El cielo por asalto. La revolución de Octubre en Rusia.

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Horacio Ramos*

“Sin situaciones extraordinariamente complicadas,
no hubieran estallado jamás revoluciones.
Y quien teme a los lobos, que no se interne en
el bosque.”
Lenin

Días de coraje y alegría en la vieja Rusia, y que se encendieron como nunca el 7 de noviembre de 1917 con nuestro calendario, en la antigua Petrogrado, cuando se levantó victorioso un movimiento armado de obreros, campesinos y soldados. Fue derribado el gobierno provisional y el Congreso de los Soviets (Concejos), proclamó el pase del poder en el país, y un júbilo esperanzado recorrió las estepas y cruzó las fronteras hacia cada rincón del planeta. A partir de ese momento, se abrió paso una nueva época, el cambio social más profundo en la historia de la humanidad. El Socialismo era una campana que despertaba, apasionadamente, en la tierra de los zares.

Con los años, asomaron los duros fantasmas del esclerosamiento ideológico que impuso el estalinismo, que inició la saga de persecuciones, dolor y muerte, y que condujeron luego del triunfo soviético sobre la bestia parda, a una degradación persistente de las libertades que se revelaron en el XX Congreso del PCUS. Desde allí, hasta la implosión del “socialismo real” y el derrumbe de los Estados Socialistas, sólo era una cuestión de tiempo.

“Si no confundimos el marxismo con una religión, con una fe que no se somete a control alguno, y sí lo consideramos un sistema basado en convicciones científicas y en un riguroso razonamiento”, como señala Adam Schaff, esta búsqueda fervorosa de una sociedad donde se atraviese del “reino de la necesidad al reino de la libertad”, está a la orden del día. Es decir, un socialismo que alimente los sueños de las generaciones que habitamos este siglo XXI, merece que sigamos gritando con toda la voz que la lucha continúa.

*Horacio Ramos, periodista, escritor, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11.              

 

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