicacional y tecnológica (ICT).

Esta dinámica, a menudo entra en contradicción con la lógica del capitalismo cognitivo fundada en el tríptico de crecimiento de la producción de mercancías, apropiación privada creciente siguiendo la lógica neoliberal del sistema y corporización., es decir proceso de crecimiento de la concentración económica en manos de las grandes corporaciones. Esta contradicción ilumina la alternativa entre dos modelos divergentes de sociedad y regulación de una KBE (economía basada en el conocimiento) de lo cual depende crucialmente la sustentabilidad y el futuro de los “comunes”.

El primer modelo está basado en la investigación del modo neo-liberal de regulación que conduce al debilitamiento de las instituciones del estado de bienestar y a la tragedia de lo “anticomún” del conocimiento.

Al mismo tiempo, pese al mantenimiento esencial de la supremacía de la lógica de la propiedad del dueño, los grandes oligopolios de IT (investigación y tecnología) y de internet, plantean  nuevos modelos de negocios, carreras que concluyen internalizando parte del software libre y fuentes abiertas de movimiento.

Un pequeño núcleo de grandes corporaciones, han tenido éxito en controlar una gran parte de la infraestructura material e intangible de Internet, apropiándose de este espacio común y transformando las creaciones digitales y las identidades de los usuarios en comodities (mercancías simples).

Esta estrategia juega sobre la vulnerabilidad económica y financiera intrínseca del modelo no mercantil de los “comunes”, resaltando sus principales debilidades.

Ya sabemos de la falta de recursos que sufren la mayoría de los productores de “comunes”, independientemente de la relación salarial.

Esto determina una situación de precariedad que va de la mano con la presión que la renta del suelo produce sobre los trabajadores cognitivos.

El rol clave que la lógica de la renta económica (financiera, del suelo y los derechos de propiedad intelectual IPR) juega en el capitalismo cognitivo, influye más y más, no sólo en la dinámica y autonomía de los “comunes”, sino en las condiciones más esenciales de la reproducción del KBE (capitalismo basado en el conocimiento).

Esta evolución está expresada a través de un divorcio creciente entre la lógica del valor mercantil y aquella de la riqueza. Para comprender mejor el significado de esta afirmación es necesario recordar cómo para los padres fundadores de la economía política (Smith y Ricardo), el valor de los commodities depende de las dificultades de producción y en consecuencia del tiempo de trabajo. El concepto de valor, es aquí completamente diferente del concepto de riqueza, la que depende en cambio de la abundancia, del valor de uso, y finalmente de la arbitrariedad.

En consecuencia, la lógica capitalista de la producción mercantil, se ha basado, como hemos visto, en el capitalismo industrial, una suerte de legitimidad histórica de su capacidad para desarrollar riqueza,  produciendo más bienes materiales singulares, con menos trabajo, en consecuencia con menores precios unitarios, haciendo de esa manera posible, satisfacer una masa creciente de necesidades.

En cambio, en el capitalismo cognitivo, esta relación positiva entre valor y riqueza, entre producción mercantil y satisfacción de necesidades, es aún más  defectuosa o imperfecta. Diferentes tendencias en la economía contemporánea ilustran, como hemos visto, estas incongruencias entre valor y riqueza. Estas nos llevan, una y otra vez, a la incoherencia entre la lógica de la valorización en el capitalismo cognitivo,  y la lógica no mercantil intrínseca del KBE y la producción del hombre por y para el hombre.

En este marco, los soportes decisivos para el capital devienen, de hecho, de una estrategia de “comunización” (mercancías simples-commodities) y “apropiación”, lo cual, gracias a la estrecha relación entre los Derechos sobre la Propiedad Intelectual (IPRs) y la subordinación mercantil de los servicios del estado de bienestar, conduce  artificialmente a una escasez de recursos.

Esta lógica es una de las principales expresiones de lo que ha sido definido por la teoría económica convirtiendo la ganancia en renta (Vercellone 2013). El resultado es una situación que contradice los principios sustanciales sobre los cuales los padres fundadores de la economía política justificaban la propiedad como un instrumento de lucha contra la escasez. Ahora de hecho, es la creación de la propiedad la que hace que la escasez aparezca.

En este contexto, resulta aún más esencial y urgente definir los términos de un modelo alternativo de regulación de una sociedad y de una KBE (economía basada en el conocimiento) en el centro de la cual, la lógica de los “comunes” jugaría un papel esencial.

Los análisis efectuados en este trabajo traen a la superficie tres ejes principales que podrían constituir el marco de ese modo alternativo de desarrollo.

