El porvenir de la democracia argentina y la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual

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FRANCISCO BERDICHEVSKY LINARES*

El porvenir de la democracia argentina y la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
Los significados de la batalla por la democratización de los medios audiovisuales de difusión masiva.

Una auténtica democracia- dentro de los alcances y límites del sistema y de la situación actuales – requiere conjugar la libertad política, económicosocial y cultural en todos sus niveles, con la democratización de los Medios en cuanto a sus contenidos, a su pluralidad de pensamiento y a sus modos de Dirección, Gestión y Participación. Hoy gozamos de una libertad política que con alta probabilidad, según mi opinión, es la más plena como clima sostenido de la que tengo memoria y tal vez desde la propia existencia del país. Por supuesto, ello no significa ignorar casos aislados de signo adverso que estallan de tanto en tanto.

Precisamente, mientras escribo, suceden los episodios vinculados con los despidos, las medidas persecutorias y arbitrarias contra los trabajadores, la comisión Interna y los delegados, por la empresa estadounidense Kraft ex Terrabusi. El momento no es casual: se trata de provocaciones de una derechaultraderecha, envalentonada por la derrota electoral del 28-6-09, que no fue del «kirchnerismo», sino que señala un revés temporario de las fuerzas que lu- FRANCISCO BERDICHEVSKY LINARES* El porvenir de la democracia argentina y la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual Los significados de la batalla por la democratización de los medios audiovisuales de difusión masiva. chan por un camino democrático de emancipación nacional y social.

La provocación de la empresa fusiona las medidas económicas antipopulares con su subtexto político: anticipación del retorno a la «Flexibilidad Laboral»- Eufemismo cultivado por las TPM, que transpira despidos y medidas represivas, propias del modelo «neoliberal que ocasionó nuestro desastre como pueblo-nación hasta el 2003. No es casual la coincidencia entre el debate en torno a un Proyecto de Ley que democratice la gestión mediática, arrancándola de la hegemonía de un pensamiento único infectado de «neoliberalismo» por un oligo-monopolio hiperconcentrado, y el conflicto en Kraft-Terrabusi: La empresa no sólo confronta con los trabajadores, sus organizaciones y sus líderes- con la «cooperación» sincera o intencional de cierto sector «radicalizado»-, sino sobre todo con el Gobierno, a quien desafía como deseada anticipación del retorno a la «flexibilidad laboral», término del «Eufemismo Neoliberal» (y TPM), adorado por las grandes patronales empresarias.

Se intenta así, además y en la misma dirección, colocar este conflicto por exposición mediática- TP de «Exaltación Mediática»-, en el centro de la atención popular, desviando una parte de ella de la mirada puesta en la importancia fundamental y en el real carácter del debate por la Democratización de los Medios. Así, de modo directo y por vías paralelas, el Enemigo intenta que la conflictividad laboral con la que provoca, sirva a la oposición retrógrada contra el Gobierno y siembre al mismo tiempo el descontento contra el gobierno en franjas de trabajadores, precisamente cuando el Gobierno, apoyado por múltiples organizaciones populares, trataba de lograr la aprobación de un Proyecto de Ley de Servicios de Comu- NR: Publicamos en este número el primero de dos artículos del autor sobre este tema.

Nos proponemos publicar en nuestro próximo número el segundo artículo: «La mutilación autoritaria por vía mediática de la libertad subjetiva y el neogolpismo. Las raíces históricas esenciales del actual ataque del Enemigo Principal a la Ley de Servicios de Comunicación social» Simbología: Las técnicas de manipulación mediática se citan en rojo en el texto, con las siglas TP ( técnicas psicológicas) y TPM (técnicas psicológicas mediáticas). chan por un camino democrático de emancipación nacional y social. La provocación de la empresa fusiona las medidas económicas antipopulares con su subtexto político: anticipación del retorno a la «Flexibilidad Laboral»- Eufemismo cultivado por las TPM, que transpira despidos y medidas represivas, propias del modelo «neoliberal que ocasionó nuestro desastre como pueblo-nación hasta el 2003.

