COYUNTURA Y ESTRATEGIA

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Carlos Mendoza*

(Artículo del 02/05/06)

Dos cuestiones a analizar: La coyuntural, es decir la necesidad de definirse electoralmente, y la estratégica, vinculada a objetivos de largo alcance para lograr cambios de esencia en la sociedad en favor de los sectores populares.

Ante estas elecciones y pensando en el interés popular, desde mi convicción de izquierda, veo fundamentalmente dos cuestiones a analizar: La coyuntural, es decir la necesidad de definirse electoralmente, y la estratégica, vinculada a objetivos de largo alcance para lograr cambios de esencia en la sociedad en favor de los sectores populares. Esto me lleva a analizar la dialéctica que hay entre ambas cuestiones, pensando primero en lo estratégico para posicionarme luego en la coyuntura electoral.

En cuanto a la cuestión estratégica, en varios artículos que he publicado en esta revista y también en otros medios, he venido haciendo un balance positivo del actual gobierno nacional, pero al mismo tiempo he señalado sus falencias, errores y limitaciones y , sobre todo, la necesidad, para el campo popular, de realizar una doble tarea simultánea, consistente en apoyar lo positivo del gobierno Kirchner y defenderlo de la derecha, manteniendo siempre el espíritu crítico, y al mismo tiempo trabajar para construir un vasto movimiento sociopolítico, basado en una amplia democracia participativa, para elevar la conciencia y con ello el compromiso de la gente, lo cual es básico para cambiar la relación de fuerzas y poder avanzar en cambios de esencia en nuestra sociedad en favor del pueblo. Kirchner claramente le pone límites a su propia experiencia de gobierno, cuando plantea que lo que se propone es construir un “capitalismo normal”, con un rol regulador importante del Estado, desarrollo económico de un mercado interno protegido,  inclusión social, política exterior independiente y basada en la integración regional y derechos humanos como política de estado. En general creo que ha venido transitando ese camino, que es desde ya mucho más conveniente para el interés popular que las políticas neoliberales de los 90, pero que está lejos de lo que se requeriría si de lo que se trata es de lograr autonomía nacional y popular, profunda redistribución de la riqueza y un amplio desarrollo democrático participativo, sin hablar de una superación de esencia del actual sistema económico social.

Por otro lado, el heterogéneo armado político que por necesidad de gobernabilidad a hecho Kirchner, con algunas organizaciones y personalidades progresistas en su seno, pero también con sectores de la política tradicional y del sindicalismo burocrático, que son mayoritarios en ese espacio, hace presumir que a la primera de cambios estos últimos se despegarían rápidamente del kirchnerismo, en cuanto no les conviniera más estar ahí. En tal sentido, basta pensar en que pasaría con esos sectores si, por ejemplo, la dinámica de inflación y manoseo gubernamental de los índices del INDEC y/o los negros nubarrones de corrupción del asunto Skanska terminaran evolucionando muy mal para el gobierno. Por eso la construcción de un movimiento sociopolítico no solo es necesaria para superar los límites impuestos por el propio Kirchner a su gobierno sino incluso para defender y sostener lo positivo del mismo.
 
Por otro lado, solo una construcción propia del campo popular, de amplia democracia participativa, de abajo hacia arriba, podría erradicar las prácticas típicas de esta democracia representativa en crisis, tales como manoseos a las instituciones, personalismo, autoritarismo, verticalismo, designaciones a dedo, acuerdos de cúpulas sin participación de las bases, corrupción para financiar la política y a muchos políticos profesionales, guerras sucias mediáticas y otras lindezas de esa calaña a las que tampoco es precisamente ajeno este gobierno nacional. Si se acuerda, desde una visión de izquierda, que la democracia participativa es fundamental para darle un nivel cualitativamente más elevado a una alternativa de nuevo tipo desde el campo popular, se comprenderá que los sectores de la política tradicional y del sindicalismo burocrático, que hoy apoyan a Kirchner por conveniencia propia, no impulsarán precisamente semejante desarrollo democrático, porque sería la garantía de su propia desaparición.