El primer eje está basado en una política de reforzamiento y democratización de las instituciones del estado de bienestar capaces de favorecer la transición desde un sistema de instituciones de bienestar burocrático, hacia lo que hemos denominado un sistema de “instituciones de bienestar en común” (commonfare).

Las posibilidades de esta transición radica en el papel clave que debe ser asignado a la inversión en servicios colectivos no mercantiles y a las producciones del hombre, por y para el hombre, que garanticen, al mismo tiempo, la satisfacción de las necesidades esenciales, la reproducción de una KBE (economía basada en el conocimiento) y un desarrollo social y ecológicamente sustentable.

Como hemos tenido ocasión de observar más de una vez en este trabajo, hombres para la producción para los hombres, constituye además, un reservorio de empleo altamente calificado en actividades en donde la dimensión cognitiva y relacional del trabajo, es lo dominante. La producción del hombre por y para el hombre corresponde, por definición, a una coproducción de servicios. Este contexto favorecería la experimentación de nuevas y más frescas formas de auto-gobierno en la producción, en concordancia con las modalidades que vinculan estrechamente a los usuarios en una auténtica dinámica de una democracia participativa.

La implementación de este modelo, evidentemente, implica traer nuevamente a la discusión, el paradigma económico, actualmente dominante. Paradigma según el cual, las erogaciones en los servicios colectivos del bienestar representarían exclusivamente un costo financiero el cual dependería de una extracción hecha sobre el valor creado por el sector mercantil privado (erróneamente considerado como el único verdadero creador de riqueza).

Las erogaciones en servicios colectivos de bienestar, por el contrario, deberían ser considerados como vectores conducentes a una economía de conocimientos intensivos y de inversiones sociales a través de las cuales su propia actividad productiva, genere una riqueza monetaria no mercantil que no sería producto del sector privado sino producidas directamente (Harribey 2004).

Esta perspectiva de transición hacia un modelo de instituciones de bienestar común (commonfare), nos vincula nuevamente con otro tema esencial referido  en este trabajo:

  • El tema del desarrollo y el reconocimiento legal de un conjunto de bienes comunes como de la Nación Europea a nivel local, de acuerdo a las rutas que han sido abiertas. (Se cita un ejemplo puntual: la Rodota Commission y el Lapsus Laboratory sobre lo cual la Municipalidad de Chieri reguló como bienes comunes )
  • El tema de incluir en este conjunto de bienes comunes lo que en Francia llaman (tiers lieux) o terceros lugares. Es decir otros lugares de producción como hackers y creadores de espacios (makerspaces), para puestos administrativos y de espacios con computadoras, impresores 3D y otras, para la producción digital y material, alternativas a la empresa privada.
  • El tema de una reflexión sobre una moneda común, sin la cual, la financiación de la producción y las inversiones necesarias para el desarrollo de los bienes comunes no serían posibles. Aquí tenemos que tomar nota y extender una de las enseñanzas clave dejada por Keynes para nosotros. Los economistas de Cambridge han demostrado que la inversión no dependen del ahorro, sino de la creación de moneda resultante del crédito de los bancos comerciales y regulado por el banco central. Esta enseñanza en una KBE en donde la producción del hombre por y para el hombre y los “comunes”  tienen un papel decisivo, debe ser entendido desde un doble punto de vista.

En primer lugar, esto significa considerar que así como el crédito al sector privado no depende del ahorro ex-ante (anterior), lo mismo es verdadero para la producción no mercantil del hombre por y para el hombre. Los impuestos no son una palanca preexistente para el financiamiento sino el precio colectivo pagado por las compañías a posteriori de sus producciones.

En segundo lugar, significa cambiar la lógica que vincula estrechamente la relación ingreso-salario, haciendo del segundo precondición del primero. Esto significa declarar que el trabajo social de los  “comuneros” (en el sentido de hacedores de lo común) crea riqueza real, permitiendo, en consecuencia, el derecho a un ingreso que surja plenamente de dichas actividades.

Aquí tenemos una condición clave para implementar una fuerza de trabajo libre en actividades de “comunes”, una fuerza de trabajo que es hoy en día condenada a una vía productiva menor, en la trampa del sector público o privado.

El segundo eje de este camino alternativo de desarrollo, de hecho, se refiere a las reformas abiertas para mitigar los elementos de debilidad de los “comunes”, actuando primeramente  sobre la precariedad de la fuerza de trabajo y los impedimentos que limitan la participación de los productores de “comunes”. La sustentabilidad de los “comunes” depende fuertemente del refuerzo de la lógica del salario socializado a través de la extensión de las formas de acceso a un ingreso garantizado basado en los derechos ciudadanos, opuesto a los vaivenes de la economía y a la dependencia subjetiva moldeada a través de la deuda.

