El hambre como cuestión política.

Compartir:

FREI BETTO*

Existen hoy cerca de 20 millones de personas
infectadas por el virus VIH en el mundo mientras más
de 840 millones pasan hambre. Las campañas de
prevención del SIDA son necesarias, pero ¿dónde
están las campañas de combate al hambre?…El SIDA
no hace distinción de clase social, mientras el
hambre sí lo hace» . Frei Betto

El hambre como cuestión política, está en la agenda
política brasileña desde 1946 cuando Josué de Castro
publicó el clásico «Geografia del Hambre» señalando
que la desnutrición de millones de personas
nada tiene que ver con la fatalidad, sea climática o
sea religiosa. Sin embargo,antes de Lula ningún Presidente
de la República asumió el desafio de erradicar
el hambre, exceptuando el programa de reformas
de base de Joao Goulart abortado por el golpe
militar de marzo de 1964
En 1991 el candidato Lula, derrotado en la
elección presidencial anterior, encomendó al Instituto
de la Ciudadanía elaborar un programa de seguridad
alimentaria y nutricional para el Brasil, tarea
desempeñada por Jose Gomes da Silva (padre del
ministro José Graciano da Silva) .Seguridad alimentaria
es un concepto que data de la Primera Guerra
Mundial (1914 -1918) y tiene que ver con la seguridad
nacional. La soberanía de una nación corre el
riesgo de fragilizarse en la medida en que ella no
asegura a su población alimento en cantidad y calidad
suficiente; no prevee reservas reguladoras ni
medidas preventivas ante las calamidades naturales
y se ve obligada a importar alimentos imprescindibles
de la canasta básica.
Participé de la reunión en el Instituto de la
Ciudadanía, en San Pablo, en la cual el Gobierno Paralelo
de Lula lanzó el programa de seguridad
alimentaria y nutricional. En la ocasión, Lula encargó
a Betinho (Herbert José de Souza) llevar la bandera a
las calles, dando lugar a la acción de la ciudadanía.
Tres razones motivaron al fundador del P.T. a
ofrecer al país un programa de esa índole: 1) el alarmante
crecimiento de la miseria, agravada por el estancamiento
económico de los años 80, y el progresivo
aumento de la desigualdad social; 2) el imperativo
de incluir el hambre en la agenda política,
desclandestinizándolo, a semejanza de lo qué ocurrió
con la esclavitud: después de sus 358 años de vigencia
en el país sólo fue oficialmente abolida por
figurar en las pautas políticas de las décadas precedentes
a 1888; 3) su origen personal: al contrario de
Nilo Peçanha, que vino de la pobreza, Lula nació en
la miseria. Pobreza, como decía don Helder Cámara,
es vivir con lo indispensable. Miseria es carecer de lo
indispensable. La experiencia del hambre en su infancia
marcó definitivamente el carácter del actual Presidente.
El programa de Seguridad Alimentaria estuvo
presente en tres campañas presidenciales en las que
Lula compitió después de la derrota de 1989 (1994,
1998 y 2002). Sólo en agosto de 2002 él pasó a ser
conocido por la marca Hambre Cero. El 27 de octubre
de 2002 en su primera manifestación pública después
de conocido el resultado que le dio la victoria, Lula declaró
que asegurar a cada brasilero o brasilera tres comidas
diarias al final de los cuatro años representaría
la culminación de su misión histórica. Elaborado en el
Instituto de la Ciudadanía por un equipo coordinado
por José Graziano da Silva, actual Ministro de Seguridad
Alimentaria y Combate al Hambre, el Hambre
Cero se tornó en prioridad del gobierno de Lula disponiendo
en el 2003 de un presupuesto de R$ 1,8 billones.
Antes de su lanzamiento oficial el 30 de enero
de 2003, el programa recibió muchas críticas, algunas
pertinentes, hechas por quien entiende de seguridad
alimentaria y nutricional y otras improcedentes
de quien imaginaba algo bien diferente de lo que estaba
siendo formulado por el gobierno federal e implantado,
como experiencias piloto, en los municipios
piauienses de Guaribas y Acahua. Se criticaba el
tejado de la casa cuando todavía tratábamos de
asentar los cimientos.