No es casual la coincidencia entre el debate en torno a un Proyecto de Ley que democratice la gestión mediática, arrancándola de la hegemonía de un pensamiento único infectado de «neoliberalismo» por un oligo-monopolio hiperconcentrado, y el conflicto en Kraft-Terrabusi: La empresa no sólo confronta con los trabajadores, sus organizaciones y sus líderes- con la «cooperación» sincera o intencional de cierto sector «radicalizado»-, sino sobre todo con el Gobierno, a quien desafía como deseada anticipación del retorno a la «flexibilidad laboral», término del «Eufemismo Neoliberal» (y TPM), adorado por las grandes patronales empresarias. Se intenta así, además y en la misma dirección, colocar este conflicto por exposición mediática- TP de «Exaltación Mediática»-, en el centro de la atención popular, desviando una parte de ella de la mirada puesta en la importancia fundamental y en el real carácter del debate por la Democratización de los Medios.

Así, de modo directo y por vías paralelas, el Enemigo intenta que la conflictividad laboral con la que provoca, sirva a la oposición retrógrada contra el Gobierno y siembre al mismo tiempo el descontento contra el gobierno en franjas de trabajadores, precisamente cuando el Gobierno, apoyado por múltiples organizaciones populares, trataba de lograr la aprobación de un Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. No puedo ahora opinar más allá sobre este conflicto, que sigue en pie. Será objeto de un trabajo próximo.

El debate en torno a una Ley de Medios Audiovisuales, significa una batalla histórica fundamental para y por la democracia y la libre expresión del pueblo en todos los terrenos: político, económico, social y cultural, que se está y se seguirá librando entre las derechas-ultraderechas que propician una Restauración Conservadora por un lado, atacando con mil artimañas y falsedades mediáticas a ese proyecto, y por el otro, muy vastos sectores populares que respaldan la esencia del Proyecto de Ley; sean partidarios de la gestión oficial, con distinto grado de identificación e independencia crítica, o procedentes de otros agrupamientos populares.

Provoca náuseas la grosera andanada en la primera plana de «Clarín»(10-10-09), frente a la aprobación en general del Proyecto de Ley por el Senado de la Nación: «Kirchner ya tiene la ley de control de medios ». Es decir, las TPM del «Sofisma»- mentira con grandes apariencias de verdad-, como «Control del kirchnerismo», nos lleva a soportar las TPM de «Personalización extrainstitucional». J. Morales Solá no quiere quedarse atrás. Dice: «Esta vez no hubo un Julio Cobos. Néstor Kirchner ha ganado la batalla más importante que se planteó desde la derrota de junio», «La Nación», (11-10-09).

Todo ello significa un abominable desprecio por las ideas y acciones soberanas de una multitud de organizaciones e instituciones sociales populares, artístico-literarias, gremiales- desde la CGT a la CTA-, intelectuales y sociopolíticas- como Carta Abierta y Tesis 11 entre muchas otras-, Universidades Nacionales, organizaciones de lucha de los pueblos originarios, y la lista puede ser interminable. Estamos ante una TPM de «Inducción Semántica Negativa» en su variedad más injuriante, ya que el diario califica de simples peones sumisos a Kirchner- «Personalización Extrainstitucional Oficial», con «Negación de lo Institucional», al respaldo de las instituciones de la sociedad en general que apoyan la vigencia de la Ley.

Es decir, un agravio execrable que incluye a las organizaciones más representativas del pueblo. Pero además, se trata de una colosal mentira en torno a la democratización plural, de amplia envergadura, que figura en la realidad del Proyecto de Ley de Medios, a través de agraviar al pueblo y a la Ley, ahora aprobada en general y en particular, con una «Imagen Cero» sobre esa realidad, alentando además el «Prejuicio por Rechazo de lo Desconocido» que abordo más adelante. EL Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, aporte fundamental de envergadura histórica a la democracia argentina Los titulares actuales de los grandes medios oligo-monopólicos se desbocan con furia gruesa, por no decir bruta, contra una Ley que puede quitarles la casi suma del poder público sobre las mentes.

