América Latina: el tiempo de los pueblos se avecina.

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SOLANGE LEVINTON*

Segundo Congreso Bolivariano en Venezuela.

Informe sobre el II Congreso Bolivariano de los Pueblos, realizado en Venezuela, a fines del 2004.

 

En el afán por dejar de sentirse eternas marionetas, hay quienes buscan redimirse mostrándose eximios conocedores del arte de ser quien maneja los hilos. Pero, afortunadamente, algunas ideas son etéreas y permanecen en el tiempo sin disiparse por completo.
   En un año plagado de intentos malogrados y discordantes de cumbres, comunidades y actas fundacionales, que apelaron a aunar las dirigencias latinoamericanas para dar batalla a bloques regionales de la envergadura de la Unión Europea, el ALCA o el Asia, fueron los propios gobiernos los que llenaron de obstáculos toda posibilidad de lograr un proyecto unificador de trabajo mancomunado.
   Es inevitable: en líneas generales el poder político  y empresario piensa en términos de votos e inversiones y,  en esa lógica, la verborragia obtusa de discursos monocordes, no contempla las insolvencias del sistema sobre quienes realmente las padecen.
   Paradójicamente, socavada por los estruendosos desencuentros de la Unión Sudamericana de las Naciones en Cuzco y de la Cumbre Presidencial del Mercosur en Ouro Preto, entre el 6 y el 9 de diciembre se llevó a cabo en Venezuela, el II Congreso Bolivariano de los Pueblos (CBP). Con menos trascendencia que aquellas impulsadas desde el poder político, se reunieron dirigentes populares de todos los países de América Latina y el Caribe, cuyas organizaciones se pronuncian a favor de la construcción de un espacio para enfrentar –de acuerdo a su propio estatuto- las “oligarquías nativas y el imperialismo”.
En plena intención expansiva de América Latina, y retomando las ideas de Simón Bolívar, el CBP apela a erigir una nueva forma de presentarse ante el mundo; no ya como un conjunto de países sino como una región articulada desde los propios habitantes, que ofician de representantes calificados de las vivencias y urgencias que padecen los suyos –de allí que el Congreso no esté conformado por académicos, políticos o economistas –.
Este proyecto, que recién cuenta su segunda edición, comenzó a gestarse en 1826 tras la liberación total de América en la Batalla de Ayacucho. En ese momento, Bolívar comprendió que la única manera de hacerle frente a potencias del tamaño de Gran Bretaña o España, era a través de la unión de los pueblos que habían quedado fragmentados tras la descolonización.
Pero desde entonces, la historia americana ha encontrado infinitas trabas desde los países más fuertes –o que apelan al dominio-, que marchitaron todo intento por lograr tan ansiada unidad: “Sería ingenuo pensar que el imperialismo y las oligarquías no van a oponer sus fuerzas ante un proyecto integrador con el eje en la justicia y la igualdad”, asegura Fernando Ramón Bossi, miembro de la Secretaría de Organización del CBP.
Hace diez años, el actual presidente de Venezuela, Hugo Chávez, impulsó la creación de un Congreso Anfitriónico, en honor al nombre que le adjudicaban los griegos a las reuniones que se efectuaban ante un peligro externo.
En 2003, cuando se iba a realizar la quinta edición, se decidió cambiar de nombre y estructura ya que hasta ese momento, estaba conformado por un cuerpo de intelectuales. “Anfitriónico estaba bien cuando se trataba sólo de difundir ideas, pero cuando hay que empezar a actuar se requiere de fuerzas que entiendan de manera visceral qué es lo que pasa”, dice Daniel Ezcurra, coordinador del Movimiento Barrios de Pie y del CBP en Argentina.
Este nuevo espacio congrega a los representantes de cada país entre los que se encuentran los Comités para la Defensa de la Revolución y el Partido Comunista de Cuba, el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador, el Frente Amplio de Uruguay, el Movimiento Indígena de Ecuador, el Movimiento al Socialismo de Bolivia, Movimiento Barrios de Pie y Madres de Plaza de Mayo línea Fundadora de Argentina, todas las fuerzas bolivarianas de Venezuela y el MST de Brasil, entre otros.
      En este segundo Congreso, se plantearon las bases de los proyectos para comenzar a trabajar este año. Lejos de las inquinas que riegan los debates sordos de los gobernadores y funcionarios orgullosamente electos, el CBP logró ratificar las principales políticas que deben adoptar durante el 2005.
  Considerado el hambre como el problema cardinal que acaece sobre los pueblos, y la cuestión de la soberanía agroalimentaria como principal factor a resolver, se elaboró un plan para promover la creación de un Banco Latinoamericano de Semillas con sede en Venezuela y sub sedes en otros países, a fin de abastecer  y erradicar la falta de alimentos.
 Por otra parte, se planteó la construcción de una Central de Trabajadores Latinoamericana Caribeña, que se iniciará en los próximos meses con un Foro del Sector Energético, actualmente en crisis en numerosos países del continente.
  No obstante, existen algunos planteamientos de base que se gestaron conjuntamente con el Congreso. El principal proyecto estratégico de integración que se impulsa, es la creación del ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas) que, mientras el Área de Libre Comercio de las Américas –ALCA- ideada por Estados Unidos, responde a los intereses del capital transnacional y “persigue la liberalización absoluta del comercio de bienes y servicios”, la propuesta bolivariana pone énfasis en la lucha por las necesidades  de América Latina.
El ALBA se construye sobre mecanismos que permitan la creación de ventajas comparativas entre las naciones de la región, a fin de compensar las asimetrías que existen entre los países más fuertes y los débiles. Si bien se trata de un proyecto que aún se encuentra en su fase inicial, la alternativa se plantea desde la cooperación de fondos compensatorios para corregir las disparidades que ponen en desventaja a Latinoamérica y el Caribe respecto de las potencias.
Otra de las propuestas germinales del congreso es la creación de una identidad común a partir de la inserción de las Cátedras Bolivarianas en las universidades de los diferentes países de la región, como una forma de lograr una enseñanza coordinada en la que la historia y la realidad de los pueblos no estén relatadas desde las mismas ópticas sesgadas y cuestionables de siempre.
Actualmente están siendo implementadas en la Universidad de Buenos Aires, Universidad de las Madres de Plaza de Mayo,  Universidad de Mendoza, Universidad Nacional de Río IV, Universidad Nacional de Córdoba y  la UNLP, en Argentina, así como también en facultades de Chile, Venezuela y Colombia.
 América Latina y el Caribe suman 222 millones de pobres, 96 millones de ellos indigentes, con millones de analfabetos y una deuda externa que pesa sobre sus espaldas de 782 mil millones de dólares. Revertir estas cifras dantescas difícilmente sea una tarea sencilla y de resultados inmediatos; pero va a estar limitada en una eterna quimera idealista en tanto las mismas bocas de palabras grandes que apelan a endulzar bolsillos chicos, no comprendan que no se deja de ser marioneta, hasta que no se resuelve cortar con los hilos.

*SOLANGE LEVINTON, periodista.

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