La crisis argentina no tocó fondo

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Revista Nº 126 (07/2018)

(situación nacional/economía)

Alberto Wiñazky*

La reaparición del FMI, impulsa la comparación entre la actual situación y algunos de los episodios sucedidos en 2001. En ese entonces la Argentina, como uno de los eslabones más débiles del sistema económico mundial, se encontraba inmersa en un contexto de crisis e inestabilidad internacional similar al actual. En aquellos momentos por el nivel del endeudamiento, los desequilibrios de la cuenta corriente, las dificultades crecientes del régimen de la convertibilidad y la debilidad del sistema bancario, la situación derivó en la crisis conocida.


La crisis estructural no resuelta del capitalismo, se ve acentuada por los agudos enfrentamientos que se reproducen entre algunos de los países centrales. Actualmente disputan China y los EE.UU., por la aplicación de aranceles al comercio internacional en defensa de sus respectivas producciones, dando origen a un clásico enfrentamiento inter imperialista. Continúa además la inestabilidad en Italia y España[1], más la situación confusa que atraviesa Ángela Merkel por el tema de los migrantes. Pero en realidad, es una cuestión que está abarcando a toda la Unión Europea. Este tema ha derivado en la fractura entre “duros y blandos” de la UE. Sucedió cuando Hungría-Polonia-Eslovaquia y la República Checa, decidieron boicotear la cumbre sobre inmigración convocada por el presidente de la CE en Bruselas. Además el conflicto por el brexit del Reino Unido, también amenaza la integridad de la UE que se debate en medio de profundas y caóticas divisiones internas, complicando la estabilidad económica y política mundial.

Anteriormente, con el retiro de los EE.UU. del “Acuerdo Climático de París” y del “Acuerdo Nuclear con Irán”, ya se habían tensado las relaciones entre los EE.UU. y la UE hasta alcanzar importantes niveles de enfrentamiento.

Otro elemento presente en el panorama internacional, fue el incremento de la tasa de interés de los bonos del tesoro de los EE.UU. a 10 años, que el 14 de junio volvió a elevarse en 25 puntos porcentuales, mientras se prevén dos subas más a lo largo de este año. De esta forma, los EE.UU. comenzaron a atraer capitales que se encontraban invertidos en otros países del globo. Los bonos del tesoro resultan ser la base de comparación para los rendimientos de los activos de los demás países. Al incrementarse la tasa en los EE.UU., resultan ser menos interesantes otros activos, no tan seguros, radicados generalmente en la periferia. El alza de las tasas de interés llevará a que endeudarse en el mercado mundial resulte ser más gravoso, produciendo un encarecimiento del financiamiento internacional. A esta situación se suman las dificultades de Trump para renegociar el TLCAN con Canadá y México, y las complicaciones crecientes en el tema de los migrantes llegados de América Latina.

LA SITUACIÓN EN LA ARGENTINA

La Argentina atraviesa una vez más, la exacerbación de sus clásicos déficit en la balanza comercial y de pagos. El turismo, la fuga de capitales, el saldo negativo del comercio exterior y el crecimiento de los intereses por el endeudamiento externo, son la consecuencia del plan implementado por gobierno macrista, que ha derivado en la agudización de la escases de divisas, denominada “restricción externa”. El desequilibrio de la cuenta corriente de la balanza de pagos subió en 2017 a los USD 47.000 millones. Pero el desequilibrio de la balanza comercial en mayo de este año fue de USD 1.285, con un alza de 123% con relación al mismo mes de 2017 que en el acumulado de cinco meses llegó a USD 4.691 millones. La fuga de capitales en el mismo mes de mayo alcanzó los USD 6.213 millones, con un impacto importante sobre la cuenta corriente, que ha obligado al macrismo a buscar en el mercado mundial, una mayor cantidad de dólares para sostener el déficit.

Esta situación es un reflejo directo de la estructural restricción externa del país,[2] que se vio exacerbada por que el gobierno abrió totalmente la economía a las importaciones, desreguló el sistema financiero y el mercado cambiario y permitió que los exportadores no liquiden el producto de sus ventas al exterior, dando lugar a una elevada fuga de divisas. Todo este andamiaje ha sido cubierto amplia y favorablemente por los grandes medios de comunicación adictos al macrismo.

