Treinta y ocho años transcurridos.

Compartir:

Montserrat Olivera*

Después de 38 años, se ofició la primera Misa en la Iglesia del Salvador, por 12 ex alumnos del Colegio del Salvador, víctimas del terrorismo de Estado.

 

Pasaron 38 años, y la sociedad argentina, no pudo nutrirse con doce ex alumnos del Colegio del Salvador, víctimas del Terrorismo de Estado.

En esa comunidad de los jesuitas, los nombres de esos ex alumnos también desaparecieron, durante todo este tiempo. Es por eso que hoy quiero reafirmarlos nombrándolos a cada uno:

José Augusto ALBISU, Hernán Antonio ALBISU, Juan José María ASCONE, Santiago Pedro ASTELARRA, Ignacio BERTRAN, Guillermo BETTANIN, Alejandro COLOMBO, Carlos Daniel FONDOVILA, Gustavo Enrique GAONA, Horacio Roberto MACCHI, Rafael OLIVERA, Claudio Eduardo TURDERA.

Todos ellos concurrieron durante varios años al Colegio del Salvador y fueron formados por Curas, Maestrillos, Rectores.

La preocupación de la formación en el ámbito de los jesuitas siempre fue cambiar el mundo, hacerlo más libre, más justo y que el reparto de la riqueza fuese más equilibrada. Lo más importante para la Compañía de Jesús, fue la educación teniendo como mira la formación espiritual y la educación y preparación universitaria poniéndola al servicio y ayuda al prójimo.

Desde 1551, Ignacio de Loyola, ayudó a establecer escuelas y universidades jesuitas por toda Europa y el mundo entero. Él que venía de una vida mundana y guerrera, decidió en 1522,  entregar su armadura y dejar sus ideas triviales en el Monasterio de Montserrat de los benedictinos, y luego en Manresa se refugió para meditar y ahí conformó el inicio de los Ejercicios Espirituales que rigieron y fueron característica desde entonces en la Compañía de Jesús, nombre que impuso a su obra.

Estas meditaciones o Ejercicios Espirituales tuvieron entre otras cosas el objetivo de reflexionar colectivamente e individualmente sobre  la vida que cada uno decide profesar. Y en esta reflexión instala la necesidad de trascender colectivamente haciendo que cada persona que se incorpora a la Compañía, tanto laico o religioso, debe integrarse activamente en el mundo para ayudar en su formación cristiana y social, al servicio del prójimo, generando acciones misioneras en varios países del mundo. En la Argentina, en la década del 60, fueron pioneras las que se gestaron en San Luis, La Rioja, Mendoza.

Llama la atención y es significativo, que hayan transcurrido tantos años, y recién hoy, se pueda  reivindicar  y  se recuerde , en esta Iglesia del Colegio del Salvador por donde ellos pasaron, a estos muchachos ex alumnos, tan jóvenes y bien formados en los ideales de la comunidad ignaciana. 

Por ello se conformó una Comisión, integrada por familiares, compañeros y amigos de estos ex alumnos, víctimas del terrorismo de Estado, que decidió convocarse para pensar de qué manera este recordatorio se instala, no sólo en la Compañía Jesuítica, sino en la comunidad cristiana y social, como ejemplo de lucha y entrega hacia los más necesitados o marginados de la población.

Puedo afirmar que cada uno de estos doce ex alumnos, cada uno en el lugar en el que les tocó actuar, trabajaron arduamente en la posibilidad de entrega generosa hacia todo aquél que podían llamar prójimo, tal como lo aprendieron de las mismas enseñanzas del Evangelio que nos dejó Jesucristo. Y esto tal vez es lo que más enfurece a los que alguna vez estuvimos cerca de estas creencias, al ver que los genocidas, utilizaron las mismas palabras del Evangelio para perpetrar horrores tan terribles a la condición humana.

Lamentablemente hemos conocido la complicidad que tuvo la Jerarquía de  la Iglesia con el poder dictatorial como para que éste pudiera ejercer esa perpetración de la muerte en los 30.000 desaparecidos y fueran consolados y justificados por algunos que decían profesar la religión católica y se amparaban en ella para producir  o aceptar  tanto aniquilamiento, violación y tortura en aquellos seres humanos, que contrariamente a ellos, buscaban una reconstrucción en la sociedad en la que pudiera surgir el hombre nuevo que muchos añorábamos.

