LA INSTITUCIONALIZACION DEL “GATILLO FACIL”

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La entrevista en la Casa Rosada que el Presidente Macri realizó, por iniciativa propia, con el policía Chocobar institucionalizó de hecho la política del gatillo fácil contra la denominada “delincuencia común” y que servirá seguramente como antecedente para extenderla a todos quienes se opongan a las políticas de explotación y entrega que llevan adelante. Nadie se sorprenda si esa política se extiende al “derecho” con algún “decreto de necesidad y urgencia”.

Nadie puede negarle al Gobierno su absoluta coherencia de clase, sus antecedentes pueden encontrarse, para no ir lejos en la historia, con el golpe genocida de 1976, donde la clase social que hoy lo compone participó activamente, con el gatillo, la tortura, las violaciones, el robo de bebes y las desapariciones “fáciles” de esa dictadura para defender sus intereses con la bandera de la lucha anticomunista que impulsaba el imperialismo norteamericano en el continente. Ahora, con otras formas y características, adaptadas a la realidad actual, pero con el mismo contenido el enemigo es el “populismo”, “los que se robaron todo”. Así es en un conjunto de países de nuestra América al servicio de la misma ideología de clase, Honduras, Ecuador, Paraguay, Brasil, Colombia y la lista sigue.

Es coherente el recibimiento como “héroe” del policía Chocobar, que mató por la espalda, con la valoración de la Gendarmería que asesinó a Maldonado (aunque la causa de su muerte fuera por ahogamiento) y el ascenso del gendarme que estuvo más próximo a él en su persecución a los tiros, de Rafael Nahuel baleado, también por la espalda, por la Prefectura, a los repetidos casos de ese gatillo fácil en el conurbano bonaerense, mientras al mismo tiempo, los genocidas de la dictadura, torturadores, violadores, asesinos de miles de argentinos salen de las cárceles como Etchecolantz y con protección policial pasean por Mar del Plata u otras ciudades del país.

Una parte de la sociedad argentina está conforme y apoya semejante política que no respeta la República, ni la justicia, ni las leyes vigentes. Una parte muy pequeña consiente que defienden sus intereses y otros, los más, macerados por los medios de difusión y la cultura dominante, con su carga de xenofobia, discriminación racial y social, que los pone a la cola de sus propios explotadores. Es un fenómeno similar al del “algo habrán hecho” de las épocas dictatoriales.

Esos sectores, adoradores de la mano dura y la pena de muerte, a los que el Presidente dirigió este gesto oportunista para limar su creciente desprestigio, no advierten que con esas posiciones abren la jaula de los leones y que sus propias familias, especialmente su hijos, que siempre han sido el bocado más apetecido de la represión, pueden ser las próximas víctimas.

Patricia Bulrich Luro Pueyrredón, Ministra de Seguridad, es la encargada de aplicar esta políticas, que van desde militarizar cualquier protesta social, usar las fuerzas de seguridad para despedir a trabajadores en empresas estatales y privadas, gasear, reprimir con extrema violencia manifestaciones populares, infiltrar estas manifestaciones, provocar enfrentamientos  y encarcelar inventando “pruebas” a quienes participan hasta el incentivo al asesinato y su defensa.  La “ex revolucionaria y Montonera” (las comillas son para expresar mis dudas sobre esa caracterización) nos dice que la Policía puede matar “en cumplimiento de sus deberes de funcionario público” e, ignorando la gravedad del delito que cometió, acusa a la justicia de querer investigarlo, como exige la ley,  de “condenarlo por trabajar”.

Hay evidentemente una grieta, de un lado están estos partidarios de la mano dura y la represión y del otro la mayoría del pueblo argentino que en las fábricas, las oficinas y en las calles manifiesta su repudio a las políticas de entrega, hambre y entrega del actual gobierno, que levanta de manera valiente la memoria, la verdad, la justicia y los derechos humanos. Esa grieta es imposible de sellar, atraviesa toda nuestra historia, de lo que se trata es de profundizar la lucha ideológica para convencer y ganar a esa parte de sectores populares, que aún en contra de sus propios intereses económicos, sociales y humanos, están hoy parados en el lugar equivocado de la misma.

Alberto “Cacho” Rodríguez

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