La salida de capitales, provocada por la suba de las tasas en EE.UU., causó la devaluación de las monedas en distintos países de América Latina como Brasil, Chile, Perú, Colombia, México y en Turquía y Sudáfrica, demostrando que el proceso tuvo un alcance global. Pero el país donde más se sintió la fuga fue en la Argentina, por su vulnerable situación externa y porque el gobierno financió su déficit fiscal también con financiamiento del exterior, hoy equivalente al 5% del PBI.

Pero el aumento del endeudamiento externo (USD 75.000 millones en dos años) no resultó suficiente para frenar la salida de capitales, ni impidió las sucesivas devaluaciones que llevaron la paridad cambiaria a $ 28 por dólar, provocando la pérdida de USD 13.000 millones de las reservas desde que comenzó la corrida en el mes de mayo de este año.

Por otro lado, como consecuencia del progresivo endeudamiento, donde la deuda externa bruta total pasó de USD 170.000 millones a USD 253.741 millones en el primer cuatrimestre de 2018, con un incremento de 27,7%, los intereses de la deuda pública aumentaron un 57% con relación a igual período del año anterior.

De manera que para la segunda parte del año, se espera crecimiento negativo o próximo a cero, declive de la inversión pública, mayor desaceleración del consumo privado y público, caída de los ingresos reales de los trabajadores y jubilados (entre 7 y 9 puntos) y mayores expectativas inflacionarias.

LA LLEGADA DEL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL

Ante este panorama y luego de quince días de alta tensión, el 8 de mayo Macri con un discurso desvalido anunció el inicio de las conversaciones con el FMI. El gobierno terminó recurriendo a la más vieja de las recetas: la intervención del FMI en la política económica argentina, dando el entierro final al llamado “gradualismo”. El reingreso al “prestamista de última instancia”, implicará una fuerte aceleración del plan de ajuste ya implementado desde el comienzo de la gestión macrista.  Fue justificado por el gobierno (hoy una fuerza política en declinación), manifestando que existía el “peligro de una crisis inminente”, sin reconocer que ya en el mes de marzo los banqueros, que hasta ese momento habían financiado los déficit del país, decidieron no continuar con esa política y negaron todo préstamo futuro, dejando de recibir la Argentina la entrada de capitales de corto plazo.

El acuerdo con el FMI, es un típico acuerdo stand by, que llega a los USD 50.000 millones con un desembolso inicial de USD 15.000 millones. Un ingreso inmediato de USD 7.500 serán utilizados para dar apoyo al Tesoro para cubrir la demanda de dólares a través de licitaciones diarias por USD 100 millones y el resto se sumará a las reservas. Habrá además dos giros posteriores en septiembre y diciembre por USD 3.000 cada uno. Contará con un cronograma de desembolsos posteriores para los USD 35.000 millones que no se han liquidado y que son tratados como “precautorios” y que en caso de liberarse, se distribuirán en 12 trimestres de USD 2.900 millones cada uno. El préstamo resulta ser el 1.100% de la cuota del país en el FMI.

Otros USD 5.600 millones se pedirán al Banco Mundial, el BID y la CAF, que se podrán utilizar siempre y cuando sirvan para mantener un “tipo de cambio competitivo” y contribuya a producir reformas en el sistema previsional. Son las últimas cartas que tiene el macrismo para tratar de neutralizar la corrida cambiaria, ya que ha agotado casi todas las herramientas que tenía disponible. Quiere demostrar que tiene respaldo suficiente para dominar el mercado de cambios, que al llegar a $ 28 por dólar se constituyó en un importante fracaso de su política económica, donde cada suba del dólar se traslada rápidamente a los precios.

