Panorama electoral porteño: Después de las PASO

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(Dossier informativo sobre las elecciones PASO en los 5 principales distritos electorales. Artículo 1 de 5 )

Gerardo Codina*

La selección de candidatos en primarias abiertas y simultáneas es una innovación institucional del kirchnerismo. Las primarias señalan la apertura de la campaña con vistas a octubre, cuando se defina la composición de los cuerpos legislativos hasta 2015. Serán también la inauguración de otra novedad de estos años: el voto optativo de los jóvenes entre 16 y 18 años.

Corren los últimos días antes de las segundas elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de nuestra historia. Vienen después de una campaña corta. Serán en total, apenas treinta días de difusión, para que la ciudadanía conozca las diferentes propuestas electorales que  competirán luego en octubre y defina las candidaturas de su preferencia. Sin embargo, este novedoso mecanismo de selección, que institucionaliza la vida democrática interna de los partidos, todavía no ha sido asimilado por el sistema político.

Pocas son las formaciones que recurren a las primarias para dirimir las principales candidaturas de sus espacios, con vistas a las elecciones generales que se llevarán a cabo el próximo 27 de octubre, 75 días después de las PASO. La mayoría ha preferido resolver en negociaciones previas de los núcleos dirigentes la estructuración de su oferta electoral, cuando no quedó todo en manos de un solo dirigente.

Una excepción a esa regla ha sido la coalición UNEN que se presenta por primera vez. Armada de apuro un mes antes de deban oficializarse las listas, no hubo espacio de negociación interna ni solidaridades suficientes entre sus diversos y heterogéneos componentes como para acordar una lista común. La salida fue habilitar cuatro propuestas que corren bajo el mismo paraguas y el compromiso formal de estructurar la lista definitiva en proporción a los votos obtenidos por cada una en esta primera instancia. Radicales de diversas tendencias, el socialismo, los restos de Proyecto Sur, la Coalición Cívica, el socialismo auténtico y Libres del Sur convergen en este espacio en el que abundan primeras estrellas y escasean organizaciones políticas.

Nadie sabe cuál será el resultado final de la componenda. Quizás produzcan la paradoja de sumar más votos en las primarias que en la general. En principio, la extraña mixtura de un ex peronista combativo como Pino Solanas, con su retórica antiimperialista, con el hombre de JP Morgan y liberal ultra católico de Prat Gay, arroja dudas razonables de que puedan sumar sus electorados.

Jaque al PRO

Las próximas elecciones porteñas son un desafío enorme para el macrismo. Si pierde la condición de principal fuerza en el distrito que gestiona desde 2007, los sueños de jugar en la contienda presidencial quedarán definitivamente arrumbados. Los gestos desesperados por aparecer al menos como socio del emergente Massa, muestran los costos que ya debe pagar por la incapacidad demostrada en la construcción de una referencia propia en la mayor provincia argentina. Los malos números que proyectan los candidatos macristas en Santa Fe y Córdoba, aunque se equilibren algo en Entre Ríos, si se suman a una pobre cosecha porteña, harán de Macri parte del pasado o, al menos, un actor secundario en la escena nacional.

Algo de fin de época trasunta el macrismo, con varios de sus más empinados dirigentes palpitando cuándo dar el salto, si se confirma el peor pronóstico para Mauricio. No podrá renovar en la Jefatura de Gobierno dentro de dos años y no le será sencillo entrar en las conversaciones de alguna propuesta nacional.

¿Cómo sucede esto? En la ciudad, a pocos días de las primarias, tres espacios se reparten las preferencias mayoritarias del electorado. Dos de ellos tientan básicamente a los mismos votantes, disconformes con el gobierno nacional. La variopinta coalición UNEN y el PRO comparten la condición de fuerzas contrarias a las políticas de Cristina Fernández.

Aunque todavía el macrismo es la primera fuerza, la aparición de una interna nutrida de candidatos atractivos para la centroderecha crítica del gobierno nacional, amenaza su predominio. Así las cosas, todo indica que a medida que trascurra la campaña hacia las primarias, descenderá el número de votantes que lograrían los candidatos propuestos por el ex presidente de Boca. Conservar la primacía en esta instancia les resulta más sencillo en el caso de los candidatos a senadores, pero los datos indican que caen al tercer lugar entre los diputados.

El kirchnerismo, en tanto, conforma un sector significativo y consolidado que tanto acompaña las acciones nacionales como critica la gestión local. Su doble ventaja es que cuenta con una extendida base militante, organizada barrio por barrio, y que gana con un liderazgo nacional que marca agenda todos los días, obligando a las oposiciones a pronunciarse sobre los hechos que genera el gobierno nacional. En palabras de Cristina: “Nosotros hacemos. Opinar, opinan los otros”.

Dentro de UNEN los mejores números de los lleva la inefable Lilita, retornada a la primera fila gracias al impulso de la corporación mediática. En cambio, su compañero de fórmula no goza de buena salud. Pino Solanas  puede ser víctima de su propia alquimia electoral. No sería extraño que resignara la candidatura a senador a manos de Prat Gay o Terragno. Por el momento, los tres tienen intenciones de voto muy parejas, pero inferiores tanto a las del PRO como a las del FPV.

Sin embargo UNEN aún no consigue ser “más que la suma de las partes”, es decir no logra articular una identidad que asegure una confluencia de votos después de las primarias. Los distintos segmentos de votantes de sus listas muestran matices y contrastes internos, que difícilmente sean sintetizados por una única opción o liderazgo. Sumar las intenciones de votos actuales de cada uno de los precandidatos para proyectarlas como un imaginario voto UNEN es un ejercicio puramente especulativo.