También he insistido en el rol que debe jugar la CTA, como principal sector de clase trabajadora organizada con conciencia de clase en nuestro país, para ser principal sujeto social convocante para la construcción del movimiento sociopolítico. Y, justamente, sabemos que la CTA en sus últimos congresos ha convocado a la construcción de tal movimiento sociopolítico. Sus principales referentes hicieron ya algún intento, como el conocido “llamamiento de Rosario”, que despertó esperanzas pero que luego no tuvo la evolución deseada, probablemente porque CTA, al ser una central de trabajadores y no poder así crear un partido político, no contó con la herramienta organizativa necesaria para llevar adelante ese rol convocante al que aludía más arriba. Pero ahora nos hemos encontrado con la muy positiva novedad de que la corriente Germán Abdala, ampliamente mayoritaria en CTA, decidió aprovechar el actual proceso electoral para crear un partido político propio en la ciudad de Buenos Aires, con el explícito propósito de utilizarlo como herramienta para convocar a la construcción del movimiento sociopolítico en el ámbito de la ciudad. Tienen la intención de repetir esto gradualmente en todas las provincias. He participado de las asambleas realizadas por la corriente Germán Abdala, donde los compañeros trabajadores discutieron y decidieron democráticamente la creación de esta herramienta política propia, con el fin mencionado. También participé de una reunión convocada por la corriente Germán Abdala en la Casa de Cataluña, donde concurrieron organizaciones sindicales, sociales, culturales y políticas (Tesis 11 también fue invitada), donde se discutió y se estuvo de acuerdo en la necesidad de la construcción del mencionado espacio plural y participativo, que los compañeros convocantes denominan “Movimiento por Buenos Aires”. Se coincidió asimismo en que ante el proceso electoral de este año las diversas organizaciones y personalidades presentes tendrían seguramente distintos posicionamientos, pero que pasadas las elecciones era necesario persistir en intentar la construcción mencionada. Estuvieron allí organizaciones que están con la lista Filmus, otros con la lista Telerman y por supuesto los compañeros del Germán Abdala, que han creado su propio partido político en Capital, cuyo nombre es “Buenos Aires para todos” y que lleva como candidato a jefe de gobierno al compañero Claudio Lozano.

Es difícil, pero posible, que organizaciones y personalidades progresistas, con posiciones diferentes y a veces contrarias respecto del gobierno nacional y de los procesos electorales, puedan simultáneamente confluir en un movimiento sociopolítico con objetivos estratégicos como los antes mencionados y tareas tales como impulsar un sistema impositivo progresivo, aumento continuo de la participación salarial y de jubilaciones en la renta nacional, un sistema permanente de empleo y formación, donde los asalariados estén ora trabajando ora en formación, para acabar con la desocupación y elevar continuamente la calificación laboral, una democratización de la gestión económica con participación de los asalariados en la misma, para la aplicación de nuevos criterios de gestión de eficiencia social y no solo de rentabilidad financiera, una legislación que garantice la libertad sindical, apoyar la integración latinoamericana y otras tareas. El FRENAPO ya demostró en su momento que esa confluencia, desde la diversidad, por objetivos estratégicos y tareas comunes, es posible.

Partiendo de ese análisis, veo esos objetivos y tareas estratégicas para los sectores populares como algo que trasciende ampliamente la actual coyuntura electoral, ante la cual sin embargo es importante definirse. En tal sentido creo que habría que apoyar a la corriente Germán Abdala en sus objetivos mencionados, entre otras cosas votando la lista de candidatos a legisladores de “Buenos Aires para todos”, como forma de reforzar ese espacio político y al mismo tiempo porque sería muy positivo que estos compañeros, representantes de la clase trabajadora con conciencia de clase, lograran ubicar algunos de los integrantes de su excelente lista de candidatos en la legislatura de la ciudad.

En cuanto a las candidaturas para jefe y vicejefe de gobierno de la ciudad, la realidad muestra que habría segunda vuelta entre la lista del centroderecha encabezada por Macri y alguna de las dos listas encabezadas por Telerman y Filmus. La excelente candidatura del compañero Claudio Lozano para jefe de gobierno no tiene chances y tiene en realidad como principal propósito facilitar el conocimiento y la implantación electoral de “Buenos Aires para todos” y tratar de colocar representantes en la legislatura. En la segunda vuelta todos los sectores progresistas deberíamos confluir con nuestro voto a favor de cualquiera de las dos listas citadas, Telerman o Filmus, que llegue a esa instancia, para derrotar al centroderecha representado por Macri. Filmus representa directamente el proyecto que lidera Kirchner a nivel nacional, mientras que Telerman, aun reclamándose independiente, reivindica a Kirchner y a la orientación del gobierno nacional. Ambas listas se disputan, para jefe y vicejefe de gobierno, el electorado de centroizquierda porteño. Sin embargo y aunque en las listas de Telerman y Filmus hay organizaciones y personalidades progresistas, que comparten esos espacios con sectores retrógrados, no me resultan la misma cosa y tengo preferencia por la candidatura Filmus-Heller, por un lado por la buena gestión de Filmus como ministro de educación, pero sobre todo por la presencia del compañero Carlos Heller, de quién aprecio su trayectoria como militante de izquierda de toda su vida, su honestidad, su capacidad de gestión y la autenticidad de sus ideas progresistas, por lo que creo que, de ser electo, hará lo posible por impulsarlas desde el gobierno de la ciudad.

Después de las elecciones espero podamos vernos todos los sectores progresistas, hoy adversarios electorales en legítimas posiciones diferentes, para trabajar conjuntamente en la construcción del vasto, plural y participativo espacio político antes señalado.

*Carlos Mendoza, ingeniero, especializado en temas de economía política, escritor, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11

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