Sigo preguntándome cómo es que esa iglesia fue capaz de trastocar los valores cristianos de respeto y amor al prójimo, aceptando la tortura, la violación y la denigración de las personas hasta hacerlos desaparecer. No asumiendo la valentía de hacerse cargo de lo que hicieron, no entregando los cuerpos de los desaparecidos para que las familias pudieran darle “santa sepultura”. Pregunto: ¿dónde está ese sentir cristiano?  Yo acepto a la iglesia de Cristo, la que se compromete con el prójimo, con las necesidades del ser humano, que trabaja por la igualdad y no por la exclusión. Como lo hicieron estos doce ex alumnos, marcados por las enseñanzas de algunos curas jesuitas que siempre trabajaron tratando de construir una sociedad más justa.

Estos compañeros eran personas íntegras, preparadas en su formación para ser dirigentes de hoy, por eso les molestaban al poder dictatorial. Eran capaces de trabajar en forma comprometida y responsable políticamente para dar testimonio de sus vidas. Es por ello que, como a tantos otros compañeros, los genocidas decidieron hacerlos desaparecer.

Como prueba de veracidad sobre esta reflexión, sólo quiero traer algunas expresiones  de Videla, frente a un periodista, Adolfo Ruiz, que resume esta postura de complicidad que a nosotros nos deja incrédulos. “Lo he hablado muchas veces. Con Primatesta… con la Conferencia Episcopal Argentina, no a pleno, con algunos obispos… con el nuncio apostólico Pío Laghi… nos asesoraron sobre la forma de manejarla. En algunos casos, la Iglesia ofreció sus buenos oficios… a algunos familiares se les dijo que no busquen más a su hijo porque estaba muerto”.

Esto es sólo una muestra de por qué estos muchachos fueron desaparecidos también en esta comunidad jesuítica, y no pudieron ser reconocidos como luchadores populares, y fueron masacrados precisamente por desarrollar  una actividad para la que fueron formados y actuaron consecuentemente. En consonancia con ellos, cabe mencionar a algunas curas jesuitas, que fueron perseguidos, amenazados y/o secuestrados,  para luego ser liberados y que siguieron trabajando codo a codo con el prójimo, hasta sus últimos momentos: el P. José María Llorens, P. Antonio Di Nilo, P. Juan Luis Moyano, P. Yorio.

Este principio de reconocimiento que se realizó con esta Misa, es el primer acto al que luego le sucederá la construcción y la colocación en la vereda del Colegio del Salvador, de las Baldosas con los nombres de los 12 compañeros ex alumnos, víctimas del terrorismo de Estado.

Quiero reafirmar estas reflexiones con algunas palabras escritas en el prólogo del libro “Baldosas x la Memoria” en el que se señala: “Nos propusimos desandar el camino del Olvido en nuestros barrios. Lo hacemos porque deseamos rehumanizarlos, devolverles su identidad de luchadores sociales, comprometidos y reivindicarlos… Queremos que las veredas por las que transitaron hablen de ellos. Por esta razón decidimos señalar estos lugares como huellas o marcas en el suelo, en su memoria”.

*Montserrat Olivera, licenciada en psicología, militante de “Derechos Humanos y Salud Mental”. Integrante de la “Comisión de Familiares, Compañeros y Amigos de los Ex alumnos del Colegio del Salvador, víctimas del terrorismo de Estado”. Integrante de la “Comisión de América Latina” de Tesis 11.

2 respuestas a “Treinta y ocho años transcurridos.”

  1. Estimada Montserrat: adhiero y celebro que el Colegio del Salvador realize una misa por los ex alumnos de nuestro querido colegio. En lo que no puedo estar de acuerdo es que siguieran los ideales ignacianos. La violencia y el desprecio por la vida del projimo, no forman parte de los ideales de san Ignacio. Y no me refiero al terrorismo de estado ni los genocidas de toda una generacion, de los cuales no hace falta aclarar que sus ideales nada tienen que ver con la paz y la concordia, pero queria dejarte mi opinion sobre tu comentario sobre los ideales ignacianos.

  2. Jose Lago Rodriguez dice:

    Mañana, 23 de agosto del 2014, a las 14:30 hs., en la puerta del Colegio del Salvador, Avda. Callao 542, se colocarán 4 baldosas por la memoria en homenaje a los Ex Alumnos del Colegio del Salvador detenidos desaparecidos o asesinados por el Terrorismo de Estado.

Deja una respuesta