Un programa de inserción social
A partir de datos imprecisos se calculaba que
en Brasil había cerca de 44 millones de personas en
estado de subnutrición, lo que equivaldría a casi 10
millones de familias. El hecho es que mueren anualmente
cerca de 180.000 niños por subnutrición.
El Ministerio Extraordinario de Seguridad
Alimentaria y Nutricional y Combate al Hambre optó
por iniciar el programa en los dos municipios arriba
citados, caracterizados por el bajo IDH (Índice de Desarrollo
Humano).
Formados los Comités Gestores en cada uno
de ellos, integrados por líderes de las comunidades,
se pasó a empadronar a las familias beneficiarias,
500 en cada municipio, a partir del criterio de renta
per cápita inferior a medio salario mínimo.
El empadronamiento hecho por el gobierno
anterior presentaba incorrecciones, como la ausencia
de familias que ni documentos poseían.
Al contrario de la mayoría de los programas
de combate al hambre, el Hambre Cero no es
asistencialista ni se limita a acciones de emergencia.
Se trata de una política de inserción social para la
cual, más importante que distribuir alimentos es generar
renta, trabajo, rescatar la autoestima y la ciudadanía.
Las acciones de emergencia no son descartadas
porque «el hambre no puede esperar», alertaba
Betinho.
El contenido del programa trata por eso de
combinar políticas locales (restaurantes populares,
cocinas comunitarias, Bancos de Alimentos, etc.); políticas
específicas (cartilla de alimentación, ampliación
del Programa de Alimentación del Trabajador,
reservas de seguridad, ampliación de la merienda escolar,
etc.) y políticas estructurales (reforma agraria,
incentivo a la agricultura familiar, microcrédito, etc.).
En 2003 el Hambre Cero prioriza cinco esferas:
1) Municipios del semiárido nordestino y del valle de
Jequitinhonha (Mato Groso) en estado de calamidad
pública; 2) Campamentos y asentamientos rurales; 3)
aldeas indígenas en estado de subnutrición; 4) Población
que vive de los basurales; 5) Comunidades
quilombolas.
Cada familia beneficiaria recibe una cartilla de
alimentación preferentemente entregada a la mujer,
que le da derecho a retirar, todos los meses, 50 reales
de la Caja Económica Federal. Con este recurso se
puede adquirir todo tipo de alimento (están excluidos
de la lista de compra las bebidas alcohólicas, los
refrescos y los cigarrillos). No se exige nota fiscal, excepto
si el vendedor la emite, pues no cabe al gobierno
federal incentivar la evasión. Se pide apenas que
el producto comprado y/o el valor pago sean registrados
en una libreta entregada por el programa de
modo que se pueda acompañar la variación de precios
en el municipio y la evolución nutricional de los
beneficiarios (si, por ejemplo, pasan a consumir verduras,
legumbres, frutas y más proteínas). En el caso
que el beneficiario sea analfabeto se pide a alguien
que registre por él.
Una vez que la familia beneficiaria posee la
cartilla de alimentación pasa a ser objeto de un conjunto
de políticas públicas que se proponen alejarla
de la exclusión social. Así, además de la documentación
– el certificado de nacimiento o el CPF – le son
ofrecidos cursos de alfabetización y profesionalización,
construcción de viviendas y cisternas de captación
de agua de lluvia (si vive en el semiárido),
huertas domésticas y comunitarias, microcrédito,
cooperativismo, agricultura familiar, programas de
salud, etc.
Hasta mayo 600 jóvenes y adultos habían sido
alfabetizados en Guaribas y Acahua, y 386 personas
ya habían hecho cursos de profesionalización.
La cartilla de alimentación tiene validez durante
6 meses y es prorrogable por dos períodos de
igual duración. Se supone que luego de un año y medio
estas familias estarán produciendo una renta suficiente
para garantizar su seguridad alimentaria y
nutricional.
