La Ideología Vaticana o La Utopía Cristiana.

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Claudio Esteban Ponce*

La elección del nuevo Papa abrió un horizonte de incertidumbre en el seno de la Iglesia Católica.

La elección del nuevo Papa abrió un horizonte de incertidumbre en el seno de la Iglesia Católica. La jerarquía clerical, con acuerdos preestablecidos, pretendió dar una imagen de unidad en lo que pareció más una acción corporativa que una clara uniformidad de criterios doctrinarios. La votación llevó al trono de Pedro a quién fuera durante el reinado de Juan Pablo II el obsesivo defensor de las tradiciones milenarias de la institución, el cardenal Joseph Ratzinger. Más allá de los prejuicios que rondaban sobre la personalidad de Benedicto XVI, más allá de los debates que surgieron respecto de sus antecedentes en materia del cuidado de la ortodoxia, el gran desafío que enfrenta el conductor de la Iglesia Institucional  es plantear un retorno, o más aún, un compromiso con ese “Otro” que atravesando las fronteras del marco europeo sigue “esperando” una respuesta que ayude a promover su dignidad.
El continente iberoamericano fue definido por Juan Pablo II como el “continente de la esperanza”. Ahora bien, los pueblos de América Latina que aportan cuantitativamente la mayoría de los católicos en el mundo, siguen siendo excluidos por una monarquía religada a los estados más poderosos. La mirada europea de las dificultades del Tercer Mundo, es una mirada del centro a la periferia, una visión soberbia y altiva, a veces paternalista, que resulta incapaz de comprender el sufrimiento lejano de vidas humanas que en su dolorosa condición sustentan la opulencia de quienes se consideran superiores. La Iglesia Católica Romana, como institución político-religiosa con epicentro europeo no escapa de ese contexto. El control político del Estado Vaticano y la conducción del curato católico aparecen siempre asociados a los intereses de las naciones económicamente más enriquecidas. ¿Qué sucedió con las propuestas de Juan XXIII expresadas en el Concilio por él convocado?. ¿Qué fue de la Encíclica Populorum Progressio y sus postulados de promoción y liberación de los pueblos sometidos por el capitalismo imperialista?.  Quizás la posibilidad de formar una nueva Iglesia, una verdadera “Ekklesía”, fue sepultada por los guardianes de la conservación, por los custodios de la preservación de la regla moral, antes que de las necesidades de los hombres.  Cuando se intenta considerar a la “ley” por encima de la comunidad a la cual sirve convalidando su contenido en la voluntad de un poder que trasciende a lo humano, asoma peligrosamente el autoritarismo que esconde el privilegio de unos pocos a costa del sacrificio de muchos.
Si la elección del nombre en un Papa tiene un sentido, difícilmente Benedicto XVI pueda convertirse en Juan XXIV. En los últimos treinta años la Iglesia se alejó de los pobres, se adaptó a la globalización y se encerró en sus tradiciones institucionales. Durante el papado de Karol Wojtyla se construyó un carisma hacia el ámbito externo y se consolidó una religiosidad sumaria hacia dentro. Se difundieron rituales simbólicos en donde beatificaron y canonizaron a personalidades destacadas de la religiosidad cristiana, pero curiosamente no se recuerdan demasiado los santos del Tercer Mundo. Habría que preguntarse si mártires y militantes de la causa del Evangelio como los religiosos Arnulfo Romero, Helder Cámara o Enrique Angelelli entre algunos relevantes de una larga lista de laicos y consagrados, no merecen ser reconocidos como ejemplos vivientes del compromiso cristiano.
El dilema de la Iglesia contemporánea se debate entre una opción preferencial por los pobres o una ambigüedad que implícitamente justifica la exclusión y la injusticia. El desafío: enfrentar desde su fuerza doctrinal al capitalismo neoliberal que oprime las voluntades del Tercer Mundo. ¿Podrá convertirse la institución jerárquica en Asamblea?. El accionar imponderable de los hombres en el devenir de la Historia es reivindicatorio de la Utopía.

*Claudio Esteban Ponce, Profesor de Historia. Enseñanza Media y Superior.

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