Fingen que van a desaparecer- ver los presuntos «duelos» mediáticos lacrimosos tipo T/N o «Volver»-, cuando se trata de algo distinto y fundamental, que significa precisamente lo contrario: por un lado, que estos seudo noticieros- seudo por sus «Imágenes Cero Desinformantes» y por su mil manipulaciones psicológicas-no sean, como hasta ahora, los únicos propietarios de los mensajes que penetran en el interior de la subjetividad social de cuarenta millones de habitantes…, capturando la identidad de vastos sectores, cuando no de su gran mayoría.

De paso, a través de diversas licencias, T/N puede seguir actuando a lo largo del país. Por el otro, el cine nacional pasado y presente, tendrá, en el espíritu y la letra del Proyecto de Ley sobre los Medios, una presencia cuanti y cualitativamente mucho mayor que hasta ahora, superando ausencias en las pantallas de filmes testimoniales y combativos que no aparecen en «Volver», así como de las películas argentinas más trascendentes de los años previos y presentes, discriminadas por la propaganda de los medios, por sus programas y por el conjunto de las salas de exhibición, más allá de los cines «Gaumont» o el «Tita Merello» en la Ciudad de Buenos Aires. Lo dicho no niega excepciones con éxito comercial, de amplia difusión mediática y en las salas de exhibición, dicho sea sin desmedro de reconocer la calidad de algunas de ellas.

Casi desde el comienzo, destaco un concepto fundamental: los caminos de información y formación de la opinión pública, son Servicios de Carácter Público que abarcan al país entero. Por lo tanto, son instituciones que deben formar parte, como corresponde en cualquier país, a la gestión del Estado, a través del Ejecutivo elegido como parte del Gobierno de turno, es decir de carácter renovable en cada elección. No pueden ser hegemonizados por un núcleo privado hiperconcentrado como hasta ahora, que de ese modo se convierte en el real Estado oculto que desde ese sitio privado dirige las mentes de los millones de habitantes de un país.

En el Proyecto de Ley, art. 14, está escrito con claridad meridiana que el papel del Ejecutivo se ejerce en un Directorio, pero con nombramientos siempre puestos a consideración de las comisiones bicamerales, y con participación de los múltiples actores populares, donde cabe una parte privada. Además, se renueva cada cuatro años, en la mitad del mandato presidencial, lo que implica las posibles renovaciones en la propia autoridad de aplicación.

El mismo criterio anima a los artículos 32 y 45: la multiplicidad de licencias, la apelación a concursos y otras medidas con el mismo sentido en cuanto a la amplitud, número y apertura en la adjudicación de licencias para servicios que utilizan el espectro radiológico, promueve algo fundamental y superador por su envergadura estructural cualitativa: se produce una transformación de feliz signo inverso en cuanto al dominio de los medios por un Microgrupo con MacroPoder, a través de las empresas mediáticas que lo integran y encarnan.

Esta pertenencia goza de una Monumental «Imagen Cero Mediática» de esta realidad. Es el centro nuclear de la batalla por la hegemonía cultural- sin subestimar el papel de la educación y del rumor, que forman hoy con los medios un enlace sinérgico o contradictorio (tema para otro trabajo)- que implica, en las manos actuales, actuar produciendo, por técnicas psicológicas de penetración, la interiorización de mensajes que producen personalidades alienadas en sus estructuras psíquicas internas y externas. Tratan por mil vías de acción psicológica, de determinar los pensamientos, emociones, deseos, modos de vida (el hiperconsumista «neoliberal» en nuestro caso), como un discurso y un vivir monocordes, impersonalizados y estandarizados en escala nacional y planetaria.

El equívoco intenta llevar a cada personalidad a considerar como su identidad algo que le es ajeno y hostil, es decir a la alienación subjetiva y a sus objetivaciones concretas. Pero la amplitud excepcional, por su pluralidad, de la Ley de Medios, abre la puerta a las corrientes plurales del pensamiento, a los datos concretos verdaderos sobre la realidad silenciada o distorsionada por los MacroMedios, a los valores de una contracultura humanista por ahora no hegemónica, a la crítica decodificadora que desnuda las mil manipulaciones por acción psicológica de millones de mentes a través de los aparatos mediáticos.