El éxito de Hambre Cero consiste en lograr
que el beneficiario cuanto antes quede libre de la dependencia
del programa y de la solidaridad de la sociedad
civil.
La Sed Cero complementa el Hambre Cero. Es
políticamente incorrecto hablar del «combate a la
sequia», así como no hay combate a la nieve.
Se trata de aprender a convivir con la sequia
combatiendo la sed. En este sentido hace 20 años un
agricultor del semi árido descubrió que no es justo
culpar a San Pedro por la falta de agua en esa región
del país. Agua hay, sobre todo de lluvia; ocurre que
su precipitación se concentra en pocos días del «invierno
» nordestino. Se trata de saber recogerla y conservarla.
Para eso él inventó la cisterna de placa de
cemento capaz de contener 16.000 litros, suficientes
para abastecer a una familia de cinco personas durante
8 ó 9 meses.
En los primeros minutos de la precipitación la
lluvia lava la atmósfera y el tejado de la casa. Sólo
entonces se abre el caño que comunica con la cisterna,
filtrando hojas y basuras. Hasta en los años de
mayor seca llueve lo suficiente como para llenarla. El
agua recogida es utilizada para dar de beber a los
animales y en la higiene doméstica (baño, limpieza,
cocina, etc). La utilizada en el baño y en el lavado de
utensillos debe ser conservada para regar la huerta u
otras plantas que estén cerca de la casa, pero el riego
no debe hacerse directamente sino cerca de las plantas,
de modo que la tierra filtre los componentes químicos.
Una cisterna cuesta hoy R$ 1.800, ya agregado
el valor educativo imprescindible para elevar la familia
a la ciudadanía. Cerca de 50.000 ya fueron
construidas a lo largo de los últimos 20 años. El
P1EMC – Programa de 1 millón de cisternas – es
monitoreado por la ASA (Articulación en el Semiárido
), foro que congrega a más de 700 entidades, entre
ONGs, sindicatos, iglesias, asociaciones, etc. El
ASA es de hecho el brazo hídrico de Hambre Cero. El
gobierno de Lula liberó R$ 17 millones que sumados
a los compromisos asumidos por la FEBRABAN (Federación
Brasilera de Bancos) de construir este año
10.000 cisternas, posibilitará que sean abiertas hasta
diciembre un mínimo de 22.000 cisternas.
Diseño de Hambre Cero
El programa Hambre Cero es asegurado por la
CONSEA (Consejo de Seguridad Alimentaria y
Nutricional), presidido por el sindicalista Luis
Marinho, integrado por 62 personas (13 ministros de
Estado; 11 observadores; 38 personalidades de la sociedad
civil organizada). Es un órgano de carácter
consultivo directamente vinculado a la Presidencia de
la República. La mayoría de sus miembros actúa en el
área de seguridad alimentaria y nutricional y/o trata
con poblaciones carenciadas.
Para que el programa se extienda a todo el
país, como está previsto para 2004, es preciso que
cada Estado y municipio forme su respectivo
CONSEA, preferiblemente manteniendo la proporción
de dos tercios de representantes del Tercer Sector y
un tercio de representantes del poder público. Hasta
el final de 2003 el Hambre Cero llegará a mil municipios
del semi-árido, bien como a basurales, aldeas indígenas,
quilombos y asentamientos y campamentos
rurales. En mayo el programa ya se extendía a
193.909 familias de 626 campamentos rurales; R$
5,5 millones habían sido transferidos al gobierno de
Mato Grosso del Sur para atender a 11.000 familias
indígenas y a través de la Fundación Palmares 142
comunidadades quilombolas estaban siendo atendidas.
Los recursos de merienda escolar para niños de
4 a 6 años subirán per cápita de R$ 0,06 a R$ 0,13
por día.
Las iniciales del Ministerio Extraodinario de Seguridad
Alimentaria forman la palabra MESA. Sobre
esta MESA la Movilización Social de Hambre Cero coordinada
por Oded Grajew y por mí, colocó copa,
plato, sal y cubiertos. En cada municipio debe ser
constituído por voluntarios un COPO (Consejo Operativo
del Programa Hambre Cero), también conocido
por CRD (Centro de Recepción y Donación de Alimentos
) que actúa como brazo ejecutivo del
CONSEA o, a falta de éste, del Comité Gestor.