Parte de lo que sucede en el trasiego de votos entre el PRO y UNEN es mérito del propio Macri. A medida que se perfiló como un hombre de derecha, más cercano al procesismo y a la represión de la protesta social, se fue despegando de los sectores demócratas liberales, a los que mejor expresa la diputada nacida en Chaco. La mudanza de votos entre uno y otro sector antikirchnerista, puede ser fatal para el PRO. Un problema que no enfrenta Filmus. Los votos que él expresa, no los disputa con nadie. Su desafío es otro: asegurar el segundo lugar para los partidarios de Cristina Fernández, que tiene entre los porteños una adhesión superior al tercio del electorado.

Después del 11 de agosto, cuando empiece la verdadera campaña, el pacto de no agresión entre Carrió y Michetti quedará atrás. Así, el recorrido hacia octubre promete un calentamiento progresivo de la disputa, en la que mucha baza pondrá la propia Presidenta. Las PASO apenas prefigurarán un panorama, que se convalidará o no, 75 días más tarde. Toda una vida en nuestro país.

Qué se elije en esta oportunidad

Más allá de los detalles de sus preliminares, estas próximas elecciones de octubre son singulares. Habitualmente, se piensa que las elecciones de medio término, permiten a los electores una mayor libertad de expresión, pues no están en  juego las funciones ejecutivas. Eso tiende a dispersar el voto y abrir oportunidades para las formaciones de menor densidad.

No es el caso. Todos los actores están actuando con la mirada puesta en el 2015, cuando deba definirse la próxima etapa nacional. Culminará en esa fecha el período más extenso protagonizado por un mismo proyecto político en la historia institucional de nuestro país. El kirchenrismo, expresado en Néstor Kirchner y en Cristina Fernández, habrá completado tres períodos consecutivos de gobierno, con tres elecciones presidenciales ganadas y porcentajes crecientes de adhesión popular. Y llega al final del segundo mandato de CFK con la suficiente vitalidad como para plantearse su propia sucesión, imaginando lo que el kirchnerismo llama la “segunda década ganada”.

Tanta vitalidad tiene la fuerza de gobierno que pocas cosas unifican más a las diversas oposiciones que intentan ofrecerse como alternativas, que el rechazo absoluto a cualquier revisión de las normas que impiden a Cristina volver a competir por la primera magistratura. Saben que difícilmente lograrían derrotarla. Como equipos de fútbol sin esperanzas, sólo atinan a pedir al referí que marque el final del partido.

Pero para el kirchnerismo no se trata ya de asegurar la alternancia democrática. Esa ilusión demócrata liberal fue el premio consuelo de un radicalismo que irrumpió con renovados bríos en la escena nacional afirmando que con la “democracia se come, se educa, se cura”, para terminar empujado por los golpes de mercado, conformándose con haber asegurado que otro presidente surgido del voto popular asumiera el mando. Dejar atrás el ciclo de golpes de estado recurrentes ha sido un significativo mérito colectivo de la democracia argentina, del que hasta Menem ha hecho su parte, al desmantelar los restos de poder militar autónomo y reprimir el último alzamiento carapintada.

Pero ahora se trata de algo más. De preservar hacia futuro las líneas centrales de un proyecto de desarrollo nacional, democrático e inclusivo, que posibilite horizontes crecientes de igualdad y justicia social. Eso requiere no ceder espacios de autogobierno a las corporaciones con su matriz ideológica neo liberal y su proyecto de darwinismo social, en el que gana sólo el más fuerte, el más poderoso, que suele ser el más rico.

Estas primarias y, sobre todo, octubre, delinearán los territorios de los posibles contendientes en la verdadera disputa, que tendrá lugar dentro de dos años. Una sola fuerza muestra la energía suficiente como para expresar el futuro. El peronismo kirchnerista es la única expresión nacional vigente a lo largo de los últimos diez años y es, a la vez, la que reúne la mayor adhesión popular.

Lejos, el eje radical socialista conforma la segunda vertiente nacional significativa. Por fuera de eso, sólo existen realidades provinciales de variado signo ideológico y marcada ineptitud para sintetizarse en un partido de gobierno.

Los problemas del peronismo kirchnerista

Con Kirchner el peronismo vivió una intensa mutación. Por primera vez desde la desaparición de su fundador, el sector más comprometido con la trasformación revolucionaria de la sociedad asumió la conducción de ese movimiento extenso y multiforme. Esa centralidad nueva se expresó en las continuas pérdidas por derecha, por un lado y en el masivo ingreso de sectores juveniles para los que el kirchnerismo es, sin dudas, el peronismo, que continúa el ideario emancipatorio de la generación de los setentas. También se expresó en la articulación con otras tradiciones político culturales pero con el mismo ideario compartido, que se conjugan en la actualidad en el respaldo al proceso impulsado por el gobierno nacional. 

A tono con el resto de las experiencias latinoamericanas, la renovada voluntad transformadora se asoció estrechamente a la preservación de las instituciones democráticas y el mantenimiento del conflicto social dentro de cauces institucionales. La idea del cambio en paz, fue una manera de sintetizar la voluntad de cambiarlo todo, con las duras enseñanzas de la lucha desigual perdida hace cuarenta años. La persistente demanda de memoria, verdad y justicia fue el eslabón que permitió soldar la recuperación democrática con el ansia de dar vuelta la injusticia social por medio de las instituciones políticas. Esta necesidad de esa transformación es una línea de fuerza de atraviesa toda la sociedad, requerida de superar el atraso y la desigualdad. No se agotará con el final de un mandato.

Cristina tampoco abandonará la política. Quizás sea ese su tiempo de encabezar la búsqueda por una nueva constitución que institucionalice las transformaciones realizadas y señale los próximos horizontes que procuramos alcanzar los argentinos.

*Gerardo Codina, psicólogo, escritor, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.

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