Como consecuencia de este acuerdo, que habilita la injerencia del fondo en el diseño de las políticas económicas internas, ya se da por perdido el año 2018 donde muy probablemente no habrá crecimiento o este será muy bajo, la inflación llegaría al 30% anual y la inversión tanto pública como privada también disminuirá. Es posible también que con la libre flotación cambiaria y la no intervención del BCRA (si bien lo hará en casos extremos) la paridad cambiaria continúe en alza. Simultáneamente se enviará al Congreso un proyecto de ley que prohibirá al BCRA (que deberá cambiar su carta orgánica) emitir pesos para financiar al gobierno. Por otro lado se anuncia un cambio en la composición de los pasivos del BCRA para minimizar el stock de LEBAC, ya que en el futuro solamente los bancos podrán participar de este negocio. Además se suma la recompra de estos bonos, que el gobierno ha hecho en el mercado secundario y se los reemplazará por un nuevo bono a más largo plazo.

El ajuste fiscal pactado con el fondo obligará al Estado a bajar el déficit fiscal del 2,7% al 1,3% del PBI (unos $ 200.000 millones). Habrá despidos de trabajadores estatales, recortes en el “gasto público”, disminución de transferencias a las provincias[3], al Fondo de Incentivo Docente, congelamiento de las jubilaciones y el achicamiento de los presupuestos universitarios entre otras medidas restrictivas, todas ellas monitoreadas por el Fondo.

La reaparición del FMI, impulsa la comparación entre la actual situación y algunos de los episodios sucedidos en 2001. En ese entonces la Argentina, como uno de los eslabones más débiles del sistema económico mundial, se encontraba inmersa en un contexto de crisis e inestabilidad internacional similar al actual. En aquellos momentos por el nivel del endeudamiento, los desequilibrios de la cuenta corriente, las dificultades crecientes del régimen de la convertibilidad y la debilidad del sistema bancario, la situación derivó en la crisis conocida.

Debido a estas similitudes, el ministro Nicolás Dujovne remarcó que la actual situación no tendría nada que ver con lo sucedido en ese entonces, porque la recurrencia al FMI sería solo un “financiamiento preventivo”. Pero que dice esta repentina necesidad de respaldo del FMI ante la persistente corrida cambiaria sobre la economía? Será que hoy continúa siendo un eslabón débil en un contexto internacional tan grave como aquel de 2001? Próximamente se verá.

De manera que puede afirmarse que este programa económico no propone ninguna solución definitiva a la crisis. Solamente puede llegar a proporcionar algo de tranquilidad durante un corto período de tiempo. La tasa de interés para las LEBAC se mantendrá entre el 42% y el 47% para tratar que los “inversores” no se trasladen al dólar, convirtiéndose en uno de los impedimentos para el crecimiento de este año. Pero la Argentina tiene un problema estructural externo (exporta menos que lo que importa) y este préstamo del FMI no resuelve de ninguna forma esta situación histórica. Apenas podría llegar a darle al gobierno algo de aire para llegar, sin otro sofocón, a las elecciones del año próximo. Sin embargo cada gobierno que se dirige al FMI y pacta un acuerdo con mayor ajuste, sin solucionar el problema externo, deriva la situación hacia el default. Los vencimientos que deberá enfrentar el gobierno hasta diciembre, según la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, suman por el capital USD 4.667 millones, por las LETES USD 12.938 millones y por intereses USD 6.190 millones, divisas que el país no genera y en el caso que estos pagos se realicen  incrementarán el endeudamiento externo.

A la combinación de bajas exportaciones y con un escenario global complicado para los países periféricos, se le deben sumar las grandes dudas que existen sobre la marcha futura de la economía argentina. Esta situación llevó el riesgo país a los 586 puntos. Son los componentes del panorama real que atraviesa el país. Las devaluaciones pasadas y las que se avecinan le ponen un piso a la inflación, impactan en el precio de los combustibles y el gas y en definitiva sobre el conjunto de la economía y esencialmente sobre los ingresos de los trabajadores y jubilados.

Por otro lado, una vez firmado el acuerdo con el FMI, y a las dos semanas, fue eyectado del BCRA Federico Sturzenegger y su equipo, uno de los garantes de la operación, llegando al edificio de la calle Reconquista Luis Caputo (ex ejecutivo para América Latina del J.P. Morgan) y su número dos Gustavo Cañonero (ex Deutsche Bank). Pero eso no fue todo. Una semana después se produjo la salida del gabinete de Juan José Aranguren de Energía y de Francisco Cabrera de Producción, dos de los ministros más criticados y odiados por el pueblo, reflejando la feroz interna que existe en el gobierno. Fueron reemplazados por Javier Iguacel y por Dante Sica quién ya anticipó “meses difíciles”.