Según el Manual de mutirao 1 (MESA 2003) el
COPO / CRD tiene como función cuidar la recaudación
de recursos locales, administrar las donaciones
que llegan y responsabilizarse por el almacenaje y
por el transporte de los alimentos. Él es el que identifica
y selecciona las entidades consideradas idóneas
por el Consejo de Asistencia Social o, a falta de éste,
por un órgano similar que serán atendidas. Preferentemente
el COPO / CRD debe disponer de dirección
electrónica y teléfonos operados por voluntarios para
orientar a los donadores y receptores. Cabe a él censar
los beneficiarios y los donadores permanentes así
como monitorear la logística de la colecta y de la distribución
además de ser responsable por la fiscalización
de la calidad y origen de los alimentos recibidos.
En una ciudad populosa caben COPOPs sectoriales
o de una confesión religiosa, o de una Universidad,
o de un condominio, o de una institución pública
o privada, etc.
PRATO significa Programa de Acción Todos por
el Hambre Cero. Equivale al Comité de Betinho. Se espera
que haya millares de ellos distribuidos en el país
formados por voluntarios, organizados por local de
trabajo, barrios, iglesias, escuelas, clubes, empresas,
etc. Son los brazos operativos de Hambre Cero. Organizan
colectas y donaciones y coordinadas por los
COPO/CRD, las encaminan a las entidades que trabajan
con las familias beneficiarias.
Más que recaudar alimentos, el programa
quiere recaudar solidaridad, uniendo el hambre de
comer con la voluntad de hacer. Los PRATOs deben
ayudar a las familias beneficiarias a pasar de la exclusión
a la inclusión social, de la pobreza a la generación
de renta, de la dependencia a la ciudadanía.
En casi todos los municipios del país las familias
carentes son acompañadas por Agentes Comunitarios
de Salud. En las Áreas de actuación de la Pastoral
de la Infancia madres gestantes y niños de 0 a 6
años de edad son acompañados por agentes volunta
rios . Hay incluso agentes jóvenes de los Núcleos de
Atención Integral a la Familia vinculados al Ministerio
de Asistencia y Promoción Social.
Todos esos agentes pueden también participar
del SAL – Agentes de Seguridad Alimentaria – si son
capacitados para esta función. El SAL acompaña a las
familias y a los núcleos poblacionales beneficiados
por Hambre Cero. Su papel es conocer cómo el beneficiario
transita de la exclusión a la inclusión social: si
mes a mes ha mejorado la dieta, la higiene corporal,
bucal y doméstica; si los analfabetos participan de
los cursos de alfabetización; si los desempleados
concurren al curso de profesionalización; si la familia
cultiva la huerta doméstica o participa en la comunitaria;
si desarrollla agricultura familiar; si se empeña
en construir la cisterna; si participa de la formación
de cooperativas, etc.
TALHER es una herramienta de alimentación.
Para el Programa no es sólo alimentación física sino
también mental y espiritual. Hambre Cero no quiere
saciar solamente el hambre de pan sino también el
de belleza: promover la educación ciudadana de los
beneficiarios.
El equipo conocido por TALHER prepara guías
que capacitan a quien participa de los Comités Gestores,
COPOS, PRATOS, o actúa como SAL. Ayuda a
multiplicar muchos TALHERES al interior del Brasil.
Protagonismo de la Sociedad Civil
El Plan Hambre Cero depende de la participación
de la sociedad civil (cf «Como los voluntarios
pueden ser parte del Programa Hambre Cero» Cartilla
de Hacer Parte). Por un lado, innumerables personas
que donan alimentos no perecederos, entregan a los
puestos de colecta en las agencias de la Caja Económica
Federal del Banco de Brasil, en los Correos y en
las unidades militares. Son en total 34.000 puestos
de colecta que hasta mayo habían recogido 850.000
toneladas de alimento. Las donaciones de pequeño
porte se destinan al municipio en el que son colectadas
y entregadas a entidades (civiles, religiosas, etc.)
que actúan junto a los segmentos más carentes de la
población.
