Democracia y Medios de comunicación.

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HORACIO RAMOS* Democracia y Medios de Comunicación

El autor invoca aquellos ejes fundamentales que inscriben la vocación periodística en el compromiso social: la libertad, la democracia, la justicia social y los derechos humanos. Estos se hallan en permanente tensión con los intereses de la «libre empresa» enarbolados por los grandes medios.

La democracia, este territorio que los hombres hemos comprendido que es el mejor para desarrollar nuestras aptitudes, crecer, disentir, relacionarnos, también nos permite desde su entraña ir modificándolo, transformando su paisaje a fin de hacerlo apto para la vida en comunidad. Pero como uno tiene, por suerte, más interrogantes que certezas, esta democracia, ¿es adecuada para seguir creciendo como hombres?
Es evidente que no. Por lejos, nos sigue salpicando de miseria y exclusión; siguen habiendo, «hijos y entenados», dicho en criollo. Ocurre que el enorme poder de una minoría, se impone sobre la gran mayoría ajena a ese poder.

Pero, ¿cómo «cambiar el viento»? Cuestionando, ejerciendo el pensamiento crítico, sintiéndonos ciudadanos de esta tierra, juntándonos con nuestros iguales, poniendo el acento en lo que une y no en lo que divide. Porque convengamos que la vida es lucha, y no hay vida sin conflicto. Por eso un gran argentino, Raúl Scalabrini Ortiz, pudo decir: «el que no lucha, se estanca; y el que se estanca, se pudre, como el agua».
Al respecto, permítanme un recuerdo: yo tenía un hermano del alma que se nos fue hace ya un tiempo ; se llamaba Eliseo Morales, un sacerdote no sólo de misa dominical, sino un hombre comprometido con el Evangelio cotidianamente. Creó los «Hogares La Paz», en Wilde, un costado sensible de Avellaneda.

Allí cobijaba a pibes de la calle y compartía con ellos, abrigo, solidaridad y el milagro de la sopa. Pensaba como un padre de la Iglesia (hoy olvidado por las jerarquías) llamado San Ambrosio, quien sentenciaba: «Lo que me sobra, no me pertenece». Y yo le recordaba a Eliseo que un gran poeta santafesino, José Pedroni, de Esperanza por más datos, señalaba en su poema «Teodoro Meurzet», una brillante definición de la democracia: «Los unos no pueden disponer, sin el consentimiento de los otros». Por supuesto, los vendavales de la realidad que nos brinda esta democracia en pañales, nos acosan y nos sacuden con definiciones que sólo reflejan un espíritu elitista, como podemos calificar a la que mencionaré a continuación.

En efecto, durante la campaña presidencial de 2003, ante una asamblea de empresarios, dijo Ricardo López Murphy: «Si perdemos la batalla cultural, y se instala en la sociedad la idea que lo que fracasó es la Economía de Mercado, todo lo demás está perdido».
Como verán esta democracia está habitada por santos y pecadores.
Por el contrario, el contenido de la democracia a la que uno aspira, está notablemente reflejado en un versículo del Evangelio de San Lucas y que yo, un no creyente, compartía con mi querido Padre Eliseo:
«El que tenga dos túnicas, que dé una; y el que tenga qué comer, dé al que no tiene».

El periodismo: vocación y compromiso Pienso que la vocación periodística y el compromiso social que surge de la misma, deberán crecer en cada mujer u hombre que se honre con ejercer ese rol, sobre la base de cuatro columnas fundamentales que se deberán defender contra viento y marea:
*La Libertad, que no se reduce a la de expresión solamente, sino a aquella que contiene a toda la ciudadanía, sueñe como sueñe, piense como piense; excepto con el fascismo, porque no es una opinión,
sino un crimen.
*La Democracia, territorio que nos contenga civilizadamente, madurada en el disenso y en el debate que construye.
*La Justicia Social, para que el pan, la salud, la educación, el deporte y la cultura, estén al alcance de todos.
*Los Derechos Humanos, apostando a la vida, para que nadie cometa la ignominia de quitarle la vida a nadie, para que el hombre sea hermano y no lobo de sus semejantes.

En una sociedad conflictuada como la actual, fragmentada socialmente, irritada, la profesión periodística
no puede ser una isla perdida en el espacio.
Debe estar empapada por la realidad, que los periodistas no han creado, pero que tiñe ideológicamente
toda la actividad. Por supuesto, los periodistas deberán ser ardorosamente independientes, pero jamás
neutrales.

Los Grandes Medios

El salto producido en el ámbito tecnológico de la Comunicación(la aparición del satélite, Internet, Cable, Modulación de Frecuencia, Televisión de alta definición y la presencia digital), provocó un desarrollo impresionante de estas empresas que han dejado de ser propiedad de personas físicas, por más que algún
personaje aparezca como tal. Ya no está más Goar Mestre, el cubano, en el canal 13, ni Alejandro Romay en el 9 o Héctor Ricardo García en el 11 (aunque hoy lo hace en «Crónica TV»). Los verdaderos titulares son los monopolios que suelen combinar sus inversiones y forjan multimedios: Diarios + TV + Radios.