Lo dicho no significa la prohibición de la existencia de los grupos empresarios, parte del MacroPoder en su esfera de manipulación mental, ni mucho menos. Lo que sucederá de aprobarse la Ley, es que perderán el control mediático las corporaciones mediáticas y el poder que encarnan como hegemonía cultural, tanto en cuanto al pensamiento ideológico-político único según los intereses de la Restauración Conservadora, como a la banalidad, a la difusión de los distintos modos de violencia que jamás denuncia sus causas profundas y provoca identificaciones incesantes en el receptor, al ocultamiento de su real carácter como TP de «Autoritarismo Mediático sobre las Mentes», y podría seguir con la enumeración hasta la fatiga implacable.

La propaganda mediática que oculta la verdad – «Imagen Cero» y «Afirmación Subjetiva» – como objetiva y enfáticamente verdadera, miente sin pudores al dar la sensación de que sus programas desaparecerán de pantallas, y porqué no de las publicaciones: extrañas intimidaciones y rumores de origen turbio son atribuidas al Gobierno en ese sentido, como es el caso de la indagación en masa de las oficinas de «Clarín», que por supuesto este medio atribuye al Gobierno, e incluso, como es costumbre, a N. Kirchner. Sería una actitud suicida obrar de ese modo, más bien parecen acciones de grupos provocadores internos…

El artículo 161 establece el plazo de un año para que se adecuen a la ley los «titulares de licencias de los servicios y registros regulados por esta ley». La polémica contra este plazo, considerado exiguo por los MacroMedios actuales y por la derecha política que los encarna, debiera tener en cuenta que, como expresó el Senador M. A. Pichetto, en los hechos el trámite puede llevar fácilmente dos años. Pero estos temas, sin subestimar sus alcances, no hacen más que desviar la atención del centro fundamental: la nueva Ley significa un ascenso cualitativo para la recuperación posible del protagonismo popular como rescate de su identidad alienada.

Es decir, un aporte histórico, primordial para la democracia, la libertad de expresión y la existencia mediática, de un pensamiento plural diversificado en lugar de las variantes del pensamiento único del Enemigo Principal neogolpista ( luego aclaro, como en otros trabajos, la semántica de esta palabra). La pérdida del control de los medios por el Bloque Hegemónico, no sólo como titular de los medios sino como encarnación del MacroPoder de la Restauración Conservadora y su neogolpismo por «Autoritarismo Mediático sobre las Mentes», explica la exasperada «Inducción Semántica Negativa», con ataques previos a la medida, que se difundió de manera distorsionada: como «Imagen Cero» del texto concreto del Proyecto de Ley y con la falsificación de su real redacción – TP de la «Afirmación Subjetiva» como si fuera Objetiva – con la inducción del «Prejuicio de Rechazo a lo Desconocido », por el Bloque Mediático Hegemónico.

Es una situación que rigió hasta el presente desde una medida adoptada por la Dictadura Terrorista de 1976-83, seudo «ley» de un seudo «Gobierno», ahora puesta en crisis por la actual Ley. Lo principal es que de ninguna manera un proyecto con diversos grados de profundidad democrática, nacional y popular, desde el Gobierno y desde los sectores populares ante todo, debería seguir aceptando que un Servicio Público, cuya influencia esencial se ejerce sobre la subjetividad social y personal de todo un país, se encuentre como hasta hoy – salvo en los casos de Canal 7, de Encuentro, de ciertos programas de otros canales, de determinados diarios, revistas, radios y servicios de Internet – bajo la hegemonía imperial, hasta niveles totalitarios, en manos de un grupo oligo-monopólico empresarial privado, encarnación del Poder Hiperconcentrado cuyos intereses son antagónicos con los del pueblo, sea de manera directa o través de la publicidad, de las agencias de noticias y otros afluentes.

Los MacroMedios hablan y escriben sobre una presunta «Ley Mordaza», de un presunto «Control sobre los medios» del Gobierno actual, cuando en nombre de una «Seudo Libre Expresión», en realidad propia de la «»Libertad de Empresa», el grupo hiperconcentrado que hoy manipula los medios, intenta – y lo logra en proporción severa hasta hoy – ejercer una «Dictadura sobre las mentes», como tremenda mordaza, precisamente, contra la participación de los más amplios sectores populares en la difusión plural del pensamiento.