Una de las iniciativas valorizadas por el Programa
es el banco de Alimentos, que recoge en los
días hábiles inclusive alimentos perecederos donados
por panaderías, carnicerías, restaurantes y banco de
supermercados, y los hacen llegar el mismo día, con
un riguroso control sanitario, a la mesa de los necesitados
(asilos, guarderías, clínicas para pacientes pobres,
población de la calle, etc.)
El Banco de Alimentos del Municipio de San
Andrés forma y capacita a los interesados en desarrollar
esta modalidad de servicio. El SESC opera en
la misma dirección en el orden nacional a través de
MESA Brasil, basado en las experiencias pioneras de
MESA Sào Paulo y MESA Río.
Las donaciones grandes, de más de diez toneladas,
son destinadas a los almacenes del CONAB y
son transformadas en dinero o en cestas básicas que
se entregan a quien depende de donaciones de
emergencia, como aldeas indígenas en estados de
subnutrición y a campamentos rurales. Las
donaciones en dinero son depositadas en cuentas del
Banco del Brasil y de la Caja Económica Federal para
el Fondo de Combate a la Pobreza. Hasta mayo ellas
sumaban R$ 800.000 .
Hambre Cero es un mutirâo ideado por el Gobierno
de Lula y protagonizado por la sociedad civil.
Es significativa la participación de entidades, instituciones
y empresas privadas, además de las empresas
públicas, todas ellas comprometidas en el éxito del
programa, cada una con su actuación específica. Hay
una cartilla destinada a las empresas privadas orientándolas
sobre cómo participar en Hambre Cero.
Toda asociación es por cuatro años. Cada empresa
es acreditada por el programa a través del NAE (Núcleo
de Atención Especial) y recibe un certificado numerado
y asignado por el Ministro de Seguridad
Alimentaria. Hasta mayo 240 acuerdos ya habían
sido oficializados y más de 800 empresas solicitaron
el derecho de uso del logo marca.
Como declaró el Presidente Lula en la reunión
del CONSEA (25 / 02 /03), «es preciso crear una conciencia
en la sociedad de que un gobierno puede hacer
mucho, pero por más que el gobierno haga, no
tendrá la misma fuerza que la sociedad tiene, si ella
quiere asumir por si la tarea de cuidar eso».
Avances de Hambre Cero
Guaribas tiene poco menos de 5.000 habitantes
y es uno de los municipios más pobres de Brasil.
Para obtener agua, desde hace 50 años la población
recorría cuatro kilómetros hasta una sierra, donde
una gruta abrigaba una pequeña vertiente. Mujeres y
niños cubrían diariamente los ocho kilómetros cargando
baldes en la cabeza. Gracias a Hambre Cero
desde un conjunto de depósitos de agua se bombea
el agua barrosa de una laguna situada en el perímetro
urbano y a través de una pileta se entrega a la
población agua potable. En octubre 5.000 metros de
red de distribución llegaron a las viviendas. Doña Lidia
Días, 36 años, contaba cómo es bueno tener
agua cerca de casa, cuando su marido, Salvador
Alves, de 43, intervino: «Esta agua es una belleza. La
gente sólo hacía hijos de día, pues mi mujer salía a la
una de la tarde para buscar agua y volvía a las seis
de la mañana.»
Marleide Alves Duarte, 20, dice que antes de
la pileta ella acostumbraba llegar a la fuente de la
gruta a la una de la madrugada y salir de ahí a las
siete de la mañana. «Las mujeres hacían fogatas para
calentar los cuerpos. Nadie podía oler al marido porque
él llegaba del trabajo y no podía bañarse. Ahora
esos años de esos de sufrimiento terminaron.»
Guaribas cosechó este año 160 toneladas de
porotos. Por primera vez nadie negoció directamente
con los intermediarios que ofrecían R$ 22 por saca.