Diferentes propuestas han sido desarrolladas desde esta perspectiva tales como un ingreso por colaboración  (Stiegler 2015), o una extensión del modelo de los beneficios por desempleo en el caso de los trabajadores intermitentes del show business (Corsani y Lazzarato 2008), u otros como la asignación universal autónoma (Vanderborght y Van Parijs 2005). Todas ellas convergen hacia lo que podemos llamar la institución de un Ingreso Social Básico (SBI ), incondicionado e independiente de la relación salarial.

El Ingreso Básico se presenta al mismo tiempo como una institución de los “Comunes” y un ingreso primario para los individuos (es decir un ingreso directamente resultante de la producción y no de la redistribución).

Aquí tenemos un punto negativo que surge de nuestros análisis de los “comunes” comparado con la mayoritaria formulación del ingreso básico el cual permanecería anclado en un concepto que lo  hace un ingreso secundario relativo a la redistribución y al  manejo clásico del tema en el estado de bienestar.

Se observa que estas dos dimensiones (ingreso primario e institución de los “Comunes”) están además estrechamente unidas, como el análisis efectuado en este estudio ha permitido demostrar.

Institución de los Comunes, porque el Salario Social Básico no depende de la esfera pública, sino que, sobretodo, corresponde al conjunto de partes que han sido producidas en común. Deliberadamente o no ( Gorz 1993) y esto despeja toda lógica basada en una relación de medida o proporcionalidad entre el esfuerzo individual y el derecho al ingreso, ahora inconcebible por el desarrollo de una KBE (Economía basada en el conocimiento) (Aglietta 1997).

Ingreso primario, en segundo lugar, porque las proposiciones sobre el Salario Social Básico, como institución de lo Común,  permanecen en análisis también como una extensión de la noción de trabajo productivo que debe ser tenida en cuenta, a la luz de dos dimensiones:

  • La primera dimensión nos remite nuevamente al concepto de trabajo productivo, concebido de acuerdo a la tradición dominante en la teoría económica, como el trabajo que produce mercancías y genera ganancia. Aquí tenemos una observación de acuerdo a la cual, en el capitalismo cognitivo, somos testigos de una importante extensión del tiempo de trabajo, más allá de las normas oficiales sobre horarios de trabajo diario, directa. Situación ésta directa o indirectamente implicada en la formación de valor creado por los negocios. El SBI (salario social básico), como salario social, correspondería, desde este punto de vista, a la remuneración colectiva de una parte de esta, aún más colectiva dimensión de actividad creadora de valor, la cual se va desplegando en el conjunto del tiempo de trabajo social. Esto permite el incremento hoy, de una enorme masa de trabajo  no calificado e impago. Es además importante recordar como este aumento de trabajo no pagado es el resultado de dos tendencias mayores. De un lado está ligado a un rasgo intrínseco del trabajo cognitivo: el de ser una actividad de producción, reflejo e intercambio de enseñanzas llevada a cabo durante las horas contractuales de trabajo, mucho más que fuera de él. Por el otro lado, ese aumento del tiempo de trabajo no pagado, proviene del papel creciente del trabajo amateur (prosumer) (entre el consumidor y el profesional IP) y especialmente, de la apropiación privada del trabajo libre hecha por una multitud de individuos en la Web, para beneficio de un reducido numero de grandes corporaciones internacionales.
  • La segunda dimensión, contra la tradición de la teoría económica, nos remite nuevamente al trabajo productivo concebido como trabajo de un productor de valores de uso, fuente de riqueza que reposa en la lógica mercantil y en la relación salarial directamente. Desde esta perspectiva, el SBI (salario social básico) correspondería simultáneamente a una validación social y a un medio de financiación de esta densa red de actividades no mercantiles creadas en una sociedad de conocimientos difundidos y comunes, más allá de los ingresos por salario-trabajo. En resumen, es cuestión de hacerse preguntas sobre la identificación histórica que el capitalismo ha establecido entre el trabajo y el salario-trabajo y con esto, entre trabajo asalariado y derecho a un ingreso. Puesto en otros términos, esto significa afirmar que el trabajo puede ser no- productivo en término de mercancías, pero no obstante productivo desde el punto de vista de riqueza no mercantil y en definitiva encontrar su compensación en un ingreso.

