ODONTOLOGICO PINO SOLANAS

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Edgardo Rozycki*

PROTESIS

Resulta fácil hacer el diagnóstico descriptivo de su odonto-anatomía, pero otra cosa es imaginarse la situación desde el punto de vista ideológico

Hay distintos procedimientos, odontológicamente hablando, de cambiar para lucir una imagen más presentable y, quizá más seductora, para exhibir con cierto éxito en los medios sociales que uno  frecuenta y, para los que tienen ocasión de transitarlos, también en los televisivos.

El más brutal de ellos, a la vez el más fácil y barato es la simple extracción de todas las piezas dentarias restantes con sus distintos grados de deterioro, y colocar una prótesis removible.

Es lo que hacen los que no tienen muchos recursos, pero sí acceso a una obra social de salud.

Lo cual significa arrancarse todo lo que llevamos, como embrión, desde el nacimiento y, ya desarrollado e integrado a nuestra anatomía, desde la adolescencia misma. Una horrorosa ablación de nuestro cuerpo cuya interpretación dejo para los psicoanalistas.

Esa parte del cuerpo que nos permitió alimentarnos, amar, expresarnos, lograr el “crac” cuando atacábamos a la manzana que nos ofrecía Eva, mostrarlo en sonrisa cuando mirábamos a la chica sentada frente a nosotros en el subte, destrozar minuciosamente un especial de jamón y queso, sin necesidad de romperlo con los dedos, generar ese mordisquito amoroso y un poco sádico destinado a ciertas regiones del femenil cuerpo, lucirnos en las fotos (para las del prontuario nunca sirvieron ), volver a trasformar en masa blanda a las tortas fritas en días lluviosos, en fin para tantas cosas imborrables de nuestras vidas y de tantas otras que por haberlas olvidado no deben haber perdido una significación que, seguramente guardaremos en lo profundo de nuestra psiquis.

Una segunda opción que nos ofrece esa “Tormenta del Desierto” odontológica que avanza sobre nuestra tercera edad, es la implantología. Esto es salvar las piezas con posibilidades de subsistir y perforar el hueso del maxilar, para colocar como propio a un extraño al que amaremos como a un hijo adoptivo. En este caso conservamos mucho de nuestra esencia y le brindamos un domicilio al “okupa”.

Y la otra es hacer tratamientos de conductos, fijar pernos y sobre ellos colocar una prótesis fija. Con esta técnica conservamos nuestras raíces, con las cuales transitamos todo el período de nuestra formación anatómica, moral, ética, ideológica, de usos y costumbres, de compromisos, de acuerdos y desavenencias, de nuestra historia, por así decirlo.

Demás está decir que cuanto más avanzamos en la complejidad de los tratamientos más onerosos resultan éstos.

Siempre resulta mucho más dificultoso, mantenerse en lo que uno es, que cambiarse radicalmente, de imagen de ropaje, de ideas etc.

Cuando lo vi a Pino Solanas, con su brazo amistosamente apoyado sobre el respaldo del sillón donde estaba sentada la destructora serial de todo lo que intenta construir ella misma, la opulenta Elisa Carrió, me impresionó su sonrisa, que acompañaba, asintiendo, las diatribas también opulentas vertida por la inefable ídem. Si bien el protagonismo es siempre de la primera actriz, Pino metió sus bocadillos en la misma dirección, vigilado por el gesto adusto de su superiora, que a menudo lo interrumpía, para señalar taxativamente quien es quien en esa relación.

Pino debe tener una buena situación económica, y se la merece, por sus dotes de cineasta, por lo cual supongo que en el terreno odontológico debe haber recurrido al tratamiento que conservando sus propias raíces dentarias, le colocó una prótesis fija. Se deduce de esto que su deslumbrante sonrisa, que muestra lo que no es propio de su anatomía bucal, está asentada en las propias bases que lo acompañaron toda su vida.

Resulta fácil hacer este diagnóstico descriptivo de su odonto-anatomía, pero otra cosa es imaginarse la situación desde el punto de vista ideológico.

Tomando como cierto que Pino Solanas es una persona inteligente, debemos concordar que sabe lo que está haciendo.

Está mostrando, como la sonrisa implantada, una tracalada de ideas que no tienen que ver con sus raíces, con su trayectoria, con la ideología que expresaba en sus películas, con la imagen misma que nos mostraba a quienes lo respetábamos.

¿No sentirá la presión de su pasado ideológico sobre su sonrisa marquetinera?

¿Será una estrategia para llegar al Senado y desde allí asomaran desde las raíces que aún conserva, las viejas ideas, ahora de renovada vigencia?

¿O habrá decidido Pino, cuando se sentía parte del Pueblo, optar por el método más barato y se habrá hecho arrancar todas sus piezas dentarias?

Si así fuera, de noche pondrá su sonrisa en un vaso, y dormirá tranquilo sin que la presión que pudieran ejercer las raíces ideológicas de su pasado lo atormente.

Que duermas bien Pino.

  • Edgardo Rozycki, médico, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11

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