Como consecuencia de la degradación del sistema monetario argentino por las sucesivas crisis, las formas y funciones del dinero señaladas por Marx en el capítulo III del Libro I de El Capital (El dinero y la circulación de mercancías): medida de valor, patrón de medida, medio de circulación, reserva de valor, medio de pago, patrón de precios: al peso argentino solo le queda de estos enunciados, su función como medio de circulación.

CUAL ES EL SECTOR MÁS PERJUDICADO POR LAS POLÍTICAS MACRISTAS

Es indudable que los trabajadores y los jubilados son los principales afectados por la implementación de las políticas macristas, teniendo en cuenta que más del 60% de los asalariados ganan menos de $ 15.000 mensuales y se verán más afectados aún por la intervención reciente del FMI. Según ECOLATINA este año terminaría con el PBI por habitante inferior al de 2011. Simultáneamente la salud y la educación pública, ya muy golpeadas por el macrismo, también padecerán estos ajustes.

El avance de las finanzas, como consecuencia de la falta de oportunidades que tiene la burguesía para invertir en los sectores productivos, situación que se reproduce desde los inicios de la crisis del capitalismo, trajo aparejada una mayor derivación de los ingresos hacia los grupos económicos concentrados. Si bien el proceso de financiarización no es el único factor determinante de la reducción de los ingresos de los trabajadores, todos los autores lo reconocen como una de las causas principales o, como mínimo, como un factor relevante. De acuerdo con un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) realizado con información de 71 países para el período 1970-2007, la libre movilidad internacional de capitales –uno de los dispositivos centrales del fenómeno de la financiarización- resultó ser el factor explicativo de la consolidación de un patrón de distribución del ingreso cada vez más regresivo

LAS PARITARIAS

Las paritarias cerradas, fueron acordadas, en su enorme mayoría, con topes del 15%, generalmente en dos o tres cuotas, (algunos gremios obtuvieron adicionales que no se computan en el salario ni en el aguinaldo) pero como se señaló, las devaluaciones que dispararon la paridad cambiaria a $ 28 por la utilización de un tipo de cambio flexible, ya están agudizando el traslado de la devaluación a los precios, más allá de los informes que entrega mensualmente el “recuperado” INDEC licuando los ajustes paritarios. Junio ya comenzó con alzas en el transporte y los combustibles. Algunos pocos gremios obtuvieron paritarias mejores, como el caso de camioneros, pero resultan ser una ínfima minoría. El aumento a los jubilados ha sido igualmente paupérrimo. En marzo el haber subió apenas 5,7% y otro porcentaje similar en junio, para ubicar el mínimo en los $8.096, cuando la canasta familiar se encuentra rondando los $ 18.000.

UNA SALIDA DE LA CRISIS

Hay que destacar que la Argentina se encuentra atravesando una crisis orgánica, que se ve acentuada simultáneamente por una falta de racionalidad y de legitimidad, teniendo en cuenta que la fuerza y el consenso son los integrantes permanentes de la legitimidad del poder burgués. Pero siempre el peso relativo de estos componentes depende del curso de la lucha de clases.

Las formas en que se reproducen las contradicciones de la sociedad burguesa dentro del Estado y que aparecen como “transitorias y funcionales”, por excesos cometidos en el desempeño de las funciones estatales, y no como manifestaciones esenciales de una política encaminada a favorecer los intereses del gran capital, necesitan ser enfrentadas decisivamente por el pueblo trabajador.

La Argentina ha demostrado reiteradamente que el movimiento obrero se ha destacado por ser la voluntad organizada del pueblo. Y ha estado en innumerables ocasiones defendiendo los intereses de los trabajadores, del estudiantado, de los artistas, de los intelectuales y los derechos de las mujeres. Estas luchas han superado las posiciones de una CGT deshilachada que responde a los distintos gobiernos de turno y no a los intereses específicos de los trabajadores. El movimiento obrero será siempre la valla que impedirá o dificultará el avance de los sectores de la derecha en su intento de someter económica y políticamente a la clase trabajadora.