Es decir, se trata de un oligo-monopolio mediático que conspira contra la real libertad de expresión, cosa que exige libertad para el más amplio conocimiento, y no una «Imagen Cero» de la verdad, a través de un frondoso bosque sombrío de técnicas psicológicas de manipulación de las mentes. Forma parte fundamental de esta cadena de patrañas, el ocultamiento, hasta la tergiversación antagónica, del real significado y carácter de la Ley sobre Servicios de Comunicación Audiovisual ahora aprobada y previamente objeto de múltiples debates y modificaciones que la enriquecieron.

En cambio, la «Imagen Cero» de la hegemonía reaccionaria del oligo-monopolio hasta ahora dominante, apela al «Doble Mensaje Inverso», donde el mensaje manifiesto enmascara el subtexto concreto dominante opuesto: el proyecto previo de Ley de Medios, fue culminación de debates y audiencias públicas, incluyendo la cámara de Diputados. Es un ejemplo de la mayor amplitud imaginable, como apertura a las manifestaciones, actividades, sectores y agrupaciones populares más diversas, con difusión de nuestra diversidad social, política y cultural. Es logro por fin de un despliegue coral de las múltiples voces del pueblo, en lugar de la única voz hipócrita que manipula la hegemonía de los grandes medios. Pero – TPM de «Inducción Semántica Negativa Inversa -, es tratado como lo contrario de lo escrito en los párrafos anteriores, en los grandes diarios, en la tevé, en ciertas radios y en múltiples sitios de Internet. Es decir, precisamente como «Mordaza» y «Control» oficial; como «Superpoder Autoritario».

Es el ladrón que vocifera «¡Al ladrón!» Esta «Inducción Semántica Inversa», gracias a la «Imagen Cero» sobre los reales significados del Proyecto de Ley, apela hoy, por mil vías mediáticas, a reactualizar, promover y recrear uno de los estereotipos sociales de mayor arraigo colectivo y personal en el sentido común. Se trata del Prejuicio, modalidad muy estructurada, emocional e irracional de los estereotipos sociales, que encierra siempre, como en este caso, el riesgo o la realidad concreta de un atentado letal al juicio de realidad, es decir, a la posibilidad y potencialidad cognitiva de la mente humana. Se trata nada menos que de las estructuras subjetivas del «Prejuicio de Rechazo a lo Desconocido»: se desconoce el real contenido desarrollado del Proyecto, salvo citas descontextualizadas, desnaturalizadas y sesgadas por la falsedad distorsiva de la oposición Conservadora y restauradora.

Pero esto desconocido es tan malo y perverso que se lo debe atacar y rechazar sin conocerlo. Así se produce una peligrosa TP de «Identificación por Contagio», que explica la multitud de intrigas como «Seudo Noticias» y «Rumores » contra las personas de la Presidenta y de N. Kirchner. Y en este caso, contra la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Otra TPM consiste en presentar los debates como expresión de un conflicto entre el Gobierno y el «Clarín», entre N. Kirchner y «Clarín», y no la lucha entre dos modelos de país en su expresión mediática. En no pocos sectores populares, todo ello despierta no sólo una visión equivocada sobre el tema, sino un alejamiento del mismo, una falta de comprensión de su esencia e importancia, por privación mediática de los conocimientos y explicaciones de lo esencial.

El riesgoso escepticismo consiguiente, en una franja popular importante, es influido además por otra variante mediática del Prejuicio, harto utilizada por los bloques hegemónicos del Poder Mediático hasta ahora: «El Prejuicio como Desconfianza Permanente a Priori». Cuando una propuesta o medida no se puede fácilmente discutir, sólo queda esa «Desconfianza », a fin de instalarla en la opinión pública con la técnica de la «Naturalización». Resulta tarea de las fuerzas militantes y convocantes del campo popular desplegar una tarea de reconversión de estos desvíos en comprensión que lleve a la lucha activa, sobre todo en los tiempos que se avecinan.

* Terapeuta, escritor, miembro de Carta Abierta y del Consejo Editorial de Tesis 11

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