La comunidad organizada decidió vender colectivamente
a través de una subasta. La saca fue vendida
a precios que variaron entre R$ 50 y R$ 70.
En Acauâ, otro municipio piloto, una señora
de 73 años alfabetizada en tres meses pidió al agente
de seguridad alimentaria: « Quiero ir al sindicato
rural y cambiar mi libreta de jubilada». Él no entendió
la razón. Insistió: «Ella tiene mi dedo. Ahora
quiero que tenga mi firma.»
La meta Piauí era implantar, en 180 días, dos
comités gestores. En 120 días ya hay 24. La documentación
completa de certificado de nacimiento y
documento de identidad ya fue entregada a 337 personas.
Ferias municipales funcionan en Guaribas y
Acauâ, donde se están construyendo mercados públicos.
La electrificación llevó luz a cuatro poblados rurales
de Guaribas. El proyecto de asegurar en 180
días la posesión de la carta de alimentación a 1000
familias fue significativamente superado: en 120
días, 13.307 familias de 24 municipios piauienses ya
podían retirar mensualmente R$ 50,00 en las agencias
de la Caja Económica Federal. Están siendo construidas
en Guaribas, Acauâ, Alta y Villa Irma Dulce,
en Terezinha, 1500 viviendas, todas con siete ambientes.
Estaban previstos 430 pozos negros en los
primeros seis meses. Fueron abiertos 1.500 en cuatro
meses.
En los dos municipios pilotos el Plan Analfabetismo
Cero ya favoreció a 600 adultos. Los
alfabetizadores – estudiantes y profesores de la región
– ganan al final del curso que dura tres meses
R$ 100 por alumno alfabetizado, o sea cerca de R$
1.900 por los tres meses de trabajo. Cada
alfabetizado recibe con el diploma R$ 200 más R$
100 por la carta enviada al Presidente Lula más R$
100 por la carta remitida al gobernador Wellington
Dias. Así el hambre de letras reactiva la economía local
saciando también el de pan.
En febrero el programa «fantástico» de TV
Globo mostró la favela Piratininga, en Osasco (S.P.),
donde viven emigrantes de Guaribas. Risonaldo
Ferreira Alves, 23, vivía allí y trabajaba como ayudante
de pedrero. Atraído por las buenas noticias de
Hambre Cero retornó al municipio: «Volví porque están
ocurriendo cambios. Guaribas no tenía nada, no
tenía pavimento, no tenía empleos. No daba para sobrevivir.
» Ahora él será empleado por la COHAB (Cooperativa
Habitacional) de Piauí en la construcción de
casas.
Aderismar de Andrade Días, 20, también retornó
a Guaribas, abandonando en San Pablo el trabajo
con molduras de yeso por el que recibía R$ 250
mensuales. Ahora presta servicio en la construcción
de casas manejando el camión del padre y gana
como promedio R$ 30 por día en el transporte de
material. Al final del mes Aderismar va a ganar más
de lo que ganaba en San Pablo «y con la ventaja –
dice él – de vivir con mis padres, no tener miedo a la
violencia, y no vivir en la favela.»
La población de Guaribas reivindica también
una radio comunitaria. Además de información ellos
quieren expresar su palabra. Palabra es sinónimo de
Dios, verbo que se hace carne. Ese rescate de ciudadanía
propiciado por Hambre Cero, es sin duda su
mayor mérito que lo define como un combate no
sólo del hambre, sino sobre todo de la exclusión social.
Como alertaba Santo Tomás de Aquino: «No se
puede exigir la práctica de las virtudes a quien pasa
hambre». Ocho siglos después de este alerta, el gobierno
brasilero entendió que sin pan no hay paz.
Ésta, como clamó el profeta Isaias, hace casi 3.000
años, debe ser necesariamente hija de la justicia. En
ese sentido Hambre Cero pone también las semillas
de Violencia Cero.

*Frei Betto es asesor de la Presidencia
de la República para el programa Hambre Cero.

(Traducción Amado Heller)

1 Emprendimientos comunitarios

Deja una respuesta