Desde este punto de vista, la atenuación de los límites de una relación-salario, permitida por el SBI, más que una reducción del tiempo de trabajo legal, permitiría a los individuos recuperar el control de su tiempo y el manejo de actividades que tienen un sentido en sí mismas. Esto constituiría una verdadera inversión social y una liberación de energías creativas, asegurando, por ejemplo, la reproducción de información y conocimientos comunes, el desarrollo de los cuales está evidentemente lentificado por la falta de tiempo que es un rasgo del trabajo cognitivo (Agrian 2008).

La atenuación de la dependencia monetaria de la fuerza de trabajo y el aumento del tiempo libre, permitido por el SBI (salario social básico), constituiría una herramienta  clave para permitir al trabajo cognitivo reapropiarse por sí mismo del comando de su propio tiempo de vida y usar el tiempo y su energía psíquica, que esto liberaría,  en el desarrollo de diferentes formas de producción de “Comunes”, como en los modelos de software libre y economía social no rentable.

Finalmente, el Salario Social Básico se presenta al mismo tiempo, como una institución de lo ¨Común, un ingreso primario para los individuos y una inversión colectiva en conocimientos por parte de la sociedad. Esto permitiría junto con el crecimiento de los servicios colectivos de bienestar, el establecimiento de un modelo de desarrollo basado en la supremacía de lo no mercantil y en formas de cooperación alternativas, así como de principios organizacionales de lo público y de aquellos del mercado.

El tercer eje concierne a la lucha contra lo “anticomún” en el conocimiento.

Hoy podemos confiar en la Unión Europea en dos instrumentos principales que permitirían la creación de condiciones propicias para el desarrollo de una KBE (economía basada en el conocimiento).  La sustentabilidad de la información y los conocimientos comunes, es un  prerrequisito a efectos de preservar una real KBE.

  • El primer instrumento consiste en un reconocimiento institucional y la difusión de licencias de software libre destinadas a permitir la difusión social del conocimiento. (copyleft) estableciendo la inapropiabilidad y la protección pública de dichos dominios. Enseñando sobre esta nueva forma de relación social como “comunes naturales” ligada a la regulación de recursos escasos, y la información común basada en la preservación  de los recursos intrínsecamente abundantes,  nos permite dar la siguiente definición:  La propiedad común necesita instrumentos legales e innovaciones, así como para el copyleft (difusión social del conocimiento a través de licencias libres)) es necesario el establecimiento de la inapropiabilidad de un conjunto de recursos comunes hacia los cuales cada individuo pueda tener acceso y/o agregar algo, sea para contribuir a la conservación del recurso (“comunes” ligados a recursos no renovables), sea para impulsar dichos “comunes” para su uso compartido (intangibles “comunes” del conocimiento), pero sin tomar de allí ningún elemento para su propio beneficio. Tesoros creativos podrían desarrollarse alrededor de estos principios para aplicarlos a diferentes tipos de recursos, tomando en cuenta sus características.
  • El segundo instrumento, que es ampliamente un corolario, implicaría la prohibición de patentamiento de bienes informáticos y de otras cuestiones vitales para el ser humano (living organisms). Nótese bien que esto sería un cambio no revolucionario ya que esto no sería más que retrotraernos a la estructura de los Derechos de Propiedad Intelectual (IPRs) que existen antes que las grandes reformas iniciadas en los 80s en EEUU. Estas reformas permitirían la restauración de una frontera relativamente clara entre descubrimiento e innovación y una forma de regulación de los Derechos de Propiedad Intelectual.  Esto desde el actual punto de vista del desarrollo del conocimiento se mostró a sí mismo ser más eficiente que el sistema corriente.

La consecuencia sería, sin dudas, la inevitable caída de numerosas patentes. No obstante, la explosión de la “burbuja especulativa” de los Derechos de Propiedad Intelectual,  creciente desde los 80s y los 90s, no iría mano a mano con una reducción en el ritmo de innovación, pero exclusivamente con el de la renta económica asociada a él.

En conclusión, los tres ejes de este modelo de desarrollo alternativo expresado aquí, podrían constituir una poderosa contratendencia comparada con el tríptico

cosificación de la mercancía, apropiación y crecimiento de la acumulación en grandes corporaciones, contribuyendo a liberar a la KBE (economía basada en el conocimiento) del peso de la renta económica y de las trampas principales de la regulación neo-liberal del capitalismo cognitivo.

*Ignacio Paz, economista, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.

**Carlo Verccellone, italiano, economista, Maestro de Conferencias e investigador en la Universidad de la Sorbona, Francia.

(1)https://www.nesta.org.uk/sites/default/files/d-cent_managing_the_commons_in_the_knowledge_economy.pdf

Deja una respuesta