Con este panorama, ¿qué producto cultural puede salir? Nos responde el sociólogo de la ciudad de Nueva York, Ernest Van Den Haag:» Con esto se alimenta a las personas hasta que sus cabellos son grises, con esta papilla, acostumbrados como están a que siempre les pongan las cosas masticadas.
» Y termina el norteamericano: «Los cocineros recorren infatigablemente el mundo en busca de nuevos secretos. Pero siempre resulta lo mismo: la misma triste papilla cuidadosamente preparada, cocida, calentada y enfriada.»

La concentración es harto notoria. Este poder de los Medios, impone sus intereses empresariales por sobre el carácter de la información a revelar. Es decir, la libertad de empresa, está por encima de la pregonada libertad de prensa. Hay algunos periodistas o reconocidos comunicadores que «posan» de ser independientes y trabajan en los grandes medios.
Pretenden hacernos creer que les respetan esa mentada independencia, pero eso será siempre y cuando
no contradigan los intereses de la empresa. Para esto, nada mejor que recurrir a un comunicado de ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas), frente a una controversia con el ex presidente Néstor Kirchner en el año 2005; dice uno de sus párrafos: «Para ADEPA es indiscutible y absolutamente legítimo que la línea editorial de cada medio, sea fijada por su director, su editor, en definitiva, su propietario.»

Y continúa con sus conceptos ejemplificadores: «De otro modo, simple y sencillamente, no habría más que anarquía y desinformación. ¿Acaso podría ejecutarse con armonía una pieza musical si cada integrante de la orquesta siguiese su propio criterio, en lugar de las indicaciones del director?» ¿Qué significa esta virtual confesión de la entidad que nuclea a los grandes medios? Que todas las cuestiones periodísticas son, en definitiva, cuestiones de poder.
La concentración mediática, permite manejar una mercancía que suele provocar reacciones intempestivas y que representa mucho poder social o revulsivo, más que el mismo dinero y por supuesto, aunque esto parezca torpe, más que los alimentos.

La notable concentración y la proletarización de la profesión periodística, exige luchar para que exista pluralidad de medios, y respeto y más igualdad para los periodistas. No en vano, Manuel Vázquez Montalbán, plasmó en su «Historia de la Comunicación Social», este juicio: «La Comunicación, como sistema de conformación de conciencias, opiniones y actuaciones históricas consiguientes, se ha convertido en material estratégico de primera categoría.
Y esto repercute en su condición actual de sutil y de real manipulación por parte del poder.»
*Los grandes medios y la patria sojera Durante el conflicto del gobierno con los empresarios del agro, la aplastante mayoría de los canales de TV y Radios, jugaron un papel primordial en la crisis; por supuesto, lo hacían distorsionando la realidad.

Tergiversaban la raíz del problema, ensalzando a protagonistas que ponían de manifiesto su desprecio por los sectores populares; asimismo, agraviaban a todo el elenco gubernamental, desde la presidencia para abajo. Se solazaban desplegando una soberbia «4×4» que provocaba repulsión ante las palabras y los gestos de estos «piqueteros blancos», como ellos mismos se llegaron a nombrar. Las cámaras y micrófonos siempre estuvieron dispuestas a entrevistar a cuanto delirante estuviese dispuesto a denostar a «esa mujer», «esa guacha montonera», como trataron de estigmatizar a la presidenta de los argentinos, «los demócratas» del Barrio Norte, Belgrano y Palermo, en la noche de «las cacerolas de teflón» y, paralelamente, en las rutas que obstruyeron durante tres meses.

Así actuaron los medios, vanguardia desembozada de la oligarquía y sus cómplices, insistiendo en llamar «trabajadores del campo» a quienes cortaban las rutas (mientras sus peones sudaban sobre la tierra), ocultándolos cuando derramaban trigo, leche y hortalizas en el asfalto, como si fueran «un estado dentro de otro estado»; sólo les faltó cobrar peaje. Pienso que el gobierno actual, al observar este comportamiento social de los «amos de la prensa», podrá comprender que ellos no tienen amigos permanentes, sino intereses permanentes.

Por una nueva Ley de Radiodifusión

De esto se trata. Por eso, se hace necesario terminar con la ley actual que impusiera la dictadura(22.285/80) y construir un acuerdo para lograr la aprobación de una norma que proteja la pluralidad de voces, las identidades y la cultura. Al respecto, la Coalición por una Radiodifusión Democrática (un amplio arco de ONG, organizaciones sociales y medios comunitarios) basa su orientación en el Convenio de Diversidad Cultural de la UNESCO, reflejada en 21 puntos que recorren las aspiraciones y la perspectiva de conseguir un paisaje mediático democrático y al servicio de la comunidad nacional. Esta nueva ley deberá facilitar la existencia de tres vías comunicacionales: medios privados, medios públicos y medios gestionados por organizaciones sociales de diverso carácter.

La sanción que produzca el Parlamento, habrá de abolir el dictamen de la dictadura y permitirá saldar una deuda que aún tenemos pendiente. El texto que surja del aporte colectivo que brinden los distintos segmentos de la sociedad, deberá transformarse en una herramienta que nos posibilite seguir construyendo una Argentina autónoma, justa y solidaria, sólo al servicio de los intereses de las grandes mayorías nacionales.

* Escritor y periodista, integra el Consejo de Redacción de «Tesis 11», y es director del periódico «Nuevos Aires», editado en Avellaneda.


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