Para poder implementar las políticas neoliberales, los sectores parlamentarios que aparecían como la oposición al gobierno macrista, votaron todas las leyes que propuso Macri. Un gobierno en minoría, en ambas cámaras del Congreso y sin el control sobre los sindicatos, no hubiese podido avanzar sin esa estrecha colaboración. Así, entre otras leyes, se pagó a los fondos buitres[4], se produjo el saqueo a los jubilados y se aprobó el “blanqueo de capitales”, que no habrían sido sancionadas sin el consenso de amplios sectores del PJ.

Por lo tanto, los problemas estructurales que tiene la economía Argentina, no podrán ser resueltos sin que la clase trabajadora, encabezando la lucha con los restantes sectores subalternos, enfrenten las políticas del neoliberalismo para que el país pueda salir de la espiral de atraso, decadencia y dependencia de los centros imperiales. Además la situación de la Argentina no cierra sin más ajuste. La “lluvia de préstamos” habrá que pagarlos y eso agravará la salida de capitales. Pero la situación no tiene salida porque más ajuste es menor crecimiento e implica menor recaudación, menos inversión y menos entrada de divisas. De manera que no hay forma de pagar el endeudamiento, y la situación en algún momento explotará bajo la forma de crisis cambiaria-bancaria y de deuda.  Lo apremiante de la situación requiere la aplicación inmediata de planes de emergencia para los sectores más necesitados, que con o sin ingresos no pueden acceder a las necesidades básicas como sostener la dieta alimentaria o poseer una vivienda digna y cuya situación ya presenta un escenario tenebroso.

La insubordinación de las mujeres, continúa su acción sin pausa. Fue ahora en defensa del proyecto de ley sancionado en la Cámara de Diputados, sobre la interrupción voluntaria del embarazo, que pasó al Senado. Esta conquista democrática demostró que la lucha de las mujeres en la calle para poder decidir sobre su cuerpo, es un ejemplo de la importancia de estas luchas para ganar las batallas contra la opresión y la explotación capitalista.

El cambio de país fronterizo a país emergente dispuesto por la calificadora Morgan Stanley Composite Index, que conlleva la imposición de que el país no imponga filtros al libre movimiento de los capitales, fue tratado por el gobierno como una “victoria” de su proyecto económico de “cambio”. Implica que los “inversores” puedan incluir en sus portafolios acciones argentinas, superando un impedimento anterior que no lo permitía. Si bien no puede descartarse que por este motivo se produzca una leve baja en las tasas de interés, así como un nuevo ingreso de divisas, las contradicciones fundamentales del modelo económico macrista seguirán vigentes.

Es importante conocer lo sucedido en Jordania ya que es un hecho muy significativo. Dos huelgas generales y una ola de manifestaciones y protestas, fueron la respuesta al plan de ajuste del FMI, que incluía una reforma tributaria para reducir el déficit fiscal, similar al que el organismo está imponiendo en la Argentina. El gobierno de ese país tuvo que dar marcha atrás con el proyecto de ajuste. Es un ejemplo que merece ser considerado.

*Alberto Wiñazky, economista, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.

[1] La coalición dl Movimiento Cinco Estrellas y la xenófoba Liga del Norte llegaron al gobierno en Italia; por una moción de censura se produjo la caída del gobierno de Rajoy.

[2] Que obedece al carácter dependiente de su su estructura económica, dado que exporta bienes primarios e importa productos industriales de mayor valor agregado, no registrando ingresos de capitales por la vía de la inversión extranjera directa como el caso de Brasil o México.

[3] El déficit primario total de las administraciones provinciales alcanzó los $ 37.076,2 millones en 2017, para el 2018 debería reducirse a $ 10.664 millones.

[4] Con el pago a los fondos buitres, resolución que fue votada por casi toda “la oposición” se inició el proceso de endeudamiento que hoy castiga duramente al pueblo trabajador.

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